miércoles, 18 de noviembre de 2015

“Massa exageró, pero utilizar a las Fuerzas Armadas contra el narcotráfico es necesario”

Por Diego Genoud - LPO (Extractado) El designado ministro de Seguridad de Vidal, detalla sus planes para combatir al narcotráfico en la provincia.


LPO - Juan Casas
A los 49 años, ocupará el que para muchos es el cargo más importante de la gestión que María Eugenia Vidal iniciará el 10 de diciembre en la provincia de Buenos Aires. Después de haber pasado por el Ministerio del Interior con Eduardo Duhalde en 2002 y de haber sido durante los últimos ocho años una de las espadas de Mauricio Macri en la Legislatura porteña, Cristián Ritondo cruzará la General Paz. Sabe que le tocará lidiar con una fuerza que ya devoró a varios funcionarios. Pero afirma que el PRO asumirá la conducción política de 95 mil uniformados con una consigna que puede leerse de mil modos: “el que las hace las paga”. Miembro de una generación de peronistas que se reparten entre el macrismo, el oficialismo y el massismo, Ritondo también analiza los desafíos de un eventual gobierno de Macri y sus diferencias con la Alianza: "Nuestra fórmula es del mismo partido, venimos de gobernar la ciudad ocho años y de haber construido un partido nacional sin crisis. El radicalismo tenía un jefe que no era De la Rúa, sino Alfonsín, hubo fracturas internas, el vicepresidente renunció a los pocos meses. Es totalmente diferente."

Dijo que el ministro Granados hizo un buen trabajo. ¿En qué se va a diferenciar la política de seguridad de Vidal de la que llevó adelante Granados?
En varias cosas. Granados es un ministro que tuvo una estrecha relación con los intendentes, dotó de gran cantidad de patrulleros y chalecos antibalas a la fuerza, creó las policías locales y escuelas de policías descentralizadas. Hay un trabajo que empezó a hacerse y hay que reconocerlo; es un comienzo. Pero la policía tiene que tener scanner para vigilar las rutas, tiene que tener control y delegaciones adentro de los puertos, hay que pensar en un trabajo para eliminar las cocinas en la provincia y tener control de las pistas.

¿A qué pistas se refiere?
Hay pistas que no están declaradas y son para fumigadores y hay pistas que no están declaradas y no sabemos para qué son. Si no se planta ni marihuana ni cocaína en la provincia de Buenos Aires, la droga viene de otro lado vía terrestre y vía aérea. Hay que controlar las pistas y las rutas con 3D, eso lo tiene el gobierno nacional, nosotros no tenemos una fuerza de radarización. También hay que controlar por dónde sale, por la Hidrovía y por el Atlántico. Y hay que recuperar la cantidad de prófugos peligrosos que tiene la Justicia, porque la gran mayoría sigue trabajando.

¿Cuál será la respuesta ante los llamados “soldaditos”, la cara visible de una economía que vive del narcotráfico?
A ese chico hay que darle la expectativa de que puede vivir mejor. La provincia debe tener centros de recuperación de adicciones, hoy tiene una carencia muy grande en ese aspecto. Después está el narco, el jefe de la banda criminal, el que se ocupa del lavado de capitales, el que arma las sociedades fantasmas.

Usted tiene experiencia y relación con las fuerzas federales pero La Bonaerense siempre fue otra cosa.
Vengo de una larga reunión con el ministro Guillermo Montenegro y con el jefe y el subjefe de la Policía Metropolitana y todos me dijeron que vienen trabajando muy bien con la Policía bonaerense. Lógicamente con los dos gobiernos –el de la ciudad, el de la provincia y yo aspiro el de la Nación también- va a ser muy distinto, mucho mejor. Hoy el delito no permite recelos entre las fuerzas: todas deben trabajar juntas porque si no el narcotráfico va a hacer estragos.

Es el principal problema para ustedes.
El paco pone a los chicos en un grado de violencia, de necesidad de cualquier robo para volver a abastecerse, aumenta la cantidad de soldaditos que hacen la venta delivery. Se maneja mucho dinero. Después tenés la lucha por la territorialidad, más territorio ofrece más posibilidades de venta. Esto pasa. Ahí es donde el Estado tiene que encarar una lucha frontal con las cuatro fuerzas de seguridad nacionales, Prefectura, Gendarmería, Policía Federal y la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Hoy la Aduana descubre más cargamento de droga que las fuerzas de inteligencia y las fuerzas de seguridad.

