sábado, 29 de julio de 2017

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¿Cómo sería una guerra con Corea del Norte?

Redacción BBC Mundo
Misil balístico surcoreano
Misil balístico surcoreano - GETTY IMAGES - El 27 de julio se cumplieron 64 años de la firma del armisticio entre las dos Coreas tras la guerra de 1953. En la península de Corea ya hubo una guerra. Fue en 1950, cuando el entonces líder norcoreano, Kim Il-sung -el abuelo del actual mandatario Kim Jong-un- decidió invadir a su vecino del sur. Estados Unidos intervino para repeler la invasión y el conflicto, que duró tres años, causó grandes pérdidas materiales y humanas. Hoy, más de seis décadas después, las tensiones en la península son más fuertes que nunca.

EE.UU. advierte que se acabó "la era de la paciencia estratégica" con Corea del Norte. A principios de este mes, Pyongyang declaró que había lanzado con éxito un misil balístico intercontinental capaz de llegar a Alaska y este viernes volvió a lanzar un proyectil similar que cayó en el mar de Japón. Algunos expertos creen que Corea del Norte podrá, dentro de los próximos tres años, disparar un misil capaz alcanzar la ciudad de Los Ángeles, en California.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha advertido que existe la posibilidad de un "gran, gran conflicto" con Corea del Norte.
Soldados surcoreanos
Soldados surcoreanos - GETTY IMAGES
Más de seis décadas después del armisticio, las tensiones en la península son más fuertes que nunca.
¿Cómo sería hoy en día un enfrentamiento en la península cuando las mayores potencias nucleares del planeta tienen intereses en la región?

La primera invasión
La guerra coreana comenzó en 1950, cuando las entonces superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, se estaban dividiendo el mundo después de la Segunda Guerra Mundial. Los soviéticos se habían quedado con el control de la parte norte de la península, los estadounidenses con el sur.

El 25 de junio, Corea del Norte, apoyada por la Unión Soviética y China, invadió al Sur. Y Estados Unidos envió a sus fuerzas para ayudar a Corea del Sur a repeler "la invasión de los comunistas".
Con la ayuda de Washington, Seúl, la capital surcoreana, fue recuperada en dos meses. Pero entonces China, alarmada con la decisión de Estados Unidos de movilizar a sus fuerzas hacia el norte para perseguir la reunificación de la península, intervino en el conflicto.

Entonces todas las partes comenzaron a hablar de usar armas atómicas y bombas nucleares.
Pronto, lo que empezó como una batalla para reunificar Corea amenazó con convertirse en una tercera guerra mundial nuclear.
Zona desmilitarizada
Zona desmilitarizada - GETTY IMAGES - La zona desmilitarizada que divide a las Coreas es una de las áreas más fuertemente armadas del mundo.

Tres años después, el conflicto llegó a un callejón sin salida y, sin ningún acuerdo, lo único que quedaba en la región era una enorme destrucción. "Hubo unos tres millones de coreanos muertos, 100.000 huérfanos, unos diez millones de desplazados y una completa devastación", le dice a la BBC Sue Terry, exanalista de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. (CIA, por sus siglas en inglés) de asuntos de Corea y profesora de la Universidad Nacional de Seúl. "Pyongyang quedó totalmente destruido. Ni un solo edificio quedó en pie", agrega.

El 27 de julio de 1953, las dos partes deciden firmar un armisticio diseñado como medida temporal para asegurar el cese total de las hostilidades. Hoy, 64 años después, ambos países siguen técnicamente en guerra. Con las crecientes hostilidades en la región, y las tensiones entre el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente estadounidense, Donald Trump, algunos expertos creen que bastaría un error de cálculo para reanudar esta guerra.

"La zona desmilitarizada (que divide a ambas Coreas) es una de las áreas más fuertemente armadas del mundo", le dice a la BBC David Maxwell, coronel retirado del ejército de Estados Unidos y analista del Centro de Estudios para la Seguridad de la Universidad de Georgetown. "El Norte tiene un ejército con 1,1 millones miembros en servicio activo y el 70% de las fuerzas están desplegadas entre Pyongyang y la zona desmilitarizada", explica Maxwell, quien ayudó a planear una respuesta estadounidense para una potencial segunda invasión de Corea del Norte al Sur.

Desfile norcoreano
Desfile norcoreano - GETTY IMAGES - El ejército de Corea del Norte es el cuarto más grande del mundo. El Ejército norcoreano, dice el experto, es enorme. "Tienen unos 6 millones de miembros en sus fuerzas de reserva". "Creo que es el cuarto ejército más grande del mundo".

