martes, 3 de abril de 2012

El país entregó la energía

Por Jorge Lapeña para LA NACION
Los errores políticos tras la crisis de hidrocarburos
La crisis energética argentina es profunda y vino para quedarse. Se incubó en forma larvada durante un tiempo; luego vinieron los síntomas tempranos perceptibles sólo por los expertos y los ligados a la actividad; finalmente, en el presente, se manifiestan los efectos negativos en forma que son percibidos por la población, ya que afectan la calidad de vida de los ciudadanos y el funcionamiento de toda la macroeconomía. La Argentina es un país débil y vulnerable, y esto se acentuará en los próximos años.
Los problemas energéticos son mayúsculos:
1) la Argentina ha perdido la autosuficiencia energética y es un país volcado en forma precipitada y desordenada -o sea no planificada- a la importación de energía. Las compras externas superaron los 9000 millones de dólares en 2011 y crecen con altas tasas;
2) en los años recientes, el país se ha descapitalizado en más de 100.000 millones de dólares consumiendo el stock de reservas comprobadas sin reponerlas;
3) los subsidios energéticos son insostenibles para la hacienda pública;
4) la producción petrolera y gasífera doméstica está en declinación crónica desde hace 14 años en petróleo y desde hace ocho años en gas natural;
5) hay un déficit de inversión en la ampliación de la oferta de energía que no acompaña al crecimiento de la demanda doméstica;
6) existe una situación muy cercana a la cesación de pagos en varios segmentos de la actividad energética.

Si bien estos síntomas ya son admitidos casi en forma unánime desde que el Gobierno, después de ocho años de negarlos, los blanqueó, no existe tal unanimidad respecto a las causas y menos aún a las soluciones que podrían implementarse para resolver esta estratégica cuestión. Es tiempo entonces de focalizarse en las múltiples causas y luego, ponderadas éstas, pasar a la propuesta de soluciones.

El problema energético es un pentaproblema:
1) existe un problema técnico que se expresa en que el sistema no puede abastecer en forma fluida la demanda interna; crece la demanda y disminuye la oferta;
2) existe un conjunto de problemas económicos (las importaciones y los subsidios son insostenibles a largo plazo; las empresas de servicios públicos energéticos se acercan a la cesación de pagos; etc.);
3) existe un problema legal que combina vacíos legales e incumplimiento de contratos y de la legislación vigente;
4) existen problemas institucionales que se manifiestan en una organización sectorial ineficiente para cumplir con los roles indelegables de todo Estado (nadie planifica; nadie fiscaliza; nadie fija políticas; los entes reguladores están intervenidos y no cumplen sus funciones legales; etcétera);
5) finalmente, están los problemas políticos.

Me focalizaré en el factor político como causal preponderante de la actual situación; errores de naturaleza estratégica de larga data no corregidos; decisiones estratégicas desafortunadas en los últimos ocho años e inexplicables errores tácticos más modernos confluyen para explicar este desastroso presente. Si estos errores no son removidos, no podremos superar esta situación.

A principios de los años 90, la Argentina reorganizó su sector energético y tomó un rumbo equivocado, y estamos pagando ahora los errores de aquel tiempo. La privatización de YPF, Gas del Estado, Agua y Energía e Hidronor se realizó al amparo de una ideología ultraliberal que no sólo privatizó activos, sino que enervó, hasta hacerlas desaparecer, las funciones indelegables que todo Estado debe ejercer.

La Argentina le entregó virginalmente al mercado las decisiones del qué y del cuándo hacer. Consumado este primer error, el Estado dejó de fijar la política energética, de planificar, de fiscalizar, de promover inversiones en áreas prioritarias; de recaudar fondos específicos, etcétera (segundo error). Este proceso desembocó en la desnacionalización del sector y en la ausencia, a contramano del mundo y de la región, de todo pensamiento estratégico nacional para el sector energético.

Luego, a mediados de los años 90, la Argentina cambió su Constitución Nacional e introdujo en el artículo 124 el tema de la propiedad de los recursos naturales transfiriéndolos al dominio provincial. Ello tuvo particular importancia en los hidrocarburos, ya que estos recursos pertenecían al patrimonio imprescriptible e inalienable del Estado nacional, según la legislación en vigor. La propiedad nacional de los hidrocarburos, en conjunción con la existencia de la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales, fueron los pilares sobre los que Argentina ejecutó una exitosa política de Estado a lo largo del siglo XX, que nos llevaría desde el descubrimiento del petróleo en Comodoro Rivadavia en 1907 hasta el autoabastecimiento alcanzado en 1989.

La transferencia del dominio a las provincias sin la sanción de una ley que reglamentara el cómo se haría abrió camino a un muy negativo juego de pinzas sobre un Estado nacional ausente ejecutado por las empresas petroleras (el lobby petrolero) y las burocracias energéticas provinciales nucleadas en la Ofephi. Así se sancionó, en 2006, la conocida como "ley corta", que transformó a cada provincia petrolera en una especie de débil emirato, con un resultado lamentable: prórrogas de contratos, nula o poca fiscalización de la actividad, anarquía legal, falta de políticas coordinadas. Las empresas petroleras lograban lo que siempre habían ambicionado y pocas veces habían dicho en público: permanecer en los yacimientos hasta el final de la vida útil de éstos. Las renegociaciones tempranas hechas por las provincias lo posibilitaron.

Si aquéllos son los errores políticos de antigua data -que no involucran al gobierno actual, aunque sí a muchos de sus funcionarios, entonces entusiastas defensores de aquella política-, aparecen luego un conjunto de gruesos errores estratégicos del gobierno actual que, insólitamente, mantiene su elenco energético intacto desde 2003, hasta tal punto que se trata del equipo energético de mayor continuidad de la historia sectorial.

En este rubro computamos lo siguiente:
1) error de percepción estratégica al no identificar la declinación productiva de la producción de petróleo ni de gas natural como un problema estructural relacionado con la caída de las reservas comprobadas;
2) la incapacidad de generar una estrategia exploratoria para revertir la situación;
3) falta de percepción estratégica al no anticipar y, por lo tanto, no planificar, la importación de energía con estrategias de mínimo costo; 4) congelamiento tarifario de las empresas de servicios públicos que lleva a éstas a la cesación de pagos, y montaje de un sistema de subsidios indiscriminados a la energía que es insostenible.

Finalmente, y no menos importante, es el conjunto de lo que denominaría errores políticos tácticos (2003-2012) que a mi criterio juegan un rol fundamental para explicar el actual estado de desorden que reina en el sector. Una lista no taxativa es la siguiente:
1) El Gobierno negó hasta el hartazgo la crisis energética con argumentos pueriles y hasta irracionales hasta último momento. Esto dejó la idea de un gobierno ignorante o lisa y llanamente mentiroso.
2) El Gobierno destrató a los empresarios y denostó a los opositores ante cualquier opinión contraria a las erróneas ideas oficiales. Esto dejó la idea de un gobierno autoritario.
3) El Gobierno evitó debatir públicamente la cuestión energética que nos atañe a todos; dio la impresión de ser un gobierno cerrado al diálogo e incapaz de articular una política de Estado consensuada.
4) El Gobierno incumple con la legislación y con la letra de los contratos. Dio con ello la impresión de ser un gobierno no confiable para atraer inversiones de largo plazo.
5) El Gobierno hoy focaliza toda su artillería en culpar exclusivamente a YPF de los fracasos, cuando antes elogiaba su performance. YPF es sólo una parte -menor- de todo un sistema que no funciona y que también incluye al Estado. Se trasmite la idea de que a cualquier actor, en cualquier momento, le puede tocar lo peor.

En apretada síntesis, la Argentina está ante una situación muy comprometida de la cual es necesario salir. Ante esto, el factor político es preponderante frente a los otros factores. La solución es política y la nueva política debería ser consensuada. Se puede salir. Llevará tiempo y esfuerzo, pero para eso es necesario hacer un giro copernicano en materia de política energética: nueva legislación, nueva organización, nuevo discurso, nuevos objetivos estratégicos sectoriales.

Un primer paso ineludible: hay que cambiar de equipo. Ocho años de errores garrafales es mucho tiempo para otra oportunidad.

© La Nacion .(http://www.lanacion.com.ar/1461748-el-pais-entrego-la-energia)

Las ocho novedades del mobiliario urbano

Por Angeles Castro - LA NACION (Twitter: @AngiCas) (Extractado)
Dentro de 10 meses, las calles y las veredas porteñas lucirán diferentes. La mutación será paulatina, pero cuando haya concluido se notará a simple vista. Es que la Capital está "cambiando los muebles", y la incorporación de elementos inéditos en el espacio público favorecerá un nuevo modo de relacionarse con el entorno, recorrer la ciudad y conocerla.

Será posible por el lanzamiento del nuevo mobiliario urbano, una deuda pendiente del gobierno porteño desde 2001, cuando venció la anterior licitación. Abarca el reemplazo de paradas y refugios de colectivos, de paradas de taxis, de la nomenclatura de las calles, de pantallas publicitarias y de señalética barrial.

Esos dispositivos muestran hoy un avanzado deterioro que, en muchos casos, no permite a los vecinos identificar esquinas por las que transitan por la rotura de los carteles ni protegerse de la lluvia mientras esperan el colectivo bajo un refugio de techo de chapa oxidado. Desde 2001, los viejos licitatarios seguían explotando los contratos vencidos a cambio de un módico canon anual y sin obligación de realizar inversiones.

Desde la semana pasada, el nuevo contrato -que estuvo objetado en la Justicia con la consecuente demora- comenzó a ejecutarse. Así, desde el este hacia el oeste de la Capital empezaron a aparecer lentamente los flamantes dispositivos, que sorprenderán a más de un porteño.

Llegó la hora de decir adiós, por ejemplo, a los refugios de colectivos color ocre con laterales acrílicos que admiten publicidad en su interior, habituales presas del vandalismo. Uno por uno irán siendo retirados y reemplazados por estructuras con paredes y techo de vidrio antivandálico, que no serán cubiertas por publicidad y, por lo tanto, el pasajero podrá tener contacto permanente con lo que ocurre alrededor. Siempre con el mismo concepto, los habrá más grandes, con asientos de madera, y más pequeños.

La publicidad quedará relegada a otro dispositivo que acompañará a los refugios más grandes: pantallas transiluminadas, y en algunos casos con un tablero LED, una especie de rectángulos anexos a los refugios.

Los postes que marcan paradas de colectivos también serán distintos. Desaparecerán los clásicos azules con el escudo de la ciudad de Buenos Aires. Se unificarán en el color negro, como algunos ya existentes pero en gran medida ilegibles, y admitirán distintos modelos.

En las áreas catalogadas como de protección histórica, la inscripción de la línea y el recorrido figurarán en el mismo poste cilíndrico.

También habrá una variedad que no llevará poste, ya que el cartel con la información irá amurado a la pared. Algunos carteles indicadores de calle (o nomencladores) también irán adosados a muros perpendicularmente, a diferencia de los históricos azules adheridos en paralelo. La buena noticia para los nostálgicos es que estos últimos, tan característicos de algunas calles, no serán removidos. También se conservará el tradicional modelo de pantalla publicitaria verde.

