Por Eduardo Buzzi (*)
Luego de habernos movilizado en el día en que se conmemoraron los 25 años ininterrumpidos de democracia, pidiendo por otra política agropecuaria para enfrentar la crisis y el desempleo, vemos con preocupación que estamos muy lejos de una verdadera democracia. Porque quienes formamos parte del sector agropecuario seguimos sufriendo las consecuencias de un "castigo" que supuestamente merecemos por haber enfrentado las medidas inconsultas e inoportunas del Gobierno, lo que hace que hasta hoy sigamos "en penitencia".
Parece que quienes durante 130 días reclamamos un cambio en la forma de hacer política con el enorme respaldo de la ciudadanía, y fuimos bastardeados con calificativos como "piquetes de la abundancia" o "golpistas", ya no formamos parte de la agenda de intereses de la presidenta Fernández de Kirchner.
Eso que, como Madonna, convocamos a una multitud en el monumento de Rosario y en Palermo. ¿Será que nuestro reclamo no tiene tanto encanto?
Creemos que somos castigados porque de nuevo tuvimos que ver por televisión los anuncios de la Presidenta, de medidas inconsultas e insignificantes que no resuelven los graves problemas del sector agropecuario. Parece más una puesta en escena, teniendo en cuenta que se anuncia la reducción de cinco puntos en los derechos de venta al exterior de trigo y maíz, que tienen cerrada su exportación.
A diario comprobamos cómo esta política agropecuaria manda a la quiebra a los pequeños y medianos productores. Por eso reiteramos que mantener las retenciones en estos valores, y sin segmentar es entregar el certificado de defunción para la gran mayoría. Claramente se ve que con estas medidas unilaterales no se da solución a la crisis de la carne ni la lechería, ni tampoco se diversificarán los cultivos del área sembrada. No obstante, rescatamos la inyección de 1700 millones para prefinanciación de exportaciones y capital de trabajo en producciones pequeñas como arándanos o frutillas, pero reiteramos: no es suficiente.
En estos últimos meses del año, estamos ante una crisis que afecta profundamente al interior, a las ocho millones y medio de personas habitantes de pequeñas localidades que dependen de lo agropecuario y lo agroindustrial.
Un claro ejemplo es la industria de maquinaria agrícola que representa en fuentes laborales 150 veces la General Motors. Ellas están atadas al destino del productor, si a él le va mal, a ellas también. Lo dijimos esta semana: urge otra política agropecuaria para enfrentar la crisis y el desempleo, y creemos que hay instrumentos fundamentales para generarlas, como las propuestas que generamos desde la Federación Agraria Argentina.
Aunque desde la Casa Rosada se quiera negar esta realidad, somos los productores con nuestro trabajo los que damos vida a los pueblos del interior y nuestros problemas afectan directamente a las economías locales. Debemos aspirar a una democracia que no confisque al sector productivo y a lograr un Estado que no sea sólo socio en las ganancias. Sólo con una política integral, inclusiva, seria y consensuada podremos mejorar la crítica situación que muchos atravesamos.
(*) El autor es presidente de la Federación Agraria Argentina (FAA)
Fuente: Diario La Nación
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