El Gobierno de la República de Kazajstán acaba de suscribir un contrato con el Instituto de Termotécnica de Moscú (ITM) con vistas a desarrollar el proyecto del complejo aeroespacial “Ishim” destinado a poner en órbitas circunterrestres bajas satélites de pequeño porte de uso civil.
El ITM es mundialmente famoso como creador de nuevos misiles estratégicos móviles y lanzados desde silos tipo “Topol-M”, así como del misil estratégico SLBM “Bulavá” cuyos ensayos se efectuaron con éxito antes de la fiesta del Año Nuevo.
Ahora, en cooperación con la famosa oficina de diseño de aviones “Mikoyán”, el instituto trabajará en el desarrollo de equipos civiles que constituye una temática relativamente nueva.
Es que el proyecto “Ishim” prevé satelizar ingenios espaciales de pequeño porte mediante aviones caza modificados MiG-31. Después de la desintegración de la Unión Soviética, Kazajstán se ha quedado con varias decenas de estos aparatos.
Exactamente, según datos que figuran en la guía «The Military Balance», son 43. Según los mismos datos, Astaná dispone también de 16 cazas MiG-25 que prácticamente son prototipos de MiG-31. Esta fuerza aérea requiere mucho cuidado pero se utiliza poco para proteger el espacio aéreo del país. El cielo del Estado se protege con otros medios, aparte de estos cazas pesados con un peso al despegue de casi 50 toneladas. Ahora la idea de utilizar como unidad aceleradora estos aviones para resolver problemas de la conquista del cosmos, idea promovida por los científicos, les pareció bastante atractiva a los dirigentes de la república.
En los últimos años, en muchos países han sido creadas tecnologías que permiten incorporar en pequeños satélites de peso reducido que no pasa de decenas y cientos de kilogramos, instrumentos que antes cabían sólo en ingenios espaciales de 500 a 30000 kilogramos. Dichos instrumentos son capaces de garantizar el funcionamiento en tierra de sistemas meteorológicos e informativos, tales como medios de sondeo de la Tierra, pronóstico de ciclones tropicales, anomalías de ozono y para el control ecológico de las contaminaciones atmosféricas, incluido el efecto de invernadero. Estos sistemas se necesitan para detectar incendios forestales, organizar el servicio de navegación, ejercer el control de los gasoductos y oleoductos. Y, por último, pueden aplicarse para poner en efecto los programas de educación a distancia para las escuelas y universidades en Rusia y en otros países, así como para realizar estudios científicos básicos y aplicados.
Utilizar cazas modernos para lanzar al espacio estos aparatos de pequeño porte resulta más barato y eficaz en comparación con los pesados cohetes portadores cuyo lanzamiento requiere enormes gastos financieros que a menudo llegan a totalizar decenas y cientos de miles de millones de dólares. Los cohetes necesitan también cosmódromos especialmente acondicionados cuya construcción, funcionamiento y mantenimiento también cuestan cientos de millones de dólares.
Mas, para lanzar pequeños ingenios espaciales, según estiman científicos y proyectistas, basta la actual red de aeródromos y un parque de aviones capaces de acelerar el cohete portador hasta valores de velocidad necesarios. Un caza levanta al aire un cohete de 10 toneladas con una carga cósmica consistente en uno o varios satélites a una altura de quince-veinte kilómetros. Su velocidad debe superar varias veces la velocidad sónica, lo cual le asegurará al cohete una velocidad inicial mayor a 2 mil km por hora para asegurar un vuelo autónomo. En el caso de un cohete portador de tres o cuatro escalones que funciona con combustible sólido, esta velocidad corresponde a la velocidad que alcanza en la fase final del funcionamiento de su primer escalón inmediatamente después del lanzamiento desde la Tierra, lo cual basta para que el cohete salga al espacio.
Resulta que el caza MiG-31 reúne todos los requisitos que los aviones de esta clase deben cumplir. Su peso máximo al despegue es casi 50 toneladas, la velocidad máxima que desarrolla en función de la carga y el régimen de vuelo alcanza casi 3000 km/h; el techo estático es de hasta 20 km, y el techo dinámico es aun mayor. Prácticamente puede despegar desde un aeródromo y poner satélites en la órbita circunterrestre en cualquier rincón del mundo, lo cual resulta muy ventajoso desde el punto de vista tanto científico-práctico como comercial.
Mas, para ello el avión debe ponerse más a punto, de lo que precisamente se ocupa la oficina de diseño de aviones “Mikoyán” como autor de este caza. Es preciso desarrollar también un cohete especial de combustible sólido, capaz de propulsarse, después de desprenderse del avión, lo suficientemente para alcanzar velocidades cósmicas y llevar una cantidad necesaria de microsatélites.
De ello se ocupa ahora el Instituto de Termotécnica de Moscú que tiene experiencia de trabajo en cohetes de este tipo. A fin de cuentas, ese vehículo representará un cohete portador “Start-1” de reducido tamaño y peso con nuevos propulsores, si bien a los diseñadores del ITM no les gustará mucho esta comparación. Cada artículo nuevo, igual que cada niño nuevo, piensan, jamás se parece a otro.
Lev Solomonov, vicedirector general del ITM, le dijo al comentarista en temas militares de RIA Novosti que el trabajo en la creación del cohete portador “Ishim” avanza según el cronograma aprobado. En 2007, los aviones modernizados MiG-31 estarán prestos a pasar pruebas. Hacia estas fechas estará listo también el cohete. Desde ese momento comenzarán lanzamientos de microsatélites a órbitas circunterrestres con diversas inclinaciones que sean las más cómodas para resolver problemas geofísicos, meteorológicos, ecológicos e informativos.
Según supo RIA Novosti, el interés hacia el proyecto, que ya se ha exhibido en la exposición de innovaciones celebrada en Alma Atá y obtenido todo apoyo por parte del presidente de Kazajstán, Nursultán Nazarbaiev, lo muestran la empresa británica “Surrey center”, las empresas israelíes “Irael Aircraft Industry” y “Rafael” y la firma italiana “Finmecсаnicа”.
El Gobierno de Kazajstán prosigue negociaciones con otras compañías extranjeras que se interesan por métodos eficaces y relativamente baratos de exploración del espacio cósmico y están especializadas en poner en órbitas cirunterrestres bajas satélites civiles de pequeño porte. El proyecto ruso-kazajo “Ishim” se va incorporando cada vez más en el sistema de cooperación internacional.
El vivo interés por este proyecto evidencia que en los próximos 10-15 años los sistemas aeroespaciales destinados al espacio próximo llegarán a ocupar en el mercado de los servicios un lugar digno entre los medios de transporte de ingenios espaciales de pequeño porte para equipararse a los cohetes pesados, siendo éstos de momento los únicos de que el hombre puede valerse visitar el espacio cósmico.
Fuente: por Viktor Litovkin para Ria Novosti