Si Cristina Kirchner piensa llegar hasta octubre con el Plan Moreno, es obvio que decidió jugar la suerte de su modelo a una posible buena cosecha de soja y a un resultado beneficioso en la disputa con los bonistas que no aceptaron los canjes.
Y rezará para que Brasil repunte. Ningún cambio importante a la vista,
ningún atisbo de racionalidad que ataque las causas de los problemas
actuales.
Es una medida que puede ayudar en el cortísimo plazo si sirve para implementar un verdadero plan. Si no, es inútil y una falsa ilusión.
La aspirina no cura una infección, aplaca los síntomas más molestos. Ese alivio es el que hace menos ingrata la espera hasta que actúa el verdadero remedio. ¿Creerá la Presidenta que el remedio es una buena cosecha, un fallo que acepte las fórmulas de pago que el país propone y nada más?
La Argentina tiene un proceso inflacionario agudo con claras causas: el peor resultado fiscal en más de una década, financiado con emisión monetaria. Incluso en otras crisis el país recaudaba dinero suficiente para pagar todos sus gastos, pero no le alcanzaba para pagar la deuda. El problema era la deuda.
Hoy no le alcanza el dinero antes de empezar siquiera a contar los pagos de la deuda. La Argentina gasta demás y encima muy mal y lo financia peor: emitiendo pesos a raudales.
Los defensores del "modelo" señalan que Estados Unidos emite y no tiene inflación. Como si pudiera compararse a la economía más grande del mundo con la Argentina. Pero así y todo, los Estados Unidos tienen un desempleo alto, capacidad instalada ociosa y una cantidad de personas y empresas que tienen dinero y no lo gastan aunque se lo regalen. Porque tienen miedo al futuro y confían en el Estado y entonces prefieren quedarse, hasta que la situación se aclare, con los dólares y los bonos del Tesoro, aunque en los últimos días también parecen haber vuelto a comprar acciones de compañías.
No pasa lo mismo en la Argentina. Con crecimiento de la ocupación en el sector público, subsidios y planes hay algo parecido al pleno empleo. La producción local no alcanza para abastecer el consumo y el Gobierno prohíbe o controla ferozmente muchas importaciones.
La gente y las empresas creen que las cosas no irán bien y prefieren cambiar sus pesos por otras monedas o bienes. Entonces se prohíbe comprar monedas para ahorrar. Y para evitar que suban los precios de las cosas, se dispone el congelamiento de precios.
¿Por qué en un país donde hay consumo y dinero para seguir consumiendo nadie quiere invertir para producir más? Ésas son las preguntas que debería hacerse la Presidenta. ¿Por qué Moreno, que ha fracasado una y otra vez, sigue ensayando sus torpezas, sus bravuconadas, desplegando su dañina ignorancia?
La teoría de la conspiración de "la derecha" es una tontería. ¿Por qué al Uruguay de José Mujica le sobran los dólares y tiene que hacer esfuerzos para que no entren más, como le pasó al Perú de Alan García y hoy le pasa al de Ollanta Humala, le pasó al Chile de Bachelet y pasa con Piñera y hasta a la Bolivia de Evo Morales?
Sólo Venezuela y la Argentina han tenido planes a lo Moreno. Son los únicos con alta inflación, problemas fiscales, fuga de capitales y presiones devaluatorias. ¿Cuánto falta para que la Presidenta se dé cuenta de que Moreno es la enfermedad y no la cura?
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