Extractado del excelente trabajo "DISEÑO DE UNA ARMADA POSIBLE PARA LA REPÚBLICA
ARGENTINA PARA LOS PRÓXIMOS 25 AÑOS", escrito por el Contralmirante (R) Roberto L. Pertusio (
http://centronaval.org.ar/boletin/BCN812/pertusio.pdf)
Mis felicitaciones al autor.
... "A lo largo de este trabajo, y tal como lo anuncié en la introducción, he procurado brindar una serie de argumentos que me permitieran, siguiendo una suerte de hilo conductor, justificar el diseño de la Armada Argentina que imagino para las primeras décadas del siglo XXI.
El marco de referencia será: la Armada necesaria pautada por lo posible. La República Argentina no persigue conquistas territoriales, sí legítimas reivindicaciones en los archipiélagos del Atlántico Sur, en particular el correspondiente a las Islas Malvinas.
La política fijada al respecto, que cuenta con unánime respaldo regional y muy amplio respaldo mundial, pasa por la búsqueda de una solución satisfactoria a nuestros reclamos soberanos a través del campo de la diplomacia. Conforme a lo expresado, el diseño del instrumento militar deberá ser pensado privilegiando la conservación de los valores que se tienen, tanto los materiales como los ideales.
En el caso particular de la Armada, parte vital del Instrumento Militar Argentino, el diseño debería considerar, en primer término, los Intereses Marítimos del país. La conservación señalada se traduce en la preservación y explotación de los recursos. Pero también en el control del mar en todos los espacios sobre los que se ejerce algún tipo de jurisdicción; esto puede resultar sencillo decirlo, quizá no tanto interpretarlo cabalmente en la real magnitud de su significado, pero ejecutarlo, en modo alguno resulta una tarea simple.
Para un Estado ribereño como el nuestro, con 4.500 kilómetros de litoral marítimo y grandes ríos navegables que desaguan en el Atlántico Sur, se deberá asegurar la presencia efectiva de hombres, naves y aeronaves que operen en el mar y sus costas, como también el de otro conjunto diferente que lo haga en las áreas fluviales.
En el Atlántico Sur sólo tres son los Estados ribereños del Frente Americano: Argentina, Brasil y Uruguay. En tanto que el Frente Africano totaliza una veintena de países del África Negra; además, se suma la presencia de Gran Bretaña, establecida de hecho en las Islas Malvinas y con otras posesiones insulares en este espacio marítimo.
Recordemos el tercer aspecto de los Intereses Marítimos: “El empleo del mar en el orden político internacional, con la inevitable presencia de otros actores en un dinámico marco de competencia y cooperación”. Pues bien, pocos son los Estados capaces de ser considerados como actores de envergadura en el Atlántico Sur: Argentina, Brasil y Sudáfrica. En menor medida Uruguay, que si bien dispone de una modesta Armada, atesora una tradición y experiencia que la hacen digna de ser tenida en cuenta en este escenario.
En el segundo caso, es decir el que atañe a los grandes ríos, la Hidrovía Paraná-Paraguay es, sin duda, el gran escenario fluvial. El 70% de nuestras exportaciones agrícolas emplea este corredor fluvial y por él llega a nuestras acerías el material de hierro del sur de Brasil y Bolivia. La importancia económica y geopolítica que el Atlántico Sur y la Hidrovía tienen para la Argentina impone en ambos una efectiva, eficaz y fuerte presencia naval; por otra parte en ambos escenarios, históricamente, la Armada ha estado presente.
Vemos entonces que el balance de nuestra Armada se encuadra en lo geopolítico y en lo económico. En rigor de verdad lo primero incluye a lo segundo, ya que la economía es en definitiva uno de los varios factores que considera la Geopolítica como ciencia.
En ese marco son los Intereses Marítimos los que, a mi juicio, deberán pautar el diseño de una Armada balanceada para la Argentina en las primeras décadas del siglo XXI. La que además, indefectiblemente, deberá armonizar con la Trinidad de Clausewitz.
