Por Juan Diego Wasilevsky – iProfesional.com
Brasil, Estados Unidos, México, España, la Unión Europea,
Uruguay y la lista sigue. Todos ellos denuncian el bloqueo argentino al ingreso
de productos y comenzaron a aplicar represalias. El dilema de cuidar la
"caja verde" a costa de perder mercados. Uno por uno, la lista de
reclamos.
Se lo veía como un efecto colateral menor, como un pequeño
precio a pagar por un beneficio que, supuestamente, sería muy superior a los
costos que deberían enfrentarse.
Siempre era un riesgo latente, algo que podía suceder. Pero se planteaba como una hipótesis a futuro. Sin embargo, el futuro ya está aquí, y el cierre de las fronteras para evitar una avalancha importadora finalmente terminó detonando todas aquellas consecuencias que se creían lejanas y menores pero que, finalmente, no fueron nada de eso. Por el contrario, los efectos de la política del "cerrojo" -orquestada de manera masiva y a gran escala y que viene castigando a cientos de tipos de productos, que incluyen desde remedios hasta tractores-, ya se están cobrando las primeras "víctimas": la propia industria nacional a la que, justamente, se intenta proteger.
Como si se tratara del TEG, el clásico juego de mesa, la Argentina quedó acorralada frente a una avalancha de reclamos, represalias y amenazas por parte de decenas de países, que finalmente decidieron revelarse y hacerle frente al cerrojo oficial.
Cabe destacar que, a medida que se fue potenciando el cierre importador -que viene llevando de manera férrea y sin contemplaciones el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno-, el Gobierno comenzó a escribir otro capítulo de la "epopeya K", donde los "enemigos" pasaron a ser todas aquellas empresas del exterior o firmas nacionales importadoras deseosas de sacar provecho del auge del consumo a partir de artículos con mano de obra extranjera.
Así, de la mano de la "épica kirchnerista", el
Ejecutivo hizo hincapié, una y otra vez, en cada discurso y en cada comunicado,
en que el objetivo era defender la industria nacional de los miles de
contenedores que, sin destino a causa de la crisis internacional, intentaban
desembarcar en la Argentina,
si bien luego se terminó reconociendo de manera pública que prácticamente todo
obecede a la necesidad de asegurarse un colchón verde lo suficientemente
holgado.
Independientemente del objetivo, la cruzada que llevó
adelante Moreno terminó enfrentando a la Argentina con 47 países que, como en el juego del
TEG, ahora son los que tienen los dados en sus manos.
El siguiente cuadro es una muestra más que elocuente de los
distintos frentes de conflicto abiertos con los que debe lidiar el Gobierno K
en la actualidad:
El economista Pablo Rojo destacó el hecho de que "hasta no hace mucho, los únicos frentes de conflicto en el plano externo que teníamos eran el Club de París y los holdouts. Pero, en cuestión de meses, el panorama para la Argentina se complicó muchísimo".
En este contexto, Marcelo Elizondo, exdirector ejecutivo de
Fundación ExportAr calificó como "preocupante" el panorama que
enfrenta el país, considerando que "tenemos conflictos con decenas de naciones.
Nos dejaron afuera de regímenes de preferencias arancelarias, nos están
llevando ante tribunales de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y
continuamente llegan quejas de altos funcionarios de gobiernos extranjeros.
Evidentemente, el mundo se volvió mucho más hostil para la Argentina".
En este sentido, el experto alertó que "sectores clave
para nuestra economía, que tienen una alta participación en la generación de
empleo, como el plástico, el químico, o el automotor, van a empezar a perder
mercados en el exterior y esto implica destrucción de puestos de trabajo. No
sólo por las barreras, sino también por lo poco atractivos que nos volvimos
para la inversión extranjera".
Tal como se explicó anteriormente, el riesgo de las represalias siempre estuvo latente pero, salvo reacciones puntuales -como la cancelación de compras de soja por parte de China en 2010 o un bloqueo a productos frescos ordenado por Brasil ese mismo año-, la "paciencia" del mundo siempre terminó dándole oxígeno y tiempo a la Argentina que, a medida que tiró de la cuerda y no encontró grandes resistencias, se acostumbró a cubrir la pérdida de competitividad por suba de costos y atraso cambiario reforzando más y más su política anti-importadora. Sin embargo, las últimas reacciones internacionales y su contundente impacto en la producción y el empleo local, finalmente derribaron el sueño de poder "vivir con lo nuestro" sin pagar un alto precio a cambio.
