(Infobae.com) - Según una reconstrucción de los hechos, el régimen persa mintió sobre la tragedia en la que murieron 176 personas desde el primer día y en el proceso desnudó las tensiones internas entre las Fuerzas Armadas y el presidente Hassan Rohani
Una mujer coloca flores en un monumento en memoria de los miembros de la tripulación del avión Boeing 737-800 de Ukraine International Airlines derribado por Irán (REUTERS/Valentyn Ogirenko)
Cuando el pasado miércoles 8 de enero el Boeing 737 de Ukraine International Airlines cayó a tierra minutos después de despegar del aeropuerto de Teherán, las autoridades iraníes de inmediato hablaron de una posible falla en un motor como posible explicación para la tragedia en la que murieron 176 personas.
La rápida declaración, cuando los equipos de rescate aún trabajaban sobre los escombros y las cajas negras no habían sido aún halladas, fue recibida con desconfianza en todo el mundo.
Después de todo, Irán acababa de lanzar un ataque con más de 20 misiles balísticos contra una base iraquí que alberga personal estadounidense, en represalia por la muerte del temido general Qassem Soleimani en un operativo de Estados Unidos. La región parecía estar al borde de una guerra, y el nerviosismo era total.
Luego de que el gobierno de Canadá, motivado por el gran número de canadienses que murieron en el vuelo 752, declarara públicamente que tenía razones para creer que el avión había sido derribado por error por una batería de misiles, el régimen acabo dando marcha atrás y reconoció sus responsabilidad.
Los escombros del avión de Ukraine International Airlines (REUTERS)
El periodista Farnaz Fassihi, del New York Times, realizó este domingo una reconstrucción detallada de cómo fue el proceso de ocultamiento realizado por gobierno de Irán, cuáles fueron los cruces internos y los reproches y cómo fue reaccionando el régimen a las diferentes revelaciones internacionales.
La cronología demuestra que Tehéran intentó ocultar desde el primer instante su responsabilidad en el derribo de la aeronave civil, que cubría la ruta entre la capital iraní Kiev, en Ucrania, y que lo hizo para salvaguardar al régimen del momento de descrédito que vive actualmente.
Martes 7 de enero
En la víspera del ataque con misiles balísticos a la base Ayn Al Assad, en el centro de Irak, la Guardia Revolucionaria de Irán, cuya Fuerza Aeroespacial controla este tipo de armamento, desplegó lanzadores móviles de misiles antiaéreos en diferentes áreas estratégicas.
Se trataba de los Tor-M1, un potente sistema de armas fabricado por Rusia y comprado por Irán en 2005, y su puesta en operaciones se debía al temor de los iraníes a un contraataque estadounidense.
Un sistema Tor-M1, como el utilizado en el derribo
Según reporta el New York Times, las fuerzas persas, incluyendo las tripulaciones de estos lanzadores móviles, fueron puestas en “estado de guerra”, el nivel de alerta más alta.
Aunque tales disposiciones pueden parecer razonables en el contexto del ataque que estaban apunto de realizar, analistas y expertos en todo el mundo se preguntaron entonces por qué no se cancelaron los vuelos civiles, especialmente en el Aeropuerto Internacional Imam Khomeini, en los alrededores de importantes bases militares.
Al parecer las autoridades no quisieron generar pánico ante un anuncio, la suspensión de vuelos, que hubiera sido interpretado como la llegada inminente de una guerra con Estados Unidos, según indicaron miembros de la Guardia Revolucionaria al periódico estadounidense. También, contaban con usar a los aviones civiles como escudos humanos: si se les permitía seguir volando en la zona, era menos probable que Washington ordenara un ataque que pudiera causar víctimas colaterales.
Algunos miembros de la Guardia Revolucionaria, incluyendo el comandante de la Fuerza Aeroespacial, general Amir Ali Hajizadeh, aseguraron haber pedido formalmente el cierre del espacio aéreo, lo que les fue denegado.
Miércoles 8 de enero
Poco después del lanzamiento de los más de 20 misiles balísticos en la madrugada del miércoles, que provocaron fuertes destrozos en Ayn Al Assad pero ninguna víctima, el Comando Central de Defensa Aérea de Irán alertó a todas las unidades sobre el despegue de aviones de guerra estadounidenses desde sus bases en Emiratos Árabes Unidos. También, que misiles de crucero venían en dirección a Irán. Ninguna de las dos amenazas era real.