En esa línea de pensamiento, las capacidades con las que debe contar la Armada Argentina son las que satisfacen las siguientes operaciones navales básicas:
1. Defensa de las líneas de comunicaciones marítimas propias.
2. Defensa del territorio propio.
3. Defensiva – ofensiva de las fuerzas navales propias.
1.-Defensa de las líneas de comunicaciones marítimas propias
El cumplimiento de este tipo de operaciones demanda la necesidad de contar con un conjunto de modernos destructores y corbetas; en el que una adecuada y posible cantidad sería seis y doce o al menos cinco y diez respectivamente, guardando una proporción de dos corbetas por cada destructor. Tal conjunto de unidades debería completarse con un portahelicópteros de mediano porte, con capacidad para transportar y operar un mínimo de seis unidades; así también de al menos un buque logístico, preferentemente dos para tener mejor autonomía. La multiplicidad de plataformas para operar con helicópteros confiere grandes capacidades y mayor flexibilidad.
Esto permitiría una discreta y real presencia en aguas jurisdiccionales con adecuado sostén logístico y, al mismo tiempo, cierta capacidad de proyección en otros espacios de interés.
Un grupo de patrulleros o de avisos rápidos complementarían a las naves de combate en las tareas de vigilancia, cumpliendo a su vez otras diversas. Estos buques, por cierto mucho más modestos y económicos, desempeñarían simultáneamente las tareas de grupo naval de instrucción, embarcando a cadetes y cursantes de las escuelas de formación. El número de patrulleros o avisos rápidos de pequeño porte debería constar
de por lo menos seis unidades, preferentemente ocho, que podrían responder a dos clases diferentes.
La aviación de exploración con base en tierra y las escuadrillas aeronavales antisubmarinas completarían el conjunto de medios destinados a la defensa de nuestras líneas de comunicaciones marítimas.
Esta capacidad defensiva permite de igual modo mantener el control del mar a lo largo de todo el litoral marítimo. Nuestra Aviación Naval, tradicionalmente, ha contado con escuadrillas de ataque. La actuación que tuvieron esas escuadrillas en la Guerra de Malvinas me exime de todo comentario. No obstante, no puedo dejar de señalar que enorgulleció a la Armada y a todo el país. Es deseable que la Armada Argentina pueda seguir disponiendo de al menos una escuadrilla de ataque con base en tierra, la que, íntimamente consustanciada con las unidades navales, fortalecería notablemente la capacidad defensiva de nuestras líneas de comunicaciones y el control de los espacios marítimos.
2.- Defensa del territorio propio
El control del mar en los espacios que el país ejerce algún tipo de soberanía: mar territorial, zona económica exclusiva y plataforma submarina, de hecho significa al mismo tiempo la defensa en profundidad del territorio nacional.
Luego, tal como el almirante Raúl Castex expresa en su obra Teorías Estratégicas, la tierra se vuelca sobre el mar. En tal sentido, se requiere disponer:
1.- De fuerzas ligeras y fuerzas sutiles que puedan operar en canales y zonas archipielágicas.
2.- De fuerzas dotadas de gran capacidad de fuego, alta movilidad y elevado profesionalismo como para poder ser desplazadas a diferentes puntos del litoral propio y operar de modo inmediato.
3.- De unidades navales apropiadas que posibiliten el mantenimiento expedito de nuestros puertos y canales.
La respuesta al punto 1. la brindan lanchas rápidas y patrulleras, complementadas idealmente por uno o dos buques de transporte multipropósito de mediano o pequeño porte; como también las agrupaciones de Buzos Tácticos y de Comandos Anfibios. La respuesta al punto 2. corresponde a las unidades de la Infantería de Marina equipadas con los vehículos y helicópteros necesarios para el cumplimiento de las tareas que son de su incumbencia. Deben disponer de uno o dos buques de desembarco, idealmente uno o ambos, con características de buque dique. La respuesta al punto 3. está en los buques tipo cazaminas, debería disponerse de una división integrada por un mínimo de tres unidades.
Defensiva – ofensiva de las fuerzas navales propias
Las unidades de superficie y aeronavales detalladas en 1.-, “Defensa de las líneas de comunicaciones marítimas propias”, son apropiadas para ser empleadas, simultáneamente, en el desgaste de las fuerzas enemigas que amenacen a nuestro poder naval. Se podría decir que, asumida una actitud estratégica militar defensiva, sin solución de continuidad se suceden las tres operaciones navales básicas: Defensa territorial y en profundidad en el mar; Defensa de las líneas de comunicaciones marítimas;
Desgaste de las fuerzas navales enemigas.
