Por Armando Pérez, RIA Novosti
La cooperación militar de Rusia y China que prosperó tras la
desintegración de la
Unión Soviética y tanto atemorizó al mundo, atraviesa hoy uno
de sus peores momentos a causa del pirateo de tecnologías que ha convertido al
antiguo cliente en competidor.
La estrategia combinada que promueve Pekín los últimos diez
años de clonar todo lo que caiga en mano, potenciar a cualquier precio la
industria nacional y crear una
industrial militar autosuficiente, se ha convertido en un obstáculo que impide
la cooperación militar chino-rusa. Tras los suministros de material ruso fueron
apareciendo primero burdas copias chinas que luego condujeron a la aparición de
modelos chinos similares que ya compiten con el armamento ruso en el mercado
mundial.
Parece lógica, por tanto, la pérdida de interés en Moscú por
vender a China sus armamentos más modernos.
Cooperación militar con trasfondo ideológico
La cooperación militar de China y Rusia tuvo un inicio
ideológico en los albores de la
Guerra Fría. Entonces, Stalin decretó generosamente la
entrega totalmente gratuita de grandes lotes de armamento y material militar a la China de Mao.
A consecuencia de aquel generoso regalo del aliado
ideológico y con la ayuda de ingenieros soviéticos China colocó los cimientos
de su industria militar y comenzó a producir los aviones soviéticos MiG-17,
MiG-19 y MiG-21, los Il-14, Tu-4, Tu-16; submarinos de la clase Romeo; carros
de combate T-54, diversos tipos de transporte blindados y una amplia variedad
de armas de infantería y piezas de artillería.
Pero las buenas relaciones entre ambos países comenzaron a
deteriorarse a raíz de los cambios en el movimiento comunista mundial y ya en
los años 60, Rusia y China se transformaron en rivales irreconciliables, al
punto que cualquier pretexto podía desatar un conflicto bélico a cualquier
momento, como al final ocurriría en la isla de Damanski. La ruptura tuvo
efectos negativos para Pekín. El Ejército Popular de Liberación de China quedó
sin el suministro de armamento soviético moderno y su industria bélica sin
fuentes tecnológicas alternativas para continuar su desarrollo. Como resultado,
en la década de los años 70 y 80 la industria militar china se ve sumida en un
periodo de estancamiento y no consigue avance alguno a pesar de todos los
esfuerzos. El armamento y la tecnología militar que China consiguió comprar en
aquellos años a Francia, Italia y EEUU fue insignificante. También esos
suministros quedaron interrumpidos más tarde, tras la violenta represión de las
manifestaciones estudiantiles en la plaza de Tiananmen en 1989.
Como resultado, el ejército de China, pese a la enorme
cantidad de tropas y armamento, fue acumulando problemas de carácter técnico y
perdiendo el balance de fuerzas con los países vecinos. Así, en 1979 Pekín no
pudo hacer nada en la guerra contra Vietnam, que demostró tener una Fuerza
Aérea más potente que
la china. Aquel
revés también obligó a Pekín a ser más cauteloso con otro vecino, la India, para entonces armada
con cazas soviéticos, franceses y británicos. Tampoco tuvo provecho alguno para
China la confrontación con Taiwán, sobre todo por el riesgo que en el conflicto
interviniera EEUU y sus aliados Japón y Corea del Sur. De este modo, mientras
sus vecinos ya disponían del armamento más moderno del mundo,
China seguía
apostando por sus cazas de primera y segunda generación, los F-6 y F-7 copiados
de los soviéticos MiG-19 y MiG-21.
Desaparece la
URSS, vuelven las armas rusas
La disolución de la
URSS y el fin de la rivalidad ideológica con Moscú fue una
gran oportunidad para China.
En sus primeros pasos de economía de mercado, la nueva Rusia
expresó su disposición de vender a Pekín importantes lotes de armamento. Para
Moscú la exportación de armas había perdido todo carácter ideológico y obedecía
meramente a razones comerciales. Pekín empezó a comprar febrilmente armas a
Rusia.
En 1992 China encargó 78 aviones Su-27, contrato que puso en
marcha la industria militar china y aumentó la capacidad combativa de sus
Fuerzas Aéreas.
En realidad, gracias a la adquisición de cazas de la familia
Flanker (denominación de los Su en la
OTAN), la generación de cazas Su-27 y los modelos
posteriores, permitieron a China dar un salto y superar el atraso acumulado
durante muchos años. China también compró doce submarinos de la clase Kilo, los
sistemas de defensa antiaérea S-300 (China fue el primer comprador de este
armamento), radares, 26 helicópteros Ka-27 y Ka-28, 25 aviones de transporte
Il-76 y aviones cisterna Il-78, once aviones de pasajeros Tu-154 y 338
helicópteros Mi-8 y Mi-17, así como gran cantidad de municiones de aviación,
convirtiéndose en el primer importador de armamento ruso. Luego, tras la firma
de un contrato para la compra de 100 aparatos Su-30, China se convirtió en el
primer comprador de estos aviones e incluso recibió estos cazas cuando la Fuerza Aérea rusa aún
no contaba con la cantidad necesaria y le faltaban aviones de este tipo.
Sin embargo, el aspecto más importante de la cooperación
militar de China y Rusia fue la realización de proyectos conjuntos para la
producción de armas en plantas chinas. Así comenzó la fabricación de cazas
Su-27 bajo el nombre de Shenyang J-11 y en una cantidad de 200 unidades, con
propulsores y piezas de repuesto de fabricación rusa. También se puso en marcha
el proyecto para la creación de los aviones KJ-2000 con equipos de radar y
guiado (AWACS) en base a los aviones rusos Il-76. Las fabricas rusas también
comenzaron el suministro de propulsores para los aviones chinos de
adiestramiento JL-8 Hongdu.
Más de 190 aparatos de este tipo ya se han
incorporado a la fuerza aérea china y no se descarta el encargo de al menos
otros 400 más. Además, China compró licencia de fabricación y piezas para
fabricar motores para más de 270 cazabombarderos Chengdu J-10 y firmó contrato
para el suministro de motores para más de 100 aviones FC-1 y, en perspectiva,
para otros 250 aviones del mismo tipo que se suministrarían a Pakistán. Los
Chengdu FC-1 (denominación paquistaní JF-17 Thunder) son aviones de asalto y
ataque con motores rusos fabricados en China por encargo de Pakistán.
Los expertos destacan que la industria militar china logró
entrar en el mercado mundial de aviones de combate gracias a las tecnologías
rusas.
Continuará