Tras diluirse la
"furia" española luego del caso YPF, la industria del biodiesel, combustible
derivado de este grano, se preparaba para crecer a tasas récord. Pero un
dramático cambio en las reglas de juego llevó al sector a una crisis
autoinfligida, que pone en riesgo fuertes inversiones
Tiempo atrás, luego de que
España decidiera boicotear al biodiesel
argentino como respuesta a la nacionalización de YPF, la presidenta
Cristina Fernández de Kirchner pronunció un discurso de "línea dura" en el que
aseguró que "cualquiera sea la decisión soberana que tome España, no la vamos a
cuestionar. Van a pagar un biodiesel más caro y no sé cómo impactará en su
economía. Pero quiero decirles a los argentinos que
estén
tranquilos, estamos en condiciones de
absorber la producción
que exportamos a España".
Así, bajo la perspectiva oficial, la decisión de la nación conducida por
Mariano Rajoy, tomada allá por el mes de junio,
no iba a traer mayores
problemas a una actividad que se convirtió en uno de los
grandes pilares de la agroindustria nacional.
Para el Gobierno K, el
boicot español a este combustible
derivado de la soja con sello albiceleste iba a ser
neutralizado
y más que
compensado con la
creciente demanda
interna, debido al mayor nivel que se iba a autorizar para cortar el
gasoil.
Para el Ejecutivo, la estrategia de amortiguar con un mayor consumo interno
la potencial caída de las ventas a ese destino
iba a ser el
salvoconducto ideal para
sostener a una industria cada
vez más gravitante en la economía argentina, tal como lo indican los
números:
• Las 26 empresas que operan en la actualidad
llevan invertidos más
de u$s1.200 millones en los últimos cinco años para elaborar
biodiesel.
• Actualmente,
tres de cada 10 toneladas de aceite de soja
que se elaboran en la Argentina son absorbidas por esta industria.
• En 2011, la Argentina
produjo más de 2,4 millones de toneladas de
biodiesel, lo que le permitió que se consolidara como el principal
exportador a nivel mundial.
En este contexto, ¿qué sucedió realmente con las exportaciones a España?
¿Cayeron los envíos tras la eventual toma de represalias, o ese país no tuvo más
remedio que seguir adquiriendo biodiesel albiceleste debido a la posición
dominante de la Argentina en el mercado internacional?
En diálogo con
iProfesional.com, Claudio Molina, director
ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno (ABH) y el
principal referente del sector, aseguró que "
la restricción finalmente
no se llegó a implementar. Por lo cual las
exportaciones
a España en 2012
fueron similares a las del
año anterior, de alrededor de 900.000 toneladas".
Pese a que las duras amenazas no se tradujeron en un impacto concreto y
perjudicial para esta industria, el Gobierno, días atrás,
igualmente
festejó el hecho de que la administración de Rajoy
haya dado marcha atrás de manera definitiva en su estrategia de
boicot.
Sucede que
España introdujo una
modificación
a una de las normativas que
prohibía el ingreso de biodiesel
argentino. A través de un comunicado, Cancillería destacó que esto fue
consecuencia de "
la exigencia de nuestro país", que "interpuso
un reclamo contra la Unión Europea y España ante la Organización Mundial del
Comercio".
Para Molina, el país europeo finalmente terminó cediendo en su reclamo
"porque
sabía muy bien que la Argentina iba a ganar el panel ante la
OMC por este conflicto", dado que se trataba de un caso de
discriminación, una maniobra incompatible con las reglas del
comercio internacional.
Así las cosas, el Gobierno kirchnerista
se anotó un "poroto"
en su estrategia de política exterior y salió a festejarlo con bombos y
platillos.
De este modo, con un frente externo más despejado, la
industria del
biodiesel se había preparado para
coronar otro período con
crecimiento récord, algo que finalmente no ocurriría.
Por el contrario, en cuestión de meses, las empresas del sector
ingresaron en una peligrosa crisis que, según los expertos, ya
"freezó" proyectos de inversión por
u$s500
millones, al tiempo que provocó un
desplome de
la
producción y
pérdidas por
u$s200
millones.
