Por Javier Arnaiz – Armas.es
Los enfrentamientos armados siempre han sido cíclicos, no
hay dos guerras iguales pero sí muchas parecidas, provocando un fenómeno
curioso tanto en la doctrina militar como en las tácticas: Lo que funciona hoy
no es lo que funcionó ayer, y tampoco lo que funcionará mañana, pero lo que
funcionó ayer o antes de ayer, seguramente vaya a funcionar mañana.
Esta
lección histórica se olvida con frecuencia y muchas veces la actualidad provoca
que, lo que hace tiempo decidimos dejar de utilizar por considerarlo obsoleto o
inservible, vuelva a ser necesario. Si tenemos suerte y no ha pasado mucho
tiempo, encontraremos lo que buscamos olvidado en algún almacén y si tememos
mucha suerte, en perfectas condiciones de conservación. Pero si no tenemos
suerte, o fuimos incapaces de ser previsores, lo más seguro es que no lo
encontremos, y si hallamos algo, seguro que no estará bien conservado ni
operativo, ni tendremos las herramientas ni la maquinaría apropiada para volver
a ponerlo en funcionamiento.
Normalmente, los ejércitos se equipan a corto plazo
siguiendo sus necesidades operativas, pero a largo plazo buscan suministrarse
en base a sus doctrinas. Cuando ambas van acorde, la cadena de suministros es
fluida y sigue un patrón lógico, pero cuando existen discrepancias entre los
planes de futuro y la realidad, comenzamos a tener problemas que no solo
afectan a la operatividad de las unidades en zona, si no también a la cadena de
suministros. Si además todo lo anterior lo combinamos con una gestión poco
responsable con el dinero público, podemos encontrarnos que ciertas acciones no
solo destruyen un material de gran valor por considerarlo obsoleto
equivocadamente, si no que además la falta de planificación hace que tenga que
volver a invertirse más dinero público en reponerse apropiadamente ese material
que es necesario por razones operativas. Si además como es el caso de España el
dinero público escasea y no puede proveerse de ese material a quien realmente
lo necesita, nos encontramos que una gestión irresponsable no solo ha causado
un daño económico, si no que además pone vidas en peligro.
Fusil semiautomático HK G3ZF-DMR diseñado para los tiradores
selectos del Ejército alemán
¿Por qué tiene tanta importancia la economía en esté
artículo? Pues porque sencillamente tanto la marcha del 7.62 como la llegada
del 5.56 se fundamentó principalmente en motivos económicos. En los años 60
quedó patente que el .308 Win (7.62x52) era un calibre excesivo. Tenía unas
capacidades aerodinámicas excelentes, mucha energía, era altamente letal e
incapacitante, pero era pesado. La
Guerra de Vietnam fue principalmente una guerra aérea, los
suministros se movían por aire, las tropas se movían por aire, y todo lo que se
mueve por aire cuesta más dinero que moverlo por tierra. Además, la economía
cobró una importancia vital en la planificación, y se llegó a la conclusión de
que incapacitar a un soldado enemigo sin matarle era económicamente más dañino
que eliminarlo permanentemente, y operativamente en combate, resultaba más
disfuncional para el bando que sufría la baja, puesto que había que dedicar
tropas para protegerlo, estabilizarlo y evacuarlo.
El nacimiento del 5.56 fue un resultado lógico de esta
doctrina. Un proyectil menos letal, diseñado para incapacitar más que matar,
mucho más ligero, lo que ahorraría costos de transporte y aumentaba la movilidad
de la tropa; y otra característica también mucho más importante: era mucho más
pequeño, lo que aumentaba la cantidad de munición transportada, haciéndolos
mucho más efectivos en combate al disponer de más potencia y tiempo de
proyección del fuego.
El final de la
Guerra de Vietnam reafirmó al 5.56 como calibre ideal. La OTAN lo adoptó como su
calibre base en 1977 y tanto la invasión de Granada como en la de Panamá, junto
a otros conflictos menores, refutaron su utilidad, haciendo que el 7.62 quedase
poco a poco desplazado de calibre principal a calibre de apoyo de ametralladora
o de misiones especificas como francotirador, y prácticamente olvidado en la
línea normal de suministro de las armas principales de tropa. Tanto es así que
las ametralladores de apoyo que normalmente habían utilizado el 7.62 comenzaron
a utilizar el 5.56, y una gran parte de los ejércitos que hasta entonces habían
dotado a sus tropas de fusiles en calibre 7.62, comenzaron a dotarlos de armas
en calibre 5.56.
