lunes, 6 de septiembre de 2010

Argentina: Las 40 experiencias que hay que vivir una vez

He aqui una imperdible selección nacional de nuestro querido país:

1. Tocar el cielo en Iruya
¿Cómo llegar a Humahuaca y no estirarse esos 70 km extra (53 de ripio) hasta Iruya? El camino de cornisa hasta uno de los más fotogénicos pueblos salteños, como colgado de la montaña, llega a ascender hasta 4000 metros sobre el nivel del mar (Abra del Cóndor, límite entre Jujuy y Salta) para luego bajar en zigzag hasta los 2780 metros de Iruya, con sus casitas escalando las laderas de colores y su iglesia de postal. Y sin embargo, lo que parece el último lugar del mundo es apenas la puerta de entrada a una Salta profunda, a senderos de piedra y río, caseríos mínimos, como San Isidro o Pueblo Viejo, y paisaje virgen, pero virgen en serio.

2. Sacarle la vincha al toro en Casabindo
Cada 15 de agosto, el pequeño pueblo de Casabindo, a 120 km de Abra Pampa, Jujuy, está de fiesta. Durante la celebración de la Asunción de la Santísima Virgen María, patrona del lugar, además de la liturgia tradicional se realiza un toreo, único en la Argentina. Pero con una particularidad: el objetivo es que el torero saque, de entre los cuernos del animal, una cinta roja con monedas de plata antigua que lleva atada. Sin lastimar ni matar al animal. Se aceptan participantes del público, aunque con mucho cuidado.

3. Visitar un salar de la Puna
Casi como si fuera la superficie de la Luna, los salares son restos de lagos que se han disecado. En el país y en la Puna especialmente hay varios que se pueden recorrer, siempre con anteojos de sol porque el reflejo encandila. Salinas Grandes, uno de los más visitados, es un gran llano de 220 km2 de horizonte infinito, entre Salta y Jujuy. A lo lejos se ven hombres trabajando, pala en mano, cubiertos con gorros y máscaras. De aquí se obtiene buena parte de la sal que se consume en las mesas argentinas.

4. Triangular de los valles calchaquíes
Debe ser uno de los circuitos con mayor variedad de paisajes en el mundo. En auto es una fiesta. Si uno parte de la ciudad de Salta, una opción es viajar al sudoeste en busca de Cafayate, por una ruta asfaltada (la 68) que alcanza pueblos casi abandonados como Alemanía y delicias naturales como la Garganta del Diablo, en un recorrido de 183 km que sorprende en cada curva. Cafayate, rodeada de bodegas, es uno de los sitios ideales para pasar la noche. Al día siguiente se puede salir con destino a Cachi, pequeña ciudad rodeada de picos nevados, con su famosa iglesia de estilo neogótico. El acceso es por la ruta 40, en un tramo zigzagueante y desolado de 136 km con mucho ripio y cal. La última parte hacia Salta presenta escenarios alucinantes, como el Parque Nacional Los Cardones.

5. Ir en tren a las nubes
Es el tren turístico más famoso del país. Asciende a 4200 metros sobre el nivel del mar, recorre 434 km (ida y vuelta) y atraviesa 29 puentes, 21 túneles, 13 viaductos, 2 rulos y 2 zigzagues. El Tren de las Nubes parte de la ciudad de Salta e inicia el ascenso hasta La Polvorilla, donde comienza el regreso. Con comedor a bordo, traductor y asistencia médica, el recorrido es de unas 16 horas, se realiza tres veces por semana y cuesta 120 dólares (o 140 en Semana Santa y vacaciones de invierno). Las tarifas incluyen desayuno y merienda. http://www.trenalasnubes.com.ar/

6. Cabalgar en Tucumán
La provincia más pequeña del país tiene infinidad de lugares magníficos con acceso únicamente a caballo. Las propuestas turísticas incluyen desde cabalgatas de un par de horas en los alrededores de Tafí del Valle hasta experiencias de dos o tres días para alcanzar, por ejemplo, poblados escondidos en los cerros, entre ellos, Ancajuli y Chasquivil. Hay circuitos de alta gama, como los que llegan a la reserva Las Queñuas o que siguen las sendas de Atahualpa Yupanqui, desde Raco. Más información en Cabra Horco Expediciones ( www.cabrahorco.com.ar ); El Puesto, 03867-421257; jjcritto@hotmail.com. Una cabalgata puede costar desde $ 90 hasta 480 por día por persona, combinando noche en casa de familia y hosterías de alta gama. Incluye recepción en San Miguel, traslados y pensión completa.

7. Vibrar con los bombos en Santiago
Debutó en 2003 para celebrar los 450 años de Santiago del Estero, y en poco tiempo se convirtió en una de las más comentadas fiestas populares del país. Iniciativa de un grupo de bombistos amigos, como el luthier de bombos Froilán González, la procesión de parches atrajo cada año a más y más devotos de la chacarera. En su octava edición, el último viernes 16 de julio, dos multitudinarias columnas se encontraron luego de caminar 10 kilómetros, justamente en el Patio del Indio Froilán, multiespacio de música y comidas regionales que es algo así como el último hit turístico santiagueño para visitar todo el año. ww.marchadelosbombos.com

8. Viajar al pasado en Talampaya
El inmenso desierto rojo de 215.000 hectáreas del Parque Nacional Talampaya, en La Rioja, fue el hábitat en el triásico (hace 200 millones de años) de imponentes dinosaurios. Hoy, los visitantes tienen la sensación de estar haciendo un viaje en el tiempo entre curiosas formaciones talladas incansablemente por la erosión del viento, murallones y cañones. El horarios de ingreso al parque del 11 del actual al 30 de abril es de 8 a 18. Entrada, $ 10. Se pueden realizar circuitos en camión, bicicleta y a pie, incluso paseos nocturnos. Circuitos guiados, desde $ 70. Imperdible también visitar el Valle de la Luna, en San Juan, a 70 kilómetros. http://www.talampaya.gov.ar/

