Por Jon Donnison - BBC Mundo
Amanecer en el frenético mercado de ganado de la pequeña localidad de Nuseiran, en el centro de la Franja de Gaza, no es un lugar para débiles de corazón; ni para olfatos sensibles. En medio del polvo y de los desperdicios, sale el sol, mientras agricultores y ganaderos se encaran y se reparten empujones por el espacio con ovejas y cabras. Los comerciantes promocionan sus animales en medio de potenciales clientes que luchan para conseguir los mejores precios. En medio de este caos el mercadeo es donde se puede encontrar el animal más emblemático de Gaza: el burro.
Décadas de conflictos y escasez, de pobreza e inestabilidad, han convertido al burro en el "medio de transporte" más fiable. Cuando no había combustible, allí estaba el burro. Si faltaban vehículos nuevos por el bloqueo de Israel, el burro estaba allí. Pero eso comienza a parecer ya cosa del pasado. El burro de Gaza se enfrenta a tiempos difíciles. "Los precios han caído tanto como desde US$1.000 dólares por un burro a menos de US$300", dice exclamando Bedwan Fati, experimentado comerciante. "Esa maldita tuk-tuk se está matando nuestro negocio", repite Fati. Tuk-tuk, tuk-tuk, no paran de repetirlo alterados los comerciantes del mercado de Nuseirat. Los ánimos exaltados culpan al tuk-tuk.
¿Qué es el tuk-tuk?
Los tuk-tuks no se cansan y no comen. En Gaza, "vuelan" entre burros. Y es que el tuk-tuk es el nuevo objeto de deseo en Gaza. Es, básicamente, una moto de baja cilindrada transformada en un carro en la parte trasera. De fabricación china, miles de tuk-tuk han llegado a través de los túneles por donde pasa todo el contrabando desde Egipto.
"Estoy vendiendo entre diez y 15 tuk-tuks al mes", dice Samer Fajem, uno de decenas de distribuidores de tuk tuk que desde el año pasado aparecen por las calles de Gaza. Por sólo US$1.500 se puede obtener un vehículo que supera ampliamente el rendimiento de un burro. "Son limpios, confiables, no tienes que darles de comer y, sobre todo, son mucho más rápidos", dice Fajem.
No hay más que dar un paseo por las calles de Gaza para ver los tuk-tuks cargados de toda clase de bienes casi volando en comparación con los burros que tiran de carros. En el campamento de refugiados de Jabalya, Atala Aziz Darbour trabaja con su "corcel" repartiendo artículos de limpieza.
En la clausura del campamento de refugiados de Jabalya para la ciudad de Gaza, me encuentro con Atala Aziz Darbour y su corcel. La mayoría de los días recorre con su burro hasta 20 kilómetros. Gana unos pocos dólares. "Mi familia y yo dependemos totalmente de este burro para subsistir", dice. Y a pesar de que el animal ha permanecido con él durante la guerra y haber vivido con él toda clase de dificultades, Darbour lo tiene claro: lo vendería si supusiera ahorrar dinero.
El secreto del éxito del burro en Gaza ha sido su fiabilidad en tiempos difíciles. Es la tortuga a la libre del tuk-tuk. La pregunta es si con los años, el tuk-tuk demostrará tener tanta resistencia.
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miércoles, 3 de noviembre de 2010
Gaza: malos tiempos para los burros
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