El lunes el presidente Mauricio Macri presentaría un plan para las fuerzas armadas argentinas que se desarrollaría a lo largo de cinco años. Aunque no hay certezas, el ministro de Defensa dijo en diversas oportunidades que el país tiene tres fuerzas aéreas, lo cual es un error conceptual, ya que hay una sola Fuerza Aérea Argentina y las otras dos fuerzas armadas —el Ejército y la Armada— solo poseen aeronaves para tareas tácticas.
Un poco de historia
La aviación militar argentina nació el 10 de agosto de 1912, en el seno del Ejército Argentino, al crearse la Escuela de Aviación Militar. Desde sus comienzos, la aviación militar estuvo separada de la aviación naval por una sencilla razón, las misiones de ambas eran diferentes: la Aviación de Ejército fue concebida como un arma más del Ejército, mientras que la aviación naval se desarrolló de acuerdo con las particularidades de la guerra en el mar. La Aviación del Ejército fue evolucionando conforme a la tecnología y al pensamiento estratégico vigentes hasta que, en 1937, se creó el Comando de Aviación de Ejército. En todo el mundo el poder aéreo adquirió mayor relevancia hasta ser un factor trascendental en el campo de batalla. El desenlace de este proceso fue la creación del Comando en Jefe de Aeronáutica, el 11 de febrero de 1944, que reunió todas las dependencias militares relacionadas con la aviación, excepto la Aviación de la Marina de Guerra. Así nació realmente Fuerza Aérea Argentina (FAA). La nueva fuerza se concentró en la proyección del poder aéreo, para ello adoptó el enfoque estratégico de doblegar al enemigo atacando sus principales recursos conforme a las teorías de poder aéreo de la época y relegó roles tácticos como apoyar al ejército.
El surgimiento de las fuerzas aéreas no fue un fenómeno argentino, sino mundial. Aquellas aviaciones que progresivamente se constituyeron en una fuerza armada, se enfocaron en la búsqueda de la victoria a través del poder aéreo, en consecuencia, volcaron allí sus presupuestos, lo que a su turno significó que el apoyo táctico a las tropas en tierra fuera una misión secundaria. Con el tiempo, se observó que las operaciones en tierra no contaban con los medios adecuados. Esta situación obligó a los ejércitos a desarrollar unidades de aviación dedicadas a satisfacer todas aquellas necesidades que sus fuerzas aéreas dejaron de cumplir. Es así que, a poco de crearse la FAA, el Ejército incorporó aviones livianos para dirigir el fuego de su artillería de campaña y aviones de transporte para lanzar sus unidades de paracaidistas.
La razón de ser de una fuerza aérea es proyectar poder aéreo estratégico sobre un enemigo. La razón de ser de una aviación de ejército es apoyar al soldado desplegado en tierra.
Ante esa situación, se creó, el 17 de noviembre de 1956, el Comando de Aviación de Ejército dentro del Ejército Argentino y se estableció un programa de equipamiento sobre la base de helicópteros —un recurso que resultó fundamental y alcanzó su madurez en la década del 60— y también aviones.
Malvinas y sus lecciones
Para 1980, el Ejército Argentino contaba con un Batallón de Aviación de Combate equipado con una moderna flota de helicópteros y una Compañía de Aviación con aviones de comando y enlace, y de transporte aéreo logístico (responsable de servir a la fuerza en proximidades de la línea del frente allí donde, por doctrina, las unidades de transporte aéreo táctico de la FAA no operarían). Este tipo de unidades permiten a la conducción terrestre incidir rápidamente (en horas, no días) en una operación en desarrollo. Esta es otra gran razón por la cual la mayoría de los ejércitos tienen unidades de aviación orgánicas: operan directamente de acuerdo con las prioridades del ejército. Conceptualmente, la aviación de ejército es un subsistema integrado a un sistema mayor para la ejecución de misiones tácticas (no estratégicas), lo cual permite al "sistema ejército" funcionar eficientemente. Los ejércitos modernos se contrajeron en tamaño durante los últimos 25 años gracias a la posibilidad de multiplicar la potencia de los regimientos, saltando por sobre los accidentes geográficos del terreno, prescindiendo de las vías de comunicación tradicionales y extendiendo su capacidad para detectar y doblegar las fuerzas enemigas antes que puedan desarrollar sus planes.
