La construcción de la cuarta y quinta central nuclear, a partir de los contratos firmados con China, permitirán consolidar el Plan Nuclear que nació en 1950. La política seguida en este sector estratégico ha permitido reforzar el perfil internacional de nuestro país y su acceso a ámbitos de decisión global.
(Fernando Calzada)
En línea de continuidad con el Plan Nuclear Argentino, las dos nuevas plantas nucleares van a agregar una potencia instalada mayor a la de la suma de las tres centrales actualmente en operación, Atucha I, Atucha II y Embalse; aportando al Sistema Interconectado Nacional 1821 MW más de potencia instalada durante 60 años. Esto totaliza aproximadamente una producción de 814 millones de MWh durante el período mencionado, que además evita lanzar a la atmósfera 606 millones de toneladas de CO2, la cantidad de gas que hubiera producido la misma generación de energía mediante combustibles convencionales.
El gobierno nacional acordó con el gobierno de China la construcción de estas centrales. Del lado argentino la negociación la lleva adelante Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NA-SA), la empresa de capital estatal operadora de las centrales nucleares argentinas, que se encuentra en la órbita de la Subsecretaría de Energía Nuclear del Ministerio de Energía y Minería. Del lado chino, la China National Nuclear Corporation (CNNC) y su subsidiaria internacional China Zhongyuan Engineering Corporation (CZEC).
La magnitud y complejidad de estos contratos ha insumido mucho tiempo de análisis y negociaciones entre las partes. El monto total de alrededor de 15.000 millones de dólares lo convierte en uno de los proyectos más importantes de la actualidad. La obra será financiada en un 85 % por créditos chinos con 8 años de gracia, que permiten el repago con la generación de nucleoelectricidad, y el 15 % restante a cargo del tesoro nacional.
La selección de los modelos de centrales más convenientes demandó meses de estudios, finalmente se optó por construir un CANDU de uranio natural y agua pesada en primer término y un HPR 1000 de diseño chino, agua liviana y uranio enriquecido como quinta central.
La construcción de ambas centrales se hará en paralelo, con un desfasaje de dos años entre ambas. La quinta, aunque con menor participación nacional, utilizará la misma tecnología que se está aplicando en el reactor de diseño argentino CAREM, y permitirá entrar de lleno en el manejo de las centrales PWR, que se caracterizan por usar agua liviana presurizada con uranio enriquecido como combustible y son las más difundidas actualmente en el mundo.
La Central CANDU de Embalse está atravesando un proceso de extensión de vida que la repotenciará. Foto: Emmanuel Bocchi.
La elección del CANDU atendió a múltiples razones: permite aprovechar la experiencia argentina obtenida en la operación de la Central CANDU de Embalse, aumentada por el trabajo en el actual proyecto de extensión de vida de esa central; continuar con un diseño canadiense conocido e incorporar la participación indispensable de China. Implica transitar por el camino más complejo, con contratos que integran acciones, fijan alcances y determinan responsabilidades de tres actores principales: Nucleoeléctrica Argentina S.A., el dueño y responsable del proyecto; China National Nuclear Corporation, contratista; y Candu Energy Inc., subcontratista nominado.
Se eligió este camino para hacer un uso intensivo de todos los recursos humanos y materiales disponibles dando máxima participación a la industria local y, muy importante, continuar con el abastecimiento de combustible fabricado en el país, el verdadero núcleo de la generación atómica. Esta visión nacional estratégica que excede el sólo rendimiento económico va en línea con los antecedentes del Plan Nuclear Argentino, cuyo desarrollo posicionó a la Argentina entre las 10 potencias más avanzadas en la materia.
Una política de Estado no declarada
Vale la pena hacer un paréntesis: ¿Cómo se explica que Argentina sea uno de los pocos países en desarrollo que ha alcanzado un notable progreso en el campo nuclear? ¿Se pueden extraer enseñanzas? ¿Podría haber evolucionado de la misma manera algún otro sector, como por ejemplo la industria aeronáutica?