En un avance hacia una ciudad para todos, refugios y paradas tendrán brazaletes en braille y parlantes con información para ciegos.

Y si hasta ahora hay que hacer malabares cuando uno viaja en auto por una avenida para verificar en las bocacalles el nombre de la transversal, ya no será necesario. Al estilo de ciertas ciudades extranjeras, la ciudad sumará pescantes fácilmente visibles, colgados de la parte superior de los semáforos, con el nombre de las calles que se cruzan.

Finalmente, cada barrio porteño tendrá una placa recordatoria de su historia.

Refugios 2400: Hoy hay 1400 refugios, se sumarán 1000; todos serán nuevos. Las estructuras serán de vidrio antivandálico. La publicidad irá en un dispositivo separado.
Habrá tres tamaños.

Carteles indicadores de calles: Se instalarán varios tipos de nomencladores, como los pasantes en semáforos sobre las esquinas de las avenidas. Además del clásico colocado en postes, otros se adosarán a la pared.

Paradas de colectivos:
Para despejar el espacio público de postes, algunas paradas irán directamente amuradas perpendicularmente. En las áreas protegidas de la Capital, como el casco histórico, habrá paradas cilíndricas; ocupan menos espacio aéreo.

Paradas de taxis: De la actual señal en negro sobre amarillo, se pasará a otra en amarillo sobre negro. Dirá la cifra de vehículos autorizados.

Brazaletes: Un brazalete en braille brindará orientación a los ciegos en las paradas y refugios de colectivos.

Llegan 35.000 extranjeros para estudiar en la Ciudad

Por Silvia Gómez - Diario Clarín
En la UBA, la cantidad se duplicó en 5 años. Hacen carreras universitarias, posgrados y cursos de español. La mayoría es de Latinoamérica y hay más europeos y estadounidenses. Eligen Buenos Aires por calidad educativa y atractivos turísticos.

Los bares, los restaurantes, la noche, la cultura, el cambio favorable y el nivel educativo conforman un cóctel que cada año atrae a miles de extranjeros que llegan a la Ciudad para tomar todo tipo de cursos y carreras en universidades públicas y privadas. Según estimaciones de organismos relacionados con la educación, durante 2012 unos 35.000 extranjeros estudiarán en Buenos Aires .

La llegada masiva de estudiantes comenzó después de la gran crisis de diciembre de 2001. Durante 2007 en la UBA estudiaron 4.700 extranjeros; hoy se estima que son casi el doble. En el IUNA (Instituto Universitario Nacional de Artes) hay cursos que tienen un 80% de extranjeros, como los de posgrado del Departamento de Artes Visuales. En 2011, la Encuesta de Turismo Internacional del INDEC registró el ingreso (por los aeropuertos de Ezeiza y Aeroparque) de 62.626 turistas internacionales por estudio en distintos puntos del país; la quinta ubicación en el ranking de motivación de viajes después de vacaciones, negocios, visita a familiares y congresos.

Alexis Genuth es fundador y CEO de interuniversidades.com, una red social y buscador internacional de estudios. Hace 15 años que trabaja en áreas relacionadas con la educación y aporta su punto de vista para entender el fenómeno educativo que genera Argentina: “La diversidad de universidades públicas y privadas es determinante ; entre unas y otras tenemos alrededor de 80. En Paraguay, hay sólo 3. Y el ambiente también influye. Muchos encuentran aquí una Ciudad y una calidad de vida que es comparable con las europeas. Para los norteamericanos, por ejemplo, es el lugar de Sudamérica en donde más seguros se sienten”.

La crisis en Europa y Estados Unidos operó a favor de la llegada de extranjeros, porque muchos lo hacen para conocer otras opciones educativas y laborales. Hay un dato que revela la importancia de Buenos Aires y Argentina a nivel educativo: desde 2010 el destino ocupa el séptimo lugar de preferencia para los norteamericanos.

Y las universidades saben aprovechar el mercado. La Di Tella, la de Belgrano, la de Palermo y la Fundación H. A. Barceló, entre otras, hacen una fuerte promoción de sus carreras en las ferias internacionales y apuestan a convocar extranjeros ofreciendo servicios extracurriculares, como los cursos gratuitos de idioma español que dicta la Barceló, en donde el 10% del alumnado es de Brasil. Pero además reconocen que los programas promocionales de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y la Dirección Nacional de Migraciones generan difusión fronteras afuera .

Por su parte, la Ciudad también participa de ferias internacionales y workshops específicos. “El turismo de estudio representa una gran oportunidad de diversificación de la demanda: representa el 2,3% del total de turistas internacionales arribados a la Ciudad. En 2011 se quedaron un promedio de 50 días y gastaron casi U$S 59 diarios ”, detalla Hernán Lombardi, al frente del Ente de Turismo porteño.

La UBA, desde 2007, viene registrando un importante incremento de estudiantes internacionales. La mayoría son bolivianos, peruanos y brasileños, seguidos por chilenos y paraguayos. Pero como la universidad posee convenios de cooperación con países europeos, también estudian aquí alemanes, españoles y franceses, además de estadounidenses. A diferencia de otras grandes universidades del mundo, la UBA no posee alojamiento para estudiantes, pero sí recomienda hostales y residencias que previamente chequea.

Muchos de los extranjeros que llegan lo hacen para estudiar el español. El Centro Universitario de Idiomas (CUI) tiene desde hace 15 años un curso específico que en 2011 tuvo 1.500 alumnos. Y en 2012 hay 150 alumnos llegados de China. El director, Roberto Villarruel, cuenta como cambió la demanda en los últimos años: “En la etapa post devaluación llegaban por los precios. Pero desde 2005 el crecimiento estuvo acompañado por la valoración que se tiene de Argentina a nivel educativo. Más el estilo de vida de los porteños y las opciones turísticas del país.

CABA, avanza otro túnel bajo las vías del Mitre

El techo. El domingo a la noche terminaron de colocar dos losas de 45 toneladas cada una. El paso bajo nivel tendrá circulación hacia Libertador y no podrá ser usado por camiones o colectivos.El techo. El domingo a la noche terminaron de colocar dos losas de 45 toneladas cada una. El paso bajo nivel tendrá circulación hacia Libertador y no podrá ser usado por camiones o colectivos.
La empresa Autopistas Urbanas (AUSA) instaló el nuevo puente ferroviario del paso bajo nivel de la calle Besares y Grecia, en el cruce con las vías de ferrocarril Mitre ramal Tigre. La obra se terminó en la madrugada del domingo. El puente consiste en dos losas de 9 metros de largo, 4 de ancho y 1,10 de alto, con un peso de 45 toneladas cada una. Sobre ellas se apoyarán las vías.

El bajo nivel Besares tendrá una altura libre de paso de 2,80 metros, lo que permitirá el tránsito de autos y ambulancias, pero no de camiones y colectivos , para asegurar así una circulación a escala barrial. Tendrá un carril con único sentido de circulación hacia Libertador y pasos peatonales con escaleras y rampas para personas con discapacidad motriz.

Bajo el puente se instalarán también bombas de drenaje para evitar inundaciones con las lluvias. En los laterales del túnel se construirán calles para los frentistas, con más iluminación, espacios verdes y nuevas veredas.

Esta obra es parte de un plan por el cual ya abrieron nueve pasos bajo nivel –los últimos en febrero en las calles Crisólogo Larralde y Manuela Pedraza– en cruces con el Mitre, el San Martín y el Urquiza y los Belgrano Norte y Sur. Además del Besares, en el mismo ramal, están construyendo otros bajo las calles Arias e Iberá.

Fuente: Diario Clarín

La deuda externa aumentó en u$s23.300 en los últimos dos años

Por Redacción de iProfesional.com
La responsabilidad del incremento del endeudamiento fue tanto del Estado, como del sector privado. En el último año, el pasivo subió en u$s10.722 millones 

La deuda externa aumentó u$s10.722 millones el año pasado y como en 2010 también subió, en los dos últimos años pasó de u$s116.415 a u$s139.715 millones. Estos datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) indican que entre 2009 y 2011 el incremento del endeudamiento externo ascendió a u$s23.300 millones, la mitad por responsabilidad del Estado y la otra mitad del sector privado.

A su vez, de los u$s139.715 millones, más de la mitad de la deuda está contraída por el Estado, en bonos y títulos públicos, con proveedores o por préstamos de organismos financieros internacionales, como el BID y Banco Mundial, incluida la deuda vencida con el Club de París.

Una parte sustancial del mayor endeudamiento público se debe al préstamo de u$s5.000 millones que tomó el Banco Central en la segunda mitad de 2011 de bancos europeos para compensar la pérdida de reservas.

Ese préstamo debería ser devuelto a lo largo de 2012. Por eso los especialistas dicen que si se descuenta esa deuda, las reservas propias del BCRA apenas superan los u$s42.000 millones, señala el diario Clarín en su edición de hoy.

En tanto, otros u$s2.000 millones del incremento de deuda obedecen a que varias provincias tomaron créditos del exterior: de u$s4.141 millones a fines de 2009 a u$s6.368 millones a fines de 2011. El resto fue porque el Gobierno emitió nuevos bonos y se acumularon nuevos atrasos de pagos de capital e intereses, principalmente con el Club de París.

De los u$s72.992 millones, sin computar los intereses y sin considerar un eventual pago al Club de París, este año vencen u$s8.432 millones. El Gobierno prevé pagar esos vencimientos tomando prestadas reservas del Banco Central, habilitado ahora en una mayor amplitud por la reciente reforma de la Carta Orgánica.

El sector privado adeudaba u$s66.723 millones. Se estima que un 30% corresponde a pasivos con empresas vinculadas, como filiales con sus casas matrices. También hubo un incremento de importaciones que fueron financiadas con créditos del exterior.

La línea de fusiles IA2 de IMBEL debutó con éxito en FIDAE 2012

(Infodefensa.com) R. Caiafa, Santiago de Chile – La Industria de Material Bélico de Brasil (IMBEL) participó en FIDAE 2012 mostrando sus productos junto al público latinoamericano institucional y privado. En este oportunidad, la empresa presentó por primera vez, fuera de sus fronteras, la nueva familia de productos IA2, constituida por fusiles y fusiles de asalto de calibre 7,62 mm y 5,56 mm, carabinas policiales de los mismos calibres, bayonetas IA2 y cuchillos de campaña IA2 y Amz (propio para el empleo en ambiente de selva).

IMBEL emplea en la actualidad cerca de 2.000 personas divididas entre cinco unidades fabriles en las ciudades de Piquete (SP), Río de Janeiro y Magé (RJ) y Juiz de Fora e Itajubá (MG).

Tomando por punto de partida los consagrados FAL y PARA-FAL, fusiles empleados en larga escala para las Fuerzas Armadas brasileñas durante más de cuatro décadas, IMBEL desarrolló y lanzó al mercado una nueva familia de armas que alían características como robustez, sentido práctico y bajo peso junto al empleo de modernos materiales y nuevos recursos tecnológicos.

