Por PEPE CERVERA -El Confidencial
Desde los desastrosos primeros M-16 estadounidenses al aborrecimiento generalizado del INSAS indio, los fusiles de asalto están entre las partes de su equipo más odiadas por el soldado de a pie
Foto: Un marine americano dispara un fusil M16A4
Un chascarrillo habitual en el ejército estadounidense recomienda a los soldados ser cuidadosos con su armamento recordando que lo ha construido el fabricante más barato. Quizá por eso, o tal vez porque es una de las piezas de equipo más utilizadas por el soldado moderno, el fusil de asalto, arma individual por excelencia, es objeto de quejas y protestas en casi todos los ejércitos del mundo.
Desde los desastrosos primeros años del M-16 estadounidense en la Guerra de Vietnam a los problemas de los G36 alemanes (que también usa el ejército español) o los SA80 británicos en Afganistán, pasando por la larga historia de defectos del FAMAS francés o el aborrecimiento generalizado del INSAS indio, los fusiles de asalto están entre las partes de su equipo más odiadas por el soldado de a pie.
El fusil de asalto moderno es un compromiso entre volumen de fuego y potencia de disparo que, para funcionar adecuadamente, depende de un complejo sistema tecnológico de arma y munición. El primer fusil de asalto de la historia, abuelo de todos ellos y antecesor directo de modelos como el ya descartado CETME español, fue el Sturmgewehr 44 (StG44) diseñado por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. El objetivo era combinar el volumen de fuego de los subfusiles o metralletas con el alcance y la precisión de los fusiles obteniendo un arma de mayor potencia que un subfusil pero capaz de disparar en automático.
El primer fusil de asalto de la historia, abuelo de todos ellos, fue el Sturmgewehr 44 (StG44) diseñado por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial. Para ello, hubo que diseñar munición de calibre similar a la del fusil pero con menor carga y con características especiales. El resultado es un tipo de arma útil a distancias cortas y medias (hasta los 200-300 metros), que son las más habituales en condiciones de combate, y originó toda una nueva clase de armamento muy desarrollada en todos los países con familias como el AK-47, el M-16 o el FAL.
Desarrollos posteriores en los años sesenta redujeron el calibre de la munición, perdiendo potencia de disparo a cambio de reducir el peso y por tanto permitir al soldado llevar muchas más balas. Como producto que es de un compromiso, muchos factores pueden hacer que la combinación fusil de asalto/munición falle, sobre todo en condiciones límite como ambientes muy cálidos, presencia de polvo, arena o barro o cuando el arma se dispara seguido. Dependiendo de su diseño y de la gravedad de sus problemas, esto puede acabar costando vidas si el fusil deja de funcionar en medio de un combate. Y se han dado casos.
M-16: la mala infancia del fusil de juguete
Cuando se empezó a distribuir a las tropas estadounidenses, el M-16 parecía un arma del futuro. Con un diseño muy distinto al habitual en el que llamaba la atención el mango integrado, construido con aluminio aeronáutico y plástico y dotado con un nuevo y reducido calibre (5,56 mm) mucho más pequeño que el anterior, el M-16 pronto se ganó el apodo de 'toy gun' (fusil de juguete), en parte debido a la leyenda (falsa) de que algunas partidas habían sido construidas por el fabricante de juguetes Mattel. En realidad, el M-16 era ligero y manejable y bastante apto para el combate en la jungla de Vietnam. El problema es que se puso en servicio antes de que el ejército estadounidense estuviese preparado para sus peculiaridades.
Diseñado para reemplazar al M-14, un derivado del M-1 Garand de la Segunda Guerra Mundial, el M-16 era capaz de disparar en ráfagas una munición de calibre ligero pero balísticamente optimizada. El problema es que para hacerlo poco pesado la construcción era endeble, y que el mecanismo para el disparo en automático era susceptible de llenarse de carbonilla. El resultado fueron fusiles rotos en combate o frecuentes encasquillamientos, además complicados de resolver; en los primeros modelos había que introducir una barra por el cañón para extraer el casquillo atascado. Como consecuencia, se dieron casos de soldados que aparecían tras un combate muertos junto a varios fusiles, todos encasquillados. La mala fama que generaron estos casos nunca abandonó al M-16.
Para colmo, su rival, en aquella y en todas las guerras posteriores, era el famoso fusil de asalto ruso AK-47. Más antiguo, de construcción mucho más recia y con un mecanismo sobredimensionado, el AK-47 jamás se encasquilla, es muy robusto y dispara una bala mucho más potente (de calibre 7,62 mm). A cambio, pesa mucho más y es bastante menos preciso. En la comparación, los primeros M-16 salieron perdiendo y muchos soldados de EEUU en Vietnam optaron por recuperar el M-14 o por adoptar AK-47 capturados al enemigo.