España no fue una excepción, y muchos de los que leen este
artículo e hicieron la mili en los años 90 supongo que recordarán cómo los
CETME C eran retirados en favor de los más ligeros CETME L, y tras la falta de
fiabilidad de éstos, luego sustituidos por los HK G36. En nuestro caso, el
shock emocional fue grande, puesto que pasamos de un sistema duro, fiable y de
gran potencia como era el CETME C, a un arma muy mediocre y continua fuente de
problemas como el CETME L.
Al asociar calibre a arma, mucha gente en España
tuvo la noción de que el nuevo calibre 5.56 era un error, por no decir un
retroceso. En ese tiempo se daban discusiones interminables en las cantinas de
los cuarteles entre detractores del 5.56 y sus defensores. La realidad parecía
dar la razón a los segundos: las guerras habían cambiado y causar daño
económico era desde el punto de vista táctico y estratégico lo correcto; pero
el tiempo acabaría volviendo a dar la razón a los primeros. De hecho, mientras
estas discusiones en los cuarteles comenzaban a cerrarse y nuestros CETME C ya
eran prácticamente historia, el derribo de dos helicópteros durante una
operación fallida en un país africano marcaría el retorno del 7.62 a primera línea.
En 1994 en apoyo de una misión humanitaria en Somalia, unidades
especiales del Ejército americano trataron de atrapar a uno de los señores de la Guerra. Durante el
trascurso de la operación dos helicópteros Blackhawk fueron derribados, y un
grupo de unos 50 soldados americanos quedó atrapado y rodeado por 1.500
combatientes somalíes durante una noche entera. Durante los combates, los
americanos notaron que sus rifles de 5.56 no eran capaces de incapacitar a los
somalíes, y que en muchos casos necesitaban más de 3 disparos para tumbar a la
misma persona, mientras que a los somalíes les bastaba un solo impacto de AK
para incapacitar a un americano. Y eso sin contar que las puntas M119 “Green
Tip” diseñadas para perforar blindajes traspasaban a los combatientes enemigos
sin rotar ni detenerse, perforándoles limpiamente y transmitiendo muy poca
energía.
Tras la operación de Somalia, las SFs americanas criticaron
duramente al 5.56 y encargaron a su mando, el SOCOM, que buscase de forma
inmediata calibres alternativos. Cuando no había daño económico que causar, lo
que estaba en juego era la propia supervivencia contra un número superior de
oponentes. Y aquí el 5.56 simplemente no era apto. Las criticas contra el 5.56
se alzaron en EEUU hasta el punto que muchas publicaciones empezaron a criticar
su desempeño en conflictos como Irak y Afganistán, donde surgió otro problema
añadido, que era la pérdida de energía de este calibre por encima de los 400 metros,
convirtiéndolo en una munición poco útil para suprimir fuego enemigo de forma
selecta, es decir, conseguir bajas contundentes a esa distancia usando el fuego
preciso de un soldado especialmente entrenado para esa misión: el Tirador
Selecto o Designated Marksman (DM).
El 5.56 servía para hacer fuego de saturación, útil contra
agrupaciones considerables de combatientes enemigos, pero cuando los que
disparan eran solamente 3 individuos que se mueven en una motocicleta armados
con AK, el fuego de saturación no es efectivo para detenerles, por que ellos
terminarán sus dos cargadores y saldrán corriendo, con el agravante de que si
alcanzas a alguno solamente lo hieres, mientras que si ellos te alcanzan a ti,
pueden matarte. Allí fue donde los americanos, alemanes y demás miembros de la OTAN volvieron a mirar sus
armeros y almacenes buscando un fusil o rifle para sus Tiradores Selectos, y
encontraron sus M14 y G3 plastificados desde hacía dos décadas, designándolos
como Rifles de Tirador Selecto (DMR). En nuestro caso, nosotros volvimos a por
nuestros CETME C y no encontramos nada de nada.
Aprovechando los avances técnicos, los americanos no
perdieron ni un minuto en equipar a sus viejos M14 con raíles tácticos y demás
accesorios modernos como bípodes ligeros, frenos de boca, amortiguadores de
retroceso, y miras de última generación. Alemanes, noruegos y demás usuarios
del G3 les imitaron. Al instante, aparecieron versiones como el M-14 EBR y el
G3ZF-DMR. El resultado fue que los tiradores selectos de estos países se
presentaron rápidamente en la
Zona con una plataforma barata y muy efectiva. Otras naciones
como el Reino Unido, al no encontrar nada en sus arsenales, tuvieron que
dotarse con celeridad y adoptar rifles como el L129A1 de LMT, basado en el
AR-10.