Las principales características de la nueva familia IA2 son el uso de polímero en guardamano, puño y corona; revestimiento de plástico (en color rojo) entre el cañón y guardamano, nueva correa de fijación, rieles picatinny para la fijación de accesorios diversos, corona retractil y rebatible para los dos calibres y nueva ergonomía del puño con un ángulo muy diferente del utilizado en el FAL y en el PARAFAL.

Las Fuerzas Armadas de Brasil ya las están adoptando en lotes piloto, especialmente en relación de las tropas de pronto empleo del Ejército como la 12ª Brigada de Infantería Ligera (Aeromóvil), Brigada de Operaciones Especiales, Brigada de Infantería Paracaidista y tropas de selva.

Especificaciones de la familia IA2:
Tipo: Semiautomático, automático y repetición.
Empleo: Individual
Calibre: 5,56 mm y 7,62 mm.
Operación: Acción directa de los gases.
Velocidad inicial del proyectil: 850 m/s
Cadencia de tiro: 950 tpm
Alcance Máximo: 3.600 m
Alcance de Utilización: 600 m
Peso: 4,2 kilogramos (cargado), 3,1 kilogramos (descargado)
Longitud: 1,01 mm
Alimentación: Cargados de 20 a 30 cartuchos

La participación de IMBEL en el Pabellón de Brasil de FIDAE 2012 fue posible gracias a los apoyos recibidos por Apex-Brasil, ABIMDE y el Ministerio de Defensa.

Recursos naturales: la disputa económica detrás de la soberanía

Por Matías Ortega para Ambito.com
A 30 años de la fatídica guerra de Malvinas, el reclamo por la soberanía del archipiélago ha reverdecido en la política exterior de la Argentina. Desde 1833, cuando Gran Bretaña usurpó y colonizó el territorio, nuestro país ha exigido su devolución tanto por la vía diplomática como, en 1982, por las armas. Pero junto con la exigencia histórica e irrenunciable de recuperar un enclave que geográficamente y por herencia pertenece a la Nación, una cuestión clave que subyace hoy nuevamente está en juego: la explotación de los recursos naturales.

El tema que actualmente centra la atención es el de las reservas de petróleo que puedan existir en las cuencas submarinas que rodean la zona en disputa. Las estimaciones sobre la magnitud de ese recursos han tenido idas y vueltas, pero cada vez más se refuerzan las teorías que apuntan a que allí podría encontrarse un tesoro que generaría un impacto económico inmenso para los isleños y Gran Bretaña.
Haciendo cuentas

Hasta ahora, los cálculos más pesimistas apuntan a que no habría menos de 600 millones de barriles. Sin embargo, la empresa Rockhopper, una de las cinco compañías que operan allí y hasta el momento la única que confirmó hallazgos de petróleo en uno de sus pozos de la Cuenca Norte, elevó su estimación a casi 1.300 millones de barriles. La semana pasada, Lewis Clifton, director ejecutivo de Byron Marine, empresa que maneja la logística en Puerto Argentino (Puerto Stanley para los kelpers), afirmó que en los próximos días podría haber datos más precisos al respecto. Además, confirmó que "si todo sale bien, el primer barril de petróleo en Malvinas será producido en el segundo trimestre de 2016".

Un informe de reciente publicación realizado por la consultora británica Edison Investment Research, a pedido del gobierno del primer ministro David Cameron, asegura que las ganancias podrían elevarse astronómicamente, aunque no brinda precisiones métricas sobre la cantidad existente del hidrocarburo. Según el documento, la reserva encontrada en Sea Lion por Rockhopper al norte de las islas en 2010 le significará a la población de Malvinas la suma de 10.500 millones de dólares en ingresos por regalías e impuestos durante una estimada vida útil de 20 años.
Si se cumplen las estimaciones de los pozos perforados al sur la cifra podría alcanzar los u$s 167.000 millones, lo que representa u$s 56 millones de ingresos por de cada uno de los 3.000 isleños. Vale hacer una comparación: Argentina recaudó impositivamente en 2011, al cambio actual, a u$s 123.000 millones. Según datos suministrados por World Factbook, que elabora el Departamento de Inteligencia estadounidense (CIA), el PBI per cápita en Malvinas es el séptimo en el mundo, con u$s 55,4 millones. Otro dato a tener en cuenta es que al poseer una escasa población, casi la totalidad del petróleo sería exportable ya que el autoabastecimiento se garantiza con una ínfima porción.

A fines de 2009, cuando aún la primera plataforma de exploración, la Ocean Guardian, no había llegado a aguas del Atlántico sur, el presidente del Falkland Island Holding y vicepresidente de la petrolera Falkland Oil anda Gas, David Hudd, lanzó en declaraciones al diario sensacionalista The Sun la estimación más exorbitante conocida hasta ahora. Según él, las reservas en el archipiélago alcanzarían los 60.000 millones de barriles. Al día de hoy, esa cifra no pudo ser refrendada. Para una mejor comprensión de lo que esto significaría es relevante destacar que se calcula que el mayor pozo del mundo, Ghawar en Arabia Saudita, extrajo un cantidad similar entre su descubrimiento en 1948 hasta 2010.

Sin embargo, expertos consultados por ámbito.com ponen un manto de duda sobre el potencial petrolífero real de la región. "Por el momento no hay evidencia alguna del hallazgo de reservas; sí se han ensayado dos pozos que produjeron petróleo pero de ensayos muy cortos que no habilitan a hacer extrapolaciones de productividad en el tiempo de los mismos, ni tampoco acotar con cierto rigor los volúmenes posibles de petróleo presente. Se pueden hacer estimaciones de los recursos posibles, pero eso no son reservas. Las reservas son volúmenes de petróleo o gas, que son económicamente rentables de explotar", explica Daniel Kokogian, titular de New Milestone, consultor en materia energética, quien cuenta con una vasta carrera en la materia, publicó decenas de trabajos técnicos y ocupó posiciones destacadas como geólogo de exploración en importantes empresas del sector.

"Si no se sabe aún qué volúmenes podrían existir y tampoco se sabe la productividad promedio de los pozos, no se puede definir si se está ante un proyecto de desarrollo rentable, o sea un yacimiento", continúan Kokogian, al tiempo que sostiene que "se va a necesitar hacer muchos pozos más para poder tener certezas respecto de la presencia o no de reservas". "Hoy por hoy son nulas", opina.

El especialista agrega que "podría estimarse que a costos y valores de crudo actuales las reservas mínimas requeridas no deben ser menores a 300 o 400 millones de barriles". Asimismo, advierte sobre la viabilidad para la extracción rentable de petróleo en algunas áreas, donde además haya existencia de gas y donde los reservorios sean "discontinuos". Según Kokogian, estas cuestiones generan "incertidumbre" ya que elevarían los costos de la operación. En cualquier caso, si la Argentina obtuviese el control de la actividad la ubicación geográfica de las islas con respecto al continente facilitaría la recuperación del recurso.

Al respecto, el Director Ejecutivo del Centro Argentino de Estudios Internacionales (CAEI), Juan Recce, sostiene que "aún cuando las probabilidades (de la existencia de reservas) parecen ser altas, de momento no tenemos ninguna certeza. Sólo contamos con estimaciones prospectivas fundadas en modelos de análisis geológicos, altamente condicionados por los presupuestos técnicos instalados por viejos informes de los Servicios Geológicos de los Estados Unidos y el Reino Unido".

"Ni British Petroleum ni Shell, las petroleras británicas más importantes del mundo, se han ocupado hasta la fecha de encarar directamente la exploración en la zona en disputa. Por el contrario, delegaron esta tarea en manos de pequeñas subsidiarias de notable insignificancia estratégica. Si los recursos enunciados fueran tan importantes estarían allí por sí mismas", opina Recce.

En cuanto a las idas y venidas sobre los informes de reservas que producen las propias empresas que operan en la zona, el especialista lo vincula con cuestiones "financieras y políticas". "En primer lugar, está asociada con los ciclos especulativos bursátiles de la Bolsa de Londres antes que con la corroboración del crudo existente. En segundo, es contribuyente de la exacerbación discursiva del cálculo estratégico por parte del Reino Unido en relación a cuestión de fondo, la soberanía. Sabemos que el capital inglés es un excelente constructor de información", concluye.

Sin embargo, Recce hace hincapié en que "ambas márgenes del océano Atlántico Sur son ricas en hidrocarburos" y sostiene que pese a la falta de datos concretos "promete un futuro alentador para nuestra matriz energética nacional y sudamericana". Resalta, por ejemplo, el caso de Brasil donde se iniciaron trabajos en la cuenca Santos en los años '70 y recién en 2008 se confirmó la existencia de reservas.

• Más allá del "oro negro"

"La industria pesquera y la pesca han sido cruciales en el desarrollo actual de las islas". La categórica afirmación corresponde a John Barton, director del Departamento de Pesca de Malvinas, quien en diálogo con este medio resaltó la importancia de la actividad en el porvenir del gobierno kelper. "Habría sido un lugar mucho más pobre sin la pesca", remata.

Mientras no termine de desarrollarse la explotación de petróleo, la pesca continúa como la principal fuente de ingresos de los isleños. Barton explica que la industria genera unos 200 millones de euros al año, de los cuales cerca de 20 millones los obtiene por el otorgamiento de permisos a 25 años para desarrollar la actividad.

Hasta 2005, las licencias de pesca se ofrecían año a año, pero el sistema fue modificado por otro a largo plazo, pese al rechazo argentino en tiempos de la presidencia de Néstor Kirchner. Barton defiende enfáticamente la medida, al tiempo que lamenta que haya provocado la suspensión Comisión de Pesca del Atlántico Sur (CPAS), a través de la cual Argentina y Reino Unido realizaban trabajos conjuntos en materia pesquera.

"La CPAS tuvo un rol constructivo en la conservación de la pesca regional desde 1990 a 2005. Había intercambio de información y trabajos conjuntos. Las cosas no siempre funcionaban a la perfección, pero aún era mucho mejor que no tener ningún tipo de cooperación para conservar la pesca", sostiene.

Barton rechaza que exista una "depredación" de los recursos marítimos, aunque reconoce que algunas especies, sobre todo las de explotación compartida con Argentina, han sufrido "sobrepesca". Sin embargo, destaca los esfuerzos de la administración isleña para evitar ese tipo de situaciones y consideró que a 25 años de comenzada la actividad han tenido "un éxito razonable" para que sea sustentable en el futuro.

Desde una vereda totalmente opuesta, César Augusto Lerena, veterinario especialista en la materia y que entre otros cargos públicos ocupó la Secretaría de Pesca a principios de los '90 -se alejó por diferencias con el gobierno que encabezó Carlos Menem-, criticó con dureza la actividad desarrollada por los isleños y Gran Bretaña en la zona.

En diálogo con ámbito.com, Lerena acusó a los ingleses de "no preocuparse por la conservación de los recursos naturales" en las islas. Pero tampoco ahorró cuestionamientos a los sucesivos gobiernos argentinos por la falta de políticas y por utilizar a la pesca como "moneda de cambio para resolver cuestiones económicas de la Nación".