9. Descubrir la Puna catamarqueña
Menos visitada que Salta y Jujuy, la Puna catamarqueña es un nuevo destino para explorar, con paisajes sorprendentes. Desde la capital provincial son 500 kilómetros hacia la Puna. El circuito incluye visitas a Hualfín, la reserva Laguna Blanca, donde vive una de las colonias de flamencos rosados más grande del mundo; el pueblo El Peñón y Campos de Piedra Pómez (con extrañas e intrincadas formaciones de roca rosada, ocre y amarilla que superan los 50 metros). Se pueden visitar las Dunas Blancas y seguir viaje a Antofagasta de la Sierra, zona con más de 220 volcanes, y finalizar en la quebrada Seca.

10. Bailar en un carnaval litoraleño
Hay que conocer los carnavales de Gualeguaychú, uno de los más importantes del mundo, y el de Corrientes, capital nacional de esta actividad. Claro que para bailar en sus comparsas se debe atravesar un proceso de audiciones exigente, porque ambos encuentros se han profesionalizado. Los visitantes son, desde las gradas, parte de la fiesta, y el clima carnavalesco se traslada a cada espacio nocturno de la ciudad.
Para carnavales más pueblerinos y callejeros, las opciones litoraleñas van de Paso de los Libres, Empedrado y Paso de la Patria a Gualeguay, Victoria y Concepción, entre otros.

11. Peregrinar al santuario del Gauchito Gil
Es uno los santos populares más venerados del país, aunque no está reconocido por la Iglesia, patrono de las urgencias, de las gestiones de suma necesidad y de pedidos especiales de prosperidad. La leyenda cuenta que en el momento de su asesinato el gaucho correntino Antonio Gil salvó la vida del hijo de su victimario y así se volvió milagroso. Cada 8 de enero, aniversario de su muerte, el santuario principal, en el cruce de las rutas 123 y 119, a 8 km de la ciudad de Mercedes, Corrientes, donde está su tumba, recibe miles de peregrinos. La costumbre indica que hay que prenderle una vela roja y escribir el pedido en una cinta del mismo color.

12. Empantanarse en el Iberá
Lagunas, canales, arroyos, riachos, bañados, pantanos... los Esteros del Iberá en Corrientes son uno de los grandes reservorios de agua dulce (1.300.000 hectáreas, unas 65 veces el tamaño de la ciudad de Buenos Aires) y un buen destino para conectarse con la naturaleza y descubrir la flora y fauna autóctonas. En caminatas, cabalgatas y navegaciones se ven aves de todos los colores, carpinchos, ciervos y, por supuesto, los temibles yacarés, entre muchos otros. Los Esteros del Iberá son inseparables de Colonia Carlos Pellegrini, caserío de menos de 1000 habitantes que se encuentra al pie de la laguna Iberá, con servicios básicos para los turistas.

13. Salpicarse con las Cataratas de noche
Aunque se hayan visitado una y mil veces, las cataratas del Iguazú de noche son diferentes, misteriosas. Las salidas de luna llena llevan a ver la Garganta del Diablo, el salto más impactante, con el parque en penumbras y el murmullo constante de los animales de la selva. Después de caminar por las pasarelas poco más de un kilómetro prácticamente a oscuras se llega al mirador. Sólo la luna, como un reflector, ilumina nítidamente la caída del agua, que toma tonalidades plateadas. El paseo nocturno se realiza sólo cinco días al mes y si está despejado. Cuesta 120 pesos por persona. http://www.iguazuargentina.com/
14. Cruzar en canoa el bañado La Estrella
Aislado del turismo masivo y culturalmente único, con un extraño bosque de champales y una fauna encabezada por jabirús y yacarés, el bañado La Estrella, en Formosa, ofrece una de las experiencias más deslumbrantes del país. En verano es agobiante, con insectos de todo tipo y caminos intransitables. Pero entre mayo y septiembre se pueden realizar paseos en canoa o lancha por el humedal -es el tercero en tamaño del continente-, disfrutar de las formas extrañas de sus árboles y compartir actividades con wichis, tobas y pilagás. El bañado está a 45 km de Las Lomitas, pueblo cabecera para recorrer la zona, a unos 300 km de la capital provincial.

15. Atravesar las Altas Cumbres
Entre Villa Carlos Paz y Mina Clavero, el Camino de las Altas Cumbres -que atraviesa las Sierras Grandes- hay que recorrerlo a marcha lenta. No sólo por las curvas y contracurvas de la ruta de montaña, sino por las vistas panorámicas imperdibles. Son 120 kilómetros por un camino asfaltado y en buen estado, que conecta los valles cordobeses de Punilla y Traslasierra, y que llega a los 2200 metros. En el trayecto, el Parque Nacional Quebrada del Condorito, en Pampa de Achala, para observar aves, pequeños pueblos para descansar, probar productos regionales y comprar artesanías.

16. Volar en parapente en Cuchi Corral
El mirador de Cuchi Corral, parecido a un balcón de 400 metros sobre el río Pintos, muy cerca de La Cumbre, en el valle cordobés de Punilla, algo así como la meca de los que buscan volar. Es una rampa natural para lanzarse al vacío en parapente (también ala delta), con una vista panorámica imperdible y un microclima especial, con gran desarrollo de térmicas y un predominio del viento del norte. Un sitio tan famoso que hasta se realiza todos los años el Campeonato Argentino de Vuelo Libre. Los vuelos duran entre 20 y 30 minutos, y se ofrecen bautismos que cuestan 300 pesos.