El derribo accidental ocurrió en medio del ataque con misiles de Irán a una base iraquí que alberga personal estadounidense
Pero el comandante de uno de los Tor-M1 se tomó el alerta de los misiles de crucero muy en serio, y aparentemente no escuchó un reporte posterior que lo calificaba de “falsa alarma”. Así que cuando sus radares detectaron a un posible enemigo (el vuelo 752 de Ukraine International Airlines), pidió permiso para disparar. Nadie le respondió. De acuerdo a Hajizadeh, las comunicaciones se habían caído o bien estaban siendo interferidas por otros países. Entonces el oficial al mando del Tor-M1, cuya identidad se desconoce aún, disparó. Fueron dos misiles, en un espacio de 30 segundos.
Hajizadeh se encontraba en el oeste supervisando el ataque contra la base de Ayn Al Assad cuando recibió por teléfono el aviso de que una batería había disparado y que era “altamente probable” el derribo de un avión propio, según relató Hajizadeh tiempo después a la televisión iraní.
De inmediato voló a Teherán e informó de lo sucedido a su superior más directo, el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria, mayor general Hossein Salami. A pesar de que este cuerpo de élite dentro de Irán funciona en paralelo con las Fuerzas Armadas convencionales y sólo responde ante el líder supremo, ayatolá Ali Khamenei, Hajizadeh también reportó lo sucedido a los comandantes del Ejército, del Comando Central de Defensa Aérea (que había emitido las falsas alarmas) y al jefe del estado mayor.
Amir Ali Hajizadeh, comandante de la Fuerza Aeroespacial en la Guardia Revolucionaria
Toda la cúpula militar iraní estaba ya al tanto del posible derribo no intencional de un avión de pasajeros. Pero Hajizadeh recomendó personalmente que esto no fuera informado a otros oficiales y mucho menos a la tropa encargada de la defensa antiaérea, que debía permanecer alerta ante un posible ataque estadounidense. “Fue en beneficio de la seguridad nacional porque de lo contrario nuestro sistema de defensa aérea hubiera quedado debilitado”, justificó esta semana en un entrevista con la prensa iraní. “Los bajos rangos hubieran sospechado de cualquier cosa", agregó.
Siguiendo su consejo, las autoridades militares iraníes formaron una comisión secreta de investigación, compuesta por un grupo selectos de individuos bajo la orden de no hablar con nadie sobre el asunto.
La comisión investigó todo. Datos de vuelo del aeropuerto, información de las estaciones de radar y mensajes entre los operadores del Tor-M1 y el comando central, incluso también la posibilidad de una operación de interferencia de parte de Estados Unidos o Israel.
Aquellos que participaron directamente en el derribo fueron además interrogados durante horas.
El líder supremo de Irán, Ayatolá Ali Khamenei (Reuters)
Por la noche del miércoles la comisión ya tenía una conclusión. El Boeing 737 había sido derribado por “error humano”. 176 personas, en su mayoría iraníes, habían muerto. En ese mismo momento los resultados de la investigación fueron presentados ante el ayatolá Khamenei. Pero ni el presidente Hassan Rohani ni los miembros de su gabinete estaba al tanto de nada.
Se tomó entonces la decisión de ocultar el hecho, al menos hasta que las grabaciones en las cajas negras fueran examinadas por las autoridades internacionales de aviación. En ese momento el hecho saldría finalmente a la luz, pero tardarían meses en llegar a la conclusión de que se había tratado de un derribo accidental, lo que le permitiría al régimen ganar tiempo y prepararse para contener la noticia.
“Propusieron encubrir la verdad porque pensaban que el país no podía manejar otra crisis”, dijo un alto funcionario de la Guardia Revolucionaria al New York Times, en referencia a la violenta represión de las protestas en Irán en los últimos meses, con un saldo de miles de manifestantes muertos, y a la muerte del general Soleimani. “Al final del día, resguardar a la Revolución Islámica es nuestro objetivo, a cualquier costo", subrayó, en referencia a la razón de ser de la Guardia Revolucionaria.
