Washington necesita moderar la influencia china en Sudamérica, alejar el fantasma del populismo y evitar un escenario caótico en el G-20 de Buenos Aires.
Los presidentes Donald Trump y Mauricio Macri en un encuentro bilateral en Washington, en abril de 2017. REUTERS/Kevin Lamarque
No es habitual que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, emita un comunicado de apoyo tan explícito a un gobierno en aprietos. Después de una llamada de 15 minutos con su colega Mauricio Macri, fue difundido por la Casa Blanca a nombre personal del mandatario estadounidense, lo que se interpreta, más allá de las palabras, como un respaldo contundente.
Trump resaltó que Macri está haciendo un “trabajo excelente en esta difícil situación económica y financiera”. “Tengo confianza en el liderazgo de Macri y aliento y apoyo fuertemente su compromiso con el FMI para fortalecer las políticas monetarias y fiscales argentinas para afrontar los actuales desafíos económicos”, señaló el comunicado, minutos antes de que el ministro Nicolás Dujovne ingresara a la sede del Fondo para negociar el anticipo de un desembolso para cerrar las cuentas en 2019 e intentar aquietar a los mercados.
Si bien Trump y Macri se conocen desde los tiempos en que el estadounidense era un magnate inmobiliario de Nueva York y el argentino era el joven heredero de la empresa constructora, la cuestión va más allá de lo personal. Trump confía mucho en las relaciones interpersonales: aprecia sinceramente a Macri y le gusta su perfil de gestión pragmática y empresarial. Pero Estados Unidos necesita además cuidar la relación con la Argentina y que a Macri le vaya bien con sus reformas económicas.
La llegada de Macri a la Rosada significó el reverdecimiento de las relaciones bilaterales congeladas durante el kirchnerismo, que veía a Estados Unidos como el “imperio” a denostar. Pero aquí se entiende también que Macri es la punta de lanza de un movimiento que en el continente frenó al populismo en varios países de la región, una clara preocupación de Washington, que ve en Venezuela un fantasma que no quiere que se replique en el continente.
Por eso Estados Unidos necesita que a la Argentina le vaya bien económicamente y que no haya “riesgos de volver al pasado”. Durante años, Washington estuvo mirando hacia otro lado y ahora necesita consolidar sus negocios en la región y evitar la predominancia china, que con cash e inversiones en infraestructura ocupó un espacio que la Casa Blanca cedió. La reciente gira del secretario estadounidense de Defensa, James Mattis, a Brasil, Argentina, Chile y Colombia confirma también esa preocupación.
Además, en noviembre Buenos Aires albergará la Cumbre del G-20 y lo que menos quiere Estados Unidos es un escenario caótico allí. En este marco se trabaja en otro fuerte gesto de respaldo: una visita de Estado –sería la primera a Sudamérica— de Trump con Macri en la Rosada, poco antes del inicio formal del G-20.
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