17. Pasar un fin de semana en Rosario
Siempre estuvo cerca (como se ha dicho hasta el cansancio), pero quizá nunca tuvo tanta acción. A 309 km por autopista desde Buenos Aires, la ciudad a orillas del Paraná vive un boom inmobiliario y turístico que la reposiciona como destino de fin de semana, sin competencia en cantidad, variedad y calidad de opciones. Un par de días son ideales para descubrir flamantes hoteles y restaurantes con onda por el centro, además de los bares clásicos, la renovada costanera y hasta shoppings, y un casino-centro de convenciones y espectáculos. Quien no haya estado por Rosario últimamente se llevará una sorpresa.

18. Almorzar en Los Talas del Entrerriano
A esta altura una leyenda del conurbano, Los Talas del Entrerriano es para muchos la mejor parrilla bonaerense. Así de simple. El fenómeno, un negocio familiar, comenzó a mediados de los años 80 con un puesto de choripanes y fue creciendo hasta el actual megagalpón que los fines de semana funciona a pleno, con demoras de más de una hora. Obreros, paquetes vecinos de zona norte y comensales extranjeros peregrinan hasta allí por la calidad de su carne, pero particularmente por su famoso lechón. Queda en Av. Brig. Juan Manuel de Rosas 1391, José León Suárez (4729-8527). Abre todos los mediodías y viernes, sábado y vísperas de feriado, por la noche.

19. Saltar en un superclásico
Es cierto que un partido entre Villa Dálmine y Defensores Unidos tiene su atractivo, como casi todos los clásicos del fútbol argentino, pero cada encuentro entre Boca y River genera tanta expectativa que se vuelve un espectáculo imperdible, para propios y extraños. El superclásico es colorido y emocionante más allá del resultado, al menos para los visitantes imparciales. Puede ser en la Bombonera, destino ineludible para los visitantes de Buenos Aires, o el Monumental, el coloso que cuenta ahora con museo. Las populares cuestan 40 pesos, las plateas se venden por 300 pesos a 400 dólares, en agencias o propuestas oficiales de los clubes (Game Experience, en el caso de Boca). La experiencia es completa, claro, con un tradicional sándwich de chorizo.

20. Celebrar la tradición en Areco
A sólo 113 km de Buenos Aires, Areco es la capital del tradicionalismo criollo. Escenario de la clásica novela gauchesca Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes, este orgulloso pueblo celebra cada año el 10 de noviembre (Día de la Tradición) la Fiesta de la Tradición, con domas, jineteadas, exposiciones, bailes y el tradicional desfile a caballo. Sin patrocinadores, la mayor concentración de gauchos bien empilchados que se pueda ver en la pampa húmeda. www.sanantoniodeareco.com

21. Jugar al estanciero bonaerense
Para quedarse un fin de semana o simplemente para pasar un día de campo, en la provincia de Buenos Aires, cerca de 250 estancias abren las tranqueras a los turistas. Las propuestas incluyen asado al asador, pastas caseras, piscina, juegos campestres, cabalgatas y, en algunos casos, participar de las tareas agropecuarias. Cascos históricos, tradiciones gauchescas y atención personalizada. El turismo rural se expandió en los años 90 como una alternativa a la crisis del campo y se convirtió en un clásico de la provincia.

22. Oír el bramido del ciervo en La Pampa
En el Parque Luro, a 35 km de la capital pampeana, entre marzo y abril tiene lugar la temporada de brama de los ciervos colorados, momento en el que dejan la profundidad del monte de caldén para aparearse. La brama es un grito fuerte, medio desesperado y áspero a través del cual los ciervos marcan territorio y mantienen unido al harén con el que se aparean. Con guías del parque y en silencio, se realizan salidas que duran dos horas, a sitios estratégicos para observar y escuchar ciervos.

23. Comer en el puerto de Mar del Plata
Hace tiempo que sus alfajores más tradicionales se consiguen hasta en San Pablo, y casinos hay de sobra en todo el país, de manera que algunos íconos marplatenses quedaron algo relegados. Pero el puerto se mantiene firme en toda visita a la mayor ciudad playera del país, porque es uno de los mejores lugares para deleitarse con frutos de mar. La contemplación de coloridos barcos pesqueros y la interacción con lobos de mar que se suben hasta a los muelles se completa siempre con una parada gastronómica, en alguno de los restaurantes propios del puerto o, a veces mejor, de los alrededores.

24. Dormir en un observatorio sanjuanino
Mirar por un telescopio del Complejo Astronómico El Leoncito es una buena forma de aprovechar uno de los cielos más claros. Si bien alcanza con elevar la mirada en cualquier momento de la noche para disfrutar de una increíble imagen en negro y blanco, los detalles se aprecian con el telescopio y la información especializada. El observatorio está en el Parque Nacional El Leoncito, en el sudoeste de San Juan. Para que la visita resulte inolvidable, lo mejor es quedarse a dormir en el complejo, donde ofrecen habitaciones sencillas y tan blancas como en una base espacial. La comida es casera y se comparte con los científicos. Cuesta 200 pesos por persona en habitación doble. Reservas: kdominguez@casleo.gov.ar y (0264) 4213653. www.casleo.gov.ar

25. Cruzar los Andes a caballo
La gran epopeya de San Martín de atravesar la Cordillera a caballo para liberar a Chile es una ruta cada vez más codiciada por los aventureros extremos. Los programas son de entre 8 y 9 días en la montaña, a caballo, durmiendo en carpa y en alturas que llegan a los 4500 metros. Apenas un puñado de operadores realiza esta travesía con salidas entre diciembre y febrero. Tarifa de los servicios terrestres, sin incluir el viaje a Mendoza, 1800 dólares.