Parte de los problemas se debían a una insuficiente limpieza del arma; de hecho, las primeras partidas distribuidas en Vietnam ni siquiera llevaban kits de limpieza, ya que el fabricante no los había considerado necesarios. Una limpieza extensa, convenientemente incorporada a las rutinas del soldado, y un mejor entrenamiento además de algunas modificaciones de diseño acabaron convirtiendo el M-16 en un sistema de armas mucho más fiable.
Las primeras partidas distribuidas en Vietnam ni siquiera llevaban kits de limpieza ya que el fabricante no los había considerado necesarios. El ejército estadounidense adoptó un modo de uso basado en disparos apuntados, que exige mayor habilidad del soldado pero resulta más eficaz que el método de 'spray and pray' (desperdiga y reza) típico de amas como el AK-47. Hoy, muchos ejércitos de la órbita estadounidense usan descendientes del M-16 que carecen de sus defectos de infancia.
SA80: el ‘bullpup’ británico
A primera vista. el fusil de asalto reglamentario en el ejército británico parece truncado. Esto se debe a que es un diseño de tipo 'bullpup' en el que la recámara del arma no está encima de la empuñadura, sino más atrás, en la culata. Esto permite un fusil de menor longitud total con la misma longitud de cañón, importante para la precisión.
Un arma más corta es más manejable, sobre todo donde hay poco espacio, como dentro de un vehículo o en combate urbano, lo que supone una ventaja. Además, el SA80 dispara munición calibre 5,56 mm y puede usar ayudas como mirillas de aumento para apuntar en condiciones de baja visibilidad. En los años ochenta, el ejército británico decidió adoptarlo para reemplazar la versión del venerable FN FAL que hasta entonces había usado.
Pero resultó que el SA80 no es un dechado de virtudes. Los primeros modelos tenían tendencia a perder piezas en el fragor de la batalla, con anécdotas sobre bayonetas caladas y otras partes que salían volando. La palanca para soltar el cargador estaba en una posición tal que era fácil activarla con el roce de la ropa, perdiéndolo. El diseño 'bullpup' impide disparar desde el brazo izquierdo so pena de recibir el impacto del casquillo expulsado en plena cara; los humos de disparo irritan la nariz y los ojos. Y los bloqueos y encasquillamientos resultaron frecuentes, sobre todo en lugares polvorientos, como descubrieron para su horror los soldados británicos en la Primera Guerra del Golfo y han redescubierto en Afganistán.
El rifle acabó siendo modificado al menos 83 veces para resolver sus problemas, incluyendo reconstrucciones completas de centenares de miles de ejemplares, pero aun así sigue siendo aborrecido por los soldados, algunos de los cuales visten camisetas con el lema "Diseñado por incompetentes, escogido por indiferentes, usado por infortunados". Las fuerzas especiales británicas, que pueden escoger sus amas, lo rechazan y usan otros modelos, y solo Bolivia y Jamaica lo adoptaron en sus ejércitos. Para el soldado británico común seguirá siendo el arma de reglamento hasta al menos 2020.
FAMAS: el clarín defectuoso
En 1981, el ejército francés decidió reemplazar sus fusiles semiautomáticos MAS-49 y los subfusiles MAT-49 por un nuevo fusil de asalto optando también por la configuración 'bullpup': el FAMAS. Instantáneamente icónico debido a la peculiar forma de su mango, que le ganó el apodo de 'clarín', el FAMAS tiene piezas plásticas para aligerar peso, incluye dentro de su peculiar mango de transporte un sistema de mira para facilitar el apuntar y, a diferencia del SA80, puede ser configurado para dispararse desde el brazo izquierdo con solo cambiar unas pocas piezas.
Además, es capaz de disparar granadas de fusil sin necesidad de piezas externas y dispone de un bípode integrado para facilitar el tiro automático. De nuevo a diferencia de otros fusiles de asalto, las tropas francesas descubrieron en Irak y en países africanos que el FAMAS no es susceptible a la arena y el polvo, y resulta fiable incluso en estas condiciones.
Sin embargo, la primera versión del arma (F1) resultó ser frágil en condiciones de combate, con tendencia a romperse si era maltratada. Cuando se diseñó, Francia no pertenecía a la estructura militar de la OTAN, por lo que el arma disparaba munición del mismo calibre pero diferente a la estándar de este organismo, y el rifle no acepta los cargadores interoperables. En principio, el FAMAS dispara los cartuchos OTAN de 5,56, pero su mecanismo tiende a abollar los casquillos, lo que puede causar bloqueos; por esta razón, el ejército francés usa munición diferente con casquillos de acero inoxidable, lo que niega las ventajas logísticas de compartir munición con sus aliados.