Así, la guerra comercial en la cual se está embarcando la Argentina va mucho más
allá de los conflictos más mediáticos, como los casos McCain y Nucete, dado que
la política del "cerrojo" generó y puede seguir generando problemas
estructurales en múltiples sectores.
Una de las ramas de actividad más castigadas es la
automotriz que, a la desaceleración en el mercado interno se le sumó en los
últimos meses el agravamiento de los controles por parte del gobierno
brasileño, que comenzó a echar mano a las temidas licencias no automáticas y a
imponer plazos de hasta 60 días para el ingreso de vehículos como respuesta a
los continuos inconvenientes derivados del bloqueo impuesto por Moreno.
Así, entre enero y junio, la industria local le vendió a ese
país apenas 135.000 vehículos, 60.000 menos que en el mismo período de 2011, lo
que implicó un derrumbe del 30%. Esto contribuyó a que, según la consultora
Abeceb, la Argentina
"pierda otro lugar en el ranking de los principales proveedores del país
vecino", ubicándose en el cuarto puesto, al ser superada por EE.UU., China
y Alemania.
A esto se sumó la crisis con México, país que, como
"devolución de gentilezas" tras la anulación del acuerdo bilateral
firmado con la Argentina,
decidió imponer altos aranceles a los autos y a piezas albicelestes para así
dejarlos fuera de carrera. Esto implicó que, de los casi 7.700 vehículos exportados durante los seis primeros meses del 2011, este año apenas se hayan podido color 4.376 unidades, un derrumbe del 43%, con el riesgo de que, debido a las nuevas tasas, ya no puedan acceder más a este mercado. Cabe destacar que los vehículos que se exportan a este destino, y que ya están dejando de ser enviados, son la Ford Ranger, la Renault Kangoo y la Volkswagen Amarok.
Esto llevó al propio presidente de ADEFA, Víctor Klima, pese
al muy buen "feeling" que tiene con el Gobierno, a reclamar que
"en el más breve plazo posible se inicien las negociaciones con México
para alcanzar un nuevo acuerdo" y que se solucionen los problemas con
Brasil.
No es para menos: a nivel global, la industria generó casi
u$s300 millones menos de divisas en lo que va del año en relación al mismo
período de 2011. En este contexto, días atrás la ministra de Industria,
Débora Giorgi, instruyó a los presidentes de automotrices a que comiencen a
buscar mercados alternativos, como Venezuela, Ecuador o Perú.
Al respecto, Elizondo consideró ilógica la estrategia
oficial: "Está bien mirar a otros países donde no tenemos tanta
penetración. Pero me pregunto por qué tiene que ser o Venezuela o México,
cuando en realidad se deberían incluir a las dos naciones. Es perjudicial
perder un mercado y salir a compensarlo con otros. El comercio exterior no
funciona así".
En el caso de los agroalimentos, una de las ramas más
castigadas es la frutihortícola, que venía muy golpeada por la pérdida de
rentabilidad y que durante el bloqueo de Brasil perdió unos u$s32 millones, a
razón de u$s4 millones por semana de "cerrojo".
En lo que se refiere a las exportaciones de peras y
manzanas, los envíos totalizaron u$s338 millones, unos u$s100 millones menos
que en el mismo período del año pasado, en gran medida por las represalias.
En este contexto, Raúl Aruani, gerente de la Asociación de
Productores y exportadores de Frutas Frescas, se quejó de las dificultades para
"ingresar con nuestra producción a Brasil, nuestro principal mercado
externo". Y si bien en los últimos días se fue normalizando el ingreso,
pidió que "se declare a la producción en emergencia económica".
Sin dudas, otro de los sectores castigados es el del
biodiesel: en 2011 se habían alcanzado exportaciones por casi 1,7 M de toneladas por un
valor superior a los u$s2.000 millones, un 70% más que en 2010.
El punto crucial es que, antes de que se conociera el boicot
español, el sector en general se estaba embarcando en un ambicioso plan de
desembolsos por varios cientos de millones de dólares para ampliar
considerablemente la capacidad instalada.
Sin embargo, luego de la crisis con Repsol por YPF que se
desató con España y su conocido boicot, el analista internacional Jorge Castro
aseguró que "gran parte de ese proceso de inversión se ha frenado".