26. Subir el Aconcagua
Si bien llegar a los 6962 metros, la cumbre del Aconcagua, el cerro más alto de América, está lejos de ser una actividad para todos, existen opciones turísticas y más accesibles: los trekkings a los campamentos base por el sector inferior de la montaña. El trekking a Plaza Francia, de tres días, permite a los visitantes contemplar el Aconcagua de la forma más impresionante: se ven de cerca 3000 metros de pared de hielo y roca. El otro camino, hacia Plaza de Mulas, que se combina con el de Plaza Francia y dura siete días, coincide con la ruta habitual de los que ascienden hacia la cumbre. En este caso se camina por una quebrada larga. La temporada de ascenso va del 15 de noviembre al 15 de marzo. Los permisos se tramitan en el Centro de Visitantes del Parque General San Martín. http://www.aconcagua.mendoza.gov.ar/

27. Agarrarse fuerte en el Río Mendoza
Remar de manera sincronizada, esquivando piedras y saltando los rápidos del río a toda velocidad... Las salidas de rafting son garantía de diversión. Hay varios ríos en el país para practicarlo, por ejemplo el Mendoza, en el norte de la provincia, en dos sectores, desde Uspallata hasta Potrerillos, y en Cacheuta.
Las categorías de los rápidos varían entre I (fácil) y IV (difícil), según la época del año. En verano, por el aumento del caudal de agua, es la temporada más vertiginosa. Las salidas más cortas cuestan entre 100 y 120 pesos con traslado desde la ciudad de Mendoza.

28. Entrar en la Caverna de las Brujas
Como en un viaje al centro de la tierra, la Caverna de las Brujas, a 75 km de Malargüe, en el sur de Mendoza, se recorre entre estalactitas, estalagmitas, pasadizos, silencio y oscuridad. La caverna se formó a partir del constante aporte de agua de filtración, que penetró por fisuras en las rocas, entre 70.000 y 30.000 años atrás. El recorrido, que dura aproximadamente dos horas y se hace con guías, requiere de buen estado físico para pasar por lugares pequeños y trepar rocas. Es necesario solicitar turno en la Dirección de Turismo. Tarifa: 30 pesos. www.malargue.com

29. Despertar entre viñedos mendocinos
Con el gran auge del enoturismo de los últimos diez años, las bodegas no sólo abrieron sus puertas para visitas guiadas y degustaciones, sino que en muchos casos incorporaron también hotelería. Gran acierto: dormir y despertar entre viñedos, en pequeñas posadas boutique, es la consagración de la experiencia vitivinícola. Los caminos del vino en Mendoza no serían lo mismo sin bodegas o wine lodges donde alojarse, como Club Tapiz (Maipú), Cavas (Agrelo), Posada Baquero (Coquimbito), Terrazas de los Andes (Perdriel) y Vistalba (Luján de Cuyo). Las tarifas, entre 400 y 1200 pesos.

30. Bajar la pista Marte, en el Complejo Las Leñas
Marte es la pista de esquí más famosa del país, temida y respetada hasta por los más experimentados deportistas. Estrecha, ventosa y empinadísima, son 24 km de adrenalina a través de un cañón flanqueado por paredes de hielo y rocas filosas, una invitación a las sensaciones más extremas. Todo esquiador que se precie quiere dejar su huella aquí.












31. Perderse en el Parque Nacional Sierra de las Quijadas
El Parque Nacional Sierra de las Quijadas, 120 km al noroeste de San Luis capital, y desde hace poco a cargo de la comunidad huarpe, también es conocido como el Gran Cañón del Colorado en miniatura. En sus 150 mil hectáreas habitaron hace millones de años varias especies de dinosaurios y pterosaurios (reptiles voladores). Este santuario natural hoy se destaca por sus fósiles milenarios, acantilados de 250 metros de altura, galerías sin salida, paredes abruptas y caprichosas formaciones de piedra. Los amantes del trekking pueden optar entre tres tipos de circuitos para dejarse perder en esta desolación de abismos, precipicios y atardeceres de rojo furioso.

32. Bucear con lobos marinos en Península Valdés
Es difícil imaginar que un animal con tan pocos trucos escénicos fuera del agua pueda ser tan simpático cuando se encuentra con un buceador. Península Valdés es centro del buceo en el país, con una fauna marina impresionante. La ballena franca es la gran protagonista, pero a veces también reticente a las visitas con máscara de snorkel. El tema con los lobos es distinto, ya que se acercan casi siempre cuando andan por la zona. Primero, con cautela; luego ganan confianza y se ponen cara a cara e incluso pueden terminar como compañeros de recorrido. En Puerto Madryn y Puerto Pirámides hay muchísimas agencias con bautismos submarinos (desde $ 180).

33. Manejar por la ruta de los Siete Lagos
Los 110 kilómetros que separan Villa La Angostura de San Martín de los Andes, por la ruta nacional 234, hay que recorrerlos despacio y con los ojos bien abiertos. La famosa ruta de los Siete Lagos serpentea entre caminos sinuosos, bosque y los esperables... siete lagos: Correntoso, Espejo, Pichi Traful, Villarino, Falkner, Hermoso y Machónico. El circuito se puede hacer en excursión, auto, moto e incluso en bicicleta, con sectores asfaltados y otros de ripio. Evitar el invierno, porque puede estar nevado. Una buena alternativa es hacer el camino de regreso por el Paso del Córdoba.

34. Sacar una trucha en el río Chimehuín
Los fanáticos de la pesca con mosca seguramente lo conocen a la perfección. El río Chimehuín, que nace en el lago Huechulafquen y pasa por Junín de los Andes, en Neuquén, es famoso por la calidad de las truchas que se obtienen, algo así como el lugar para el fly casting. Aunque se pesca en sus 50 kilómetros de largo, el mejor sitio es la boca, 500 metros a ambas márgenes del lago Huechulafquen. Las capturas habituales son de piezas de entre 2 y 4 kilos, aunque se sacaron truchas de hasta 11. Por supuesto, la modalidad es pesca con devolución, por lo que las truchas deben volver vivitas y coleando al agua. La temporada de pesca empieza cada año el 1° de noviembre y finaliza el 1° de mayo.

