Por Adolfo Rubinstein* para LA NACION
Aproximadamente el 60% de las muertes en el mundo son debidas a cuatro enfermedades crónicas: la enfermedad cardiovascular, la diabetes, la enfermedad pulmonar crónica y algunos tipos de cáncer. La muerte prematura y la discapacidad que producen podrían combatirse enfrentando tres factores de riesgo: el consumo de tabaco, la alimentación no saludable y la falta de actividad física.
A diferencia de las enfermedades infecciosas, vinculadas con microorganismos específicos, las crónicas se asocian mayoritariamente con estilos de vida y conductas de riesgo que están profundamente condicionados por determinantes sociales, como el ingreso económico, la educación y la inclusión social.
Pensamos que el infarto de corazón, la obesidad o la diabetes son enfermedades de las sociedades más ricas. Nada más desacertado: las enfermedades cardiovasculares, primera causa de muerte en nuestro país, afectan mucho más a los más pobres que a los más ricos. Por ejemplo, la diabetes aumentó en la Argentina de poco más del 8% de la población en 2005 a casi 10% en 2009 y la obesidad aumentó de casi el 15% de la población al 18%.
Sin embargo, estos aumentos no fueron homogéneos: entre los de mayores ingresos y mejor educación, la diabetes bajó mínimamente, mientras que en la población de bajos ingresos y menor educación, aumentó más del 10%. Y si bien la obesidad aumentó en ambos estratos, en los más ricos lo hizo en un 6%, mientras que en los más pobres, en más del 20%.
Por todo esto, es necesario que todos los actores sociales -gobierno, organizaciones civiles, instituciones académicas, junto con el público en general- comencemos a articular acciones factibles para modificar las conductas de riesgo, sin olvidar las causas de estos problemas enraizados profundamente en sociedades desiguales como la nuestra.
*Director general del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) .
Blog independiente que impulsa el desarrollo científico -tecnológico, socio-económico y la capacidad de defensa nacional. Sin inversión no hay tecnología y sin tecnología no hay desarrollo, y sin desarrollo, no hay defensa. El derecho a vivir libremente conlleva la responsabilidad de defender esa libertad frente a cualquier ataque. "Solo quienes pueden ver se dan cuenta que falta algo"... Desde el 2006 junto a ustedes.
jueves, 16 de febrero de 2012
Las nuevas enfermedades de la pobreza
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