Lerena considera que la Argentina ha "minimizado" la importancia de explotar como recurso propio la pesca, mientras que, sostiene, realizó acuerdos desfavorables que pretendían levantar la bandera de la soberanía pero que en realidad garantizaban una mejor sintonía comercial con la Unión Europea. Al criticar las normas firmadas con Gran Bretaña en los años 90 por el gobierno menemista, el experto no duda en denominar a ese pacto como el "Acuerdo del gallinero". Explica que por ese tiempo se estableció con la potencia europea "el cuidado conjunto de los recursos marítimos para evitar interferencias en la ruta del calamar y otras especies"; así, los malvinenses se garantizaron el control de la pesca de los cardúmenes que migran hacia las islas. "Es decir, se acordó con el zorro el cuidado del gallinero", concluye.

Según los cálculos que ofrece Lerena, "el Reino Unido ocupa el 73% del territorio marítimo austral y se estima que sus capturas representan el 40% del total del Atlántico Sur". Asimismo cuestiona las licencias de pesca a 25 años que otorga el gobierno de Malvinas al afirmar que "carece de todo sustento científico" y que son "un intento de demostrar poder". En tanto, agrega que desde la posguerra, Reino Unido extrajo de las aguas de la zona el equivalente a entre 5.000 y 9.000 millones de dólares.

"La pesca es un recurso renovable pero agotable en tanto no se administre adecuadamente. Es por lo tanto sustentable su explotación; pero no en un medio donde todos los actores actúan en forma negativa", asevera.

En términos de explotación conjunta, el kelper John Barton plantea que los gobiernos deberían dejar "en el asiento de atrás" las cuestiones políticas y resucitar el CPAS con el fin de trabajar en la conservación. Aunque advierte que no hay posibilidades de que barcos argentinos pesquen en aguas malvinenses, y viceversa, cree que una idea óptima sería que, por ejemplo, las capturas sean procesadas en la Argentina lo que mejoraría la rentabilidad del sector.

En cambio, Lerena propone medidas totalmente opuestas. Para él "de ninguna manera" la Argentina debe considerar una explotación conjunta y sostiene que incluso la estrategia debería apuntar a capturar los recursos antes de que migren hacia las islas. Además, insta a tomar iniciativas similares a las que se tomaron con la exploración petrolera, que castiguen a las empresas extranjeras que realicen actividades comerciales con el gobierno de Malvinas.

• Minería y posición estratégica

La explotación minera, sin bien es un importante factor económico en el mundo, aún no tuvo un desarrollo relevante en el archipiélago. "Los recursos mineros son viables, pero en los próximos años. Hoy solo hay una empresa capaz de extraer minerales metalíferos en profundidad, la angloamericana Nautilus, que ya está haciendo explotación en el Pacífico. En su plan de negocios está previsto desembarcar en el Atlántico Sur hacia fines de la década", explica Juan Recce.

El experto advierte sobre otros aspectos, como por ejemplo la "biodiversidad de aplicación farmacéutica". Justamente, a fines de 2011, Londres anunció su intención de ampliar su injerencia en la zona con la creación de un gigantesco santuario ecológico en torno de las islas Georgias del Sur y Sandwich, ubicado a 1.300 kilómetros al sudeste de Malvinas y con una superficie de 1,07 millones de km2.

Pero también Recce apunta que "Malvinas es parte de la carrera geopolítica del futuro si la entendemos en clave Antártica".

"Malvinas y la Antártida, son para el Reino Unido, parte de un único sistema estratégico de poder, cuyos márgenes se amplían con sus territorios de ultramar ubicados en el centro del Atlántico Sur. Las islas de Ascensión, Tristán de Acuña, Georgias y Sándwich de Sur, le confieren el control logístico del camino de occidente a la Antártida", señala.

Finalmente, Recce concluye: "En el sistema Malvinas-Antártida, se juega parte de nuestra economía real del futuro, no la inmediata, sino la de los próximos 30, 40 y 50 años. También la del Reino Unido".

Autodeterminación, otro relato flojo de papeles

Por Marcelo Falak para Ambito.com
Dos de abril. Hoy es preciso y justo homenajear a los veteranos de Malvinas, a los que están y a los que perdimos tanto en el campo de una batalla imposible de antemano como en los abismos de la depresión y el abandono social, imperdonablemente casi tan numerosos como los primeros.

Dos de abril. Un símbolo que hace inevitable que el recuerdo de los combatientes nos lleve al de la causa misma, por más que las autoridades bien harían en evitar que ésta se vea asociada a la guerra que, sin dudas, la complicó hasta el paroxismo. Revisar esta cuestión sería un aporte a la salud política de los argentinos y, también, un mensaje más claro ante el mundo de que aquí, hoy, se defienden derechos legítimos y no aventuras militares absurdas.

Como quiera que sea, así están planteadas las cosas y hoy se hace inevitable pensar cuál sería el mejor camino para la recuperación de las islas y sus valiosas aguas o, si eso no es posible en el corto plazo, qué caminos no conviene recorrer para evitar una nueva y eterna frustración.

Un debate reciente, saludable como todo debate, fue disparado por un grupo de intelectuales y líderes de opinión que planteó la necesidad de reconocer los «deseos» de los kelpers, no ya sólo sus «intereses» como sostiene el Estado argentino.

Más allá de los aspectos valiosos de un aporte que invita a quitar intensidad nacionalista al tema, se ha advertido que ese paso llevaría de manera natural a la autodeterminación de los isleños, algo que sería incluso deseable en opinión de algunos de los firmantes de aquel manifiesto, en virtud de los principios de autodeterminación de los pueblos que, sostuvieron, deberían defender democracias como la argentina.

Así lo expresó, entre otros, el exdiputado de la Coalición Cívica Fernando Iglesias, quien incluso comparó la situación colonial de Malvinas con el surgimiento de la Nación argentina sobre la base de la conquista española, la apropiación de los territorios de los pueblos originarios y la inmigración europea.

Esos antecedentes no bastan para extrapolar épocas y condiciones históricas incomparables. Cuando la conquista española, el mundo estaba conformado por Estados de antiguo orden, reinos cuyos territorios eran reivindicados por monarcas a título personal, muy comúnmente en virtud del derecho de conquista.

A lo largo de los siglos XIX y XX surge un mundo de Estados modernos en el que se impone de a poco el principio de la soberanía popular, acuñado originalmente en la Inglaterra del siglo XVII y la Francia del siglo XVIII. Pero, junto con éste y el de la autodeterminación de los pueblos (una construcción aún más tardía) se consagró el principio de la intangibilidad territorial de los Estados, reaseguro de éstos contra movimientos secesionistas sin base histórica o identitaria, o contra simples actos de conquista militar y trasplantes de poblaciones.

En este punto volvemos a Malvinas, cuyo statu quo se corresponde con lo último. En este sentido, el argumento de la autodeterminación es de reciente aparición como fundamento de un derecho como el del Reino Unido o el de sus súbditos kelpers más que flojo de papeles.

Primero, la potencia colonial argumentó sus derechos como descubridor, por demás inciertos y disputados. Luego, el de conquista, poco apto para el mundo moderno y cuando los Gobiernos de los Estados Unidos y el propio Reino Unido buscan apoyo internacional para la ocupación de países como Irak o Afganistán. ¿Qué impediría en ese caso transformar esas cruentas campañas «democratizadoras» en un derecho de ocupación?

Es en este contexto en que la idea de la autodeterminación vuelve a erigirse como tabla de salvación para una postura sin destino en el plano de la legalidad y la legitimidad, enésima piel que muta un poder empecinado en ocultar su naturaleza crudamente colonial.

El problema insalvable es, como se dijo, que la población kelper que dice reivindicarlo no es autóctona sino trasplantada, que no es un pueblo en sí mismo sino un grupo de apenas tres mil súbditos británicos y que su presencia en las islas es producto directo de la violación de la integridad territorial de un Estado reconocido al momento del despojo por los propios ocupantes.

Quienes defienden la postura de aquéllos estarán, cabe suponer, de acuerdo en que Israel tiene pleno derecho sobre las tierras cisjordanas colonizadas, algo que ni los más incondicionales aliados del Estado judío, con Estados Unidos a la cabeza, dirían en público. ¿Cuál sería la diferencia?
Un territorio ocupado por un acto de fuerza, la implantación de una población externa (aunque en este caso, no de tres mil sino de cientos de miles), derecho de autodeterminación e imposición de sus «deseos» en cualquier arreglo negociado que los implique. En contra de esta idea se podría argumentar que hay una población palestina oprimida, algo sin paralelo en Malvinas. No sería suficiente para salvar la incongruencia, ya que los asentamientos hebreos, totalmente liberados de población árabe, podrían ser reivindicados con facilidad.

O, por sólo incorporar un ejemplo más para no cansar, qué diría un país como España, marcado por conflictos como el vasco y aun el catalán, encarnados en pueblos mayores que el aforo del Teatro Gran Rex y con singularidades culturales ancestrales e indubitables.

¿Por qué será que el mismo Gobierno que, humorísticamente, acusó a la Argentina de «colonialista» por no admitir la soberanía kelper se opone hoy a un referendo libre de los escoceses sobre su independencia, ligados como están Escocia e Inglaterra por tratados reversibles?

Desenganchada de la idea de intangibilidad de los Estados, la apelación a la autodeterminación sin limitaciones resultaría incontrolable. Es llamativo que se enarbole aquí un principio que calza tan justo en los intereses de un poder colonial y absolutamente desprestigiado cuando éste no hace más que desplegar pura y dura política de poder.

¿Cómo explicar que Brasil, un país al que todos le reconocemos una línea histórica coherente, del Imperio a la República, de la dictadura a la democracia, del centroderecha al centroizquierda, reconozca los derechos argentinos sobre Malvinas? Brasil, país crónicamente atenazado en sus proyectos de desarrollo por la falta de combustibles propios, ha descubierto en sus mares más meridionales una reserva de petróleo que alimenta, incluso, sueños exportadores de cariz saudita.
Semejante hallazgo sugiere una posible extensión hacia el sur de recursos equiparables, tanto que la cuenca de Malvinas que nuestro país está a punto de perder irremediablemente no sería más que su tramo final. En ese sentido, una presencia naval extrarregional, dotada de un poder de fuego sin par en Sudamérica e, incluso, de armas nucleares, y con un historial semejante de conquista y despojo no resulta precisamente tranquilizadora para el vecino del norte.

¿Y Chile? ¿Cómo pasó del apoyo a Londres durante la guerra de 1982 al respaldo a la causa argentina? Las afinidades ideológicas no lo explican, dado que la postura pasó sin matices de la progresista Concertación a la conservadora Alianza de Sebastián Piñera. Todo indica que Chile, zanjados los temas limítrofes con nuestro país como hipótesis de conflicto bélico, prefiere discutir con la Argentina sus reclamos futuros en una zona de la Antártida en la que ambos países se solapan, sin compartirla ni tener que pelearla también con un poder como el británico. Todos, ellos y nosotros, buscamos en ese continente aún misterioso lo mismo: incalculables recursos naturales.

