Las minas matan o mutilan a más de 70 personas en el mundo cada día. Pequeños, silenciosos y letales. Esperan a sus víctimas como fieras agazapadas y matan indiscriminadamente, sin distinguir nacionalidad, sexo ni edad. Así describen varias agencias de ayuda a las minas antipersonales y otras "municiones durmientes", que cada año causan la muerte de cerca de 8.000 niños en el mundo.
Los riesgos quedaron en evidencia una vez más esta semana, cuando cinco escolares palestinos perdieron la vida por una carga explosiva, que según las autoridades palestinas, había sido colocada por el ejército israelí en el campamento de refugiados de Khan Younis, en la Franja de Gaza.
La agencia EFE cita a fuentes israelíes, según las cuales pudo tratarse de "un viejo proyectil".
Los explosivos estallaron cuando los niños se dirigían a la escuela y, jugando, uno de ellos los detonó accidentalmente al darle una patada. Se trata de una tragedia con ecos en muchos rincones del planeta, especialmente en un país, que luego de 20 años de guerra, es uno de los más minados del mundo: Afganistán.
Informar a los niños afganos sobre el peligro de las minas y otros explosivos es una de las misiones de una radionovela que cuenta con miles de seguidores en Afganistán.
Con el título "Nuevo hogar, nueva vida", el programa es transmitido por el servicio en lengua pashto de la BBC e incluye constantes advertencias para los menores. Un niño, que como muchos otros en Afganistán, recoge chatarra que luego intenta vender para ayudar a dar de comer a su familia. A pesar de las advertencias, sigue recogiendo trozos de metal hasta que un día uno de ellos estalla, despedazándolo.
El relato tiene raíces en la realidad. "Entrevistamos a muchos niños y nos decían 'sí, escuchamos el programa, pero necesitamos el dinero para comprar pan'", señala Shirazuwin Siddiqi, productor de la radionovela.
Las raciones se parecen a los explosivos de las bombas de racimo. El riesgo no sólo proviene de las minas antipersonales. Esta semana, la oficina de la ONU encargada de desactivar minas pidió a Estados Unidos que no lance raciones desde el aire, en las mismas zonas en las que ha utilizado bombas de racimo. Estas bombas, condenadas por la Cruz Roja, explotan como una caballo de Troya, liberando desde sus entrañas cientos de pequeños explosivos similares a latas de gaseosa de color amarillo, el mismo color de las raciones estadounidenses.
Según la ONU, un joven de 15 años murió y varios resultaron heridos cerca de Herat cuando, intentando buscar alimentos, recogieron las latas de color brillante amarillo que habían sido diseminadas por una bomba de racimo.
Uno de los principales riesgos para los niños en zonas que son o han sido escenarios de conflicto es el las minas antipersonales, un enemigo que sigue activo décadas después de la firma de los acuerdos de paz.
Las minas antipersonales han matado más seres humanos en el mundo que las armas nucleares y químicas combinadas. En muchos casos, el fin de la guerra es precisamente el comienzo del mayor sufrimiento, ya que miles de familias que habían huido a las ciudades regresan al campo, donde es común que los niños pisen una mina mientras cuidan animales o buscan leña.
En muchos casos, la curiosidad acaba siendo el peor enemigo, ya que muchos explosivos se asemejan a juguetes. Es el caso de las tristemente célebres "minas mariposa", utilizadas por los soviéticos en Afganistán, y que fueron confundidas por miles de niños con atractivos insectos.
"Los niños son el blanco, no se trata de errores. El objetivo es alcanzar a los niños", dice Mark Vergara, portavoz del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF. Se ha visto a menores intentando usar minas como ruedas de camiones de juguete, o niños en Camboya, ensayando juegos de pelota con minas antipersonales B40.
Aquellos que sobreviven las explosiones, requerirán de contínuas operaciones para adaptar las piernas o brazos ortopédicos a sus cuerpos en crecimiento.
El uso de minas antipersonales en el frente de batalla tiene como objetivo causar el máximo daño al enemigo. No se busca matar, eliminando a un combatiente opositor, sino mutilar, imposibilitando tanto a la la víctima como a quienes deben rescatarla y asistirla.
Cuando las minas se colocan en áreas civiles, el objetivo es desmoralizar, causando daños físicos y una pesada carga financiera a la comunidad, que pierde campesinos activos y debe arreglárselas para cuidar a las víctimas.
Las minas antipersonales han sido descritas frecuentemente como el arma de los ejércitos pobres. El precio de una mina antipersonal puede ser de unos US$3, pero eliminar uno sólo de estos artefactos puede llegar a costar cerca de US$1.000. El proceso es lento y peligroso, y, al paso actual, se estima que llevaría por lo menos 600 años remover los millones de minas desperdigados en los caminos y campos del mundo.
Mientras tanto, instituciones como UNICEF y la Cruz Roja sigue reiterando su mensaje a miles de niños. "No toques ese artefacto, no pises a los costados, vete de ese lugar caminando con mucho cuidado y lentitud, desandando tus pasos; es lo que decimos a los niños", dice Mark Vergara. Un mensaje básico y simple, una lección de vida o muerte.
