El Jefe de Gabinete de Ministros, Jorge Capitanich, junto con el Ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, Julio De Vido, encabezó la firma del contrato de adjudicación del recipiente de presión del reactor nuclear CAREM.
La provisión del recipiente de presión, sus estructuras internas y el montaje en la planta asciende a 398 millones de pesos y estará a cargo de la empresa nacional IMPSA.
Este proyecto posiciona a nuestro país como uno de los líderes mundiales en el segmento de reactores de baja potencia (25 megavatios) y observará un riguroso estándar de seguridad mediante soluciones de alta ingeniería que simplifican su construcción, operación y mantenimiento.
La fabricación en el país de este componente representa un hito para la industria nacional y latinoamericana, ya que será la primera vez que el recipiente de presión de un reactor nuclear se diseña y construye en el país. El CAREM es primer reactor de potencia desarrollado íntegramente en Argentina que permitirá proveer de energía eléctrica a ciudades de hasta 100.000 habitantes entre otros usos. La construcción del prototipo del CAREM se encuentra en ejecución en la localidad de Lima, en la Provincia de Buenos Aires.
También participaron de la audiencia, el Subsecretario de Coordinación y Control de Gestión, Roberto Baratta; el Secretario de Energía, Daniel Cameron; la Presidenta de la Comisión Nacional de Energía Atómica, Norma Boero, el señor Vicepresidente de la Comisión Nacional de Energía Atómica, Mauricio Bisauta; el Gerente del CAREM, Osvaldo Calzetta y el señor Vicepresidente de IMP S.A., Rubén Valenti.
El contrato, valorado en 398mn de pesos (US$64,7mn), incluye el suministro del recipiente de presión, sus estructuras internas y la instalación de la planta, según el documento.
Cuando esté listo, Carem se convertirá en la primera planta nuclear diseñada localmente de Argentina y su cuarta central de este tipo en operación.
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Planificación aceptó que IMPSA se asocie al Carem (ERNESTO DE PAOLA)
El objetivo estratégico del Plan Nuclear apunta a conferir el mayor grado de participación a la industria local en todos los proyectos que están en marcha, como es el caso del alistamiento de Atucha II.
El Ministerio de Planificación Federal ya adoptó la decisión de asociar a Industrias Metalúrgicas Pescarmona (IMPSA) con un 49% de participación societaria en el proyecto de la primera central nuclear Carem 25, cuya ejecución quedó bajo responsabilidad de una sociedad anónima donde la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) se reservó el 51% de propiedad sobre el capital social de esa generadora.
El primer paso hacia el rescate de ese proyecto tecnológico, que la CNEA alumbró a comienzos de los 80, lo dio el ex presidente Néstor Kirchner el 24 de agosto de 2006, al suscribir un decreto por el que se impartió a la CNEA la instrucción de “explorar con el concurso de la Secretaría de Energía distintas soluciones de organización” para encarar la puesta en marcha del prototipo de esa central de diseño nacional.
Como paso inicial se resolvió que la Central Carem 25 se levantase en un predio existente en la localidad de Lima, en la que funciona desde 1974 el primer reactor de potencia (Atucha I) construido en el país con tecnología alemana (Siemens) y donde hoy se encuentran en plena marcha las tareas de conclusión de otra usina similar, pero que poseerá un potencial eléctrico neto de 700 MW.
Atento a que el relanzamiento de todo el conjunto de la actividad nuclear apuntó a diversificar las fuentes de generación en consonancia con una fuerte recuperación tecnológica de la industria nacional y de las ciencias “duras”, la CNEA -en lo que atañe al Proyecto Carem- resolvió la creación de una gerencia específica abocada al cumplimiento de ese objetivo industrial.
La elección de IMPSA como socio en el proyecto se fundamentó en la decisión estratégica de obtener el mayor grado de participación de la industria nacional en todo ese tipo de proyectos de capital intensivo.
En un primer momento, desde la gerencia Carem se resolvió formular una consulta técnico-económica a IMPSA sobre el costo que tendría la fabricación en el país de un recipiente de presión de once metros de altura, capaz de soportar una presión de 122 atmósferas, cuya reacción controlada del reactor se alimentará con el soporte de barras combustibles de uranio enriquecidas al 3,1%, capaces de garantizar una temperatura de salida del núcleo estabilizada en 326 grados centígrados.
Como antecedentes de su participación societaria en el Proyecto Carem, que la CNEA buscará comercializar como un exponente de avanzada tecnología en todo el mundo, IMPSA -si bien reúne calificados pergaminos en el diseño y construcción de turbinas y generadores para usinas hidroeléctricas y molinos eólicos de creación propia- también mantuvo en el pasado presencia en la fabricación de componentes para la usina atómica de Embalse.
Cabe recordar que el Carem, originariamente, fue diseñado para servir como planta impulsora de un futuro submarino nuclear. Sin embargo, tras un largo período de “hibernación”, donde la CNEA vio sucumbir políticamente durante la década del 90 la decisión de construir cuatro reactores de potencia adicionales al de Atucha II, estrategia que de haberse concretado hoy habría permitido acotar fuertemente el uso de hidrocarburos líquidos y gaseosos en la generación, el Carem comenzó a vislumbrarse como el proyecto de un reactor multipropósito.
En realidad, la actividad privada nacional no es la primera vez que incursiona en el sector nuclear porque el Grupo Perez Companc mantiene desde hace años una importante participación societaria en las firmas Combustibles Nucleares y en la Fábrica de Aleaciones Especiales, en sociedad con la CNEA.
IMPSA siempre exhibió una fuerte vocación por el desarrollo tecnológico, al punto de haber instalado en su planta de Mendoza un laboratorio de hidráulica similar al que el Instituto Nacional del Agua (ex Instituto Nacional de Ciencia y Técnica Hídrica) posee desde hace años en Ezeiza. Esas herramientas tecnológicas le facilitaron competir en el rubro de la provisión de turbinas con la alemana Voith, General Electric, Alstom o Mitsubishi.
En el país, IMPSA se mostró en los últimos años pionera a la hora de presentar iniciativas de inversión para construir una usina en el vertedero del brazo Aña Cuá de Yacyretá, el proyecto hidroeléctrico de Chihuidos sobre el río Neuquén o La Barrancosa, en el río Santa Cruz.
En el pasado despuntó con la obra de la represa hidroeléctrica de Quebrada de Ullum, sobre el río San Juan, cuyos certificados impagos de obras le permitieron hacia fines del gobierno de Raúl Alfonsín que IMPSA se adjudicase la privatización de la ex Austral Líneas Aéreas que luego terminó vendiendo a Iberia, cuando esa compañía estatal compró en un primer momento 30% del capital social de Aerolíneas Argentinas. Hasta el año pasado, en la planta de IMPSA estaban fabricándose 22 grandes turbinas para las usinas venezolanas de Tocoma y del río Caroni, además de otras máquinas para Malasia y Filipinas.