Foto: FN SCAR
En España hemos hecho nuestros pinitos, aunque debido al
poco interés por este problema desde la administración, las propias unidades
han tenido que parchear usando fusiles de francotirador para esta misión,
dotando a sus G36 de visores más potentes o intentar mejorar los pocos CETME C
que quedaban. Como ocurrió en la
BRIPAC, cuyo proyecto fue financiado principalmente por los
propios tiradores. Otras unidades han estado probando otros prototipos. Las más
pudientes directamente han probado las versiones del HK 417 o del FN SCAR,
designadas para esa misión, mientras que otras han buscado paquetes que
ayudasen a actualizar sus CETME C. Heckler & Koch, de hecho, sabiendo que
el precio de sus HK 417 y G28 puede ser muy alto, ha creado paquetes
intermedios para G3, algunos de ellos pueden ser usados por nuestros CETME,
aunque cualquier configuración que se decida implica invertir en un buen visor.
Recientemente, algunas Unidades Especiales españolas han
probado un paquete DMR modular basado en el sistema G3 diseñado por la empresa
RKS PLUS (www.rksplus.com), que puede ser total o parcialmente exportado al
CETME. Al igual que el L129A1 británico, la piedra angular consiste en un visor
Trijicon ACOG 6x48 fuertemente anclado al armazón del rifle mediante una
montura plana de bajo perfil. Esta es la inversión más costosa y la ventaja es
que si en algún momento se adopta un rifle más moderno, el visor ACOG puede
reutilizarse. A este paquete lo complementan un guardamanos táctico de tres
raíles para accesorios UTG o Brugger & Thomet, en función del peso que
deseemos ahorrar, un Bípode Harris modelo “S” extensible de 6” a 9”, que puede ser canteado para
adaptarse al terreno; un disparador ajustado a 1,5 kg de dos tiempos
fabricado por la marca alemana ULH, que suaviza mucho el disparo consiguiendo
un gran aumento de la precisión; y para terminar una culata Magpul PRS 2
completamente ajustable, y un “reductor” o buffer de goma para amortiguar los
impactos del cierre contra la culata.
Foto: H&K 418
Con este paquete actual y un cañón de 18”, la precisión del sistema
se sitúa entre los 1,5 - 2 MOA. Los operadores han conseguido con facilidad y
de forma repetitiva disparos a la cabeza contra siluetas “agachadas” a una
distancia de 300 metros.
Además, el gran campo visual del visor Trijicon ACOG permite que el observador
de un equipo de francotirador pueda definir al tirador sus objetivos, al mismo
tiempo que le provee de fuego de apoyo. También se han conseguido con facilidad
impactos en metales a distancias de 600 metros de forma repetitiva, en definitiva,
aquello que se necesita para detener a un enemigo disparando un AK a 400 metros con un solo
disparo.
Tenemos los tiradores, la preparación, los medios y la
herramienta plenamente desarrollada, pero desgraciadamente como siempre, lo
único que nos falta es la voluntad desde los altos mandos de emplear el sistema
en combate. El problema no es simplemente económico, como se escudan, es
también doctrinal y
político, ya que alguien decidió que este sistema no
volvería a ser necesario en España y decidió borrar al CETME C y todos sus
componentes de nuestros arsenales. Y por no dar la razón al tiempo y reconocer
que se equivocó, no se quiere volver a introducir plataformas de tirador
selecto en 7.62 en la línea de suministro. Eso sería reconocer tácitamente el
error, y mucho peor, reconocer que se han tirado millones de euros de los
contribuyentes a la basura por falta de vista y planificación.
Para empeorar la situación, la economía española tampoco
permite proveerse de nuevos sistemas como el FN SCAR y el HK 417, por lo que
estos errores de doctrina y planificación a largo plazo han tenido
consecuencias mucho más dañinas. Menos mal que la improvisación de nuestras
tropas les permite adaptarse a todo. Seguramente, en cuanto la situación
económica mejore los mandos y sus jefes políticos entrarán en razón y
seguramente tendremos DMR nuevos en nuestro arsenal, ya sean el SCAR o el 417,
como algún otro CETME o G3 adaptado y modernizado. Esperemos que esta vez
hayamos aprendido la lección y éstos no acaben en la trituradora.