(Urgente24) -Mientras el Ministerio de Economía sigue dilatando
la publicación del resultado fiscal del año 2012, fuentes alternativas adelantan
que el déficit fue muy elevado. La principal causa son los subsidios a empresas
públicas y privadas. Para cubrir el desequilibrio de sólo 2 empresas estatizadas
se usan fondos públicos por un monto similar al de la Asignación Universal por
Hijo. Usar recursos del Estado para esta finalidad tiene impactos sociales y
geográficos regresivos, además de potenciar la corrupción. Un cambio progresista
se lograría dejando de sostener empresas inviables y sin sentido estratégico,
eliminando el déficit fiscal financiado con emisión inflacionaria y
descentralizando recursos públicos a las provincias.
El Ministerio de Economía todavía no ha publicado el resultado financiero del sector público nacional correspondiente al año 2012. El cronograma oficial indica que esta información debió haber sido brindada el 28 de enero. La demora se extendió a los datos correspondientes a enero del año 2013, que tampoco fueron publicados el 28 de febrero como originalmente estaba programado. Este vacío informativo puede ser parcialmente cubierto con información publicada por la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP).
Según los datos de ASAP, de una previsión de superávit fiscal de $1.476
millones que había en el Presupuesto Nacional del año 2012, se llegó a la
realidad de que hubo un déficit fiscal del orden de los -$56.071 millones. Este
cálculo computa sólo a los organismos que están dentro del Presupuesto Nacional.
El desequilibrio será mayor cuando se tenga los resultados de los organismos
extra-presupuestarios y los fondos fiduciarios.
Buena parte del déficit fiscal se explica por los subsidios a empresas
públicas y privadas. Según ASAP, en el año 2012 se asignaron a subsidios
económicos unos $99.447 millones. Dentro de ellos, aparecen testimonios muy
sugerentes como:
• Aerolíneas Argentinas recibió subsidios del Tesoro Nacional por $4.100
millones.
• AySA, la empresa estatizada responsable de los servicios de agua y cloaca
de la Ciudad y el Gran Buenos Aires, recibió subsidios por $5.400
millones.
• Esto implica que entre Aerolíneas Argentinas y AySA los subsidios sumaron
$9.500 millones, un monto muy cercano al que se asigna a la Asignación Universal
por Hijo ($11.200).
Estos datos plantean varios motivos de preocupación. Por un lado, la enorme
magnitud y la tendencia del déficit fiscal. Por otro lado, que frente a un tema
tan importante las autoridades económicas apelen a un nuevo oscurantismo en las
estadísticas oficiales. Finalmente, las contradicciones y la falta de
racionalidad que se produce al subsidiar pasajes aéreos y la tarifa de agua y
cloaca de la gente que vive en Buenos Aires con una cantidad de recursos que
prácticamente iguala a lo que se asigna a la Asignación Universal por Hijo.
Parecería desconocerse que la mayoría de los argentinos no sube a un avión de
Aerolíneas Argentinas, no cuenta con cloacas y paga la tarifa del agua que
consumen.
De todas formas, los casos de Aerolíneas Argentinas y AySA son sólo un
indicio del desorden que provocan los subsidios a empresas. Para dar una idea de
las magnitudes que involucra, cabe considerar que los $99 mil millones que se
gastan en subsidios económicos es un monto similar a lo que las provincias
asignan para sostener el sistema de educación primaria y secundaria de todo el
país. Para promover una mejora en la educación, no sólo es importante reconocer
que la educación básica es responsabilidad de las provincias sino también
avanzar en una mayor coparticipación de los recursos fiscales. Para esto, es
imprescindible liberar previamente al Presupuesto Nacional de la responsabilidad
de subsidiar a empresas públicas y privadas..
Además de regresivos y financieramente no sustentables, los subsidios
económicos son una fuente de corrupción. La información que se está haciendo
publica con motivo del accidente ferroviario de Once muestra el nivel extremo
de degradación institucional al que se llega cuando se impone esta forma de
administrar el Estado. Está quedando claro que bajo el mecanismo de los
subsidios, la rentabilidad de las empresas no depende de invertir, gestionar y
controlar la calidad del servicio, sino en dejarse cooptar y congraciarse con
los funcionarios que reparten los fondos públicos.
El cuestionamiento a los subsidios no tiene una base ideológica sino de
estricto sentido común. Contribuye a la decadencia usar los fondos públicos para
beneficiar a las familias más ricas, a los que viven en Buenos Aires y a los
funcionarios tentados por la corrupción. En sentido contrario, un impacto mucho
más progresivo se lograría sincerando tarifas, subsidiando a las familias de más
bajos ingresos sin importar donde vivan, dejando de sostener empresas inviables
y sin sentido estratégico, eliminando el déficit fiscal que se financia con
emisión inflacionaria y descentralizando más recursos públicos a las
provincias.
Realmente, no se de que se puede reir esta señora, quizás por el "pan y circo"...
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