Hoy la Aduana descubre más droga que las fuerzas de inteligencia y seguridad. No se entendió que Gendarmería tiene que estar en las rutas y fronteras, antes que en cualquier otro lugar.

¿Piensa que Estado fue impotente ante el avance del narcotráfico?
Que en 12 años no tengamos radarización muestra que no hubo respuesta. Ese sistema lo conseguiríamos a muy bajos valores o con créditos internacionales a muy largo plazo. No se entendió que la Gendarmería tiene que estar en las rutas y las fronteras antes que en cualquier otro lugar. Massa lo exageró en la campaña pero utilizar lo que la ley permite de las Fuerzas Armadas es necesario: los camiones, los operadores de radares, la logística, los helicópteros. Después no sé si está preparado ni creo que tenga que ir el Ejército a custodiar hoy la frontera.

Otros piensan que hubo más complicidad que impotencia en el Estado.
Con el dinero que maneja el narcotráfico, seguro que hubo complicidad: judicial, policial, política. Sería un ingenuo decir que no. Hay que hacer inteligencia para saber quiénes son y separarlos.

La herencia de la Maldita Policía

Aníbal Fernández dijo que, si llegaba a la gobernación, iba a terminar con “La maldita policía”.
Tratar a la fuerza de esa manera no ayuda. Yo creo que el 90 por ciento de los policías de la provincia tienen vocación y están formados en democracia. Hay que capacitarlos, darles un incentivo, decirles cuál es el objetivo político y cuál es la lucha que hay que dar. La política de seguridad no se hace en contra de la policía, sino que se hace en contra de los delincuentes.

¿No tiene que ver con la policía de los años noventa todavía?
Yo creo que no, han pasado muchos años, han cambiado generaciones, los que hoy están en el comando ayer no eran ni principales. Ahora, todos los que cobramos un sueldo del Estado tenemos que rendir explicaciones, somos funcionarios públicos, tenemos responsabilidades y tenemos que dar respuestas. Es la misma responsabilidad que tiene desde un policía que se recibe en la escuela local al jefe de la Policía, la gobernadora y el ministro de seguridad.

¿La policía regula el delito, como sostienen algunos especialistas?
Eso cuando puedas pedirle poco. La idea es aplacar y terminar con el delito, con la prevención y la represión. La política de seguridad es mucho más que la policía, aunque sin policía no se hace.

Su designación en el ministerio se conoció justo cuando un agente de la Metropolitana baleó de tres tiros a Lucas Cabello.
Cualquier policía que tenga un exceso y no cumpla con su función va a quedar separado del cargo y va a estar a disposición de la Justicia. Y si un policía en uso de su deber hace lo que tiene que hacer va a ser respaldado. Quiero policías comprometidos con la política de seguridad. Ese caso no lo conozco muy bien. Seguramente el ministro Montenegro y los jefes de la fuerza saben más que yo.

El macrismo considera que la Metropolitana es un activo de su gestión. Pero las estadísticas muestran que no se distingue de otras en cuanto a la violencia institucional.
Primero es un hecho aislado, esperemos que la Justicia determine, hicimos lo que hay que hacer, en una fuerza de 5 mil personas alguien se puede equivocar o puede ser que no cumpla con lo que esperamos. El jefe de Policía lo apartó, hay que esperar que se aclaren las cosas.

¿Cómo va abordar el macrismo la conflictividad social?
Al conflicto social, hay que tratar de no judicializarlo y hay que tener salidas negociadas. Si hay una necesidad seguramente hay un derecho, mientras no sea desproporcionado y esté dentro de la lógica. En la ciudad, siempre hemos tenido una actitud de diálogo para salir de la mejor manera que se pueda y vamos a hacer lo mismo. Si son derechos legítimos, y no simplemente palos en la rueda, va a haber siempre acuerdo. Vos fijáte que lo de Kosteki y Santillán fue algo horrible e inconcebible pero después hubo un diciembre de 2013 donde hubo casi 20 muertos y prácticamente no hubo reclamos ni consecuencias políticas. A veces las sociedades reaccionan distinto.

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