Fuente: BBC Mundo.
Los riesgos quedaron en evidencia una vez más esta semana, cuando cinco escolares palestinos perdieron la vida por una carga explosiva, que según las autoridades palestinas, había sido colocada por el ejército israelí en el campamento de refugiados de Khan Younis, en la Franja de Gaza.
La agencia EFE cita a fuentes israelíes, según las cuales pudo tratarse de "un viejo proyectil".
Los explosivos estallaron cuando los niños se dirigían a la escuela y, jugando, uno de ellos los detonó accidentalmente al darle una patada. Se trata de una tragedia con ecos en muchos rincones del planeta, especialmente en un país, que luego de 20 años de guerra, es uno de los más minados del mundo: Afganistán.
Informar a los niños afganos sobre el peligro de las minas y otros explosivos es una de las misiones de una radionovela que cuenta con miles de seguidores en Afganistán.
Con el título "Nuevo hogar, nueva vida", el programa es transmitido por el servicio en lengua pashto de la BBC e incluye constantes advertencias para los menores. Un niño, que como muchos otros en Afganistán, recoge chatarra que luego intenta vender para ayudar a dar de comer a su familia. A pesar de las advertencias, sigue recogiendo trozos de metal hasta que un día uno de ellos estalla, despedazándolo.
El relato tiene raíces en la realidad. "Entrevistamos a muchos niños y nos decían 'sí, escuchamos el programa, pero necesitamos el dinero para comprar pan'", señala Shirazuwin Siddiqi, productor de la radionovela.
Las raciones se parecen a los explosivos de las bombas de racimo. El riesgo no sólo proviene de las minas antipersonales. Esta semana, la oficina de la ONU encargada de desactivar minas pidió a Estados Unidos que no lance raciones desde el aire, en las mismas zonas en las que ha utilizado bombas de racimo. Estas bombas, condenadas por la Cruz Roja, explotan como una caballo de Troya, liberando desde sus entrañas cientos de pequeños explosivos similares a latas de gaseosa de color amarillo, el mismo color de las raciones estadounidenses.
Según la ONU, un joven de 15 años murió y varios resultaron heridos cerca de Herat cuando, intentando buscar alimentos, recogieron las latas de color brillante amarillo que habían sido diseminadas por una bomba de racimo.
Uno de los principales riesgos para los niños en zonas que son o han sido escenarios de conflicto es el las minas antipersonales, un enemigo que sigue activo décadas después de la firma de los acuerdos de paz.
Las minas antipersonales han matado más seres humanos en el mundo que las armas nucleares y químicas combinadas. En muchos casos, el fin de la guerra es precisamente el comienzo del mayor sufrimiento, ya que miles de familias que habían huido a las ciudades regresan al campo, donde es común que los niños pisen una mina mientras cuidan animales o buscan leña.
En muchos casos, la curiosidad acaba siendo el peor enemigo, ya que muchos explosivos se asemejan a juguetes. Es el caso de las tristemente célebres "minas mariposa", utilizadas por los soviéticos en Afganistán, y que fueron confundidas por miles de niños con atractivos insectos.
"Los niños son el blanco, no se trata de errores. El objetivo es alcanzar a los niños", dice Mark Vergara, portavoz del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF. Se ha visto a menores intentando usar minas como ruedas de camiones de juguete, o niños en Camboya, ensayando juegos de pelota con minas antipersonales B40.
Aquellos que sobreviven las explosiones, requerirán de contínuas operaciones para adaptar las piernas o brazos ortopédicos a sus cuerpos en crecimiento.
El uso de minas antipersonales en el frente de batalla tiene como objetivo causar el máximo daño al enemigo. No se busca matar, eliminando a un combatiente opositor, sino mutilar, imposibilitando tanto a la la víctima como a quienes deben rescatarla y asistirla.
Cuando las minas se colocan en áreas civiles, el objetivo es desmoralizar, causando daños físicos y una pesada carga financiera a la comunidad, que pierde campesinos activos y debe arreglárselas para cuidar a las víctimas.
Las minas antipersonales han sido descritas frecuentemente como el arma de los ejércitos pobres. El precio de una mina antipersonal puede ser de unos US$3, pero eliminar uno sólo de estos artefactos puede llegar a costar cerca de US$1.000. El proceso es lento y peligroso, y, al paso actual, se estima que llevaría por lo menos 600 años remover los millones de minas desperdigados en los caminos y campos del mundo.
Mientras tanto, instituciones como UNICEF y la Cruz Roja sigue reiterando su mensaje a miles de niños. "No toques ese artefacto, no pises a los costados, vete de ese lugar caminando con mucho cuidado y lentitud, desandando tus pasos; es lo que decimos a los niños", dice Mark Vergara. Un mensaje básico y simple, una lección de vida o muerte.
Fuente: BBC Mundo.