35. Refugiarse en Bariloche
Llegar hasta un refugio de montaña en los alrededores de Bariloche y pasar allí la noche es una perfecta combinación de emociones. Primero, la aventura de caminar en ascenso de 4 a 7 horas, según los senderos y el estado físico. Para los montañistas es simple; para los que no lo son, la dificultad máxima es la cantidad de horas de recorrido y algunas pendientes con piedras. Estos refugios integran el Club Andino Bariloche (CAB), y los más buscados son Frey, Yacob y Laguna Negra. Llegar hasta ellos es encontrarse con lagunas en altura y picos al alcance de la mano. También, compartir la tarde junto al fuego, comer algo caliente mientras el viento sopla afuera, y dormir en camas, bolsas o cuchetas. Pasar la noche cuesta unos 35 pesos en espacios para compartir; la comida por persona, de 35 a 50, y el uso de la cocina, 10 o 15. El ascenso es gratis; hay que informar antes de la partida; ver más en www.clubandino.org

36. Tomar el té en el Llao Llao
A la hora de la merienda, el tradicional hotel de Bariloche, construido en 1938 por Alejandro Bustillo, sirve una mesa famosa y exquisita. Desde el jardín de invierno, con impresionantes panorámicas de la cancha de golf y del lago Nahuel Huapi, el clásico Té Llao Llao incluye jugos, infusiones y una selección de la mesa buffet de tortas. Se sirve de 16 a 19. Tarifa: $ 104 por persona. Reservas, (02944)-448530 o por mail a reservasrestaurant@llaollao.com.ar




37. Caminar por el Chaltén
Este pueblo santacruceño, a 220 kilómetros de El Calafate, en Santa Cruz, es la Capital Nacional del Trekking. Desde el centro se abren senderos en todas las direcciones para perderse entre glaciares, ríos, lagos, y bosques de lengas y ñires. Algunos fáciles, para recorrer en un día, y otros más exigentes por el hielo, y se necesitan varias jornadas, pero todos con paisajes impresionantes. Los circuitos de trekking más conocidos son Laguna Torre (por el valle del río Fitz Roy), Campamento Poincenot (el camino remonta el río El Chorrillo), Laguna de los Tres (al pie del Fitz Roy) y Piedra del Fraile (se camina por el valle del río Eléctrico hasta el campamento). Mejor época, entre octubre y marzo. http://www.elchalten.com/

38. Pisar el glaciar Perito Moreno
Aunque se lo vea desde las pasarelas o en barco, la sensación de caminar sobre el lomo del glaciar Perito Moreno, en el Parque Nacional Los Glaciares, a 80 km de El Calafate, es incomparable. La caminata sobre el hielo se realiza con grampones, como una suela con varias puntas de hierro en la base que se pone debajo de las zapatillas. Se camina tras los guías, todos en hilera por hielo seguro. Durante el recorrido, de casi dos horas, se ven grietas, seracs, sumideros y pequeñas lagunas. Para finalizar, un brindis con hielo milenario. Tarifa: 500 pesos por persona, con traslado incluido. Se realiza entre agosto y fines de mayo. www.hieloyaventura.com

39. Navegar por el Beagle
Si llegar al fin del mundo significa todo un mérito, navegar por sus canales no es un logro menor. Desde Ushuaia, hay diversas opciones para embarcarse y explorar el Beagle: paseos diarios como los que ofrecen Rumbo Sur y Tokeyén. Las salidas del pequeño barco Tres Marías. También, veleros particulares que proponen la excursión. Y la compañía Australis, que este año estrena el Stella y realiza expediciones de varios días por los canales fueguinos, con un imperdible descenso en el mítico Cabo de Hornos y charlas sobre los viajes de Charles Darwin para ponerse en clima. http://www.australis.com/

40. Conocer las Islas Malvinas
Uno de los viajes más particulares y lleno de sensaciones que pueda encarar un argentino. Desde las calles del pueblo hasta algún campo de batalla de la guerra de 1982, o incluso alguna estancia perdida en los confines de la isla Soledad, el archipiélago es un mundo aparte, donde se superponen paisajes únicos con amargos recuerdos, una cultura con cierto grado de exotismo y una naturaleza que parece imponerse a todo. Desde Punta Arenas, Chile, LAN opera un vuelo todos los sábados (tarifa desde Santiago, 972 dólares, más impuestos). Pero la mayoría de los turistas llega allí por alguna de las líneas de cruceros, que luego siguen rumbo a la Antártida y Valparaíso. Por ejemplo, Princess tiene un itinerario de diez días entre la Patagonia argentina y los fiordos chilenos, con escala en Malvinas, por 1779 dólares por persona, incluyendo aéreo hacia el puerto de salida o llegada, según el caso, más todas las comidas e impuestos. No incluye propinas ni excursiones, como la visita al cementerio argentino de Malvinas, de unas tres horas y media. Salidas: 26 de enero, 13 de febrero y 23 de febrero.