Error de cálculo

Maxwell considera que las recientes pruebas nucleares de Corea del Norte y sus lanzamientos de misiles incrementan cada vez más las probabilidades de un ataque preventivo de Estados Unidos.
"Si Kim Jong-un piensa que se está preparando uno de estos ataques en su contra, podría ordenar a sus comandantes que inicien una guerra". "Los comandantes norcoreanos tendrían órdenes de desatar todo el fuego de su artillería y provocar el mayor daño y destrucción posibles en Corea del Sur".

"En las primeras horas habría cientos de miles de disparos de proyectiles y lanzamientos de misiles contra el Sur, principalmente dirigidos a Seúl", dice el experto. Y sólo tomaría unos minutos para que esos proyectiles llegaran desde el norte hasta Seúl. Con 25 millones de personas en la capital y el área metropolitana no sería una tarea fácil movilizar a los habitantes hacia áreas protegidas.

"Las proyecciones de víctimas al inicio del combate indican que podría haber 64.000 muertos sólo el primer día de una guerra", dice David Maxwell. "El nivel de sufrimiento que esto provocaría es algo que no podemos imaginar", agrega.
Prisioneros norcoreanos capturados por EE.UU.
Prisioneros norcoreanos capturados por EE.UU. - GETTY IMAGES
La primera guerra de Corea causó tres millones de muertes, 100.000 huérfanos, unos diez millones de desplazados y una completa devastación.

El objetivo de Pyongyang, tal como hicieron en los 1950, sería movilizar sus fuerzas hacia el sur y obligar al gobierno en Seúl a firmar la paz y permitir la unificación de la península bajo control del Norte. Ese fue su objetivo en 1950, cuando no esperaban que Estados Unidos acudiera a ayudar a Corea del Sur. Esta vez, sin embargo, no hay duda de que Washington está totalmente dispuesto para intervenir de inmediato en el conflicto para apoyar a Seúl.

Los refuerzos

"Estados Unidos no permitiría en absoluto que los norcoreanos tomaran el control de Seúl", le dice a la BBC el profesor Bruce Bechtol, del Departamento de Estudios para la Seguridad y Justicia Criminal de la Universidad de Angelo State, en Texas, Estados Unidos. "En la primera semana del conflicto nuestros pilotos no van a poder dormir mucho", afirma Bechtol, quien fue uno de los principales analistas de asuntos del noreste de Asia del Pentágono.

"Nuestra tarea inicial sería utilizar toda nuestra potencia aérea para impedir que (los norcoreanos) avancen, mientras esperamos que llegue el armamento pesado a la región". Los aviones de combate, explica, se encargarían de bombardear a las fuerzas norcoreanas mientras se redoblan los refuerzos de la maquinaria militar estadounidense en la región.
Mujeres norcoreanas
Mujeres norcoreanas - GETTY IMAGES - Decenas de miles de familias quedaron separadas cuando la península fue dividida, y muchos no volvieron a ver a sus parientes.

Según Bechtol, en los primeros minutos del ataque norcoreano, se enviaría a la zona el vasto arsenal estadounidense que está diseminado por el mundo.

Desde Japón hasta Texas se enviarían barcos de guerra cargados con tanques, camiones, vehículos blindados, artillería pesada y todo el material de guerra que se necesitaría para la misión.
Reunir todo este equipo militar en la península coreana podría tomar hasta tres semanas, y ese sería un momento decisivo en el conflicto. "Los norcoreanos sólo tienen entre dos y tres semanas de suministros, como municiones, alimento, combustible, etc., para librar una guerra", asegura Bechtol.

Así, explica el experto, el plan de guerra norcoreano debe ser cumplir todos sus objetivos en ese corto período de tiempo, porque después de eso se les acabaría el sustento, incluidos los alimentos para más de un millón de soldados norcoreanos.

Una vez que el arsenal estadounidense llegara a la región, su misión sería repeler a las fuerzas norcoreanas. Esta no será una tarea fácil, dice Bruce Bechtol. El ejército norcoreano hoy en día es 11 veces más grande de lo que era durante la guerra de 1950. Pero aún así, no existe ninguna duda de quién saldría victorioso.
Ejercicio militar estadounidense en Corea del Sur
Ejercicio militar estadounidense en Corea del Sur - GETTY IMAGES - En 1950 Corea del Norte pensó que Estados Unidos no se involucraría en la guerra. Esta vez no hay dudas de su participación.

Sin embargo, una vez que las unidades norcoreanas comenzaran a colapsar bajo el ataque de las fuerzas estadounidenses, las cosas podrían tornarse desastrosas. La guerra podría convertirse en un conflicto nuclear. "Cuando Kim Jong-un y sus cerca de 5.000 allegados de la elite norcoreana que lo rodea se den cuenta de que tienen poco tiempo para salir del país, no tendrían ninguna razón para no usar misiles nucleares y eliminar a varios cientos de miles de estadounidenses"

"Y ese es el escenario más probable en el que usaría el tipo de misil que los norcoreanos probaron hace unas semanas", asegura el experto de la Universidad de Angelo State. El uso de armas nucleares sería el comodín en esta guerra. Pero incluso si no se utilizan, una guerra convencional en esta región no tendría precedentes. Y veríamos una enorme pérdida de vidas. "Te voy a dar las cifras probables: entre 300.000 y 400.000 muertos en la primera semana, tanto civiles como militares", dice Bruce Bechtol. "Y quizás unos 2 millones de muertos después de tres semanas".

