Son las que generan el viento y el sol. No contaminan y su desarrollo está al tope de la agenda mundial. Aquí, sólo representan el 0,12% de la potencia. "El uso de los recursos naturales debe ser con una visión integral", sostuvo Hilda Dubrovsky, de la Fundación Bariloche.
En la Argentina, el Quijote hubiera podido triunfar sin delirios ni cansancio. Es que los molinos de viento que existen aquí son apenas 44, ni una centésima parte de los que tiene España, uno de los líderes mundiales en generación de energía eólica.
Los vendavales de la costa bonaerense y la Patagonia están desaprovechados, así como la posibilidad de ahorrar energía tradicional y cuidar el medio ambiente. Contando la generación térmica, hidroeléctrica y nuclear, la potencia energética instalada en todo el país es de 24.033 megavatios (MW), mientras que los parques que capturan el viento apenas alcanzan los 27,8 megavatios. Es un ventilador en el desierto: sólo el 0,12 por ciento de la potencia total instalada, de acuerdo a un informe de la Asociación Argentina de Energía Eólica.
Mientras Europa siembra sus campos de molinos y la administración de Barack Obama puso el tema entre sus prioridades, la Argentina mantiene un enorme potencial para desarrollar energías renovables como las que surgen del viento, los mares, la tierra y el sol, pero avanza demasiado lento, coinciden fundaciones ambientalistas y estudios privados."En la actualidad, el país está en condiciones de entrar con 2.100 megavatios eólicos al Sistema Interconectado Nacional, 200 de ellos en forma inmediata", estima el mencionado informe de la Asociación que encabeza el austríaco Erico Spinadel. Eso, en la hipótesis de máxima, es 750 veces más de lo que los molinos aportan ahora, y resultaría en 75 veces más de recursos energéticos: un buen complemento para situaciones de crisis.
"Estamos retrasados, pero la Argentina tiene una proyección importante. Llegaron a existir más de 500 mil molinos en el país, no para generación eléctrica sino para riego y bebida del ganado, pero esa tradición se perdió", explica Hilda Dubrovsky, especialista de la Fundación Bariloche. A su juicio, "el potencial podría estirarse a los 3.000 megavatios, lo que significa un Yacyretá y medio". Entre los discursos oficiales y la realidad, se dibuja una zona gris: el Plan Estratégico Nacional de Energía Eólica, anunciado hace tres años, está a medio camino y los obstáculos burocráticos y de infraestructura siguen en pie, señalan los actores del sector. "Para ver cambios de aquí a 10 o 15 años, tenemos que empezar a planificarlos ya, aunque hay pocas señales a la vista", opina Carlos Tanides, experto en eficiencia energética de la Fundación Vida Silvestre.
Además del diseño, falta infraestructura, considera Alberto Anesini, coordinador del área de Energías Renovables del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI): "La red de distribución no está pensada para traer todas las energías que se producen en el sur. Si mañana se instala una gran planta de miles de megavatios más allá del paralelo 42, no hay forma de conectarla en forma eficaz con ciudades lejanas. Para ser gráficos: el 'caño' que existe hoy es muy finito, no sirve para ese fin". Como resultado, Argentina está muy lejos de los primeros puestos en el ranking de países que buscan en estas tecnologías los sustitutos del petróleo que se acaba y de los recursos naturales que se malgastan. A la cabeza van Alemania, Estados Unidos (el mayor emisor de gases contaminantes del efecto invernadero), España y la India. Portugal aparece en el décimo lugar y exhibe otro mérito: su electricidad proviene en un 43 por ciento de fuentes de energía renovables.
Argentina figura en el puesto número 40 de esa tabla preparada por la Asociación Mundial de Energía Eólica, por debajo de los pequeños Estonia y Luxemburgo. De todas formas, hay proyectos en marcha. En la final de la Copa Davis, la iluminación del estadio Islas Malvinas se alimentó de la energía del viento. Pero perdimos en el tenis y también en el envión del progreso: España también es líder en el aprovechamiento de la energía solar y proyecta cubrir el 25 por ciento de sus necesidades de electricidad con energía eólica. En 2010, sólo en Andalucía, se activarán 32 parques eólicos nuevos, con una potencia de 500 MW.