Para resolver estas cuestiones se diseñó una segunda versión que acabo denominándose G2, que se diferencia externamente por un guardamonte que cubre por completo la mano pero que también tiene piezas de fibra de vidrio (más resistentes) y cambios internos para usar munición y cargadores OTAN. El G2, sin embargo, solo ha sido adoptado por la Marina francesa, debido al elevado coste de reemplazar los F1 en servicio en el ejército. En 2013, se abrió oficialmente un proceso de selección para escoger el nuevo fusil de asalto para el ejército francés.
G36, el alemán que se recalienta
En el mundo del armamento de infantería, la marca alemana Heckler&Koch (HK) ocupa el lugar de Rolls Royce en el automóvil. Sus diseños son clásicos, de máxima calidad y muy innovadores; no en vano su lema corporativo es 'Keine Kompromisse!' (¡sin compromisos!). La empresa fue fundada después de la Segunda Guerra Mundial en el pueblo de Oberndorf en el 'land' de Baden-Württemberg, donde estuvo situada la central de la empresa Mauser hasta su completo desmantelamiento tras la paz.
Fundada por tres antiguos ingenieros de Mauser, H&K empezó trabajando en el sector civil, diseñando herramientas, juguetes y hasta máquinas de coser. Pero en 1956 el Gobierno alemán sacó a concurso el diseño de un nuevo fusil de asalto para el nuevo ejército de tierra, y Heckler&Koch regresó a sus raíces y se presentó con un descendiente de un prototipo de Mauser llamado StG45 por la vía del CETME español: el G3. Iba a ser el primero de sus éxitos en el diseño de armas.
El G3, el CETME y el StG45 usaban munición de rifle y un sistema muy innovador para el automatismo del disparo; su robustez, soberbia construcción y durabilidad lo convirtieron en un gran éxito que acabó equipando a más de 40 ejércitos de todo el mundo. Algunos países aún lo fabrican bajo licencia. El segundo gran éxito de la compañía en el mercado armamentístico internacional llegó con el compacto, ligero y eficiente subfusil MP5, que desde su introducción en 1969 ha sido adoptado por centenares de policías y fuerzas armadas de todo el planeta en decenas de variantes.
La empresa es reconocida por la calidad de sus productos y por su ingeniería innovadora, que ha introducido numerosos mecanismos y desarrollos en el mercado, como el estriado poligonal de sus cañones, que mejora la precisión de los disparos. Algunos de sus diseños son espectaculares, como el futurista prototipo de fusil de asalto G11 en configuración 'bullpup', que usaba munición sin casquillo e incluía miras ópticas integradas.
Pero cuando el ejército alemán decidió modernizar su armamento y adaptarlo al estándar OTAN, en vez de la revolucionaria munición del G11 acabaron por decantarse por otro producto H&K mucho más clásico: el G36. De configuración convencional y usando un sistema de automatismo también clásico, el G36 dispara munición OTAN de 5,56 mm desde cargadores estándar (con un adaptador) y hace un extenso uso de plásticos (poliamida con fibra de carbono) y materiales ligeros en su construcción para reducir el peso.
El rifle incluye miras de tipo óptico con diversos grados de amplificación. Moderno, preciso y con la marca Heckler&Koch respaldándolo, no es raro que varios países mostraran inmediato interés por adoptarlo, entre ellos España: en 1998 se decidió que reemplazaría a las versiones de 5,56 mm del CETME, fabricándose localmente. Lo mismo hicieron países como Arabia Saudí. En total, el G36 equipa a fuerzas armadas de más de 40 países.
Aunque muy usado en misiones de paz, el fusil de asalto alemán no había pasado una prueba de fuego de combate real hasta que desplegaron soldados en Afganistán. En un incidente en 2010 a las afueras de la ciudad afgana de Kunduz, un grupo de paracaidistas alemanes fue emboscado por fuerzas talibanes y se vio forzado a una confusa batalla de más de nueve horas de duración.
En el curso de ese combate los paracaidistas descubrieron que sus fusiles se recalentaban (algo que ya era conocido) y perdían sustancialmente la precisión en el disparo: en pruebas posteriores se descubrió que disparando tan solo dos cargadores (60 balas), el recalentamiento del cañón provocaba desvíos de hasta 50 cm a 200 metros, o de hasta seis metros a distancias de 500 metros. Los paracaidistas tuvieron que abandonar varias armas y acabaron perdiendo tres hombres, y el incidente generó una intensa polémica en Alemania.
