Una vez consolidada la Independencia de la Corona española, la defensa de las costas fue exigua por la carencia de recursos del nuevo Ejército y no fue sino al final del siglo XIX cuando se emplazaron en los viejos castillos unas cuantas piezas Krupp de 80 mm. Y fue el disparo de uno de esos cañones, el que hizo impacto en el cañonero alemán Panther cuando intentaba forzar la barra del Lago de Maracaibo, durante el bloqueo naval impuesto por Alemania, Italia y el Reino Unido, a Venezuela, en diciembre de 1902.
Concluido el asedio naval de las potencias europeas, Venezuela se apresuró a adquirir en Francia siete cañones Schneider-Canet Mle.1897 de 150 mm, los cuales, junto a algunas piezas retiradas de viejos barcos de guerra, constituyeron, a partir de entonces, la Artillería de Costa venezolana.
Durante la Segunda Guerra Mundial, siendo Venezuela, por su condición de país petrolero, un objetivo estratégico de las potencias del Eje, hubo necesidad de reforzar la Artillería de Costa y, a través de la ayuda norteamericana, se recibieron cañones M1917/M1918 (también conocidos como Grande Puteaux) de 155 mm, con los cuales, y piezas antiaéreas de diversos calibres, se constituyeron nuevas baterías de Defensa de Costas y se reforzaron las existentes. Sin embargo, a finales de la década de los años cuarenta, la Artillería de Costa venezolana fue totalmente desmantelada.
Transcurridas más de cuatro décadas, a comienzos de los años noventa del siglo pasado, el comandante general del Ejército venezolano anunció la compra de piezas de artillería de costa. En ese momento, tanto Venezuela como Colombia estaban inmersas en planes de reequipamiento militar tras la crisis surgida en agosto de 1987, cuando la corbeta colombiana Caldas incursionó en aguas interiores venezolanas del Golfo de Venezuela, incidente que estuvo a punto de desembocar en un conflicto armado entre los dos países. No obstante, las piezas nunca fueron adquiridas.
El nuevo pensamiento militar
A partir de 2005 se comenzó a formular el denominado “nuevo pensamiento militar bolivariano”, bajo las directrices del entonces presidente Hugo Chávez y cuyo eje doctrinario se plantea de la manera siguiente: “Nuestra hipótesis ahora se traduce en un conflicto contra una fuerza imperial, lo cual implica que nuestro país se prepare para liberar con éxito un Guerra Popular Prolongada. Desde esa concepción estratégica, es necesario perfeccionar los conceptos defensivos anteriores y el sistema de apresto operacional de las fuerzas regulares y de la Milicia territorial”.
Esta nueva concepción estratégica supone que la defensa naval se centra, en términos geográficos, en el litoral, lo que implica, por lo tanto, el fortalecimiento de la vigilancia y de los elementos defensivos de las costas.
El sistema misilístico BAL-E
En ese orden, una vez formalizados los acuerdos de cooperación técnico-militar con Rusia, y más concretamente desde 2009, las autoridades militares venezolanas comenzaron a referirse a la “próxima” incorporación de sistemas misilísticos de defensa de costas de fabricación rusa y, por la manera en lo anunciaban, se daba por descotado que habían sido adquiridos. Incluso, en algunas oportunidades se especificó que se trataba del sistema móvil BAL-E, basado en el misil antibuque Kh-35, capaz de abatir blancos a 120 kilómetros de distancia.
En octubre de 2011, Chávez anunció: “Pronto comenzarán a llegar nuevos equipos de alta tecnología de defensa (…) como los sistemas de defensa antiaérea de Rusia, nuevos batallones de tanques y unidades de artillería de costa y montaña”. Y, haciendo referencia a la rebelión apoyada por la OTAN, que derrocó al régimen de Muamar Gadafi en Libia, advirtió: “Nos hace falta para la defensa del país (…) Que nadie se atreva a venir pa´ acá a aplicarnos la fórmula libia. Y les saldría muy caro si es que se atreven con Venezuela”.
A finales de ese año trascendió que Fuerza Armada Nacional de Venezuela iba a disponer de un Comando Conjunto de Defensa de Costas, adscrito al Comando Estratégico Operacional. El proyecto estaba siendo desarrollado por la Armada, pero su operación sería de manera conjunta con el Ejército. Posteriormente, a comienzos de 2012, se conoció que un grupo de oficiales y técnicos militares venezolanos se encontraban en Rusia evaluando los sistemas misilísticos. Todo hacía pensar que la negociación se había concretado, pero en mayo pasado Boris Obnossov, director ejecutivo del consorcio ruso KTRV, aseguró al diario moscovita Kommersant que el contrato para la venta del sistema BAL-E a Venezuela, no se firmó.
Más recientemente, en el mes de agosto, una fuente del Ministerio de Defensa de la India reveló a la agencia de noticias PTI, que Venezuela era uno de los países que había manifestado su interés en adquirir el misil crucero indo-ruso BrahMos, en particular en las versiones naval y de defensa de costa.
El BrahMos es un misíl crucero supersónico, resultado del desarrollo conjunto de institutos de investigación tecnológica de la India y Rusia. Entró en servicio en 2006 y es producido en la India por el consorcio BrahMos Aerospace. Tiene un alcance operacional de entre 300 km y 500 km. y puede ser lanzado desde un submarino en inmersión, un buque de superficie, un emplazamiento móvil en tierra y, próximamente, desde un avión. Cabe decir, que en Venezuela no ha habido ningún pronunciamiento oficial sobre la adquisición de ese sistema misilístico.
El sistema Vila
En julio de 2012, el comandante general de la Armada de Venezuela informó públicamente que ese componente militar estaba adelantando un proyecto para la instalación de radares de largo alcance, que permitiese maximizar la vigilancia de los espacios marítimos. Al sistema se le denominó Vila.
En el presupuesto aprobado para el Ministerio del Poder Popular para la Defensa, correspondiente al ejercicio fiscal de 2014, se incluyó la partida para la adquisición de los radares de costa para el nuevo sistema de vigilancia y control del tráfico marítimo; sin embargo, tampoco ha habido nueva información al respecto.
A manera de conclusión, podemos decir que cualquier nueva compra de sistemas de defensa, estará condicionada a la situación financiera de Venezuela, la cual viene empeorando desde 2013 considerándose actualmente como crítica. Y cada día se acentúa aún más por la caída sostenida que vienen experimentando los precios del petróleo en los mercados internacionales, que, como es sabido, la exportación de ese recurso constituye la principal fuente de ingresos del país suramericano.
Foto: KTRV
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