Si algo faltaba para agravar la escasez de divisas que padece la Argentina en estos días
era sumar, ahora, una nueva dificultad: el último gran prestamista
internacional que le quedaba al Banco Central, que le permitía
estabilizar su stock de reservas en los momentos de mayor adversidad
cambiaria, parece haber cortado abruptamente en estos meses su
asistencia de divisas y haber apurado al organismo a cancelar el
remanente de su deuda.
Sólo desde fin de marzo hasta hoy, y a un año de
que el Banco de Basilea (BIS) también interrumpiera su respectiva línea
de financiamiento, el organismo oficial ya canceló la mitad de sus
compromisos con la entidad francesa. Es, precisamente, uno de los
principales motivos por los que la entidad no puede evitar en estos
tiempos perder reservas, a pesar de que la fuerte liquidación de divisas
por exportaciones (similar a la de igual período de 2012) lo ayuda
todos los días a comprar divisas en el mercado cambiario oficial.
La exposición del Banco Central con los organismos internacionales, cuando aún se gozaba de la asistencia del BIS, había llegado en 2009 a un máximo de u$s 5.600 millones. En el primer semestre del año pasado, el organismo terminó de cancelar los últimos u$s 2.000 millones de deuda que tenía con el banco de Basilea. Desde entonces el Banco Central de Francia quedó como su único proveedor de préstamos: unos u$s 3.000 millones a principios de este año que empezaron a reducirse repentinamente hace dos meses, y que quedaron ahora en u$s 1.500 millones.
El endeudamiento por esta vía es una de las herramientas con las que cuentan todos los bancos centrales para atenuar la volatilidad en su stock de reservas. En las épocas más difíciles, este maquillaje llegó a representar algo más del 10% de los ahorros del organismo.
En algunas consultoras arriesgaban una posible explicación a este corte abrupto en el financiamiento: el riesgo que pueden estar percibiendo los prestamistas internacionales a un eventual embargo sobre los activos argentinos, en el marco del litigio que mantiene el país con los holdouts ante la Justicia estadounidense, que comprometa la capacidad de pago del organismo.
Desde el Central suelen aclarar que estos préstamos pueden ser cancelados en las épocas que resultan estacionalmente favorables para el organismo. Pero la época actual, aún con la fuerte liquidación de exportaciones que se está percibiendo, no parece ser el momento más indicado para hacerlo: "Objetivamente es poco oportuno. Se puede descontar que no lo hace voluntariamente", comentó ayer un economista a este diario.
La exposición del Banco Central con los organismos internacionales, cuando aún se gozaba de la asistencia del BIS, había llegado en 2009 a un máximo de u$s 5.600 millones. En el primer semestre del año pasado, el organismo terminó de cancelar los últimos u$s 2.000 millones de deuda que tenía con el banco de Basilea. Desde entonces el Banco Central de Francia quedó como su único proveedor de préstamos: unos u$s 3.000 millones a principios de este año que empezaron a reducirse repentinamente hace dos meses, y que quedaron ahora en u$s 1.500 millones.
El endeudamiento por esta vía es una de las herramientas con las que cuentan todos los bancos centrales para atenuar la volatilidad en su stock de reservas. En las épocas más difíciles, este maquillaje llegó a representar algo más del 10% de los ahorros del organismo.
En algunas consultoras arriesgaban una posible explicación a este corte abrupto en el financiamiento: el riesgo que pueden estar percibiendo los prestamistas internacionales a un eventual embargo sobre los activos argentinos, en el marco del litigio que mantiene el país con los holdouts ante la Justicia estadounidense, que comprometa la capacidad de pago del organismo.
Desde el Central suelen aclarar que estos préstamos pueden ser cancelados en las épocas que resultan estacionalmente favorables para el organismo. Pero la época actual, aún con la fuerte liquidación de exportaciones que se está percibiendo, no parece ser el momento más indicado para hacerlo: "Objetivamente es poco oportuno. Se puede descontar que no lo hace voluntariamente", comentó ayer un economista a este diario.
Al mercado
le llama la atención que estos pagos repentinos se vean sobre préstamos
que habían sido contraídos a mediados de 2011 y que tenían 20 meses de
vigencia. Esto mismo les hace presumir que la cancelación continuará en
los próximos meses; y que el organismo, que no puede brindar datos al
respecto por la confidencialidad de los contratos, se verá forzado a
reducirla a un mínimo. El fenómeno dejará más desprotegida a la entidad
de Marcó del Pont, a lo largo de un año en el que podría terminar quedando con un stock inferior a los u$s 35.000 millones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios mal redactados y/o con empleo de palabras que denoten insultos y que no tienen relación con el tema no serán publicados.