Pero en esta operación naval básica hace su aparición la fuerza de submarinos. Estas naves, contrariamente a lo que ocurre con cualquier otro tipo de buque de guerra, que se impone mostrándose, ejercen amenaza por “presunción de presencia”, consecuencia de su capacidad de permanecer ocultas en un medio opaco por tiempo prolongado. Pero los submarinos también le significan al enemigo el riesgo de ser atacado en sus
propias aguas, como reacción a una operación ofensiva emprendida. A lo señalado se le agrega la aptitud intrínseca de poder desarrollar una amplia variedad de operaciones encubiertas en aguas, puertos y territorio enemigo o en disputa, con la participación de fracciones de comandos anfibios y buzos tácticos.
Las operaciones navales básicas descriptas son de carácter defensivo. Se desprenden de considerar que es defensiva la actitud Estratégica Militar, que se encuentra en sintonía con la actitud Estratégica Nacional, por cierto también defensiva. Lo expresado se asume como una política de Estado, ya que la República Argentina procurará celosamente preservar lo que posee y, al mismo tiempo, respetar las posesiones legítimas de los demás Estados.
Esto se inscribe en un marco estratégico, que en modo alguno deberá confundirse con lo que es el campo de la táctica. La esencia de las acciones tácticas está en la actitud ofensiva, es decir en la acción. Clausewitz, a quien podemos denominar un verdadero filósofo de la guerra, dice que suele ser aquel que se defiende quien se ve impelido a emplear las armas en primer lugar. ¿Cuál es el concepto de defensa?, se pregunta, para luego responderse: Detener un golpe.
Pues bien, el golpe o ataque es la alteración del statu-quo, a través de una agresión que más allá de su naturaleza, resulta intolerable. Cualquiera sea el potencial o probable agresor, deberá percibir que no sólo se está en capacidad de Detener el golpe, sino también de devolverlo en lo que son sus dominios o sus santuarios. Para poder hacer eso es necesario contar: con fuerzas suficientes, equipadas, adiestradas y dotadas de gran movilidad, capaces de actuar ofensivamente en el nivel táctico sin apartarse del marco de una defensa estratégica. Al mismo tiempo, se deberá disponer de algunas capacidades de naturaleza intrínsecamente ofensiva que, sin desvirtuar el concepto de “conservación” que he venido esgrimiendo con marcada insistencia, nos permitan golpear moderadamente, con acciones limitadas, en las propias aguas y en el propio terreno del agresor (territorio o refugio).
Estas acciones tácticas de naturaleza ofensiva están reservadas a:
1. La fuerza de submarinos, ya sea actuando con su poder de fuego sobre otras naves, ya llevando a cabo una vasta variedad de acciones encubiertas.
2. Las unidades de la Infantería de Marina, por medio de incursiones anfibias, golpes de mano o cualquier otra acción táctica que sea de su competencia.
En modo alguno, dado el caso y el escenario, se descarta el empleo de otras unidades, tanto navales como aeronavales.
Hasta aquí he tratado de argumentar, a mi entender a la luz de la realidad que vive el país en las primeras décadas del siglo XXI, las capacidades que la Armada debe poseer. Al hacerlo, no me ha sido posible dejar de incursionar en los tipos de unidades que se debería disponer; más aún, en el caso de las naves he llegado a detallar cantidades. Me resulta más difícil, y pienso que de cualquier manera debe serlo, cuantificar para el caso de las aeronaves y de la infantería de marina.
Ha llegado el momento ahora de dar forma definitiva al diseño de la Armada Argentina para el siglo XXI; interpreto que deberían agotarse las posibilidades, de modo de permitir que las unidades por incorporar lo sean a través de la industria nacional. Los astilleros del país han encarado el desafío en el pasado con encomiable solvencia.
El fundamento racional hasta aquí seguido, fue el que se corresponde con las capacidades para poder dar cumplimiento a determinadas operaciones navales básicas. Ahora, recurriré a la organización administrativa de la Armada, a los efectos de determinar que es lo que debería incorporarse y que es lo que ya se tiene en existencia.