Fuente: Este listado fue confeccionado por la redacción de Turismo con aportes de profesionales del sector consultados y de la comunidad de LANACION.COM - Modificado por Desarrollo y Defensa

Contaminación: Sacan del país miles de pilas en desuso

Por Laura Rocha - La Nación
Compromiso empresario para hacerse cargo del tratamiento y del destino final del material

Las diez toneladas de pilas que el gobierno porteño recolectó en una campaña durante 2008 y que tiene guardadas en un depósito serán exportadas para su tratamiento por la empresa Procter & Gamble, importadora de las pilas Duracell, y la compañía Energizer.
Las empresas se comprometieron después de una campaña que realizó la organización ambientalista Greenpeace y de que la Agencia de Protección Ambiental porteña las convocara para encontrar una solución al destino de este material tóxico acopiado por el Estado local. Cabe recordar que el gobierno porteño intentó enviar esas baterías a un relleno de seguridad en Córdoba, pero, por presión de los vecinos que rechazaron este envío, no pudieron disponerlas allí. Luego, y conflicto político mediante, la agencia tampoco pudo enviar las pilas a rellenos de seguridad en la provincia de Buenos Aires.

Greenpeace inició hace un mes una campaña en la vía pública y en Internet, destinada a exigir a todas las empresas importadoras de pilas y baterías que se responsabilizaran por las pilas acopiadas y las exportaran para su reciclado. "Es muy importante que las empresas productoras o importadoras de esta clase de productos comiencen a hacerse responsables de sus residuos como sucede en otros países", dijo Yanina Rullo, de la Campaña de Residuos Electrónicos de Greenpeace.

"La industria ha respondido a la solicitud formulada por la agencia para solucionar el problema de las diez toneladas de pilas recolectadas por el gobierno de la ciudad. Nuestra empresa está dispuesta a trabajar conjuntamente con el gobierno, con organismos técnicos y con las ONG para acordar un texto de un proyecto de ley nacional [que regule el destino de la basura electrónica]", indicó Procter & Gamble mediante un comunicado.

El gerente general de Energizer, Luis Fezza, se manifestó en el mismo sentido: "Habíamos recibido la inquietud de la agencia y hemos ofrecido nuestro soporte en todos los términos, incluidos los recursos, para dar una solución ambiental". En el gobierno porteño indicaron que, en los próximos días, convocarán a las empresas para evaluar cómo serán los procesos y los plazos para atender la cuestión.

Opinión: La era de las megalópolis ha comenzado

Por Parag Khanna - Foreign policy
Más de la mitad de la población mundial vive en las ciudades y esa tendencia crece rápidamente. Tiempo, tecnología y crecimiento poblacional han acelerado masivamente el advenimiento de esta nueva era. En el siglo XXI serán las ciudades y no los Estados los que dominen el mundo
Foto: El proyecto HafenCity

El siglo XXI no será dominado por Estados Unidos o China, Brasil o la India, sino por las ciudades. En una era que aparece cada vez más inmanejable, las ciudades y no los Estados se están convirtiendo en las islas administrativas sobre las que se construirá el futuro orden mundial. Este nuevo mundo no es -y no será- tanto una aldea global como una red de aldeas distintas.

El tiempo, la tecnología y el crecimiento poblacional han acelerado masivamente el advenimiento de esta nueva era urbanizada. Más de la mitad del mundo vive ya en ciudades y el porcentaje va en rápido aumento. Pero sólo 100 ciudades dan cuenta del 30 por ciento de la economía mundial y de casi toda su innovación. Muchas son capitales del mundo que han evolucionado y se adaptaron a través de siglos de dominación: Londres, Nueva York, París. La economía de la ciudad de Nueva York por sí sola es mayor que la de 46 naciones subsaharianas sumadas. Hong Kong recibe más turistas anualmente que toda la India. Estas ciudades son motores de globalización y su vitalidad perdurable se basa en el dinero, el conocimiento y la estabilidad. Hoy son verdaderas Ciudades Globales.
Al mismo tiempo una nueva categoría de megaciudades emerge en el mundo. Todo lo que se vio hasta ahora queda empequeñecido por ellas. Un flujo masivo de gente no sólo alimentó el crecimiento de ciudades existentes, también creó otras casi de la nada y a una escala nunca antes imaginada, desde las ciudades factoría de la provincia de Guangdong en China hasta las "ciudades del conocimiento" artificiales que se yerguen en el desierto árabe. El rasgo distintivo de esta nueva era urbana serán las megalópolis, cuya población se mide en decenas de millones, con líneas de rascacielos que se extienden por todo el horizonte.

Ni la política de equilibrio de potencias del siglo XIX ni los bloques de poder del siglo XX sirven para entender este nuevo mundo. En cambio, tenemos que mirar hacia atrás casi mil años, a la era medieval en la que ciudades como El Cairo y Hangzhou eran los centros de gravedad globales y expandían su influencia confiadamente hacia el exterior, en un mundo sin fronteras. Cuando Marco Polo partió de Venecia por el emergente Camino de la Seda, destacó las virtudes, no de los imperios, sino de las ciudades que los hacían grandes. Admiró los viñedos de Kashgar y la abundancia material de Xi´an, e incluso predijo -correctamente- que nadie creería su relato de la riqueza comercial de Chengdu. Es bueno recordar que la Edad Media sólo fue oscura en Europa; en cambio, fue la época de apogeo de la gloria árabe, musulmana y china.
Ahora como entonces, las ciudades son los verdaderos imanes de las economías, las que innovan en materia política y, cada vez más, los motores de la diplomacia. Las que no son capitales actúan como si lo fueran. En este nuevo mundo, las ciudades no obedecen las mismas reglas del viejo compacto de naciones: escriben sus propios códigos de conducta oportunistas, animadas por la necesidad de eficiencia, conectividad y seguridad por encima de todo.

