Por Martín Dinatale - LA NACION
El ministro Cabrera encabezó una misión en Pekín para relanzar una asociación estratégica
Todo está listo en Pekín para que cuando Mauricio Macri llegue en septiembre a China para la cumbre del G-20 se relancen las relaciones bilaterales con la Argentina y se anuncien los contratos definitivos de inversión por unos 25.000 millones de dólares para la construcción de dos centrales nucleares, dos represas hidroeléctricas, un ambicioso plan de energía renovable y la ampliación del comercio de alimentos argentinos.
Así quedó definido ayer, luego de la XX Reunión de la Comisión Mixta Económico-Comercial entre la Argentina y China, que encabezaron en Pekín el ministro de Producción, Francisco Cabrera; el secretario de Comercio, Miguel Braun, y la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, María Cristina Boldorini, con una veintena de funcionarios de alta jerarquía del gobierno chino.
El presidente Macri y su par Xi Jinping mantendrán en septiembre una reunión bilateral. Pero para esa fecha el encuentro será sólo protocolar y cerrará seis meses de largas negociaciones que llevó adelante la Argentina para sustentar la asociación estratégica integral que Cristina Kirchner había sellado con Pekín y que en un primer momento la administración macrista revisó.
"Se afianzó la asociación estratégica con China y hemos cerrado un acuerdo de negocios, inversiones y de mayor flujo comercial con China que seguramente estimulará a los inversores de Estados Unidos y Europa para que también vayan a la Argentina", expresó ayer a la nacion el embajador argentino en China, Diego Guelar, quien durante dos días coordinó los encuentros entre ministros y cerró un amplio abanico de acuerdos.
Se definieron, así, los detalles técnicos para que a partir de marzo comience la construcción de dos centrales nucleares con la Corporación Nacional Nuclear de China. Una de esas centrales será de agua pesada, tendrá un fuerte componente nacional y se basará en una tecnología canadiense. La otra prevé un reactor de agua ligera, una tecnología nueva para la Argentina, que implicará incursionar en el mercado del uranio enriquecido a bajo porcentaje, ya que se trata de un proyecto de uso pacífico. Se estima que la inversión en estas obras será por US$ 15.000 millones por el financiamiento de un 80% del total de los proyectos.
En marzo de 2017 comenzarán, además, las obras de las represas hidroeléctricas Cepernic y Kirchner en Santa Cruz, cuyos contratos fueron modificados ante los reclamos de grupos ambientalistas. Por estos dos grandes proyectos China desembolsará unos US$ 10.000 millones. Para marzo también estaría habilitada la polémica estación espacial de Neuquén que construye China bajo la supervisión del Ejército Popular de su país. La canciller Susana Malcorra acordó una cláusula específica que prohíbe el uso militar de esa estación, situada en 200 hectáreas de la Patagonia.
En el plano comercial, tanto Braun como Boldorini acordaron con China la ampliación del volumen de comercio de alimentos argentinos relacionados con soja, carnes y la exportación de uvas, arvejas, arándanos y sorgo. Para agilizar los procesos de aprobación fitosanitaria, se instalará una oficina del Senasa en China y el departamento fitosanitario chino Acqsic tendrá oficinas en Buenos Aires, para abrir el capítulo de seguridad alimentaria.
También se procura destrabar dificultades de acceso para el aceite de soja, el maíz y algunos productos de la pesca, como los langostinos. Y se acordó la incorporación de inversiones chinas en el campo de las energías renovables. Hay un proyecto de inversión de US$ 5000 millones para una inminente licitación de 10.000 megas en energía solar y otro tanto en energía eólica en la Argentina.
Tanto Cabrera como Braun y Boldorini se entusiasmaron con la idea de ampliar el mercado de alimentos argentinos a la clase media china, que comprende 225 millones de personas con un salario mensual promedio de 20.000 dólares.
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