A fin de disipar cualquier duda, las unidades a incorporar son las que figuran en bastardilla.
FLOTA DE MAR
- Cuatro destructores + uno / dos destructores de similar porte.
- Nueve corbetas + una a tres corbetas con plataforma para operar helicóptero (preferentemente dotadas de hangar).
- Un portahelicópteros, con capacidad para operar un mínimo de seis helicópteros.
- Seis / ocho patrulleros o avisos rápidos (cumpliendo la doble función de buques de instrucción de las escuelas de formación de personal superior y subalterno).
La mayor parte de los avisos en existencia han alcanzado, o están por hacerlo, el término de su vida útil.
Pienso que debería ser motivo de un estudio de Estado Mayor la decisión de encarar la construcción de un solo tipo de unidades –patrulleros– o dos tipos diferentes, donde una de ellas respondería al tradicional diseño de los avisos.
Si bien expresé que cinco destructores y diez corbetas era el piso, la construcción de una sola unidad de un tipo determinado encarece mucho el proyecto.
- Un transporte armado rápido.
- Un buque logístico + un segundo buque logístico.
- Uno / dos buques de desembarco (preferentemente buques dique).
FUERZA DE SUBMARINOS
- Tres unidades + una (la renovación de estos buques debería apuntar a unidades de menor porte que los actuales TR 1700).
AGRUPACIÓN NAVAL FLUVIAL
- Tres buques multipropósito. Los patrulleros han sobrepasado holgadamente su vida útil.
- Tres cazaminas.
- Lanchas patrulleras de mediano porte (dotadas de armamento ligero y de poco calado), en número de cuatro a seis.
- Un buque hospital (para la atención médica y odontológica de poblaciones carenciadas del litoral fluvial).
FUERZAS SUTILES
- Dos lanchas rápidas.
- Cuatro lanchas patrulleras.
- Un buque transporte multipropósito de mediano o pequeño porte (preferentemente dos por razones de flexibilidad y redundancia).
AVIACIÓN NAVAL
- La suficiente cantidad de helicópteros que permitan mantener completa las dotaciones de todos los buques que los cuentan en sus sistemas de armas.
- Una escuadrilla de helicópteros de ataque para apoyo de la infantería de marina.
- Una escuadrilla de aviones de ataque.
- Dos escuadrillas de aviones de exploración.
- Una escuadrilla –de aviones– antisubmarina.
- Una escuadrilla de aviones de transporte.
- Una escuadrilla de servicios generales.
Si bien todas las escuadrillas nombradas existen, ello no significa que cuenten con la calidad y el número de unidades necesarias.
No se han tenido en consideración las aeronaves que requiere la Escuela de Aviación Naval.
La infantería de Marina ha sido objeto en los últimos años de una profunda reestructuración.
Deberían reforzarse:
a) Las capacidades de los Comandos Anfibios.
b) La movilidad por medios propios terrestres y anfibios.
c) La capacidad de transporte en unidades navales (buques dique de la Flota de Mar y buques de transporte multipropósito de las fuerzas sutiles).
GRUPO NAVAL ANTÁRTICO
- Un rompehielos.
- Un buque polar logístico de mediano porte.
BUQUES AUXILIARES
- Fragata de instrucción.
- Buque hidrográfico
- Buque oceanográfico
- Buques de Transportes Navales.
Por carecer de entidad para el presente trabajo, obvio el detalle de algunos otros buques menores destinados a diversas tareas auxiliares, vaya por caso de servicio de puerto.
Completar este compromiso con un estudio sobre distribución de bases y puntos de apoyo me parece una tarea por demás compleja, se dan cita en ella una serie de variables y consideraciones, que para ser tratadas con fundamentos sólidos requieren sin duda un estudio especializado. De cualquier manera, pienso que a lo largo de los últimos años, la Armada ha hecho encomiables esfuerzos para contar con otros apostaderos a lo largo de su litoral marítimo. Puerto Deseado y la presencia de una fuerza naval de superficie en la Base Naval Mar del Plata lo atestiguan.
Debería procurarse la presencia permanente, o casi permanente, del Grupo Naval Antártico en la Base Naval de Ushuaia. El crecimiento de la ciudad en los últimos años ayuda a buscar una solución a este problema..."