Por Fernando Massa - LA NACION
Son 143 puestos que vuelven hoy al tradicional galpón de Colegiales, que fue renovado
Credito Foto: Soledad Aznarez.
Manuel García enganchaba la cadena a la reja de la jaula y cerraba el candado. Se quejaba de que todavía faltaba colgar algunas arañas del techo para que quedase todo listo, pero que sus 73 años y los quince días trabajando con la mudanza de un galpón a otro ya habían sido suficientes. Pese al cansancio, no podía ocultar la alegría y la ansiedad frente a un momento que, según dijo, esperaba junto a su esposa desde hace más de cinco años.
Es que desde hoy, después de muchas idas y venidas, 143 puestos volverán a abrir sus puertas a los clientes en lo que será la esperada reapertura del Mercado de las Pulgas de Dorrego, ese tradicional galpón situado en Colegiales, en el límite con Palermo, inaugurado por primera vez en 1988, que vende desde muebles y antigüedades hasta cristalería y objetos de colección.
"Esto es una solución muy grande. Durante todo este tiempo estuvimos comprimidos y en condiciones bastante precarias. El lugar está lindo ahora. Hasta me dieron ganas de ponerle cerámicas al piso y un techo a la jaula", dijo García mientras mostraba a La Nacion el puesto de antigüedades que mantiene con su esposa desde hace 15 años. Desde el desalojo del mercado realizado por el gobierno de Aníbal Ibarra en 2006 por las malas condiciones de infraestructura y con el fin de ponerlo en condiciones, los puesteros tuvieron que mudarse a un galpón situado enfrente.
Pero lo que en un principio iba a durar unos meses, llevó más de cinco años para su finalización. "Ibarra lo desalojó, Telerman le dio el gran impulso y nosotros lo terminamos", dijo ayer a La Nacion el ministro de Espacio Público y Medio Ambiente porteño, Diego Santilli. Un mes atrás ya se habían entregado los 143 permisos precarios a 207 permisionarios.
Rodolfo Zanellato, presidente de la cooperadora del mercado, se paseaba por remozado galpón alentando a los puesteros a terminar los últimos detalles para que hoy estuviera todo listo. "Un mercado de pulgas no es un supermercado -dijo-. Por eso, peleamos porque cada uno le pudiera dar su toque personal y no todos los puestos sean iguales." Además, adelantó que, en principio, el mercado abrirá de martes a domingo, de 10 a 19.
"También nos ordenamos impositivamente y vamos a tener que pagarle un canon al gobierno de la ciudad. La estructura quedó igual, pero adentro se alisaron los pisos, se pintaron las jaulas y las columnas y se cambiaron las chapas", contó Zanellato, poseedor de un puesto de venta de artículos de campo, mientras los puesteros se le acercaban, uno tras otro, para consultarle cuántas horas restaban para terminar con todos los detalles.
Según el Ministerio de Espacio Público, en el predio, situado en el cruce de Dorrego y Conde, que cuenta con 13.400 m², se hicieron baños y lavaderos, se instalaron luminarias de LED en el perímetro, se hicieron una dársena para 30 autos y una playa de carga y descarga, además de las instalaciones contra incendios y la colocación de un medidor de luz en cada uno de los puestos.
La renovación del mercado, sin embargo, no implicó el ingreso de nuevos puesteros. Uno de ellos, Cristian Borges, miraba cómo un soldador trabajaba en la reja del local. "En estos años nos vimos bastante perjudicados. A mí, por ejemplo, del local de 19 m² que tengo acá, me pasaron a uno de 7. Y, encima, hay que tener en cuenta que la gente ni sabía que estábamos en el galpón de enfrente. Todos creían que el mercado estaba cerrado", dijo. Borges, que comparte la posesión del puesto junto a dos socios, destacaba el hecho de que el Mercado de Pulgas no es uno más. "Detrás de cada uno de estos objetos hay una historia. Por ejemplo, este auto que está acá -dijo mientras señalaba un vehículo de juguete al que le faltaban las ruedas- es algo que hoy ve un abuelo y le recuerda su infancia. En este mercado no sólo hay ventas, también despierta mucha nostalgia."
Los precios de los objetos en venta varían. Por caso, una cómoda con una mesada de mármol y detalles de broncería puede costar 5000 pesos, pero también hay mesas de luz que varían entre los 700 y los 900 pesos. "Acá lo que faltaba era la decisión política para terminarlo. No nos olvidemos de que estamos en un año de elecciones", dijo Zallatelli, al ser consultado por la larga espera que tuvieron que soportar los puesteros.
Al respecto, Santilli, quien se mostró muy satisfecho con la remodelación, justificó esa demora en el arreglo de los desagües, el tendido del servicio de luz que realizó Edenor, la instalación de ese sistema, pero sobre todo y en "destrabar la madeja administrativa" que conllevó la paralización de las tareas en numerosos momentos.
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sábado, 11 de junio de 2011
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