Por Natasha Niebieskikwiat - Clarin.com
Mauricio Macri postergó varias veces una reunión con Evo Morales. Se acumulan gestos que explican un enfriamiento en la relación.
Mauricio Macri y Evo Morales, durante su último saludo en julio de 2017 (Archivo Clarín / DyN)
El Gobierno le pidió a toda la región atención recíproca para los argentinos.
Evo Morales y Mauricio Macri habían acordado desde el vamos que mantendrían una relación pragmática, superadora de las ideologías. Cuando el boliviano vino al país para la asunción del argentino en diciembre de 2015, hasta jugaron un partido de fútbol en La Bombonera y el visitante se llevó una camiseta azul y oro.
Desde entonces, la relación sería la de un constante zig zag hasta llegar a este insólito duelo entre las dos administraciones sobre cobrar o no cobrar a los bolivianos y argentinos que se atiendan en los hospitales públicos de uno y otro país.
Ambos parecieran estar jugando al mayor de los populismos del estilo Trump: el de mostrarle a los votantes quién cuida más los intereses nacionales.
Según supo Clarín de fuentes diplomáticas, Evo Morales está molesto con Mauricio Macri porque este último le postergó varias veces una bilateral prevista para el año pasado "por problemas de agenda”. Si todo transcurre como está previsto, ambos se tendrán que al menos saludar durante la asunción de Sebastián Piñera, el 11 de marzo próximo en Santiago de Chile.
La nueva decisión de Evo Morales de no atender argentinos gratuitamente en hospitales públicos parece enfriar aún más el vínculo entre ambos países. Curiosamente ambos mandatarios se caen bien. Pero hace una semana en el gobierno vecino manifestaron su expresa desilusión porque ni el ministro de Energía Juan José Aranguren y ni ninguna autoridad de alto rango de la Comisión Nacional de Energía Atómica estuvo presente en La Paz para la firma de un acuerdo para la compra de tres centros de medicina nuclear. Es un negocio de U$S 35 millones de dólares que se potenció a través del INVAP.
Sólo estuvo el embajador Normando Alvarez García. Para los bolivianos el acto era importante y tuvo muchas idas y vueltas. Con la administración de Cristina Kirchner habían tenido problemas porque le terminaron comprando a los chinos un satélite artificial de telecomunicaciones (por U$S 300 millones que se perdió este país); a los franceses 13 radares (por U$S 190 millones) y a los rusos un Centro de Investigación en Tecnología (por U$S 300 millones). Los tres centros nucleares de medicina a la Argentina fueron un negocio menor pero entendieron la escasa presencia argentina como una descuido.
En diciembre de 2015, Macri mostraba ya una fuerte diferencia con Evo Morales en uno de los asuntos regionales que siguen vigentes. El Presidente fue quien primero levantó la voz del Mercosur contra el régimen de Nicolás Maduro, del que el boliviano es amigo puesto que de hecho integra la iniciativa del ALBA. Aún así, manifestando siempre disenso como país asociado al bloque, Morales nunca hizo ruido con sus críticas a que el Mercosur suspendiera a Venezuela del mismo.
Y fue así como llegó el primer round de las tensiones que han mantenido Macri y Morales, que tuvo lugar en febrero del año pasado cuando el Gobierno argentino impuso un decreto migratorio que promueve la agilización de expulsiones de inmigrantes que cometen delitos en el país. Los bolivianos son estrictos y no dudan en aplicar la misma normativa. Argentina el año pasado no expulsó a ningún boliviano, afirman en el Ministerio de Seguridad.
Recientemente, Daniel Redondo, el secretario de Planeamiento Energético del Ministerio de Energía, inquietó a La Paz al afirmar ante empresarios japoneses que el país quiere revisar su contrato de importaciones de gas con Bolivia con cambios según la estación del año para reducir costos.
Brasil y Argentina son los primeros compradores del gas boliviano, principal ingreso de sus arcas públicas. El contrato con este país expira en el 2026. Y los argentinos miran hace dos años a Chile como socios, que tiene problemas territoriales con Bolivia por el reclamo de este último de una salida al mar.
Los bolivianos han querido vender energía eléctrica a la Argentina, pero el Gobierno nacional no muestra interés.