También en Mar del Plata, hace un año, se construyó la primera torre "energéticamente sustentable" de Latinoamérica. El boom de las construcciones de los últimos años tampoco estuvo acompañado por desarrollos de tecnología eólica o solar, admiten arquitectos y agentes inmobiliarios. Eso se da porque los Códigos de Planeamiento no incorporaron aún ese tipo de recomendaciones. La Universidad de Buenos Aires quiere tapar ese bache, y desde hace un año prepara un proyecto sobre el uso racional de la energía en ámbitos urbanos. "En muchos países no se puede construir si no se cumplen ciertos requerimientos de ahorro energético. Podemos mejorar mucho en ese aspecto, pero hay que abordar el problema desde las distintas disciplinas, para modificar las cuestiones técnicas pero también las legislativas", señala el ingeniero Hugo Sirkin, secretario de Ciencia y Técnica de la UBA. Siempre se puede mejorar: mientras la mayor universidad del país está enfrascada en este interesante proyecto, sus aulas aún no han completado el reemplazo de sus lámparas convencionales por lámparas de bajo consumo.
La modernización normativa es otra de las deudas pendientes. El último día de su mandato, el presidente Carlos Menem reglamentó la ley 25.019, que estableció un régimen de promoción de la investigación y uso de energías no convencionales. El terremoto político y económico que vino después demoró su puesta en marcha. Hace tres años se sancionó otra ley, la 26.190, que insistía con el fomento para el uso de fuentes renovables de electricidad y proponía un objetivo audaz: en sólo diez años, cubrir por esta vía el 8 por ciento del consumo de la energía eléctrica de todo el país. Esta segunda ley, votada en medio de pronósticos de escasez, declaró de "interés nacional" la generación de energía eléctrica por fuentes alternativas y la investigación para el desarrollo y fabricación de equipos con ese fin. Pasado todo este tiempo, sin embargo, la ley aún no fue reglamentada, y no entró en vigor. Los promotores de la energía solar patalearon, además, porque la variante de usar el sol para la calefacción de una casa, por ejemplo, no estaba contemplada y quedaba afuera de los incentivos.
Algo más se hace desde el Estado. Como el 30 por ciento de la población rural argentina carece de energía eléctrica, se creó el Proyecto de Energías Renovables en Mercados Rurales (PERMER), que permite el acceso a la electricidad de 8.000 hogares y 6.000 edificios públicos. Tiene financiación internacional por 40 millones de dólares. La oficina local de Greenpeace también instaló paneles fotovoltaicos en sus techos para aprovechar la energía solar. "Es limpia, renovable y tan abundante que la cantidad que recibe la Tierra en 30 minutos equivale a toda la electricidad consumida en el mundo durante un año", se explica en un texto de su página web.
Pronto llegarán al país los containers con teléfonos celulares chinos cuyas baterías se cargan con el sol. Si ese producto llegara a masificarse, más de un millón de usuarios del área metropolitana dejarían de enchufar sus cargadores eléctricos por las noches, permitiendo un ahorro más. En octubre pasado, el parque eólico Antonio Morán, localizado en Chubut y es el más grande del país, comenzó a entregar energía a los consumidores nacionales. Y el año que viene, además, comenzará a operar el parque eólico de Arauco, en La Rioja, que realiza la empresa IMPSA, del Grupo Pescarmona. "Es un hito -dijo la firma en un comunicado-, significará la independencia energética de la provincia", porque en la última etapa podrá abastecer el 45 por ciento de la demanda actual, que ahora se "importa" de otros distritos.
La Secretaría de Energía de la Nación tiene pendiente actualizar su página Web sobre fuentes renovables y responder un pedido de información que le hizo Clarín. En el cuestionario se preguntaba por los avances de los planes Vientos de la Patagonia I y II, el grado de apoyo oficial a los proyectos de energía solar y las demoras en la reglamentación de la última ley. En el portal de la Secretaría de Energía, un documento admite que la participación de las energías renovables en la oferta energética nacional "es muy baja".
Fuente: Diario Clarín
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