Para muchos, el principal motor del reclamo sobre Malvinas será la conciencia y la emoción nacional. Habrá que respetarlos, aunque se les pida que eviten caer en reivindicaciones de tipo militarista. Para otros se trata, además de lo anterior, del interés material por los recursos naturales enajenados. Reconocer el derecho de los kelpers a su autodeterminación supone sin atenuantes la pérdida de ese patrimonio.

Desde los lejanos tiempos de Tucídides se sabe que la esperanza de redención lleva a los débiles a la perdición. Es posible que ése sea el destino de quienes seguimos pidiendo por Malvinas. Pero es seguro que la resignación no nos llevará a orillas mejores.

Los seis mitos que aún encubren el conflicto

Por Virginia Gamba para Ambito.com
Experta en Estrategia y autora de varios libros sobre Malvinas.
Primer mito: Gran Bretaña no negocia bilateralmente con la Argentina porque los deseos de los isleños son supremos.
La cuestión Malvinas está definida en Naciones Unidas como una disputa por la soberanía de tres grupos de islas que forman una sola unidad: las Malvinas, las Georgias y las Sandwich del Sur. Esto fue siempre entendido así por ambas partes y es aún sostenido como tal en la Argentina y en la ONU. Sin embargo, en 1985, unilateralmente, Gran Bretaña dividió el grupo en dos territorios diferentes: las Malvinas, por una parte, y las Georgias y Sandwich del Sur, por la otra. Londres podrá negarse a negociar bilateralmente con la Argentina las Malvinas -indicando la supremacía de la voluntad isleña-, pero no puede aplicar la misma excusa en las Georgias y Sandwich del Sur. Con lo cual, Gran Bretaña no puede escudarse en la voluntad de los isleños para no negociar bilateralmente la soberanía sobre las Georgias y Sandwich del Sur, que es claramente una disputa entre dos países, sin población local de por medio.

Segundo mito: Los isleños tienen derecho a la autodeterminación ya que son una población asentada en Malvinas hace un siglo y fueron víctimas de una ocupación militar en 1982. Ellos tienen el derecho de gobernarse a sí mismos y de crear un Estado asociado a Gran Bretaña, que lo protege de común acuerdo.

Los isleños nacidos en las islas Malvinas son una minoría de la población local hoy. Antes del 82, estos isleños no tenían ciudadanía británica. Eso se les concedió en 1983. En 1985 se les otorgó autonomía con la creación del Falkland Islands Government (FIG), regido por un consejo de isleños de ocho personas, incluyendo al gobernador, que actúa de vínculo con Londres. Al contar los isleños con la ciudadanía inglesa, automáticamente accedieron a la Unión Europea. Su juventud partió y está viviendo fuera de las islas, por lo que las islas se despoblaron en la década del ochenta.

Preocupada por el desplazamiento de la población fuera de la zona, Gran Bretaña trajo gran cantidad de inmigrantes desde 1992, la mayoría nativos ingleses, europeos y de otras posesiones y territorios de ultramar y de la Commonwealth. Al año 2010, la población original se convirtió en minoría, por lo que los isleños nativos, si quisieran o desearan negociar con la Argentina, no constituirían la mayoría necesaria para poder hacerlo. El Falkland Islands Government como consejo está constituido hoy por tres isleños nacidos en Malvinas y cinco ingleses venidos de afuera.

Todos los nuevos pobladores -que son actual mayoría- han venido por motivos de trabajo o para comprar propiedades y hacer negocios en las islas. Esta gente nunca querrá negociar con la Argentina porque es una población rotacional: mientras tengan trabajo, allí vivirán, luego otros vendrán y ellos se irán. Es esta mayoría la que compone y decide el consejo del Gobierno local. Las islas no están más pobladas por isleños, sino por europeos que, además, rotan. Con lo cual no existe más el condicionante de considerar los intereses de los isleños -ya que éstos son europeos-, ni sus deseos -ya que son una población transitoria-, ni su modo de vida -ya que ésta es artificial y está dictada por la dinámica de servir a las necesidades de una base militar permanente.

Tercer mito: La presencia militar británica en Malvinas es para defender al Gobierno de las islas Malvinas de un ataque argentino.

No existe una sola base militar en las islas, existen dos. Una en las Malvinas y la otra en las Georgias y Sandwich del Sur. Ambas cumplen funciones diferentes, pero complementarias.

La base militar británica en las Malvinas sirve a tres propósitos. El primero y más importante es el de proveer trabajo, apoyo y diversión para la población exógena y endógena de las islas y sirve a los intereses económicos de la antigua compañía monopólica de las islas, la Falkland Island Company -cuyos fondos y dueños son europeos que viven en Europa-. Esta compañía se diversificó en varias empresas de servicios para proveer transporte, turismo, vivienda y alquiler de vehículos en las islas (al servicio del personal militar rotativo) y para explorar y explotar hidrocarburos así como continuar el antiguo negocio lanar del lugar. La base militar Malvinas duplica el número de habitantes de las islas. En esta situación -grosso modo-, la mitad de la gente que vive en las islas está compuesta por militares, tres de cuatro viven del negocio de la base militar y uno de cuatro vive del negocio diversificado de las compañías europeas monopólicas.

Solamente una de cada cuatro personas que están en las islas hoy es nativa de las islas. Los nuevos habitantes de éstas han venido atraídos por la base militar en sí misma. El segundo propósito es el de contrarrestar cualquier intento de recorte presupuestario a las FF.AA. que el Gobierno inglés desee imponer porque, al ser indispensable la existencia de una base militar para la economía de los isleños, es fácil pelear para no reducir el presupuesto militar. El tercer propósito es servir como base de apoyo y de proyección geoestratégica tanto de la OTAN como de la Unión Europea con el triple fin de controlar el transporte de materiales estratégicos (como ser hidrocarburos), discriminar a favor de compañías europeas en la exploración y la explotación de recursos no renovables y renovables en la plataforma continental, y condicionar el acceso hacia y desde el Atlántico al Pacífico y desde el Atlántico hacia la Antártida de acuerdo con el nuevo concepto estratégico de la OTAN de 2010 y con la nueva política marítima geoestratégica de la Unión Europea 2009. En esta última función comparte tareas con la base militar Georgias y Sandwich del Sur.

La base militar Georgias y Sandwich del Sur ocupa un nuevo territorio de ultramar europeo. En las islas sólo viven sus militares y los científicos de la British Antarctic Survey. Con sus puertos de aguas profundas y la presencia militar y científica permanente, esta base tiene por objetivo inmediato desarrollar la proyección europea de soberanía en la Antártida y controlar el acceso global al continente blanco negando ese espacio al resto de los países, particularmente los más cercanos de América del Sur. En 1985, cuando Londres dividió Malvinas de Georgias, otorgó el mismo status a los dos grupos de islas como territorios de ultramar con Gobierno propio y asociados a Gran Bretaña y por lo tanto a la Unión Europea. Asimismo, Londres transfirió el reclamo territorial antártico inglés de Malvinas a Georgias y construyó la segunda base militar para servir a ese propósito.

La militarización de las Georgias y Sandwich, al estar en zona subantártica, rompe el espíritu y la letra del Tratado Antártico. Entendiendo que ello es así, Gran Bretaña declaró el año pasado una zona de exclusión de un millón de millas alrededor de estas islas como reserva natural y ecológica para defensa del medio ambiente y la biodiversidad. Por ende, según dice Londres, la base militar Georgias se dedica a la protección del medio ambiente y no militariza la Antártida. Esta misma estrategia fue aplicada en el año 2010 al territorio británico de ultramar en el océano Índico, efectivamente declarando las islas Chagos como reserva ecológica, lo que le permite mantener las islas despobladas salvo por las bases militares existentes, como la de la isla Diego García, en el corazón de este grupo.

Por todo ello, se puede inferir que la negativa británica de solucionar pacíficamente la disputa por soberanía en la cuestión Malvinas está solamente justificada por su imperiosa necesidad de mantener militarizado el Atlántico Sur.

Cuarto mito: La Argentina debe aceptar a las Malvinas como territorio autónomo y permitir su incorporación al Mercosur, como otros territorios autónomos ingleses han sido incorporados a la comunidad regional caribeña.

Luego de haber creado la nueva política marítima británica en 2005 y haber generado la política marítima de la Unión Europea en 2007, Gran Bretaña declaró una lista de islas como parte integral de la Unión Europea. Esta lista está en el anexo II del Tratado de Lisboa de 2007. El Anexo II indica cuáles serán los territorios de ultramar que serán considerados europeos y beneficiarios de las políticas económicas de la Unión Europea de acuerdo con el Capítulo IV del Tratado de Lisboa, lo que les da tarifas preferenciales, asistencia al desarrollo y a su manutención, incentivos económicos, propicia el desplazamiento de nacionales europeos a aquéllos y discriminación a favor de compañías europeas que actúan en dichos territorios -compitiendo deslealmente con los países que están más geográficamente próximos a dichos territorios-.

Los países que anexaron territorios fueron Holanda, Dinamarca, Inglaterra y Francia.Sin embargo, sólo cuatro de los territorios del Anexo II están formalmente disputados en cuanto a su soberanía. Tres de éstos son ingleses: las Malvinas (una unidad), las Georgias y Sandwich del Sur (otra unidad), y los territorios británicos del Índico (el archipiélago Chagos). El único otro territorio disputado por terceros es la isla Payotte de Francia en el Índico. En todos ellos, Gran Bretaña colocó bases militares estratégicas al servicio de la OTAN y de la Unión Europea. Además, tanto Francia como Gran Bretaña agregaron como territorios de ultramar las porciones de la Antártida por las que sostienen reclamos de soberanía que están congelados por el Tratado Antártico.

Por ello es imposible que los territorios incluidos en el Anexo II del Tratado de Lisboa, aunque se presenten como Gobiernos locales asociados, puedan insertarse exitosamente en organismos regionales como Mercosur o Unasur ya que no responden al interés, desarrollo o seguridad común de la región donde están ubicados, sino a los intereses, el mantenimiento y la seguridad común de la Unión Europea. Además, el paraguas de protección económica y asistencia al desarrollo que la Unión Europea brinda a sus territorios de ultramar son discriminatorios a la región sudamericana (en el caso de las islas Malvinas) ya que el status económico de estos territorios no está vinculado a la prosperidad de la región donde están ubicados.

Fue preferible para Europa tener sus propios territorios insertos en Sudamérica que negociar cooperación económica sustentable con los países del Mercosur. Si los países del Mercosur objetan, no pueden hacer nada porque esos territorios europeos en aguas sudamericanas están protegidos por bases militares de la Unión Europea que garantizan a las compañías europeas libre exploración, explotación, comercio y transporte de los recursos naturales de la plataforma continental argentina. Por ello Sudamérica no puede aceptar la presencia de los territorios autónomos asociados en Malvinas ya que no son parte de la comunidad sudamericana ni del Mercosur: estas islas son administradas por Europa con sistemas preferenciales para, con y desde Europa.