¿Cómo fue posible caer en este escenario, dado que la amenaza española había
sido completamente desarticulada y el propio Ejecutivo preveía un panorama
alentador para la actividad?
Según Marcelo Elizondo, ex director ejecutivo de la Fundación ExportAr y
actual consultora privado, "
ocurrió algo paradójico. La amenaza
europea no impactó negativamente. Pero lo que sí terminó afectando al sector fue
toda una serie de
decisiones tomadas por el
propio
Gobierno Nacional que cambiaron radicalmente las condiciones del
sector".
A su turno, Molina aseguró que "hoy nos encontramos con un
negocio
que no tiene reglas de juego claras y que ha sufrido un
enorme
aumento de su riesgo implícito".
El cambio de escenario para la industria fue dramático y esto obedeció a un
amplísimo cóctel de factores, que llevaron a este sector a
enfrentar una
peligrosa crisis:
1-Desprolija suba de retenciones. Hasta hace algunos meses,
la industria del biodiesel gozaba de derechos de exportación reducidos, del
orden del 14%, menores a los que gravaban las ventas al mundo de aceite de soja
o porotos, lo que funcionaba como un aliciente a la producción. Sin embargo, el
Gobierno
súbitamente las llevó al 24%. Tras las fuertes
reacciones de las empresas del sector y al analizar el "mazazo" que significaban
10 puntos más de retenciones "de un saque",
se decidió ubicarlas en
19,1%. Igualmente, el daño ya estaba hecho.
¿Es buen negocio la exportación con estos niveles actuales de retenciones en
un contexto de suba de costos? Para Molina "
no lo es. Con este
nivel de imposición, en la coyuntura actual, a la
industria argentina de
biodiesel le resulta
muy difícil competir. Hay pocos
negocios de exportación".
En efecto, en la siguiente infografía se puede observar cómo, tras la crisis
con España (abril) las exportaciones habían comenzado a repuntar pero, con las
últimas medidas tomadas por el Gobierno, volvieron a caer.
2- Nuevo sistema de precios diferenciales. En diciembre, el
Ejecutivo modificó el precio del biodiesel para consumo interno y
segmentó el mercado en tres categorías, según el tamaño de las
compañías. Así, las que producen más de 100.000 toneladas ahora reciben un
precio de alrededor de $4.560 por tonelada, valor que resulta un
15% más
bajo que el que se les paga a las fábricas más pequeñas.
A través de un informe, la Asociación Argentina de Biocombustibles e
Hidrógeno alertó que esta nueva política
afecta a las grandes
empresas, que "reciben una
cuota de mercado interno muy
inferior en términos relativos a su capacidad instalada en relación a
la que obtienen las Pyme, mientras los
costos operativos y financieros
no paran de subir".
3- Acortamiento de los permisos de embarque de exportación.
Las empresas del sector cuentan ahora con apenas
30 días para
cumplir con los permisos de embarque y no tienen la posibilidad de
cancelar las retenciones anticipadamente, congelando la alícuota.
Desde la entidad alertan que, de no mediar cambios, "la industria se verá
obligada a
operar en el mercado spot (pago al contado), que
representa una mínima porción del comercio internacional".
4- Suspensión de la ampliación de corte de gasoil. Hasta el
momento
no se logró aumentar el nivel de contenido de biodiesel
y llevarlo del 7% actual al 10%, tal como debía suceder en octubre
pasado y que finalmente no ocurrió.
En este sentido, el CEO de una de las principales empresas del sector y que
pidió estricto off the record, aseguró que "con la gran capacidad ociosa que
hay, no aumentar el nivel de corte es un error garrafal. Incluso, lo más
preocupante es que en estos últimos meses, por ejemplo,
ni siquiera se
cumplió el nivel del 7%, sino que el corte con biodiesel apenas llegó
al 4%. Hay una gran oportunidad que se está desaprovechando".