Nueva York y Londres juntas siguen representando el 40 por ciento de la capitalización de mercado global. Pero si uno mira el mapa económico hoy se hace evidente un cambio importante. Los centros financieros del Pacífico asiático -Hong Kong, Seúl, Shangai, Sidney y Tokio- apalancan la globalización, dando impulso a una asiatización en aceleración creciente. El dinero de todo el mundo inunda estas capitales pero tiende a quedarse en Asia. Un fondo monetario asiático ahora da estabilidad a las divisas de la región y el comercio dentro de Asia ha crecido hasta hacerse mucho mayor que el que se da a través del Pacífico. En vez de vuelos largos, aquí la historia es de líneas aéreas de bajo costo que conectan viajeros desde Ulán Bator pasando por Kuala Lumpur hasta Melbourne.
Hamburgo y Dubai ya han forjado una asociación para fortalecer los vínculos navieros y la investigación en ciencias de la vida, mientras que Abu Dhabi y Sinagapur han conformado un nuevo eje comercial. Nadie espera permiso de Washington para hacer acuerdos. Los apareamientos entre ciudades globales siguen a los mercados: por caso, los nuevos vuelos directos de Doha a San Pablo de Qatar Airways o la ruta Buenos Aires-Johannesburgo de South African Airways.

Por otra parte, están también las megaciudades, zonas urbanas superpobladas que son mundos en sí mismos. Tenemos que acostumbrarnos a la idea de casi 100 millones de personas concentradas en torno de Mumbai o Shangai. Se proyecta que en las próximas dos décadas más de 275 millones de personas, una población casi equivalente a la de Estados Unidos, se mudarán del campo a las populosas ciudades de la India. En pocas décadas el desarrollo urbano de El Cairo se ha extendido tanto del centro de la ciudad que ya se acerca a las pirámides, a 22,4 kilómetros de distancia, lo que hace a esos monumentos y la Esfinge mucho menos exóticos que cuando mi padre estuvo allí en 1970, con solo las pirámides y un camello a la vista.
Tomado en conjunto, el advenimiento de centros globales y megaciudades nos obliga a repensar si el nuevo prerrequisito para participar en la diplomacia global es la soberanía o el poderío económico del Estado. La respuesta es por supuesto que se necesitan ambas cosas, pero mientras la soberanía se va erosionando y cambia, las ciudades compiten hoy por la influencia global junto a los Estados.

La investigadora de la universidad de Columbia, Saskia Sassen, ha sido quien más contribuyó a pensar cómo la ventaja urbana se traduce en grandes estrategias. Como escribe en La ciudad global , tales lugares son particularmente aptos para traducir su poder productivo en "la práctica del control global". Sus trabajos académicos han rastreado la manera en que las ciudades en gran medida autónomas de la Europa del Renacimiento, tales como Brujas y Amberes, innovaron con los marcos legales que permitieron crear las primeras bolsas transnacionales, lo cual preparó el terreno para el crédito internacional y los antecesores de las actuales redes de operaciones financieras.

Entonces, como ahora, las naciones e imperios no refrenaban a las ciudades: eran meros filtros para las ambiciones globales de las ciudades. Las cadenas de oferta y los flujos de capitales que vinculan hoy a las ciudades se basan en relaciones internacionales similarmente desnacionalizadas. Como argumenta Sasen, en las ciudades no se puede establecer divisiones ingenuas entre el Estado y el sector privado: trabajan juntos o la ciudad no funciona.
Basta ver la manera agresiva en que ciudades chinas han comenzado a dejar de lado a Pekín, enviando delegados en masa a conferencias y ferias, donde pueden atraer inversiones extranjeras. Se prevé que para 2025 China tendrá 15 superciudades con una población promedio de 25 millones (Europa no tendrá ninguna). Muchas tratarán de emular a Hong Kong, que si bien ha vuelto a ser una ciudad china en vez de un protectorado británico, sigue definiéndose en gran medida a partir de sus diferencias con China continental. ¿Qué pasaría si todas las superciudades chinas comenzaran a actuar de esa manera? ¿O qué pasaría si otras áreas del país comenzaran a exigir los mismos privilegios que Dalian, el centro tecnológico del noreste que se ha convertido en uno de los enclaves más liberales del país? ¿Pekín realmente dirigirá a China en ese caso?

Incluso el estado-imperio más centralizado de hoy podría sucumbir ante sus ciudades. Ya pasaron los tiempos de Mao, en los que alzamientos campesinos podían dominar colectivamente a la nación. Hoy el control de las ciudades y no del campo es la clave del Reino Medio. Lo mismo vale para las frágiles naciones poscoloniales de Africa. La tasa de urbanización africana se aproxima a la de China y el continente ya tiene casi tantas ciudades con un millón de habitantes o más como Europa.

Décadas de despotismo y guerras civiles no han generado gobiernos que puedan contener países enteros. En vez de ello, estos países parecen ir rumbo a la división, con las nuevas fronteras que siguen y rodean a las principales ciudades que son sus centros de gravedad, como Juba en el sur de Sudán y Kinshasa en el Congo. O quizás las fronteras no necesiten cambiar, sino más bien desvanecerse, siempre que la gente local tenga acceso a la ciudad grande más cercana, no importa en qué "país" se encuentre. Al fin de cuentas, es así como funcionan las cosas realmente, aunque nuestros mapas no reflejen siempre esta realidad.
La ambición urbana se expresa hoy desde nuevos distritos de negocios, pasando por zonas económicas especiales, hasta nuevas ciudades recién aparecidas en el mapa. Sentado recientemente en el sitio de una obra en las orillas del río Elba, hablé con Jürgen Bruns-Berentelg, CEO del proyecto HafenCity de Hamburgo. Veterano de la rediseñada futurista Potsdamer Platz de Berlín, ha resucitado la abandonada costanera industrial de Hamburgo convirtiéndola en una eficiente isla con mucho empleo y agradable para las familias, integrada a esta ciudad alemana revitalizada. "Hemos pasado del diseño urbano arbitrario al diseño curado", me dijo confiadamente.