Quinto mito: Las bases militares inglesas en el Atlántico Sur no amenazan a Sudamérica.

Los territorios de autogobierno asociados a Inglaterra en Sudamérica y en el Índico también actúan como bases militares en la proyección marítima de la Unión Europea como lo indica claramente el documento del directorado de defensa y seguridad de la Unión Europea de febrero de 2009. Lo mismo pasa con los territorios franceses. Ya que la mayoría de estas bases son de países que también son miembros del Tratado Transatlántico (OTAN), estas mismas bases hacen a la proyección actual de la OTAN a nivel global. El cambio del concepto estratégico OTAN en 2010 transformó el objetivo de la organización: ya no sirve más a la defensa común, sino a la seguridad común de sus miembros. La seguridad, como concepto, se expandió para incluir amenazas a la seguridad climática, energética y alimentaria de sus miembros.

Por eso las cuatro prioridades hoy de la OTAN son: la ciberdefensa, la defensa energética, la seguridad climática y la cooperación (geoestratégica) para hacer frente a las nuevas amenazas a la paz y a la seguridad de sus Estados miembros. La nueva política de defensa y seguridad de la Unión Europea y las nuevas prioridades de la reformulada OTAN hacen a la búsqueda de respuestas militares a amenazas no militares a la seguridad de los pueblos que incluyen fundamentalmente la competencia por los recursos naturales necesarios para sostener la energía, la alimentación y la economía de Europa.

La seguridad climática también indica la necesidad de ocupar espacios europeos cada vez más lejos del área geográfica europea original. Esto también se manifiesta en la OTAN que está -bajo sus nuevos mandatos- extendiendo su accionar geográfico ya no hasta el Ecuador en el Atlántico sino a todos los mares y latitudes del mundo. Por todo ello, la existencia de bases militares de estas características a menos de 400 kilómetros de las costas continentales de América del Sur representa una amenaza a la libertad y a la sustentabilidad económica de la región toda y no sólo de la Argentina.

Sexto mito: La Unión Europea no desea la resolución pacífica de la cuestión Malvinas.

Los países de la Unión Europea son, por lo general, respetuosos del derecho internacional y del rol de las Naciones Unidas en apoyo a la comunidad internacional. Asimismo, Europa inventó conceptos indispensables para el bienestar del hombre como la seguridad humana y la necesidad de prevenir y resolver conflictos de forma pacífica.

La Unión Europea es uno de los bastiones de la asistencia y la cooperación para el desarrollo internacional. Es pues imperativo que la Unión Europea actúe en consecuencia y retire del Anexo II del Tratado de Lisboa los tres territorios ingleses sobre los cuales penden reconocidas disputas por la soberanía. Dos de ellos son las Malvinas y las Georgias y Sandwich del Sur. Así como las Naciones Unidas reconocieron que estas islas no podían ser descolonizadas sin negociar primero la solución de la disputa por su soberanía con la Argentina, la Unión Europea debería hacer lo mismo. Quitando a Malvinas y a las Georgias y Sandwich de esta lista, se vería con mayor claridad quién debe hacerse cargo de la responsabilidad de resolver estas disputas de una buena vez, si Gran Bretaña o Europa.

Si negociando directamente con la Argentina, Gran Bretaña obtiene la soberanía absoluta sobre estas islas, puede entonces -y sólo entonces- agregarlas al paraguas económico y defensivo de Europa. En cuanto a Sudamérica, por lo menos los países del Mercosur deben acompañar a la Argentina en su reclamo a Europa de que retire estos territorios del Anexo II.

Una presencia política, militar, comercial y territorial europea en el bajo vientre hemisférico -en estas condiciones de disputa- es una amenaza a la libertad, al desarrollo sustentable, a la cooperación regional y a la protección de los recursos renovables y no renovables de América del Sur. Sería ofensivo pensar que, además de no ayudar a resolver el conflicto, una región -Europa- aprovechara la situación para quitarle libertad y opciones a la otra. Sería triste que países democráticos y pacíficos como son los sudamericanos y los europeos no intenten por todos los medios resolver disputas en forma pacífica.

No es tarde para buscar la paz y la equidad en el Atlántico Sur: el Tratado de Lisboa se reabre a discusión en 2013.

Homenaje a nuestros soldados




Colaboración de nuestro amigo Jorge Lucio

domingo, 1 de abril de 2012

“A Maggie no le va a alcanzar”

Por Martin Granosvsky - Pagina/12 (martin.granovsky@gmail.com)

Una carta del presidente Reagan a su secretario de Estado Haig revela los movimientos en la guerra para no generar resistencias en América latina y mantener la supremacía de la alianza con Londres.
Una serie de documentos desclasificados pertenecientes a la Presidencia, al Departamento de Estado y a la Agencia Central de Inteligencia revelan los detalles de la observación y la participación de los Estados Unidos durante la guerra de Malvinas. Una lectura de los 48 textos permitió a Página/12 descubrir para los lectores matices y prioridades de Washington.

Carta de Ronald para Al. Entre los documentos desclasificados por el Departamento de Estado figura una carta personal enviada por el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, a su secretario de Estado el general Alexander Haig. Mientras los Estados Unidos exploraban la posibilidad de una retirada argentina tras el desembarco del 2 de abril de 1982 y un régimen interino, queda clara la preocupación de Washington por no herir a Margaret Thatcher y sus posibilidades políticas. La primera ministra conservadora que había asumido en 1979 (y que terminaría consolidada por la guerra y por su victoria sobre la Argentina) aparece amistosamente por su diminutivo, Maggie. Dice Reagan a Haig que “después de haber leído tu informe sobre tus conversaciones en Londres queda clara la dificultad que entrañará lograr un compromiso que le permita a Maggie seguir y al mismo tiempo pase el test de ‘equidad’ con nuestros vecinos latinos”. En esas condiciones “no hay mucho margen de maniobra en la posición británica y no se puede ser optimista”. Reagan propuso a Haig insistir en una presencia multinacional y lograr de Galtieri un compromiso de retiro de fuerzas compatible con lo que se pedía al Reino Unido sobre una distancia mínima de sus submarinos nucleares.

Con Galtieri. El embajador Harry Shlaudeman contó en el despacho secreto 2640 que, a pedido de Galtieri, fue a ver al dictador a medianoche del 29 de abril. Le dijo que no tenía instrucciones para esa reunión pero que quería “evitar una confrontación fatal”. Y añadió: “Le señalé que no había recibido una adecuada respuesta a nuestras propuestas y que al día siguiente anunciaríamos varias medidas contra la Argentina”. Estuvieron más de una hora reunidos. Al final de la charla, Schlaudeman tomó la iniciativa de sugerir a Galtieri que anunciara el retiro unilateral de las tropas de las Malvinas como un primer paso hacia una solución pacífica y “como un gesto de buena voluntad”. Dijo el embajador que Galtieri pareció tomar la propuesta en serio e incluso la escribió, pero transmitió al embajador que él era uno entre tres para tomar decisiones. Aludía a la Junta Militar. Eso parece haber inclinado al embajador de los Estados Unidos a formular la recomendación que sigue: “Sugiero de la manera más firme que no anunciemos las medidas contempladas hasta que yo haya tenido la posibilidad de continuar explorando otras posibilidades con Galtieri mañana por la mañana. Creo que todavía hay una chance, aun pequeña”. Schlaudeman escribió que insistió varias veces ante Galtieri en que la Argentina no fuera la autora de la primera acción ofensiva. Galtieri le dijo que había frenado tres veces el primer disparo en esos días pero que no podría continuar haciéndolo, y dijo que “la Marina está hambrienta de acción”. Aludió a que había utilizado capital político para frenar el hecho del primer disparo.

EE.UU. no fue mediador. Un resumen inicial del Departamento de Estado que se titula “Falkland Islands” comienza así: “A pesar del contacto directo entre el presidente Reagan y el presidente Galtieri, la Argentina ocupó las islas Falkland el 2 de abril”. Sostiene que los Estados Unidos tienen un papel importante en resolución de la crisis. “Uno de nuestros aliados más importantes, el Reino Unido juega un rol vital en las relaciones Este/Oeste a través de su participación en la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Un involucramiento del Reino Unido durante un período prolongado en una crisis del Atlántico Sur distraería importantes recursos de defensa lejos de Europa y de Hemisferio Norte. En el caso de la Argentina nuestras relaciones fueron mejorando, lo cual contribuyó a la estabilidad en la región enteramente considerada y con la promesa de una sociedad futura en temas importantes. También queremos evitar daños en el sistema interamericano”. Recuerda el texto que inmediatamente después, los Estados Unidos deploraron el uso de la fuerza por parte de la Argentina y pidieron el cumplimiento de la resolución 502 del Consejo de Seguridad, que reclamaba el cese inmediato de hostilidades, el retiro de las fuerzas argentinas y la negociación diplomática. “Al mismo tiempo que deploraba la violencia, los Estados Unidos mantuvieron un tono balanceado en el trato con la Argentina y con el Reino Unido, necesario si queremos tener éxito en ayudarlos a resolver su disputa.” El informe de situación refiere las visitas del secretario de Estado Haig a Londres y Buenos Aires, aunque “nunca asumimos el rol formal de mediador entre la Argentina y el Reino Unido”. Para el Departamento de Estado, existen posibilidades de que el conflicto empeore. Y si eso sucede, el temor expresado en el texto es que la Junta Militar “busque apoyo donde puede encontrarlo”. Aunque “el régimen es anticomunista, podría volcarse hacia la Unión Soviética en busca de ayuda militar, económica y política”. Un desarrollo de ese tipo “tendría serias consecuencias para la Argentina y para la seguridad estratégica del Hemisferio Occidental”. La última denominación es la usual, y lo era más en tiempos de Guerra Fría, para denominar al continente americano.

Una mirada civil. El cable confidencial 2450 comenta una conversación con “un político bien informado que generalmente apoya al gobierno militar” y refleja, según la embajada de los Estados Unidos, “el pensamiento de los sectores conservadores más importantes que cooperaron con los militares desde 1976”. El personaje en cuestión se mostró “oscuramente pesimista sobre el futuro” y lo analizó en cinco puntos. El primero, que Galtieri caerá si no obtiene el compromiso británico de reconocer la soberanía argentina sobre las islas en un período de entre seis meses y un año. El segundo punto, que con ese compromiso Galtieri podría sobrevivir, pero ni siquiera de manera segura. Si “ganara”, su movida siguiente sería buscar una elección popular para ser presidente por el voto en 1983. (En ese punto el redactor del despacho pone paréntesis y dice, poniendo una valoración, que en opinión de los diplomáticos norteamericanos una aproximación de Galtieri a elecciones libres es muy remota.) Tercer punto, desde la perspectiva de Galtieri sería mejor librar una guerra perdida (“y nuestra fuente está segura de que la Argentina perderá”) que rendirse y deponer el reclamo de soberanía. El cuarto punto es que “no hay ningún político en el país que piense que la invasión de las islas haya sido otra cosa que un error colosal” y que existe la percepción extendida de que “el presidente y sus consejeros son incompetentes”. El quinto punto parece una anticipación del escenario que siguió al hundimiento del Belgrano, el 2 de mayo. Si se produce un enfrentamiento grande y muchos argentinos resultan muertos (“hunden un barco y mueren 400”, dijo el político consultado) el pueblo tendrá una reacción “incontrolable”. Y uno de los blancos será la embajada norteamericana. Si Galtieri se ve obligado a dejar el poder, se abrirían dos caminos. Uno, la dictadura encabezada por un militar nacionalista de extrema derecha. Otro, la selección de un general para que conduzca una transición a la democracia. El general podría ser José Rogelio Villarreal, secretario general de la Presidencia en tiempos de la presidencia de Videla, o el ex ministro de Trabajo Horacio Liendo, “de buenas relaciones con políticos peronistas y con Frondizi”. En el caso de Villarreal, las buenas relaciones se extendían a conservadores y radicales, cosa que dirigentes radicales confirmaron a la embajada de los Estados Unidos.