El G36 no se recuperó del impacto publicitario. Sucesivas pruebas demostraron que al recalentarse el arma sometida a fuego sostenido, en especial en zonas de alta temperatura, algunas piezas plásticas perdían rigidez y permitían que el cañón perdiera alineación, degradando la puntería. Tras muchas acusaciones y excusas, el ministerio de Defensa alemán anunció oficialmente que se inicia el proceso para buscar un reemplazo al G36, que no podrá ser una versión mejorada sino un nuevo diseño. Está por ver si la imagen de Heckler&Koch consigue recuperarse del problema.
INSAS: el desastre indio
Si lo comparamos con un carro de combate, un caza o un buque de guerra moderno, un fusil de asalto es una pieza de maquinaria sencilla cuya fabricación e incluso diseño deberían estar al alcance de cualquier país mediano, no digamos de una evidente potencia emergente como es la India. Pero la saga del INSAS, el fusil de asalto diseñado y construido en la India para equipar al ejército de aquel país, demuestra que disponer de factorías y de ingenieros de talla mundial no es suficiente para obtener un arma personal útil y fiable para el soldado. De hecho, el resultado puede ser bastante desastroso.
Las fuerzas armadas de la India estaban equipadas desde los años cincuenta con una variante 'patrón imperial' del fusil de asalto FN FAL en calibre 7,62 mm. Cuando en la década de los ochenta se decidió optar por el más pequeño calibre 5,56 mm OTAN, se diseñó un nuevo sistema de armas de infantería que incluye fusil de asalto, ametralladora ligera y carabina. El desarrollo se hizo en la India y la fabricación se lleva a cabo en factorías estatales.
En muchos aspectos, el fusil de asalto INSAS es una bestia mestiza que incorpora elementos del AK-47 y el AKM rusos, del FN FAL belga, del HK 33 alemán, del Galil israelí e incluso un cargador de plástico traslúcido similar al del Steyr AUG austriaco. En palabras de algunos analistas técnicos, el rifle y sus mecanismos parecen diseñados por un comité, e incluyen rasgos y piezas innecesarias que aumentan el coste y rebajan la fiabilidad. La calidad de fabricación tampoco parece ser muy elevada.
El arma se introdujo en 1998, justo a tiempo para aparecer en combate en la Guerra de Kargil de 1999 contra Pakistán, librada en esta región del Himalaya a altitudes superiores a los 5.000 metros y con temperaturas por debajo de los 40 grados bajo cero. En estas condiciones, los INSAS se encasquillaban con frecuencia, al helarse sus mecanismos; otras veces disparaban en automático pleno a pesar de que están limitados a fuego semiautomático o ráfagas de tres disparos. Los cargadores, fabricados por una empresa de mobiliario plástico, se rompían con el frío. Un número indeterminado de bajas se achacaron a los problemas del arma, que fue defendida por el estamento militar alegando que en parte se debían al uso incorrecto de lubricantes inadecuados. Los fallos más flagrantes fueron subsanados.
Un número indeterminado de bajas se achacaron a los problemas del arma, que fue defendida por el estamento militar. Pero el rifle siguió siendo considerado poco fiable y dado a súbitos bloqueos. Como consecuencia, tropas como las de la Central Reserve Police Force (CRPF, fuerza central de reserva de la policía), encargadas de combatir guerrillas maoístas en ciertas zonas del país, preferían usar AK-47 en sus patrullas. Para colmo, en agosto de 2005 un destacamento del ejército nepalí, único cliente de exportación del INSAS, perdió 43 soldados en combate contra rebeldes maoístas en aquel país, en parte por problemas con sus rifles. El escándalo afectó a la India, cuyas fuerzas amadas culparon tras una investigación al mal mantenimiento de los INSAS por parte de los soldados nepalíes.
Sin embargo, a partir de 2011 se han sucedido varios programas para intentar reemplazar el arma por un nuevo fusil de asalto reglamentario, sin que se haya llegado a una conclusión. En varios momentos se propuso un derivado mejorado denominado Excalibur, así como varios modelos extranjeros. La siempre presente tendencia hacia la producción interna y las sospechas de corrupción han impedido que se tome una decisión. Aunque una decisión sí es real: en mayo de 2015, la CRPF recibió la orden de reemplazar sus INSAS en zonas de combate por AK-47 o bien X-95, un derivado local del Tavor israelí. Las tropas de otras regiones también cambiarán la mitad de sus armas por las extranjeras. Está claro que, cuando se trata de guerra, la efectividad acaba siendo más importante que el carácter nativo o el desarrollo de la industria nacional. Sobre todo cuando el arma, por simple que pueda parecer, no funciona.