5- Agravamiento del problema de financiamiento. El sector
del biodiesel, por decisión oficial,
ya no puede acceder al Fondo de
Financiamiento del Bicentenario. Esta medida se produce, según ABH, en
momentos en que "el crédito pasó a ser muy limitado y los costos aumentaron
significativamente", producto del cambio de las reglas de juego que se dio en el
negocio y que "incrementó el riesgo implícito de la actividad para el sector
financiero".
6- Endurecimiento en las condiciones que YPF impone a proveedores y
clientes. La petrolera ahora estatal es el
jugador de más peso
en el rubro, dado que adquiere casi el
60% de todo el biodiesel
que se comercializa en el mercado interno. En este contexto, desde ABH
alertaron que la compañía "
aumentó significativamente los plazos de
pago" de dicho combustible alternativo, al tiempo que "vende el metanol
-principal insumo en la producción del bio-
por arriba de la paridad de
importación y al contado anticipado".
Frente a este escenario, Elizondo sostuvo que gran parte de las medidas que
se implementaron responden a que "el Gobierno
cambió las condiciones de
juego para beneficiar a YPF, que es un gran comprador de
biodiesel".
En otras palabras, para
"achicar" la factura que debe abonar la
petrolera, las compañías que producen el combustible derivado de soja
terminaron pagando los platos rotos.
El bio entra en un cono de
sombras
Frente a esta compleja realidad, lo que más preocupa
a los expertos es que, en la medida en que no aumente la obligación de cortar
más gasoil con bio y que las altas retenciones continúen minando el negocio de
la exportación,
se producirá un exceso de oferta que chocará de frente
con una demanda en plena contracción.
En este sentido, Molina alertó que "por todos estos problemas, la utilización
de la capacidad instalada
ya está en el orden del 60%, con
tendencia a la baja, hecho que tiene un importante impacto negativo en los
costos. De hecho,
ya hay algunas plantas paradas".
Tal como se puede observar en el siguiente gráfico,
en 2011 el uso de
la capacidad instalada llegó a alcanzar el 83%, mientras que en la
actualidad se ubica 20 puntos por debajo:
Respecto a la producción, Molina aseguró que "los niveles para 2012 fueron
similares a los del año anterior, del orden de las
2,4 millones de
toneladas, cuando en realidad se
podrían haber alcanzado 3
millones de toneladas. Es decir, esta crisis hizo
perder
operaciones por 600.000 toneladas, cerca de un 20% del total
potencial".
Sin embargo, el mayor problema se viene de cara al futuro, cuando las obras
de ampliación y de nuevas plantas que ya están en marcha
estén listas y
agreguen más capacidad en momentos en los que la demanda de biodiesel,
justamente, va en dirección contraria.
"Existen once plantas en construcción, cuyas inversiones no
se pueden detener, que representan
inversiones por más de u$s200
millones y que
sumarán alrededor de un millón de toneladas
anuales más a la capacidad existente, del orden de 3,5 millones de
toneladas. Esta situación
presionará a un aumento importante en la
capacidad ociosa", acotó el directivo de ABH.
Es decir, la Argentina
contará en breve con la posibilidad de
elaborar 4,5 millones de toneladas cuando acaba de cerrar un 2012 en el
que, producto de la crisis,
apenas arañó las 2,4 millones de
toneladas.
En buen romance,
la industria ahora quedó sobredimensionada
frente a la baja demanda local y a las dificultades para exportar, tal como lo
demuestra la siguiente infografía:
Es por ello que, en este contexto, según Molina, se
están perdiendo
inversiones en la Argentina por u$s500 millones: "Se
han parado
todos aquellos proyectos cuyas obras no habían comenzado y que iban a
agregar otras 2,5 millones de capacidad anual de producción".
Frente a este duro panorama, el experto aseguró que, desde agosto y hasta
fines de enero,
la industria habrá acumulado pérdidas por u$s200
millones, cálculo que incluye el impacto de las retenciones, la caída
de precios en el mercado interno, la suspensión del aumento del corte del gasoil
al 10% y los problemas derivados de la competitividad.
Así es como
el daño que no logró generar España con su
temido boicot, paradójicamente lo
terminó causando el Gobierno
nacional, pese a que, meses atrás, auguraba un futuro de esplendor para
un sector clave en la generación de divisas para el país.