Por Daniel Gallo para LA NACION
Hay asignados 1800 agentes por cada turno; Garré quiere compensar esa carencia con tecnología
Un solitario policía patrulla las mediaciones de las calles de Honduras y Malabia, en Palermo, a las 22.30 del viernes pasado. Foto Archivo / Hernan Zenteno.
El propósito de la ministra de Seguridad, Nilda Garré, de incrementar fuertemente la presencia policial en las calles de la Capital -uno de los ejes de su gestión- choca con una limitación implacable: en cada turno, la Policía Federal sólo puede disponer de apenas el 5 por ciento de sus efectivos para patrullar la ciudad. Pese a que la ministra dispuso el retiro de la custodia de diversos edificios públicos porteños, como hospitales y escuelas, y también quitó a esa fuerza la confección de los pasaportes, la Federal no puede desplegar en la calle más de 1800 efectivos por cada turno de seis horas.
Garré se ha propuesto corregir esa deficiencia con tecnología.Vigilará la ciudad con una amplia red de cámaras de seguridad -similar a la que tiene la ciudad de Londres- y dotará a la policía de "patrulleros inteligentes", provistos de equipos capaces de registrar las patentes de los vehículos y de procesar automáticamente los datos obtenidos en una computadora.
La Policía Federal cuenta, en total, con unos 35.000 agentes, de los cuales 28.000 están destinados en la Capital. Pero en las 53 comisarías porteñas hay asignados sólo 7000 efectivos a la función específica de patrullaje. Los propios funcionarios de Garré admitieron a La Nacion que éste fue el primer obstáculo importante que encontraron para poner en marcha la nueva estrategia contra el delito. "Vamos a sacar policías de abajo de las baldosas, si es necesario", fue la frase que escucharon los comisarios cuando se les pidió una mayor cantidad de agentes destinados en las calles de la ciudad. Pero al revisar la estructura de la Policía Federal, con las diferentes funciones que cumplen sus agentes, las autoridades políticas determinaron de inmediato que no había muchos más hombres para encargarse de la prevención del delito en la Capital.
Desde el comienzo de la gestión de Garré, el Ministerio buscó contar con más personal disponible para patrullaje con el relevo de la Policía Federal en la confección de los pasaportes, tarea que pasó a depender del Registro Nacional de las Personas, dentro de la órbita del Ministerio del Interior.
Con esa medida, más allá de golpear lo que se entendió durante años como una "caja" policial, se pensó en recurrir a esos policías que cumplían funciones de oficinista para reasignarlos en comisarías y, a su vez, enviarlos a tareas de seguridad pública en la calle. Un principio similar se tomó respecto de quienes realizaban trabajos de escritorio dentro de las comisarías. Los funcionarios de Seguridad afirman que mejorarán así los porcentajes de policías destinados en las calles, pero admiten que no será de manera considerable por ahora.
La poca disponibilidad de hombres llevó a trazar otra línea estratégica: apoyarse en la tecnología. La decisión del Ministerio de Seguridad es dar un salto en las condiciones de vigilancia callejera con el aporte de una logística considerada de vanguardia. Apuntan a llevar a la ciudad a un nivel de controles electrónicos similar al de Londres, que es una de las ciudades con más cámaras de seguridad en el mundo. Así pretenden maximizar los resultados que se pueden alcanzar hoy con la limitada cantidad de policías.
La propia presidenta Cristina Kirchner presentó los nuevos patrulleros "inteligentes". Ese será el punto de partida. Aún falta resolver cuestiones logísticas para que el software cumpla sus funciones principales. Cuando esas situaciones se resuelvan, que tienen que ver con cuestiones técnicas en la instrumentación del comando, control y comunicaciones, los funcionarios estiman que se verán grandes ventajas.
Esos patrulleros tienen la particularidad de contar con cámaras que registran todas las patentes de los autos que circulan en sus cercanías. La computadora leerá automáticamente los códigos de letras y números para saber si se está ante un vehículo con pedido de captura. Además, a través del sistema de GPS (global position system ) se podrá monitorear en tiempo real la ubicación de cada patrullero. En algún momento, cercano en opinión del Ministerio, también se podrá determinar el lugar exacto donde se encuentre cada agente de calle en cada momento.
Estas alternativas buscan un doble objetivo: por un lado, permitir a la sede de operaciones enviar, como respuesta a un pedido efectuado al número de emergencias 911, a las unidades más cercanas. Eso en cuanto a la prevención del delito. Por otra parte, según calculan en el Ministerio, se evitarían las sospechas de "zonas liberadas" por la policía. Cámaras similares se ubicarán en diferentes puntos fijos de la ciudad. Su misión será leer todas las patentes del sector que tomen. El mismo software permitirá determinar automóviles robados y, en casos de secuestros exprés, la ubicación inmediata del auto de la víctima.
El control de personas también se haría con sistemas computarizados. Para aumentar el nivel de efectividad, se cruzarán las bases de datos de la Policía Federal con las del Registro Nacional de las Personas. Es que de los 40 millones de personas que habitan el país, el banco digital policial sólo tiene registrados unos cuatro millones, que son las que tramitaron alguna vez el pasaporte o la cédula de identidad, o bien tienen antecedentes penales. También será reformado el sistema de llamada de emergencia al 911 para evitar la saturación de las líneas y mejorar el tiempo de respuesta.
La apuesta es, entonces, a la tecnología, para superar la dramática carencia de personal en la tarea de cubrir un territorio de las dimensiones de la ciudad. Esa búsqueda de más policías en las calles llevó también a choques políticos con el gobierno porteño. En un año electoral, todo movimiento de uno y otro lado puede tener su mirada hacia los votos, hacia un tema que fue postergado, pero que hoy encabeza las preocupaciones sociales.