Dear Francis. Uno de los textos desclasificados es una carta dirigida por el secretario de Estado Alexander Haig a su colega británico, el primer secretario del Foreign Office británico Francis Pym. Le dice que envía adjunto un texto de Nicanor Costa Méndez, el canciller argentino, pero que no quiere ejercer influencia sobre Pym porque a él mismo no lo convence el retroceso del argentino respecto de acuerdos previos. Lo que sí queda asegurado en todos los casos, incluso con negociaciones, una administración interina y el compromiso del retiro, es el control británico. En cuanto al interinato, el compromiso asumido por Costa Méndez es que los consejos locales seguirán siendo soberanos. No habría problemas para la seguridad, porque los submarinos británicos quedarían fuera de las 150 millas náuticas pero se trataría, en tiempo, de solo cinco horas para llegar a las islas. Y dice una parte del texto: “Francis, no está claro quién manda allí (en la Argentina). Hay por lo menos 50 personas, incluyendo a comandantes de cuerpo, que ejercen el derecho de veto, y en este punto no puedo hacer nada”. De cualquiera manera, para Haig un acuerdo sería conveniente y lo contrario supondría costos para todos. El secretario de Estado le pidió a su colega que por favor lo llamara antes de tomar cualquier decisión pública. La propuesta argentina recibida por los Estados Unidos proponía que en siete días la dictadura retiraría la mitad de sus tropas hacia el continente y el Reino Unido no pasaría una distancia de tres mil millas náuticas para sus fuerzas navales. Las fuerzas quedarían retiradas totalmente en 15 días. El Reino Unido se comprometería a terminar el proceso de descolonización el 31 de diciembre de 1982, aplicando el principio de integridad territorial argentina de acuerdo con la resolución 2065 de las Naciones Unidas. Hasta esa fecha las islas continuarían desmilitarizadas. Se mantendrían los derechos y garantías de los isleños “sobre todo en lo que se refiere a la libertad de expresión, de religión, de enseñanza y de movimiento, lo mismo que los derechos de propiedad, las fuentes de trabajo, las costumbres, el estilo de vida y los lazos tradicionales familiares, sociales y culturales con sus países de origen”. El Estado argentino decía estar dispuesto a pagar “un precio justo” por las propiedades de los individuos o las empresas que no desearan continuar sus actividades en las islas. En el período de transición hasta el 31 de diciembre de 1982, la administración de las islas estaría compuesta por un gobernador designado por el gobierno argentino, sería mantenida la administración local excepto la policía, también se mantendrían los consejos legislativo y ejecutivo y se ampliaría el número para integrar un número igual de miembros designados por el gobierno argentino, preferiblemente entre los argentinos ya residentes en las islas. La bandera argentina continuaría flameando en las islas. El Estado promovería viajes, transportes, comunicaciones y todo tipo de comercio entre el territorio continental y las islas. Un grupo compuesto por un número igual de representantes de la Argentina, de los Estados Unidos y del Reino Unido verificará la implementación de las obligaciones que implica el acuerdo. El garante sería el gobierno de los Estados Unidos.

La excitación de Galtieri y los problemas de Thatcher. El 14 de abril de 1982 el primer objetivo de los Estados Unidos seguía siendo “encontrar una vía para permitirle a Galtieri una retirada con honor”. Así lo expuso el secretario de Estado Alexander Haig. Para él, el objetivo podría cumplirse si se complementaban una situación provisoria en Malvinas luego del desembarco argentino, la tensión entre los dos países por la soberanía y “la insistencia británica en la autodeterminación en la negociación de un acuerdo final”. El problema, para Haig, es que “excitó tanto al pueblo argentino que se dejó poco margen de maniobra”. Entonces, retirarse podría ser visto popularmente “como una ignominia” y Galtieri quedaría aún en peores condiciones con Thatcher, cuya suerte Haig también medía. Los dos saltarían de sus puestos. Galtieri por “la volatilidad” y Thatcher por la dificultad en “vender un acuerdo al Parlamento”. En el caso británico incluso un incidente bélico daría por tierra con el plan norteamericano. Cuando expuso esta situación en la Casa Blanca, Haig ya había asistir a la concentración en Plaza de Mayo convocada por Galtieri el 10 de abril.

Situación aérea y participación soviética. Un cable secreto del 4 de abril, dos días después del desembarco, analizaba el escenario aéreo que estaba plasmándose. Londres estaba pensando en una ruta que uniera Tahití, la isla de Pascua y Chile para sus aviones. Pronosticaba la posibilidad de un enfrentamiento militar la semana siguiente porque Galtieri había declarado el 3 que un bloqueo británico a las islas “significaría guerra”. En ese cuadro “aparentemente los soviéticos están respaldando los reclamos argentinos, a pesar de que ese apoyo es de bajo perfil”. La base es la exportación de granos argentinos que salvaron a la Unión Soviética de la escasez de productos del campo. Sin embargo, Moscú “no ofreció ayuda diplomática a Buenos Aires”. ¿Qué podría hacer la Unión Soviética, entonces? Pasar a los argentinos datos de la flota británica.

América latina (y un ojo en Londres). Para la Agencia Central de Inteligencia no cabían dudas de que los ministros de Relaciones Exteriores de América latina aprobarían una resolución que pediría a los Estados Unidos no ayudar más al Reino Unido. El análisis indicaba que el gobierno argentino confiaba en que efectivamente los votos cambiaran la posición norteamericana e hicieran que Washington intercediera ante Londres. Al mismo tiempo, Thatcher conseguía despejar dificultades, las encuestas sobre intención de voto daban una ventaja de dos a uno a conservadores sobre laboristas. Un 85 aprobaba el manejo de Thatcher en la crisis. Había logrado diezmar las capacidades aéreas argentinas, que en una primera etapa produjeron daños serios a los británicos. Las fuerzas británicas eliminaron un tercio de los aviones de primera línea de la Marina y la Fuerza Aérea. La balanza se inclinaría el día en que, ya sin peligro de ataque, los aviones Harrier del Reino Unido pudieran dedicarse ya no a defender la flota, hasta entonces su primer objetivo, sino de lleno a destruir posiciones argentinas.

Observación aérea. La inteligencia norteamericana no se basó solo en filtraciones o en su acceso a militares argentinos. El reconocimiento aéreo le permitió trazar mapas detallados en los que observaba el movimiento del equipamiento militar, en especial del aéreo, que aparecía como la llave de las operaciones. El arqueo era detallado. Por ejemplo, decía que ocho aviones Mirage III/IV estaban en la base de Tandil a la vista, mientras que otros estaban en el área de mantenimiento. La descripción detallaba la situación en Curuzú Cuatiá, Reconquista, General Urquiza, Dr. Mariano Moreno, Buenos Aires, Mar del Plata, Bahía Blanca, comandante Espora y Puerto Belgrano, en todos los casos con indicación del nivel de nubosidad imperante. También eran observados los barcos de la retaguardia. El Murature estaba atracado e Buenos Aires en la Dársena Norte, lo mismo que lo que parecían cuatro buques menores. “No se puede discernir si hay actividad militar o logística en la base naval del Mar del Plata”, informaba la inteligencia norteamericana.

Satélite sobre las islas. Las posiciones argentinas en las Malvinas eran observadas por satélites y procesadas por el Centro Nacional de Interpretación Fotográfica. El 28 de mayo de 1982 el Centro informó que las que denominaba “fuerzas argentinas de ocupación en las islas Falkland” habían logrado mejorar sus posiciones defensivas “alrededor de Stanley”. El texto del informe es certero en partes y conjetural en otros, y habla de que, por ejemplo, fue registrado “un posible Skyhawk”, y “50 probables carpas para dos personas”. Las certezas indicaban la construcción de “aproximadamente 16 posiciones al sur de Stanley”.

La estrategia británica. El Reino Unido fue objetivo de análisis de igual manera, o quizás con mayor profundidad, que la Argentina. En todo momento la Agencia Central de Inteligencia entregó al presidente Ronald Reagan material con posibles escenarios políticos. Un ejemplo: “Londres busca una victoria rápida en las Falklands y sus fuerzas probablemente se consoliden rápido. Los británicos probablemente intenten un asalto directo contra las fuerzas argentinas en Stanley aunque éstas sean sustancialmente superiores en número. El gobierno parece preparado para aceptar la existencia de bajas relativamente altas en compensación con que se vea un rápido triunfo militar. La primera ministra Thatcher podría llamar a elecciones anticipadas, aunque un revés serio podría dar como resultado su reemplazo”. El ideal británico era una campaña de menos de dos semanas que incluyera la consolidación en San Carlos y luego el movimiento hacia la captura de Darwin/Goose Green, a menos de 32 kilómetros, donde hay 600 soldados y un aeropuerto. Recién luego irían a Stanley, 80 kilómetros al este. En Darwin/Goose Green probablemente a los argentinos les costaría resistir el peso de los cinco o seis mil hombres puestos allí a presionar por parte de los británicos. “Aunque los tres mil soldados a bordo del Queen Elizabeth han sido caracterizados como una fuerza de guarnición, podrían comprometerse con las fuerzas ya desplegadas en el territorio” porque, además, los Guardias Escoceses y los Guardias Galeses que viajan en el buque “están entre las mejores unidades británicas”. Mientras tanto, el objetivo del Reino Unido sería destruir el portaaviones argentino, la munición y los suministros y un ataque masivo a Stanley. Sería importante la protección aérea que pudieran dar los aviones Harrier para disminuir la cantidad de bajas británicas en el avance hacia Stanley. Los argentinos, a su vez, podrían lanzar un contraataque desde Stanley. Entretanto, desde el punto de vista político, “puesto que los británicos observan las propuestas de negociación como perjudiciales para sus intereses, una campaña corta y exitosa recibiría apoyo amplio en el Reino Unido”. Entonces, ya “con el respaldo de la opinión pública Thatcher y la mayoría del Partido Conservador probablemente quieran continuar y acepten entonces bajas relativamente más importantes, aunque solo si el resultado es una victoria militar contundente”. Esa campaña militar redoblada se vería facilitada por el apoyo de la alianza socialdemócrata-liberal y por la división en el Partido Laborista, una brecha cada vez más abierta que favorece a los conservadores. “Una campaña corta y exitosa, especialmente con pocas bajas nuevas, podría catapultar a los tories a la posición más fuerte desde comienzos de la década de 1960”, dice el texto de inteligencia. “En ese caso se incrementan las chances de que haya una elecciones a fines de la primavera”, o sea, ya que es el Hemisferio Norte, antes de que comience el verano el 21 de junio. La guerra terminó con la victoria británica una semana antes, el 14 de ese mes. No hizo falta más de una estación. En todo momento, según el análisis de la CIA, las pérdidas están asociadas, en su efecto sobre la popularidad de la primera ministra, al éxito militar. Si el éxito acompaña, las bajas pueden justificarse políticamente. El fantasma es que no haya éxitos y aparezca la peor situación para Thatcher: la erosión de su popularidad y, después, la aceptación de un cese de fuego y de la mediación de Naciones Unidas. El análisis de la CIA se planteaba incluso qué pasaría ante esa posibilidad. “Si Thatcher cae, sería reemplazada por un tory ubicado con menos claridad a favor de políticas militares duras”. Los dimes y diretes señalaban en esa posición a Pym, el primer secretario del Foreign Office. De todos modos, para la CIA era improbable que hubiera una elección general inmediata.

