Por Silvia Pisani - LA NACION
Dijo que deportará hasta tres millones de extranjeros indocumentados con antecedentes; un hombre del establishment del Partido Republicano será su jefe de gabinete
Trump y su familia, durante la entrevista con CBS. Foto: CBS
WASHINGTON.- Cientos de miles de personas quedaron ayer en estado de alerta ante la ratificación del presidente electo norteamericano, Donald Trump , de que planea deportar, de forma "inminente", a cerca de tres millones de inmigrantes indocumentados.
En un clima social enrarecido, con marchas de protesta y numerosas porciones de población atemorizadas por agresiones xenófobas, el anuncio fue recibido como la ratificación del plan de deportaciones masivas, por más que el presidente intente encuadrarlo en un esquema de lucha contra el delito. "Vamos a encarcelar o echar del país, de forma inminente, a todos los extranjeros con antecedentes penales. Traficantes de drogas, miembros de bandas violentas. Podrían ser dos millones o hasta tres millones de personas", dijo Trump.
La otra novedad del día fue el impresionante giro que produjo al designar a Reince Priebus, el presidente del Partido Republicano, jefe de gabinete. Los "trumpistas" más furibundos apenas podían digerir la idea. El candidato "antisistema" dio así un nuevo y potente paso hacia el establishment, contra el que tanto despotricó durante la campaña. Una nueva muestra de que podría combinar su incendiaria retórica de campaña con cierta dosis de pragmatismo.
En cuanto a los millones de inmigrantes ilegales, Trump no dejó en claro cómo se identificaría a esas personas. En muchos casos, y pese a que está prohibido por ley, es la policía la que señala a alguien sospechoso de ese perfil. También reiteró su decisión de "asegurar" la frontera con México para evitar que "sigan llegando maleantes", pero, en este caso, renovó cierta marcha atrás al confirmar que "no necesariamente tiene que ser un muro", como dijo originalmente.
"En algunas partes será un muro y en otras, una valla. Soy muy bueno en esto, se llama construcción", definió. En ese caso, puede que no haya mucha novedad: de 3000 kilómetros de extensión, la frontera con México ya está vallada en casi toda su extensión. Pero es lo de las expulsiones lo que hace ruido y lo que llama la atención por estas horas. Irritante para buena parte de una población ya escaldada, movilizada en protestas y nerviosa por la insistente idea de "expulsar gente" en el discurso político, la afirmación presidencial tiene, sin embargo, dos lecturas.
Por un lado, es evidente que sigue adelante con su plan de deportaciones en masa. Por el otro, revela, al menos en lo inminente, una significativa reducción en intensidad.
Hasta ahora, Trump venía hablando de expulsar a 11 millones de personas. Ayer, en su primera entrevista televisiva desde que fue elegido presidente, recortó esa aspiración a casi la cuarta parte, entre dos y tres millones de personas, y la encuadró en quienes tienen antecedentes delictivos. No obstante, aclaró que una vez que la frontera esté "asegurada" resolverán qué hacer con el resto de los inmigrantes indocumentados que no están incluidos en esos tres millones con antecedentes.
De todos modos, tanto la oportunidad del discurso como la ausencia de mayores precisiones llevaron a una reacción del elenco republicano.
"Puedo asegurar que nadie está pensando en crear una fuerza de deportación para echar a todos los indocumentados que viven en el país", dijo el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan. "No estamos pensando en echar gente a mansalva. No es la prioridad del gobierno", insistió.
Para el legislador, la "prioridad" será "asegurar" la frontera y, una vez que eso esté logrado, se "avanzará" en "otras cuestiones migratorias". Pero no serán las deportaciones el eje. El problema es que no está claro, aún, cual es la sintonía real entre el presidente electo y los republicanos. Sobre todo, con Ryan.
Trump se presentó bajo el lema republicano y ganó la presidencia con esa plataforma. Pero no contó con el respaldo del partido y mucho menos de Ryan, que abiertamente llamó a no hacer campaña por el ahora presidente, para centrar fuerzas, en cambio, en salvar las bancas legislativas.
Hay mucho por cicatrizar en ese mapa político y no queda claro, todavía, hasta qué punto puede Ryan hablar como vocero de Trump. Por mucho que ambos se hayan reunido brevemente esta semana durante una visita al Capitolio. Millones de personas accedieron ayer a un vistazo del pensamiento de Trump durante la primera entrevista televisiva. Grabada con anterioridad, la nota se difundió anoche por el canal CBS. En ella Trump no sólo habla sobre algunas ideas de gestión, sino que se accede a parte de su intimidad. Rodeado de una decoración prolífica en dorados, brillos y sedas, aparece en una suntuosa sala de la torre que lleva su apellido.
La escenografía es todo un retrato del nuevo líder. Durante largos tramos de la conversación, mientras es entrevistado, su numerosa familia permanece de pie, detrás del sofá en el que él aparece sentado y en atenta escucha a lo que dice su patriarca. Habla allí en tono moderado. Se deshace en elogios para la familia Clinton, tanto para el ex presidente Bill Clinton como para Hillary, su ex adversaria demócrata. Insiste, también, en que ya no está tan convencido de "eliminar por completo" el programa de salud impulsado por Barack Obama. Ésa es, a estas horas, una de las principales banderas electorales que abandona apenas convertido en presidente y, por lo que se va viendo, no será la única.
A lo largo de la entrevista, Trump también dijo que promoverá jueces provida y que defiendan la portación de armas, confirmó que donará su sueldo de presidente y deslizó que no piensa dar marcha atrás con los casamientos gays.
Sobre Clinton avanza en una de las intrigas que, hasta ahora, encierra la política local. Esto es, cómo fue, en la intimidad, el momento en que la favorita para ganar se dio cuenta de que perdía. "Hillary me llamó por teléfono [en la noche de las elecciones] y fue una llamada muy agradable. Fue muy duro para ella, puedo imaginarme. Para mí también habría sido duro, de haber estado en esa situación, pero creo que para ella lo fue mucho más. Ella, sin embargo, no pudo ser más agradable", refirió.
Tras haber cerrado la campaña más amarga y cargada de reproches personales de que se tenga memoria, Trump se deshizo en elogios a Clinton. "Es una mujer muy fuerte y muy inteligente. Una gran luchadora", sostuvo. Ahora, tiene por delante formar su gobierno. Mientras, aterrados, miles de pobladores de este país se preguntaban ayer si no había llegado el momento de partir.
Donald Trump Presidente electo - "Vamos a echar del país, de forma inminente, a todos los extranjeros que tienen antecedentes criminales. Podrían ser dos millones y hasta tres millones de personas" "No tiene que ser un muro. En algunas partes será un muro y en otras, una valla".