En diálogo con este medio, el presidente de una de las
principales cámaras de biocombustibles del país aseguró que "con los altos
precios de la soja y el sostenimiento de la demanda nos preparábamos para un
muy buen año. Pero ahora estamos tratando de compensar un poco con la venta en
el mercado interno y rogando que la actividad no caiga más de un 10% en 2012".
Cabe destacar que España demandaba más del 50% de todo el
biodiesel exportado por la
Argentina. El problema es que, según explicó el directivo,
"por más que se busquen mercados alternativos, la oferta de producto que
hay y el achicamiento de la demanda están llevando a una baja de precios".
En efecto: pese al boom del "yuyito", durante los
cinco primeros meses del año, la cotización del biodiesel argentino no sólo que
no subió sino que cayó 3 dólares por tonelada. En ese mismo lapso, la soja en
grano se disparó un 30%.
Otro caso es el de la industria vitivinícola, que no
permanece ajena a la ola de represalias que le están "lloviendo" a la Argentina.
El CEO de una reconocida bodega de Luján de Cuyo, Mendoza, y
que pidió estricto off the record tras el "caso Toselli", alertó que,
"pese a que Brasil se comprometió a liberar contenedores, varias empresas
tienen la mercadería totalmente frenada desde hace más de 60 días en depósitos
fiscales".
"Dicen que no hay restricciones pero en la práctica
Brasil nos está acorralando. El Mercosur es una pantalla... los presidentes se
tiran besos, se juntan unas horitas para charlar sobre el gran compromiso de la
región pero los negocios siguen frenados", disparó indignado el directivo
de una empresa que, al igual que otras, no para de perder terreno frente a
bodegas chilenas en el mercado brasileño.
En uno de sus últimos informes, la consultora DNI alertó que
"la Argentina
está teniendo diferencias, discusiones y controversias con diversos países y
mercados por sus prácticas comerciales a nivel internacional. Esto produce
incertidumbre, que afecta los planes de empresas y retrae programas de
inversión, ya que disuade a quienes desde el exterior podían pensar en
Argentina como destino de desembolsos".
Más allá de las controversias con Brasil, Uruguay, Chile y
México, la crisis que más preocupa a los expertos es la que la Argentina mantiene con la Unión Europea, que
en mayo pasado presentó una denuncia ante la OMC.
La queja implica el inicio de un trámite jurisdiccional que,
si bien no será rápido, podría habilitar al bloque a implementar represalias a
productos nacionales por el mismo monto por el cual los bienes europeos se ven
castigados. Esta cifra, según las autoridades del Viejo Mundo, alcanzaría los
8.300 millones de euros anuales.
A esto se suma que la
UE, paralelamente, anunció la exclusión a partir del 1 de
enero de 2013 de Argentina del sistema generalizado de preferencias, que
beneficia a empresas exportadoras por más de u$s2.000 millones.
Una medida similar fue la tomada por los Estados Unidos, que
tiempo atrás "borró de un plumazo" a la Argentina de ese mismo
mecanismo que permitía el ingreso de productos con ventajas arancelarias por un
monto cercano a los u$s500 millones.
Sin embargo, para Elizondo, lo más grave es que "estas
sanciones generan un efecto derrame muy negativo y difícil de manejar. Yo acabo
de viajar a EE.UU. y me encontré con empresarios que me confesaban que estaban
reemplazando a sus proveedores de la Argentina porque temen que, de un día para el
otro, el Gobierno estadounidense les aplique otra sanción y no puedan ingresar
sus productos. Es decir que están dejando de comprarnos ´por las dudas´".
Para Rojo, "esta situación va a subsistir mucho tiempo
más. Las restricciones llegaron para quedarse y esto va a generar más
problemas".
El experto consideró que esta guerra de la Argentina contra el
mundo por las medidas extremas que viene aplicando este Gobierno "no es
más que una respuesta frente al enorme atraso cambiario. El dólar quedó barato
y esto está generando escasez de divisas y caída de las exportaciones. El tipo
de cambio directamente perdió toda la competitividad que había ganado".
De este modo, para el economista, en la medida en que no haya
correcciones, el Gobierno y las empresas nacionales deberán seguir calzándose
los guantes, "entrenar" y prepararse para subir una y otra vez al
"ring" del comercio interior.