Por Edgardo Aguilera - Ambito.com
EN 2009 LA FUERZA DE SUBMARINOS SE QUEDÓ SIN BUQUE DE AUXILIO Y NUNCA SE LO REEMPLAZÓ
Los constantes recortes al presupuesto de las fuerzas prorrogaron la incorporación del navío -.
El documento secreto Plan de Capacidades Militares 2011 evidencia que contar con un buque de rescate no es prioritario.
El presupuesto de Defensa, por años, no dio prioridad a la incorporación de un buque de rescate y salvamento de tripulaciones de submarinos accidentados. El último intento de la Armada para contar con una nave de apoyo y sistemas asociados se expresó en una nota confidencial fechada el 11 de mayo de 2017 y lleva la firma del excomandante de la Fuerza de Submarinos, capitán de navío Claudio Villamide.
La Marina tenía en su flota el aviso (remolcador de altura) ARA Irigoyen asignado a la Fuerza de Submarinos que cumplió esa tarea por 48 años. Salió de servicio en 2009 y nunca se lo reemplazó.
El Irigoyen fue botado en 1944 en los Estados Unidos para uso de la marina estadounidense y llegó al país en la década del 60. Tenía a bordo una cámara hiperbárica indispensable para efectuar estas operaciones de buceo de intervención a gran profundidad, el guinche y canasto para el descenso de los buzos y una campana de salvamento para socorrer a la dotación del submarino en problemas.
Sucesivos recortes de presupuesto y la asignación de esas diminutas partidas hacia otras prioridades dejaron a la Armada sin la capacidad de auxiliar a las dotaciones de los submarinos que pudieran declarar una emergencia en inmersión como la ocurrida con el San Juan.
El documento secreto denominado Plan de Capacidades Militares 2011 (en vigencia), al que accedió este diario y que es la piedra angular del Poder Ejecutivo (presidente de la Nación en su rol de comandante en jefe de las FF.AA.) para emitir la Directiva de Política de Defensa, muestra a las claras que contar con un navío de socorro parece no prioritario. La tragedia del San Juan no ha modificado la meta de ajuste que en materia de Defensa se ha fijado el Gobierno nacional.
En la página 35-43 del Plan, la previsión dice; "En el tercer quinquenio (n.r. 2021-2026) se incorpora un buque de rescate de submarinos con capacidades de apoyo a la operación y recarga de torpedos". Ante ese panorama de largo plazo, el excomandante de Adiestramiento y Alistamiento, contralmirante Luis López Mazzeo -que estuvo a cargo del operativo internacional de búsqueda del San Juan- ordenó a Villamide evaluar alternativas entre los navíos propios para disponer de una plataforma de auxilio ante emergencias en submarinos.
El análisis realizado por el capitán Villamide determinó la factibilidad de alistar como buque de apoyo y rescate al aviso ARA Bahía Agradable y además contar con el buque de investigación científica ARA Austral para la búsqueda y localización del submarino siniestrado.
El Bahía Agradable es uno de los cuatro buques de apoyo logístico que la Armada adquirió a la Federación Rusa en 2014. Se lo utilizaba en la actividad petrolera offshore para asistir torres de extracción de petróleo y de gas. Según el informe de Villamide, el Bahía Agradable (ex Tumcha) tiene una cubierta despejada y amplia para poder acomodar los sistemas de auxilio y agrega que la embarcación ya figuraba en la base de datos de la Oficina Internacional de Escape y Rescate de Submarinos (Ismerlo, en sus siglas en inglés) con la capacidad de transportar un sistema de intervención.
Este organismo es el centro internacional de información y coordinación en rescate submarino, que posibilita a las naciones disponer de la asistencia de más de 40 países en caso de naufragios como el sucedido al ARA San Juan. Entre sus tareas figura normalizar los procedimientos de búsqueda y estandarizar medidas de las escotillas y esclusas de escape con el propósito de que todos los países puedan actuar con sus equipos de socorro en distintos tipos de submarinos.
Más adelante el informe confidencial producido por Villamide pondera la capacidad de búsqueda del ARA Austral por contar con una sonda multihaz de última generación que "permite localización precisa en un rango de profundidad de 20 a 1.100 metros".
El análisis quedó en el papel. La Armada contaba con plataformas aptas para integrarse y complementarse ante un siniestro de submarino, pero no los fondos para adquirir el denominado sistema de intervención. El más simple consta de un vehículo sumergible operado de manera remota (ROV) que se utiliza para llevar mangueras que, una vez conectadas al casco del submarino accidentado, inyectan aire fresco y mantienen respirable la atmósfera del interior disminuyendo el nivel de CO2 (anhídrido carbónico).