Así como Hamburgo fue en un tiempo un centro comercial poderoso de la Liga Hanseática medieval debido a su proximidad con el Mar Báltico, las nuevas terminales portuarias amplias de HafenCity buscan capitalizar los patrones comerciales cambiantes para quedarse con una mayor porción del mercado naviero global masivo. Pero HafenCity también está diseñada para albergar industrias del siglo XXI. Compañías globales tales como Procter & Gamble han trasladado sus sedes regionales a edificios que son tan ecoeficientes que sus inodoros no usan agua. "Tanto para las empresas como para los residentes -señaló Bruns-Berentelg-, mudarse a HafenCity es más que una decisión inmobiliaria, es la elección de un estilo de vida". Funcionarios de Rotterdam, Toronto y otras ciudades progresistas vienen a aprender de HafenCity, cuyos residentes son en un sentido los pioneros de la renovación urbana del mundo occidental, que no puede darse el lujo de construir ciudades de cero.
Africa, en cambio, sí puede hacerlo, y eso es precisamente lo que propone el economista de la Stanford University, Paul Romer. Su iniciativa de "Ciudades Charter" apunta a ayudar a países pobres a saltar etapas para meterse directamente en la era urbana abrazando una idea muy similar a la de las escuelas charter: reservar un terreno, darle estatus administrativo y flexibilidad especiales (tal como hizo China al alquilar Hong Kong a Gran Bretaña) y entonces dejar que los expertos la dirijan sin interferencias.

Romer está en conversaciones con países de Africa en busca de un candidato dispuesto a proveer tierras para un proyecto piloto; su plan tiene el potencial de transformar la fortuna de todo un país. Llegue o no a algo su sueño utópico -y para algunos, neocolonial-, algunos lugares ya han experimentado exitosamente por su cuenta: la provincia de Guangdong de China ha tenido zonas económicas especiales por décadas, para evitar la traba de las burocracias rígidas en favor de un gobierno paraestatal pro empresas. La Ciudad Económica Rey Abdullah, en Arabia Saudita, o Binh Duong, en Vietnam, están copiando ese modelo ahora.

Las ciudades charter son la versión para pobres del proyecto Songdo, de Corea del Sur, de US$ 40.000 millones, que promete definir una nueva categoría al completarse en 2015. Promocionado como el proyecto privado más costoso de la historia, Songdo es más que un nuevo distrito empresarial o zona económica; será la primera ciudad sensible, ya que usará tecnologías de comunicación avanzadas para hacer la vida totalmente interactiva desde los hogares, pasando por las escuelas, hasta los hospitales.
Las 300 nuevas ciudades que China tiene planificadas, según se estima, son una inmensa oportunidad de mercado para los constructores ecologistas como Gale International -que encabeza el proyecto Songdo- para desplegar planes urbanísticos favorables al medio ambiente. Por cierto, Songdo bien podría ser la señal más destacada de que podemos -y quizás debamos- alterar el diseño de la vida. Las ciudades son los lugares donde más activamente estamos experimentando con esfuerzos por salvar al planeta de nosotros mismos.

El ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, ha reunido a los alcaldes de 40 ciudades grandes para construir una red de las mejores prácticas con el fin de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La producción agrícola vertical, de moda desde hace mucho en Tokio, se está extendiendo a Nueva York; se está copiando en América del Norte el sistema eléctrico de tránsito masivo de Curitiba en Brasil; Cisco está incrustando sensores en los semáforos de Madrid para liberar a la ciudad del tránsito. La consultora McKinsey recientemente estimó que, si la India impulsa la urbanización de manera eficiente en términos ecológicos, no solo hará un país más saludable, sino que elevará la tasa de crecimiento de su PBI entre 1 y 1,5 por ciento.
De este modo, un mundo de ciudades puede generar un ciclo de competencia virtuosa. Como ha explicado el geógrafo Jared Diamond, los siglos de fragmentación europea significaron que sus muchas ciudades compitieran para superarse unas a otras en innovación y hoy comparten esos avances, haciendo de Europa la zona transnacional más tecnológicamente desarrollada del planeta.

Dicho simplemente, lo que sucede en nuestras ciudades importa más que lo que sucede en cualquier otro parte. Las ciudades son los laboratorios experimentales del mundo y, por tanto, una metáfora para una era incierta. Son al mismo tiempo el cáncer y las bases de nuestro mundo en red, a la vez el virus y el anticuerpo. Desde el cambio climático, pasando por la pobreza e incluso en términos de desigualdad, las ciudades son el problema y la solución. Responder correctamente a la cuestión urbana podría significar la diferencia entre un futuro brillante lleno de HafenCitys y Songdos y un mundo que semeje más los rincones más oscuros de Karachi y Mumbai.

Fuente © Foreign Policy - Traducción de Gabriel Zadunaisky
El autor es investigador asociado de la New America Foundation y autor de How to Run the World ("Cómo gobernar el mundo"), de próxima edición.

El proyecto HafenCity
- Usinas económicas: Las nuevas ciudades escriben sus propios códigos y definen su economía. Las terminales portuarias de esta ciudad diseñada en Hamburgo buscan capitalizar los nuevos patrones comerciales y quedarse con una mayor porción del mercado naviero global.
- Pioneras de la renovación urbana: Funcionarios de Rotterdam, Toronto y otras ciudades progresistas vienen a aprender de HafenCity, cuyos residentes son los pioneros de la renovación urbana del mundo occidental, que no puede darse el lujo de construir ciudades desde cero.
Songdo: 40.000 millones de US$ - El proyecto de Corea del Sur, promocionado como el desarrollo privado más costoso de la historia, estará listo en 2015.
- Teconología y medio ambiente: Será la primera ciudad sensible, ya que usará tecnologías de comunicación avanzadas para hacer la vida totalmente interactiva desde los hogares, pasando por las escuelas, hasta los hospitales.
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