Por Fernando Rodríguez
| LA NACION
Pero no son menos argumentos políticos útiles en la puja eleccionaria los cuestionamientos a cada una de esas inauguraciones. En el caso puntual de las dos nuevas estaciones de la línea B, las críticas y las denuncias sobre eventuales deficiencias y peligros latentes en la infraestructura recién estrenada cobran un claro valor discursivo de cara a los comicios de agosto.
Es un dato a tener en cuenta que Claudio Dellecarbonara, uno de los voceros de la protesta por las falencias en la obra de las nuevas estaciones, es candidato a senador en la Capital por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores, y que su protagonismo en el conflicto gremial consecuente le es útil en la carrera por la caza de votos porteños.
Tampoco es un dato menor que, en plena controversia, terció AySA, la compañía de aguas estatizada por la Nación. Lo hizo para desmentir a Juan Pablo Piccardo, presidente de Sbase, la empresa estatal porteña que se encarga de la gestión del subte, que había atribuido a AySA alguna responsabilidad en las filtraciones en las nuevas estaciones advertidas por los metrodelegados.
Y mientras las acusaciones y el discurso utilizado en favor de la campaña circulan, los usuarios padecen..
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