(Infobae.com) - La cantidad de billetes creció el 39%, mientras que los dólares impresos por la Reserva Federal tuvieron un alza del 7,3 por ciento. El peso argentino fue el que más se abarató en América Latina, y provocó una caída del 13% de los bonos locales en dólares
Como una forma de estimular el crecimiento, la Argentina echó mano a la emisión de dinero, que creció en el último año el 39%. El dato particular es que ese crecimiento es, por ejemplo, 5 veces superior al crecimiento de la emisión en los Estados Unidos.
Según publica la cadena Bloomberg, la inundación de pesos hizo que la moneda argentina sea la que más valor perdiera en toda América Latina, generando además una pérdida del 13% del valor de los bonos locales en dólares, mientras que en el resto de la región tuvieron un retorno del 16%.
El crecimiento del circulante en la Argentina no es un dato nuevo. De hecho, en tres de los últimos cuatro años el incremento de moneda en la economía argentina fue del 30% o más.
Ante ese escenario, la agencia Moody's pronosticó que en el largo plazo "los bonos en pesos no son atractivos porque la inflación está erosionando el capital". Para algunos analistas, la alta emisión monetaria, en la Argentina, genera una escalada en la espiral inflacionaria.
"En Argentina es diferente porque el dinero que se imprime en realidad es gastado por el gobierno, de manera que eso tiene un impacto directo en la economía y tiende a ser mucho más inflacionario", explicó Neil Shearing, economista jefe para mercados emergentes en Capital Economics Ltd.
Por José Higuera
Enfrentado a un difícil escenario económico en lo doméstico e internacional, el gobierno brasileño ha optado por privilegiar el gasto social, postergando importantes proyectos militares que requerirían de una fuerte inversión fiscal.
Los mayores proyectos de modernización militar pendientes de Brasil, como el F-X, PROSUPER y PRONAE, parecen destinados a una larga espera antes de su materialización, postergados a favor del gasto social frente a un escenario marcado por los crecientes problemas de la economía local y la crisis económica y financiera internacional.
Según informes recientes, ningún proyecto que no esté respaldado por un contrato firmado y financiamiento ya comprometido será lanzado antes del 2014 o 2015.
Aunque esta situación ya se percibía, ella fue confirmada por la propia Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, durante la visita oficial que realizó recientemente a Francia. Consultada insistentemente en París por la prensa, respecto de la decisión en el Proyecto F-X, que inicialmente considera la compra de 36 aviones de combate de Quinta Generación a un costo que podría elevarse por sobre los US$8,2 billones, la jefa del gobierno brasileño respondió que “eso está postergado… Y tomará algún tiempo, porque debemos ser cautos en nuestros gastos frente a la presente crisis”.
La verdad es que la economía brasileña está comenzando a acusar el golpe de una crisis económica y financiera global que se está prolongando mucho más de lo previsto.
El crecimiento de la economía de Brasil en el último trimestre fue de apenas un 0,65 por ciento. Uno de sus principales productos de exportación es el acero, que tiene a China como su principal cliente pero, como el país asiático también está siendo golpeado por la crisis, sus demandas por la aleación están disminuyendo.
Por otro lado, Brasil también enfrenta una gran acumulación de endeudamiento privado, que es una verdadera bomba de tiempo, cuya explosión puede dar lugar a una gran crisis de los bancos locales. A eso se suma que el Real brasileño está fuertemente sobre-preciado, y algunos analistas han comenzado a advertir que su valor podría bajar hasta en un 40 por ciento.
Según fuentes en Brasilia, la postergación de nuevas inversiones en Defensa no afectará a los proyectos que ya están respaldados por contratos firmados y que están en desarrollo, como el proyecto PROSUB para construir cuatro submarinos de propulsión convencional diesel-eléctrica y para el diseño de un submarino de propulsión nuclear, que se lleva adelante con asistencia tecnológica de Francia.
Otros proyectos que continuarán su avance son el H-X, bajo el cual se está iniciando la producción local de cincuenta helicópteros medianos de transporte del tipo EC 725; y el proyecto de fabricación del nuevo blindado sobre ruedas VBTP-MR “Guaraní”, para el cual ya hay pedidos destinados tanto al ejército brasileño como también para Argentina.
Los proyectos que sí serán afectados, aparte del F-X, que ya ha sufrido varias postergaciones y demoras desde su lanzamiento en la segunda mitad de los años noventas, son el PROSUPER, que apunta a adquirir cinco avanzadas fragatas lanzamisiles de 6 mil toneladas y un buque de apoyo logístico de flota; y el PRONAE, que apunta a la compra de un nuevo portaaviones.
Lanzado durante el gobierno del Presidente Fernando Henrique Cardoso en la segunda mitad de los años noventas, el proyecto F-X fue postergado por el Presidente Lula Da Silva a inicios de su primer periodo de gobierno, a principios de la década pasada, y reactivado durante su segundo periodo de gobierno.
El objetivo de largo plazo del proyecto es comprar más de cien ejemplares de un cazabombardero avanzado, pero en su primera fase considera la compra de sólo 36 maquinas, para reemplazar inicialmente a los Mirage 2000 y también a parte de la flota de cazabombarderos F-5M.
Los aparatos bajo consideración en el proyecto F-X son el JAS 39 Gripen NG del fabricante sueco SAAB, el F/A-18E Super Hornet de la estadounidense BOEING y el Rafala del fabricante francés DASSAULT. Cada una de las tres aeronaves de combate en lista corta ha sido la favorita en alguna fase del proceso de selección –actualmente es el turno del F/A-18E Super Hornet- lo que sugiere que los requerimientos y criterios de evaluación están en permanente mudanza.
Una de las exigencias es el ensamble final y manufactura de partes en Brasil, pero los informes más recientes indican que eso aumentaría los costos, en comparación a recibir aparatos manufacturados y ensamblados en el país de origen. En materia de precios, la información más actualizada señala que el costo del proyecto se elevaría a US$8,2 billones si se opta por el Rafale francés, US$5,4 billones si se compra el Super Hornet estadounidense, o US$4,3 billones si se adquiere el Gripen NG sueco.
De acuerdo a las fuentes, la postergación del F-X hasta el 2014 o 2015 no generará realmente grandes problemas para la fuerza aérea brasileña, ya que esa rama cuenta con una importante flota de cazabombarderos F-5E, recientemente modernizados con nuevos y más poderosos radares y la capacidad de lanzar misiles aire-aire de largo alcance, para seguir en servicio hasta el 2025.
La fuerza aérea también está modernizando sus aviones de ataque al suelo AMX/A-1, incorporando nuevos radares y una mayor capacidad de empleo de armas de precisión.
En el caso de la marina, la postergación de los planes de compra de un nuevo portaaviones tampoco representarían un problema delicado. El “Sao Paulo”, adquirido de segunda mano a Francia en el año 2000, fue modernizados hace pocos años pero se usa muy poco, saliendo a alta mar menos de dos meses por año. En navío no representa una gran capacidad, ya que en los últimos diez años no ha operados nunca más de cuatro cazabombarderos A-4M anticuados. En realidad, la necesidad de reemplazar las viejas fragatas que posee Brasil, construidas entre los años setentas y principios de los ochentas, si amerita una mayor prioridad o urgencia.
A finales del 2011 la marina brasileña consultó a las autoridades del Reino Unido sobre la posibilidad de adquirir tres fragatas de segunda mano del Tipo 23 a ese país. Aunque poco ha trascendido, al parecer la respuesta de Londres no fue positiva.
Fuente: http://elperiodistaonline.cl/globales/2012/12/brasil-posterga-importantes-proyectos-militares/