SANTIAGO,
Chile.- "Ha sido una guerra sin armas, pero, al fin y al cabo, una
guerra", comenta en los pasillos un diplomático chileno de dilatada
carrera. La frase resume el clima que se vive en el país cuando faltan
apenas cuatro días para que la Corte Internacional de Justicia de La
Haya (CIJ) entregue su fallo sobre el litigio marítimo
que enfrenta desde hace seis años a Chile y Perú por un triángulo de
38.000 kilómetros cuadrados en el Pacífico, frente a las costas de la
ciudad chilena de Arica.
El presidente chileno, Sebastián Piñera, anunció ayer que esperará el fallo (será transmitido en directo por televisión en ambos países) junto con los principales miembros de su gabinete en el Palacio de La Moneda, y que luego se reunirá con los presidentes del Senado y de la Cámara de Diputados, los miembros de las comisiones de Relaciones Exteriores de ambas cámaras y los presidentes de los partidos políticos para analizar los pasos por seguir.
"Chile va a cumplir, pero también va a exigir que se cumpla el fallo del tribunal de La Haya, lo cual significa que no conocemos ese fallo, pero probablemente va a establecer derechos y obligaciones para ambos países", dijo Piñera.
Simultáneamente, en Lima, el presidente peruano, Ollanta Humala, que también aguardará el dictamen junto a sus ministros en el Palacio Pizarro, entregó ayer una cuenta pública de su gestión ante el Congreso y ratificó que su país acatará y cumplirá lo que determine la CIJ.
"Ambos países, dando un ejemplo al mundo, llevamos las controversias dentro de lo que es el derecho internacional. Y ambos gobiernos y todas sus instancias han señalado claramente que vamos a cumplir ese fallo", aseveró Humala.
En breve, la CIJ debe pronunciarse sobre la existencia o no de límites marítimos (la paralela argumentada por Chile, una diagonal planteada por Perú o una nueva delimitación arbitraria), y la fijación terrestre del punto de inicio de la frontera marítima (el hito 1 chileno o el punto de concordia 266 peruano), lo que podría entregar a Perú un pequeño, pero emblemático, territorio de menos de cuatro hectáreas.
El tercer punto en discordia es un triángulo externo de casi 30.000 kilómetros cuadrados no reclamado más allá del mar territorial, que podría quedar bajo dominio peruano. Asimismo, hay múltiples intereses pesqueros en juego y un fuerte nerviosismo en los pescadores artesanales del norte de Chile, que han debido ser apaciguados con visitas del canciller, Alfredo Moreno, y otros ministros de peso.
El juicio de la población es una señal de lo que se anticipa: a diferencia de Perú, donde la efervescencia por el fallo es transversal y el optimismo desbordante, en Chile el ánimo no es de los mejores y el derrotismo está a la orden del día.
"Va a ser un fallo doloroso si Chile pierde, pero no habrá un antes y un después del fallo. Para la economía chilena es más importante tener buenas relaciones con Perú porque hay miles de millones de dólares en inversión en ese país y nadie va a ver reacciones contra la comunidad peruana en Chile o quema de banderas", explicó el analista político chileno Patricio Navia.
Las cifras parecen darle la razón: el comercio bilateral entre ambos países ha alcanzado un récord desde 2011 a la fecha, con la incursión de los principales grupos económicos peruanos y chilenos del otro lado de la frontera.
Por estos días la especulación ha llegado a límites desconocidos ante una instancia imprevisible: acusaciones mutuas de sospechosos movimientos militares -incluido el zarpe de la escuadra naval chilena ayer desde Valparaíso- y peregrinas denuncias de espionaje se mezclan con furibundas declaraciones de políticos de los dos países.
Hace tres días, dos parlamentarios chilenos del oficialismo y la oposición llamaron al gobierno a retirarse del Pacto de Bogotá, al acusar la filtración del fallo.
En Lima, incluso, algunos diarios sensacionalistas subieron furiosamente sus ventas al incluir fascículos por entrega de la historia de la guerra del Pacífico, que enfrentó a Chile con Perú y Bolivia a fines del siglo XIX, y que culminó con gran parte de los territorios salitreros en manos chilenas.
Expectativas en La Paz
Por último, en Bolivia también se espera con interés el fallo, el cual le dará la pauta a seguir para sus aspiraciones marítimas, las que podrían llevar a Chile nuevamente a La Haya."Chile eligió una estrategia de defensa de los tratados firmados que estimaba inamovibles y desechó negociar. El planteamiento peruano se basó en la inequidad e inexistencia de límites. Primero buscaron negociar y luego fueron a La Haya", explicó a LA NACION el periodista Phillip Durán, autor del flamante libro La hora de los halcones , editado por Planeta, que profundiza en el conflicto.
De esta forma, Chile insistió en el statu quo establecido por una declaración y un convenio firmados con Perú en la primera mitad de los años 50, los mismos documentos que su vecino del Norte desconoce como tratados limítrofes.
El proceso formal se inició en enero de 2008, cuando el gobierno del entonces presidente de Perú, Alan García, demandó a Chile y abrió una fuerte controversia con la ex presidenta Michelle Bachelet, que paradójicamente deberá aplicar la resolución de la CIJ.
Entre marzo de 2009 y julio de 2011, Perú y Chile presentaron consecutivamente la memoria, contramemoria, réplica y dúplica. Los alegatos orales, en tanto, se llevaron a cabo durante diciembre de 2012 con una gran expectativa en ambos países, a los cuales fue transmitido por televisión abierta en directo desde La Haya con una traducción al español pagada por los dos gobiernos.
Todas las miradas convergen hoy sobre lo que ocurrirá después del fallo. Con el prestigio internacional de ambos países en juego, tanto Piñera como Humala han ratificado en numerosas ocasiones que la decisión de la CIJ será respetada y aplicada a todo evento. No parece existir otro camino..
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