Pero este no sería el final. Porque en un escenario semejante, no se le permitiría al régimen norcoreano continuar y, a diferencia de la primera guerra, en este conflicto se buscaría la reunificación de la península.

La transición
Tanques surcoreanos
Tanques surcoreanos - GETTY IMAGES - Incluso si no se utilizan armas nucleares, una guerra convencional en esta región no tendría precedentes.

Pero el período más complejo y caótico en este conflicto, afirma Balbina Hwang, profesora de política y economía asiática de la Universidad de Georgetown, sería la etapa de transición.
"Y no podemos saber si Corea del Sur, por sí misma, podría ser capaz de manejarla", afirma la experta, que trabajó en el Departamento de Estado estadounidense y ha estado analizando las consecuencias inmediatas de una guerra.

"Estamos hablando de entre 60 y 70 millones de personas que intentarían movilizarse. Recordemos que la mitad de los 50 millones de surcoreanos viven actualmente en Seúl y su áreas metropolitana".
"El instinto humano es huir de los bombardeos y los proyectiles. Y a eso hay que añadir los cerca de 20 millones de norcoreanos que supuestamente serían 'liberados' y que también estarían desplazándose hacia el sur". "Entre ellos habrá gente desesperada, hambrienta y aquéllos que han sido entrenados para combatir y que estarán dispuestos a cualquier forma a sobrevivir".

Por supuesto que, como se vio tras la guerra de 1950, ambas Coreas fueron reconstruidas. Y Corea del Norte, bajo el régimen más hermético del mundo, ha logrado sobrevivir.
Kim Jong Un
Kim Jong Un - GETTY IMAGES - Bajo ataque, Kim Jong Un no tendría razones para no utilizar sus armas nucleares, creen los expertos.

Balbina Hwang cree que, a largo plazo, sería posible que ambos países lograran la reunificación. Lo que es más preocupante, dice, son los efectos a corto plazo. "El niño promedio surcoreano de 5 años es 9 cm más alto que el niño promedio norcoreano de 5 años", afirma la experta.

"No hay duda de que habría enormes diferencias: los norcoreanos son más bajos, más delgados, pero lo que es más importante, es que la malnutrición afecta el desarrollo, tanto físico como mental y emocional". "Así que no sólo estamos hablando de medidas, estamos hablando de 20 millones de personas que durante 70 años no han logrado desarrollarse tanto como sus vecinos del sur".

Y la experta concluye: "Esto tendría inmensas consecuencias en el momento de tratar de reunificar a estos dos pueblos que alguna vez fueron una sola cultura y una sola sociedad".

Este escenario, por supuesto, no incluye la posibilidad de que China o Rusia, decidieran intervenir en esta guerra. De manera que, ante la pregunta de cómo sería una nueva guerra en la península coreana, sólo una cosa es cierta: sería espeluznante.

Las represas de la vergüenza

Editorial del diario La Nación
Tras la audiencia pública realizada por resolución de la Corte, urge hacer cumplir la ley general del ambiente en el cuestionado proyecto Kirchner-Cepernic
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La semana pasada se realizó, en una de las salas del Senado nacional, la audiencia pública sobre el complejo hidroeléctrico Kirchner-Cepernic sobre el río Santa Cruz. Es la primera vez que el Congreso de la Nación desarrolla una reunión de este tipo como parte de un proceso de toma de decisiones. En realidad, más allá de las irregularidades administrativas y las inconsistencias energéticas y económicas del proyecto, el gobierno anterior había celebrado una audiencia pública en la provincia de Santa Cruz, el 9 de diciembre de 2015, veinticuatro horas antes del cambio de gobierno nacional, en la localidad de Comandante Luis Piedrabuena. Sin brindar información y con un proceso participativo vergonzoso se había aprobado un proyecto que, entre otros impactos, afectaba el lago Argentino y, consecuentemente, el glaciar Perito Moreno, aunque no se habían estudiado con seriedad y detenimiento los potenciales daños.

El actual gobierno cambió el contrato original celebrado con China durante la gestión Kirchner, recortando la obra: se pasa de 11 turbinas a ocho y la generación pasó de 1740 MW que iba a generar originalmente a 1290 MW de potencia.

