Por Einat Rozenwasser - Diario Clarín
Es entre Pacífico y la avenida Córdoba, al lado de Juan B.
Justo. En la vieja estación de cargas hacen un centro comercial.
Enfrente, crece el Polo Científico Tecnológico. Y además, se proyectan
edificios.
En obra. Están edificando otra etapa del Polo Científico Tecnológico, de Paraguay a Soler, entre Godoy Cruz y las vías. /FOTOS DE FERNANDO DE LA ORDEN
Pensar la ciudad es pensar en un sistema cuyas fuerzas producen cambios constantemente. Es un movimiento que puede ser leído a través de los usos y costumbres de ciertos grupos en sectores específicos, pero también a través de las modificaciones que se van desarrollando en la traza urbana.
En un barrio como Palermo este proceso se vuelve evidente. En las últimas dos décadas, en estos casi 16 kilómetros cuadrados ubicados al norte de la Ciudad se consolidaron nuevos circuitos comerciales, gastronómicos, zonas residenciales y de servicios. Ahora el foco está puesto en el corredor que rodea las vías del ferrocarril San Martín: grandes torres a un lado de la avenida Juan B. Justo, y del otro la construcción del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, un shopping, el plan de hacer una plaza y un proyecto para la ex playa de maniobras de la estación Pacífico que podría transformar por completo el barrio.
“Tanto la Ciudad como los suburbios se desarrollaron alrededor de las estaciones del tren. Las playas cumplían la función de distribución de cargas en la primera mitad del siglo XX, pero hace más de 50 años que el sistema se modificó y quedaron alambradas, ausentes del desarrollo, actuando siempre como una barrera”, analiza Enrique García Espil, presidente de la Sociedad Central de Arquitectos. Y sigue: “En ese sentido, Palermo creció a ambos lados: Palermo Hollywood y Palermo Viejo (o Soho). Pasaron de ser barrios residenciales a tener mucha actividad, visitantes, movimiento. Tanto, que el gran debate para los urbanistas es cuál es el punto de equilibrio, porque cuando el comercio es excesivo espanta al residente permanente y eso lleva a la pérdida de identidad”.
De a poco, las casas bajas y los depósitos fueron dando paso a las torres de gran altura del lado de Juan B. Justo, y los talleres, galpones y otros espacios en desuso se transformaron en restaurantes, teatros y talleres y tiendas de diseño. “La irrupción en los años 90 de las empresas vinculadas a lo audiovisual llevó a que se diera un proceso de gentrificación, la colonización de sectores de alto nivel socioeconómico en un área que estaba relativamente degradada. Disparó los precios del suelo y también cambió el uso”, explica Guillermo Tella, arquitecto y especialista en Planeamiento Urbano.
A principios de 2005 Godoy Cruz dejó de ser “Zona Roja”, la construcción del aliviador del arroyo Maldonado (comenzó durante la gestión de Aníbal Ibarra y se ejecutó entre 2008 y 2011) permitió sortear el problema de las inundaciones, y hace dos años se habilitó el Metrobús Juan B. Justo, un servicio que usan 100 mil pasajeros por día. Sobre la vereda Norte de Juan B. Justo, entre Guatemala y Nicaragua, se construyeron enormes torres. Tras desalojar las ex Bodegas Giol, en 2011, el Gobierno nacional avanza con la edificación del Polo Científico Tecnológico (lo bordean Soler, Paraguay, Godoy Cruz y la avenida), ahora con lo que será la sede del CONICET, un museo interactivo y un auditorio. Y con mucha polémica por supuestas irregularidades en el proceso de autorización, Irsa levanta un centro comercial a cielo abierto entre Godoy Cruz, Paraguay, Juan B. Justo y Santa Fe.
¿Qué sigue? El plan es construir una plaza temática de alrededor de 6.000 metros cuadrados dedicada a la ciencia en el terreno que está entre el nuevo Ministerio y las vías (se llamaría a concurso en la segunda mitad del año). Y se espera la resolución sobre el proyecto ganador del concurso convocado por ANSeS y organizado por la SCA para reurbanizar las ex playas de maniobras de la estación Pacífico, el terreno que está entre Paraguay, Niceto Vega, Godoy Cruz y San Martín.
“Es un proceso de transformación importante que de alguna manera viene a suturar esta fisura que existía entre ambas márgenes”, analiza Tella. Y advierte que los cambios producirían un impacto en los alrededores, la zona que todavía no ha sido renovada, que podría dar lugar a un nuevo proceso de sustitución edilicia (y, en consecuencia, de la población histórica del barrio). La implementación de este proyecto completo podría llevar al menos diez años. “Sería un gran aporte porque saca las trabas y genera un buen espacio público, algo que no tiene. Juan B. Justo hoy es una de las avenidas con menos carácter de la Ciudad y esta propuesta le daría un nuevo interés”, apunta García Espil.
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