Contar con aviación de ejército permite al Ejército incidir rápida y decisivamente en las operaciones que desarrolla. Al ser medios terrestres, se emplean de acuerdo con las prioridades de la conducción terrestre.
En Malvinas, el uso táctico de prácticamente todo el Batallón de Aviación de Combate 601, dadas las limitaciones que impuso la geografía de las islas, demostró que el criterio de tener medios aéreos propios es el adecuado. Una de las enseñanzas más firmes que obtuvo el Ejército de aquel conflicto, y la que guió su evolución posterior, fue la necesidad de incrementar la cantidad y la magnitud de sus organizaciones de aviación. Por eso, desde 1986 hasta principios de 2000, se adquirieron 29 helicópteros de distintos modelos. Esta incorporación de aeronaves permitió desplegar pequeñas fracciones en todo el país, lo que facilita no solo el apoyo a las tropas, sino también proporcionar una rápida respuesta a la comunidad en el caso de catástrofes naturales. Los aviones comprados en los últimos años permitieron al Ejército recuperar la capacidad para realizar evacuaciones aéreas de pacientes, transporte de cargas urgentes para las tropas desplegadas y reasumir la misión de adiestrar a sus unidades de paracaidistas.
Por su parte, después de una destacada actuación en el conflicto con su aviación de ataque y también con sus helicópteros, la Armada continuó incorporando aviones para patrullaje marítimo (en la paz, útiles para patrullar el amplio litoral marítimo) y helicópteros que integran la dotación de sus buques, los que por su naturaleza son operados por marinos especialmente adiestrados.
La Fuerza Aérea orientó sus compras a potenciar su flota de helicópteros, los que son empleados para la búsqueda de tripulaciones derribadas, y también en misiones de paz.
¿Qué pasaría si todos los medios se concentran en una sola fuerza?
Periódicamente surge la idea de concentrar todos los medios supuestamente afines en una sola fuerza, por caso, la FAA; todas las embarcaciones y los buques en la Armada y todo lo que no vuela ni navega en el Ejército, se argumenta que esto permitiría ahorrar recursos, lo cual no es necesariamente cierto. En la guerra las operaciones de las fuerzas armadas tienen que estar coordinadas, sin embargo, cada una tiene un rol distinto y las necesidades tácticas demandan, como se ha dicho, que cada fuerza disponga de medios aéreos específicos para lograr los objetivos estratégicos que junto con las demás fuerzas debe alcanzar.
Cuando se habla de centralizar los medios supuestamente afines, no se tiene en cuenta que cada fuerza tiene una idiosincrasia y un espíritu de cuerpo particular con las organizaciones propias, compuestas por personal identificado con estas y conocedores de la forma de empleo de sus camaradas de armas. La experiencia bélica mundial señala que mezclar individuos de tropa de diferentes orígenes en una sola fracción orgánica no ha resultado; se deben integrar organizaciones y medios, no individuos; el elemento mínimo de integración de tropas es la unidad (un regimiento, buque, escuadrón aeromóvil), en las que sus integrantes han desarrollado espíritu de cuerpo, conocimiento mutuo entre ellos y experiencia de trabajo en equipo para enfrentar situaciones de alto riesgo que pueden implicar pérdidas de vidas.
En la Argentina existe una sola fuerza aérea y así debe ser, las otras dos fuerzas solo tienen organizaciones y medios que se desplazan por el aire, pero que son intrínsecamente propios y parte indivisible de cada una de ellas y su concentración en una sola fuerza afectaría seriamente su efectividad. En otras palabras: es posible que en un conflicto futuro el hecho de que cada fuerza tenga aeronaves no asegure la victoria, pero es más que seguro que el no tenerlas contribuirá a la derrota.
El autor es licenciado en Ciencias Políticas, máster en Economía y Ciencias Políticas, fue oficial del Ejército Argentino y piloto militar.