Por
Alfredo Leuco - Perfil.com
Cómo es el armado político que busca captar el voto castigo a Cristina y construir una nueva mayoría legislativa.
¿Se imagina a Roberto Lavagna como presidente
provisional del Senado? ¿Y a un macrista u otro peronista opositor como
jefe de la Cámara de Diputados? No es ningún delirio que puedan llegar a
ocupar el segundo y tercer lugar en la línea sucesoria. Según todas las
encuestas, eso puede ocurrir a fin de año, cuando se incorporen los
legisladores que se elegirán en octubre.
El documento “Unidos para
cambiar”, firmado en Córdoba, se plantea como principal objetivo
“construir una nueva mayoría para conducir el Parlamento”.
Todo depende de la magnitud del voto castigo a Cristina que, según
los consultores más serios, va a ser importante. El peronismo del mejor
Perón, “el del abrazo con Balbín”, dijo De la Sota, fiel a su condición
de partido del poder, va a luchar para que en 2015 gane un presidente
que no sea Cristina ni cristinista. Esa batalla la van a dar en todos
los terrenos y en los tres poderes.
1) En el Congreso. Intentarán ponerle límites a
Cristina y cerrar la escribanía en la que fue convertido. Si todavía
existe, derogarán las leyes de la reforma judicial, entre otras. ¿Ley de
Medios también? El Parlamento fuera de los caprichos K se convierte,
además, en una válvula de seguridad republicana. Garantiza continuidad y
gobernabilidad democrática para el caso de que se produzca lo que Dante
Caputo llama “suicidio institucional”. Un despecho de Cristina que
pegue un portazo ante un resultado fuertemente adverso. Nadie en su sano
juicio lo desea. Sería traumático para todos. Pero quieren prever todas
las posibilidades, y con más razón las que ya ocurrieron. Alberto
Fernández contó detalles de aquella noche de derrota por el voto no
positivo de Cobos en la pelea por la 125, en la que el mismísimo Lula
hizo desistir al matrimonio presidencial de abandonar el barco “porque
este pueblo no nos merece”.
2) En la Justicia. Apuestan a que la Corte Suprema
voltee las leyes inconstitucionales a las que quieren someterla. Si eso
no ocurre, Gustavo Ferrari, Federico Pinedo y Ricardo Gil Lavedra están
explorando una lista única para los candidatos a consejeros de la
Magistratura. Están dispuestos a aceptar el desafío de polarizar con la
boleta de la Presidenta y a convertir eso en una suerte de plebiscito
sobre la gestión de Cristina y en contra de una nueva reelección.
3) En el Poder Ejecutivo. El objetivo es que las
urnas de octubre alumbren a los representantes más taquilleros, según el
tamaño del triunfo en cada distrito. De allí surgirán los que se
sientan en condiciones de pelear por el sillón de Rivadavia.
¿Cuál es el verdadero alcance de esta coalición en ciernes? Es el
instrumento más novedoso desde que en 2009 Unión-PRO, con Francisco de
Narváez, canalizó la bronca masiva y derrotó a una lista que integraban
nada menos que Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Massa. Es un
techo sólido en el que pueden refugiarse todos los peronistas
maltratados y humillados por Cristina, que cada día son más. Nada les
garantiza un triunfo, pero no es un proyecto testimonial. Por primera
vez, un tipo de peronismo en el poder va a ser enfrentado en elecciones
por otro peronismo de similares proporciones.
A Menem lo pelearon peronistas frepasistas como Pilo Bordón y Chacho
Alvarez y le dieron un susto. Algún intento de los Rodríguez Saá no pasó
de eso y Roberto Lavagna con el radicalismo juntó muchos votos cuando
compitió con Cristina, pero no estuvo el peronismo detrás.
Este cuadrado colectivo de conducción donde no hay jefes ni
candidatos a presidente tiene a Hugo Moyano y a Roberto Lavagna que
coinciden en haber sido enemigos del neoliberalismo de los 90 y socios
estratégicos del gobierno de Néstor. Uno es el gremialista con mayor
poder de organización, movilización y daño, y el otro el economista más
prestigioso de la Argentina, corresponsable como piloto de tormentas con
Duhalde primero, y Néstor después, de sacar a la Argentina del
infierno.
De Narváez, fue dicho, es el que ya hizo lo que quieren hacer:
derrotar al apellido Kirchner en las urnas en la provincia de Buenos
Aires. En política se dice que si algo ya ocurrió puede volver a
ocurrir. No en vano censuran escandalosamente su gotita publicitaria
mientras sigue el océano de Fútbol para Todos que pagamos ídem. Y José
Manuel de la Sota, el gobernador de la provincia más importante después
de Buenos Aires en términos simbólicos y en cantidad de votantes.
Este proyecto incluye a Mauricio Macri y les deja las puertas
abiertas a Daniel Scioli y a Sergio Massa. Los chisporroteos que
explotaron el viernes contra Macri se van a resolver en una cena privada
y luego van a ofrecer un encuentro público con alguna excusa
institucional. A todos les conviene funcionar como paraguas de las
diversas alianzas distritales. Falta firmar todavía, pero en el borrador
dibujan propuestas potentes: a Schiaretti-Baldassi en Córdoba; Del
Sel-Salomón en Santa Fe; Lavagna-Michetti en Capital; De Angeli- Busti
en Entre Ríos, e imaginan posibles triunfos en Chubut y en Santa Cruz
con las listas de Mario Das Neves y Daniel Peralta. En Buenos Aires, lo
más probable es que un radical macrista como Gustavo Posse secunde a De
Narváez.
Quieren convertir el espacio en una aspiradora de dirigentes y dar
una imagen de gobernabilidad. Cristina los combatirá con palabras de
Gabriel Mariotto, diciendo que “son el pasado” o “la derecha socia de
las corporaciones”. Desde el otro gran frente, el socialdemócrata, que
intentará replicar el armado que gobierna Santa Fe (UCR + FAP),
plantearán que “el peronismo es el problema y no la solución” y que “el
país no puede estar a merced de la interna pejotista” y recordarán que
casi todos ellos respaldaron a Néstor Kirchner. El debate promete ser
inquietante. El crecimiento de los dos grandes polos opositores es
directamente proporcional al deterioro de la imagen de Cristina por las
granadas económicas y éticas que le vienen explotando en las manos.
Esto
recién empieza y nadie puede subestimar a quienes se ven a sí mismos
como la encarnación de la patria liberada que lucha contra la colonia.
Jamás van a bajar los brazos. Sobre todo porque el consumo sigue su
marcha pese a los terremotos del dólar y porque no conocen otro rumbo
que “el vamos por todo”.