Por: Juan Gabriel Tokatlian (Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andres)
La salida del área de oficiales argentinos no es una señal de desinterés. Sería la comprobación de que la reconstrucción de ese país devastado no puede seguir dependiendo de un contingente militar instalado allí de manera permanente.
El 1° de junio se cumplen 5 años del establecimiento, por vía de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) de la que Argentina, con otros países latinoamericanos, ha sido parte. Luego de un debate inicial intenso respecto a la participación en esa misión, la polémica se diluyó completamente debido a que muchos funcionarios, políticos, académicos y observadores respaldaron el envío de tropas en Haití.
El 1° de junio se cumplen 5 años del establecimiento, por vía de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH) de la que Argentina, con otros países latinoamericanos, ha sido parte. Luego de un debate inicial intenso respecto a la participación en esa misión, la polémica se diluyó completamente debido a que muchos funcionarios, políticos, académicos y observadores respaldaron el envío de tropas en Haití.
Sin embargo, un lustro después es pertinente hacer un balance y subrayar los aspectos positivos y negativos de ese despliegue. Se puede enumerar algunos importantes aspectos alentadores. Después del derrocamiento de Jean B. Aristide y de un período muy convulsionado, se logró llegar a una contienda presidencial que culminó con la elección en 2006 de Rene Preval. Los altos niveles de violencia política se redujeron y la asistencia externa contribuyó a paliar algunos de los problemas más acuciantes. Además, se efectuaron reformas institucionales incipientes; en particular de la policía. Finalmente, se procuró un diálogo nacional para reducir la inestabilidad y polarización que había caracterizado la situación del país desde los noventa.
Sin embargo, los límites y equívocos de esa misión son considerables. Primero, esta fue, y continúa siendo, una operación militar. Inicialmente se desplegaron 6.700 soldados y 1.622 policías y hoy hay 9.055 efectivos: 7.044 soldados (78%) y 2011 policías (22%). Argentina, que en su momento sugirió que las principales tareas pendientes estaban vinculadas a más seguridad pública y a una mejor labor de policía, tiene hoy 565 efectivos en Haití: 561 soldados (99.3%) y 4 policías (0.7%). Argentina, Brasil, Chile y Uruguay han explicitado que hay una clara diferenciación entre defensa externa (fuerzas armadas) y seguridad interna (policía); algo que al parecer resulta irrelevante o mudable en el caso haitiano.
Segundo, las urgencias sociales y económicas de Haití persisten, pero con un menor compromiso relativo de la comunidad internacional. En efecto, la primera reunión de donantes de 2004 en Washington logró la promesa de US$ 1.085 millones de dólares; la de Madrid de 2006 alcanzó los US$ 750 millones de dólares y la última de Washington en 2009 obtuvo recursos por apenas US$ 324 millones de dólares para dos años. La construcción de un Estado operativo exige mucho más que el músculo militar externo y la canalización de buena parte de la ayuda a través de ONGs. Asimismo, los desastres naturales generan dificultades que sobrepasan las mejores intenciones en materia asistencial. Cuatro huracanes en agosto-septiembre de 2008 afectaron a 800.000 personas, produjeron 793 muertos y 310 desaparecidos y tuvieron un costo de US$ 897 millones de dólares.
Tercero, los problemas institucionales perduran. Según Nancy Roc en un trabajo para la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior, de España, 2008 fue un verdadero "annus horribilis" en materia de corrupción. De acuerdo al International Narcotics Control Strategy Report del Departamento de Estado de EE.UU. el año pasado se incrementó el contrabando de drogas desde Haití. Amnistía Internacional ha documentado en 2007-08 la preocupante situación en materia de derechos humanos; en especial la violencia sexual contra las niñas. En las elecciones legislativas de abril de 2009 no pudo presentarse el Partido Lavalas, próximo al ex Presidente Aristide, y sólo participó el 11% de votantes potenciales. MINUSTAH poco tiene que ver con la eventual solución de estos asuntos.
Cuarto, es evidente lo costoso de la misión en Haití. Entre junio de 2004 y junio de 2007 el costo fue cercano a US$ 1.300 millones de dólares. Para el período junio 2007-junio 2008 el monto fue de US$ 561 millones de dólares y para junio 2008-junio 2009 habrá llegado a US$ 601 millones de dólares. Así, esta misión ha significado en 5 años un gasto superior a los US$ 2.200 millones de dólares -una cifra ligeramente superior a toda la asistencia brindada y prometida por la comunidad internacional para Haití.
Cinco años después de esta misión es necesario que Argentina comparta con sus vecinos un diagnóstico realista sobre sus logros y falencias. Es hora de empezar el repliegue. El retiro de las tropas del área no es una señal de desinterés; sería la comprobación de que la reconstrucción de Haití no puede seguir dependiendo de un contingente militar instalado allí de manera permanente. Los haitianos merecen atención y protección internacional y no un modelo de neo-protectorado; menos aún de uno encabezado por Latinoamérica.
Fuente: Diario Clarín