La Guardia Revolucionaria, el cuerpo de élite del ejército de Irán
Y así, por la noche del miércoles el portavoz de las Fuerzas Armadas, general Abolfazl Shekarchi, dijo ante la televisión iraní que las especulaciones sobre un posible derribo por error eran “una absoluta mentira”, mientras representantes de menor rango hablaban de una presunta falla en un motor del Boeing 737 como posible explicación del “accidente”.
Jueves 9 de enero
Desde el principio este discurso oficial iraní fue puesto a prueba. Los investigadores ucranianos arribaron al país y aseguraron que tenían evidencias de que Irán había derribado al avión en forma accidental.
El aparato mediático persa reaccionó rápidamente, acusando una “conspiración occidental” y un caso de “guerra psicológica” lanzada por Estados Unidos. Portavoces de diferentes instituciones y agencias iraníes salieron a desmentir a los ucranianos.
Pero fuera de las cámaras, en el centro de lo más profundo de la burocracia de la teocracia chiita, muchos se preguntaban si las acusaciones en el extranjero no eran ciertas.
Rohani y su canciller Javad Zarif, estaban al frente de estas dudas, y aún no habían recibido ningún informe de parte de las Fuerzas Armadas sobre la ocurrido. El presidente intentó varias veces llamar a los militares para pedir explicaciones, pero nadie le contestaba. Sólo alcanzó a recibir el mensaje, a través de colaboradores con vínculos entre los militares, de que las acusaciones en el extranjero eran falsas. “No se disparó ningún misil”, repetían.
El presidente de Irán, Hassan Rohani
Pero también la misma sociedad persa estaba golpeada y desconfiaba del discurso oficial. En el avión viajaban numerosos científicos, médicos y académicos reconocidos en el país, y sus familiares querían saber la verdad y presionaban desde las redes sociales. Mientras tantos, iraníes en el extranjero o el exilio hablaban cada vez más sobre la hipótesis del derribo accidental.
Y en medio de estas tensiones, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, responsabilizó a Irán por el derribo del vuelo 752 y la muerte de las 176 personas. "Tenemos información de Inteligencia de que fue derribado por Irán”, señaló el titular del Poder Ejecutivo en rueda de prensa desde Ottawa.
Viernes 10 de enero
Por la mañana del viernes, el portavoz del gobierno iraní Ali Rabiei volvió a decir que la idea del derribo accidental era una “gran mentira”. Pero varias horas después, finalmente el presidente Rohani fue convocado a una reunión privada con el alto mando militar. Le dijeron la verdad.
Según testigos del momento, Rohani estaba furioso y amenazó con renunciar si la Guardia Revolucionaria no aceptaba su responsabilidad y anunciaba que el avión había sido derribado por error.
Los militares se negaron, alegando que podría desestabilizar al país. Pero Rohani redobló sus esfuerzos y les aseguró que Canadá y Estados Unidos revelarían pronto la evidencia, lo que generaría una crisis aún mayor.
Justin Trudeau, primer ministro de Canadá
Bloqueada la reunión por las posiciones encontradas, los argumentos fueron elevados al ayatolá Khamenei, quien no se encontraba en el mismo lugar. Su respuesta llegó poco después: les ordenó que preparen un comunicado oficial reconociendo lo ocurrido en realidad.
El resto del día fue usado para redactar dos comunicados, uno para las Fuerzas Armadas, y otro que sería firmado por Rohani.
Sábado 11 de enero
A primera hora de la mañana del sábado, cuatro días después del derribo, las Fuerzas Armadas de Irán publicaron su comunicado, en el que admitían el derribo y lo atribuían a un “error humano”.
En el texto la Guardia Revolucionaria hizo específicamente hincapié en los responsables directos del derribo, la tripulación del Tor-M1 y sus supervisores, y hasta el momento ha realizado 10 arrestos.
El comunicado de Rohani, publicado una hora y cuarto después, intenta extender el alcance de las responsabilidades, en una muestra de las crecientes tensiones internas que plagan al régimen iraní.
En el texto del presidente dejaba en claro que él mismo se había enterado “horas antes” de la verdad y que todos los responsables debían ser castigados, no sólo quien había “apretado el botón”.
“Lo que creíamos era una noticia resultó ser una mentira. Lo que pensábamos que era una mentira fue una noticia. ¿Por qué? ¿Por qué? Cuídense de los encubrimientos y de los militares", expresó en Twitter Hesamedin Ashna, uno de los principales asesores de Rohani.
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