El Plan Nuclear nació en 1950 con la creación de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y continúa hasta el presente. Para analizarlo en el contexto en que se desarrolló podemos repasar cuál fue la evolución de Argentina en ese mismo período. Si tomamos las principales áreas que son competencia exclusiva del Estado, como Justicia y Defensa, nadie podría afirmar que mejoraron, todo lo contrario. Si vemos los sectores donde el Estado es protagonista pero convive con la actividad privada, como educación, salud o seguridad, es evidente el avance de la demanda de prestaciones privadas sobre las públicas, y no es porque la gente quiera pagar sus propios servicios, es por las falencias de los servicios públicos. Las tres áreas mencionadas empeoraron notablemente, la seguridad y la salud se notan a diario, pero la educación es más grave, hipoteca el futuro. Mi generación es mayoritariamente producto de una educación pública de excelencia, pero nuestros hijos son en igual medida producto de la escuela privada.
¿Cómo es que en ese contexto general se destaca el Plan Nuclear? Un escéptico diría que es la excepción que confirma la regla. Prefiero tratar de sintetizar las que entiendo como causas.
La primera explicación que surge es la estabilidad. En la época en que toda la actividad se centraba en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), o sea desde 1950 hasta 1994, hubo sólo 6 Presidentes de la CNEA. En ese mismo período hubo 19 Presidentes de la República. El desarrollo del área nuclear se comportó como una política de Estado no declarada, que atravesó con mínimos cambios y manteniendo sus objetivos épocas con gobiernos de distintos partidos políticos y diferentes ideologías, incluyendo gobiernos constitucionales y de facto.
Esa estabilidad dio pie a políticas de mediano y largo plazo, a la adopción de decisiones estratégicas e inversiones que permitieron el desarrollo en el tiempo de las industrias asociadas al exigente requerimiento nuclear.
Pero esto solo no garantiza el éxito, si no estaríamos de acuerdo con la simple perpetuación de autoridades en sus cargos, como ocurrió en otras organizaciones como las sindicales o deportivas, o en Provincias o Municipios, sin que esto evitara la decadencia.
La segunda explicación es la incorporación y generación de recursos humanos de excelencia. Desde el principio la virtud ordenadora de jerarquías y respeto en el área nuclear fue el conocimiento, la integridad y honestidad intelectual. Las opiniones siempre se valoraron por sus fundamentos y no por su atractivo. La integridad, palabra desgraciadamente más utilizada en inglés que en español, es la que por ejemplo entiende que falsear un dato para sostener una hipótesis es tan grave como robar dinero. Los recursos humanos siempre fueron el corazón del desarrollo nuclear, obtenerlos y mantenerlos. El Instituto Balseiro fue pionero en ese aspecto, buscando los mejores estudiantes de cada universidad para formar profesionales de excelencia, reconocidos en el mundo, que son el ejemplo palpable de los resultados posibles con una educación pública bien gestionada.
Si estas simples reglas se aplicaran en todos los órdenes de la vida nacional, sería lógico esperar buenos resultados en otros campos, y no sólo en el nuclear. Afortunadamente la sociedad argentina parece haber tomado conciencia que, igual que en el método experimental, no se puede esperar obtener distintos resultados repitiendo siempre los mismos procedimientos, y hoy parece dispuesta a seguir estos caminos.
Por último es importante mencionar que el desarrollo nuclear permite al país reforzar su protagonismo internacional y trae beneficios que exceden lo estrictamente específico. Aparte de exportar tecnología y bienes con alto valor agregado, desde reactores de investigación hasta fuentes de cobalto para uso médico, abre las puertas a oportunidades y asociaciones de interés nacional. En ese sentido actualmente, como parte de la política de inserción de Argentina en el mundo, el país se postula para ingresar a la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que agrupa a un selecto grupo de 35 países. Con ese objetivo se decidió aprovechar el desarrollo logrado en el campo nuclear para iniciar el camino de ingreso, concretando en 2017 la admisión argentina en la NEA (Nuclear Energy Agency) que es precisamente la Agencia de Energía Nuclear de la OCDE.
El autor es ingeniero nuclear. Vicepresidente de Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA)