La prensa española, politólogos y especialistas la criticaron por su escaso apego a las normasLa prensa española se ocupó muy poco de Cristina
Kirchner. Pero
en ese poco fue implacable con ella.
El diario El País publicó anteayer en su página 16 que "la presidenta argentina se fue sin verse en público con empresarios" y "sin zanjar la crisis de Aerolíneas". Pero no fueron los únicos reproches. De hecho, los cuestionamientos más críticos se utilizaron para señalar una costumbre que se ha hecho rutina en las visitas presidenciales: llegar tarde y vulnerar las reglas de protocolo."Los continuos retrasos (incluso en la cena de gala de los reyes) alimentaron la sensación de desinterés que rodeó a la visita", cuestionó El País , que dedicó varios párrafos a "los deslices" y "las limitaciones de la improvisación" en los discursos de la Presidenta.
El diario conservador ABC encabeza en su página 24: "Aerolíneas, ni de refilón". Habla del "intento de normalizar la relación con las empresas españolas", pero también destaca la impuntualidad en los compromisos oficiales.El último lunes, Cristina Kirchner llegó más de media hora tarde a la cena que ofrecieron los reyes. Después eludió reunirse en público con empresarios, como es habitual y como había hecho su marido, Néstor Kirchner, durante su visita de 2003.
En la sesión de las Cortes -un acto solemne reservado para los jefes de Estado de los países que mantienen una relación estrecha con España- habló sentada, en contra de la tradición y las normas locales.En su discurso olvidó nombrar a sus anfitriones, los presidentes del Congreso y del Senado. Y fue cuestionada por repetir los lineamientos discursivos que ya había expuesto en el Ayuntamiento, la Moncloa y la Casa de América. El historiador y politólogo Sergio Berenztein, director de Poliarquía, encontró una explicación política para el estilo presidencial. "Los Kirchner se ven a sí mismos como un producto de la generación del 70, más propensos a cuestionar ese tipo de normas protocolares que a aceptarlas", dijo.
Pero no tuvo el mismo argumento para los retrasos oficiales, una costumbre que no es nueva: en la última reunión del G-20, Cristina Kirchner llegó tarde a la foto protocolar y obligó a repetirla. Hubo situaciones similares en otros encuentros, como en Perú y Brasil. "Eso es más difícil de explicar porque es una falta de respeto política", aclaró Berenztein.
Sí dio su explicación la psicoterapeuta Graciela Moreschi: "Hay personas con una manera de ser que creen que están por fuera o por encima de cualquier protocolo. Un tipo de personalidad omnipotente, no patológica, que piensa que algunas normas son para otros. El problema es que no miden la reacción de los afectados".
Los medios españoles marcaron esos "deslices" tanto como los resultados de sus encuentros políticos. El diario ABC cronometró su llegada tarde a la cena con los reyes: "Llegó con 37 minutos de retraso". Sólo después detalló las alternativas de la relación bilateral.
Abel Posse es diplomático de carrera. Vivió en Moscú, Lima, Venecia, París, Israel y Praga. Ayer fue crítico de la actitud presidencial: "Cristina Kirchner fue recibida en una cena de gala que sólo presencié cuando fueron grandes jefes de Estado. España seguramente quiso demostrar que, por encima de los descuidos, la Argentina es un país de su más alta estima. Cuando alguien desdeña el tiempo de los otros es por mala educación o, peor, por la guaranguería de creer poder ponerse por encima de quien espera".
La prensa española también cuestionó que haya tenido reuniones aisladas, por separado y en privado, sólo con directivos de algunas empresas con intereses en la Argentina, como Repsol YPF y Telefónica. "Fernández pasó de puntillas por Madrid", criticó el periodista madrileño Miguel González. "No corrió ningún riesgo, pero tampoco obtuvo ganancias", agregó. Fue una de las pocas críticas estrictamente políticas. El resto fue dedicado a los deslices.