Debido a las fundadas críticas de los ambientalistas y a la baja prioridad de las obras, se intentaron desviar los fondos de las represas hacia otro proyecto, pero desde Pekín advirtieron que si se cancelaba el emprendimiento exigirían la devolución de los 950 millones de dólares ya desembolsados en la gestión anterior, y se perdería la financiación para el Belgrano Cargas y para la hidroeléctrica. A partir de allí hubo que encontrar el modo de justificarlas. Nadie ignora que en el origen del acuerdo con China hubo incumplimiento de las normativas vigentes y ausencia de información, y que se favoreció a Electroingeniería, una de las empresas que más creció en la "década ganada", involucrada en varios escándalos de corrupción. Electroingeniería se presentó junto a Gezhouba Group, que aparece en un listado que publica el Banco Mundial en el área "Fraude y Corrupción". Nadie puede justificar la obra como prioritaria frente a otras alternativas más eficientes y menos costosas.

A esta nueva audiencia se llega por una resolución de la Corte Suprema de Justicia que, como consecuencia de la interposición de medidas cautelares por organizaciones no gubernamentales, ordenó realizar nuevos estudios de impacto ambiental y una audiencia ante el Congreso de la Nación. En esta ocasión pudieron exponer más de 120 personas, aunque merece señalarse el llamativo espacio brindado a funcionarios públicos, cuyo papel principal en una audiencia debió haber sido el de escuchar. La ley que rige el procedimiento establece que sólo deberían participar aquellos que intervinieron en la elaboración de los estudios, junto a organismos no gubernamentales especializados en materia ambiental, universidades, centros académicos y público en general. Es una instancia para que los interesados o afectados puedan exponer sus preocupaciones, y para que las autoridades puedan enriquecer sus conocimientos como parte de un proceso administrativo de toma de decisiones. En este caso manifestó su opinión en favor de la construcción de las represas una mayoría de funcionarios nacionales y de varias provincias como Mendoza, Neuquén y hasta de Corrientes. Casi la totalidad de ellos se empeñó en afirmar que la energía generada por las represas es renovable aun cuando nuestro régimen de las fuentes renovables de energía destinada a la producción eléctrica expresamente establece un límite de potencia para los proyectos de centrales hidroeléctricas de hasta cincuenta megavatios (50 MW).

En la audiencia se resaltaron algunos aspectos, como la falta de un estudio de impacto ambiental del tendido eléctrico, el cual resulta indispensable para ponderar el impacto que la obra tendrá sobre las aves migratorias y, en especial, el macá tobiano. Surgieron varios cuestionamientos como la actuación del subsecretario de Energía Hidroeléctrica, Jorge Marcolini, quien fue acusado de ser responsable de presentar el estudio de impacto ambiental como director de Emprendimientos Energéticos Binacionales (Ebisa) y, al mismo tiempo, de recibir el Estudio de Impacto Ambiental (EIA), que habilitaría la construcción de las megarrepresas en su calidad de funcionario público. Incluso se resaltó que, en el momento de publicar el estudio de impacto ambiental, Ebisa había omitido anotarse en el Registro de Consultores de Impacto Ambiental perteneciente al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable. Quedó de manifiesto, además, que el análisis de las cuestiones biológicas en general fue realizado en tiempos no propios de estudios de estas características y por profesionales con escasa experiencia en la temática. En particular se destacó el impacto negativo determinante para la población de la especie macá tobiano, que se encuentra amenazada, o sobre los sitios arqueológicos, algo que ha sido advertido por la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos del Ministerio de Cultura de la Nación.

En síntesis, el estudio de impacto ambiental no despejó las fuertes dudas que existen respecto de los daños que la obra producirá ni la oportunidad de ejecutarla teniendo en cuenta el costo de la electricidad generada. Tampoco resultó claro de dónde provendrán los trabajadores que intervendrán en ella ni cuántos vendrán de la provincia de Santa Cruz.

La audiencia es sólo una instancia no vinculante del procedimiento. Ahora, para una completa transparencia, y más allá de la fortísima presión China para ir adelante con el proyecto, la autoridad debe cumplir con la ley general del ambiente que claramente establece que cada una de las opiniones que se escucharon deben ser consideradas y, en la medida de las posibilidades, atendidas y respondidas. Ello no implica que todas las sugerencias formuladas durante el proceso de participación ciudadana resulten necesariamente adoptadas, sino que se garantiza que serán evaluadas y adoptadas en los casos en que se estime necesario, y fundamentadas en el caso de ser dejadas de lado.

Quizá nadie se atreve a decirlo claramente: no hay ni habrá un criterio de razonabilidad para aprobar estas represas como exige un procedimiento de impacto ambiental adecuado, sino la imperiosa y lamentable necesidad de cumplir con los inaceptables acuerdos firmados con China. Es difícil de justificar la construcción de estas represas. Quizá la reflexión debería ser ética. ¿Podremos justificar ante las futuras generaciones haber construido estas represas como consecuencia de haber firmado un acuerdo penoso?
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