Qué debían hacer los EE.UU. La directiva número 34 del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca con fecha 14 de mayo de 1982 recuerda cuál es la política que guía a los Estados Unidos en lo que denomina “la crisis del Atlántico Sur”. Por un lado, la claridad para hacer explícita la posición norteamericana de apoyar al Reino Unido y “la determinación de no aceptar el uso ilegal de la fuerza para resolver disputas”. Por otro lado, la suspensión de todas las exportaciones de suministros militares a la Argentina, lo cual incluye municiones y provisiones ya en curso y el análisis, para su prohibición de las licencias en trámite. También el retiro de la capacidad argentina de ser elegida para recibir otras provisiones en el futuro. Más allá del mercado de armas, la Argentina quedaría fuera de las operaciones del Eximbank, el banco de exportaciones e importaciones que había castigado originalmente las operaciones financieras durante el gobierno de James Carter (1977-1981) aunque luego el gobierno de Ronald Reagan fue relajando los castigos. Otra forma de escarmiento fue el retiro de las garantías para créditos de commodities y otra más la colocación de trabas cuando se requiriese la aceptación por parte de los Estados Unidos para ventas argentinas a terceros países.

El pulso de los latinoamericanos. El análisis del Departamento de Estado era que el sentimiento latinoamericano hacia la Argentina se solidificó luego del anuncio del apoyo de los Estados Unidos al Reino Unido, el 30 de abril, y el hundimiento del Crucero General Belgrano el 2 de mayo. Eso sí: “El conflicto anglo-argentino dividió a los países de habla hispana de los caribeños anglófonos, puso en peligro el sistema interamericano, le dio a Cuba la posibilidad de restaurar sus relaciones con la Argentina y recibir la solidaridad latinoamericana, encendió sentimientos nacionalistas en el hemisferio y revivió el antinorteamericanismo latente”. Lo último sucedió sobre todo en Venezuela, Nicaragua y Perú. Un análisis país por país seguía a esta visión genérica de la inteligencia del Departamento de Estado. En Brasil, autoridades “dijeron en privado que estaban en desacuerdo y preocupados con el nivel y la amplitud del apoyo norteamericano el Reino Unido” y confiaron que extraoficialmente habían dado su acuerdo para la compra de material bélico. En público los brasileños habían pedido el cumplimiento de la resolución 502, de retiro de tropas de las islas y, según citaba el análisis, la preocupación era que las medidas comerciales, financieras y de suministros de armas contra la Argentina pudieran repetirse para otros países. El caso de la dictadura chilena de Augusto Pinochet era distinto. Aunque la situación próxima a una guerra en 1978 no está citada en el análisis diplomático, en cambio sí está reflejado el pensamiento del gobierno sobre las relaciones con la Argentina en general. En privado, en conversaciones privadas mantenidas en Washington y en Santiago de Chile, los funcionarios chilenos se quejaron de su “frustración por años de interminables conversaciones sobre el Canal de Beagle con la Argentina”, país al que observaban como “intransigente”. También expresaron a diplomáticos norteamericanos su simpatía por el Reino Unido porque lo contrario sería una victoria, preocupante para el futuro chileno, por parte de la Argentina. Los colombianos apoyan el reclamo argentino de soberanía pero no el recurso el uso de la fuerza. Los costarricenses advirtieron a los norteamericanos que con su posición enfrentarían “una tormenta de protestas en América latina”. El gobierno de Rodrigo Carazo incluso pidió retirar la sede de la Organización de los Estados Americanos de Washington. Cuba reaccionó rápido y el vicepresidente Carlos Rafael Rodríguez dijo en una entrevista al diario francés Le Monde que su país estaba listo para ayudar a la Argentina, incluso militarmente. La Habana condenó al Reino Unido, apoyó a la Argentina y convocó a la solidaridad latinoamericana. El líder de la derecha guatemalteca, Mario Sandoval, envió un telegrama al presidente Reagan quejándose de “la política increíblemente estúpida” de los Estados Unidos. La junta militar de Guatemala elogió las “buenas intenciones” del secretario de Estado Alexander Haig pero dijo que el país apoyaría completamente a la Argentina y hasta estaba pensando en mandar un contingente militar. El gobierno mexicano criticó tanto al Reino Unido como a la Argentina pero dijo que apoyaba la soberanía argentina sobre las islas. La conclusión de la diplomacia norteamericana es que incluso las actitudes que en un principio fueron ambiguas se tornarían más claras en el peor sentido para los Estados Unidos. Después del hundimiento del Belgrano y del apoyo norteamericano al Reino Unido de manera abierta, el sentimiento generalizado sería cada vez más “antiimperialista”. En tanto, Venezuela dijo que estudiaría cualquier tipo de pedido por parte de la Argentina, hasta militar.

Después del Belgrano. Un despacho de la embajada de los Estados Unidos en la Argentina da cuenta de los efectos del hundimiento del Belgrano entre los sectores militares gobernantes. La preocupación del embajador Harry Schlaudeman es redoblar esfuerzos contra la idea de que fueron los Estados Unidos los que proveyeron la inteligencia satelital necesaria para localizar el crucero y hundirlo. Dice el texto que lo llamó el jefe del Estado Mayor del Ejército, el entonces general Antonio Vaquero, para decirle que los argentinos “tienen pruebas” de que así fue. También refiere que “Télam, la agencia de noticias del gobierno, puso en su servicio una nota según la cual un informante no identificado del Pentágono dijo que los Estados Unidos tienen como mínimo un satélite espía en el Atlántico Sur y que gran parte de la información obtenida es transmitida al Reino Unido”. El embajador también se quejaba por la confusión a su juicio reinante en la Argentina entre fotografías de satélites meteorológicos y los que se utilizan para obtener información militar. Escribía Schlaudeman: “La prensa aquí también destaca declaraciones del secretario (de Defensa, Caspar) Weinberger sobre que los Estados Unidos darían al Reino Unido todo tipo de apoyo, inclusive logístico, material e informativo”. Se lamenta de que esa declaración es utilizada como confirmación del presunto envío de información antes del hundimiento del Belgrano.

Delegados del subte ahora dicen que puede haber una tragedia de Once bajo tierra

Por Patricio Caruso para Perfil.com.
Gremialistas y operarios denuncian que el 80% de los trenes tienen fallas mecánicas. Metrovías lo niega y explica por qué viajar es seguro. Trabajadores del subte temen una tragedia de Once bajo tierra. 
La tragedia ferroviaria de Once, en la que murieron 51 personas, puede repetirse bajo tierra. Eso es lo que denuncian los delegados y operarios de los subterráneos porteños, que en diálogo con Perfil.com describieron el pésimo estado de los vehículos. La empresa desmiente las fallas. “Si fuera como ellos dicen, tendríamos accidentes todos los días”, se defienden.

Irregularidades. Este portal recorrió, junto a gerentes y delegados, instalaciones del subterráneo. Hasta hoy, sólo el sindicato del subte, la AGTSyP, esboza más de 200 denuncias por irregularidades y precariedad laboral. “Estamos todos en peligro, los usuarios y los trabajadores”, sostuvo Claudio Dellecarbonara, delegado de la línea B, antes de abrir las puertas del taller Rancagua, en estación Lacroze.

Goteras sobre cables de 300 volts que generan chispas cerca de materiales inflamables; transformadores de alta tensión que se inundan con la lluvia; trenes con fallas en los frenos. Esas son algunas de postales que se ven bajo tierra. “Si pudiera, no viajaría ni en subte ni en tren. Es una bomba de tiempo. Si todavía no pasó lo de Once fue por arte de magia”, dijo. “En lo que sí invierte la empresa, es en cámaras de seguridad para controlarnos”, enfatizó Dellecarbonara.

“Cuando llueve hay que pasar con cuidado, porque se electrifica todo”, se sinceró un trabajador, frente a un portón que en días de lluvia recibe agua pasada por cables pelados. “Así está todo, con materiales desgastados y trenes obsoletos”, dijo un mecánico.

Los operarios se ríen cuando escuchan que funcionarios hablan de trenes que son nuevos. “¿Nuevos? son del año ‘73”, ironizó un operario de la línea B. “¿Vos te comprarías un coche del año ‘73 para usar todos los días?”. En los talleres de la línea C, que une Retiro con Constitución, reflejan un panorama aún peor. “El 80% de toda la mecánica es obsoleta y presenta fallas por falta de mantenimiento”, explicaron.

La réplica. El paisaje cambia abruptamente en el Puesto Central de Operaciones (PCO), donde en un salón con alta tecnología, Metrovías recibió a Perfil.com. Lejos de las filtraciones y los cables pelados, se monitorean las líneas B, D y E. “Si hay alguna falla, se le corta la corriente al coche con un clic”, dice Ricardo García, el jefe del PCO.

Las líneas A, C y H no están incluidas en el sistema de seguridad Automatic Train Protection (ATP), pero tienen otros sistemas “que también son seguros”, dice García. “En este aspecto estamos al nivel de Tokio o Londres”, señala. El gerente de mantenimiento, Eduardo Zerbo, aclara: “Las fallas existen pero son menores, no afectan la seguridad del usuario y trabajamos diariamente para mejorarlas . Desde que llegamos redujimos las averías de 69 a 8 cada cien mil kilómetros”.

Martín Kunik, politólogo especialista en urbanismo, ensaya una solución para Perfil.com. “El transporte necesita de economías de escala. Sería interesante crear una agencia metropolitana que integre subtes, colectivos y trenes, para abaratar costos, mejorar los servicios y redistribuir excedentes focalizándose en la demanda”. Enfatiza en el concepto de integración, como antítesis de lo que sucede en la realidad.

Fuente: Patricio Caruso - Perfil.com
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