Autor: Doctor Luis A. Pons
Ante la dificultad que existe en entender lo que ocurre en el mundo, el Doctor Luis A. Pons desarrolla el concepto del Poder desde dos jerarquías: el poder que corresponde a las grandes potencias y el del resto. En este trabajo, su tema es el de los Estados-naciones y no el de los poderes no nacionales o transnacionales. Su visión desarrolla el tema del ‘realismo en política’, el de la ‘interdependencia’, hasta que llega al tema central de este trabajo: las características que debe reunir la política de poder de los países que no son grandes potencias y que están forzados a actuar en un mundo en el que reciben fuertes irradiaciones de poder: se trata de las ‘3 P’, que son la prudencia, la proporcionalidad, y la perseverancia.
Introducción.
Para comprender el caótico mundo en que vivimos, hoy más que nunca es necesario idear nuevos marcos de referencia, nuevos cuadros teoréticos con los cuales podamos dar cierta estructuración y lógica a nuestras observaciones.
Por otro lado reconocer esa necesidad no es óbice para adoptar cualquier teoría para dar intelegibilidad a la barahúnda de la hechología contemporánea, que no se compadece con la particular situación que afronta el actor en cuestión.
Se necesita, por ende, una dinámica reteorización que sin hechar por la borda lo permanente pueda dar adecuada repuesta -y también elaborar nuevas preguntas- a los desafíos emergentes.
Trataremos de agrupar nuevas voces a viejas y muy valiosas teorías acerca del uso del poder en las relaciones internacionales pero que por ser fruto de otras experiencias y bajo otras magnitudes de dicho poder -el de las grandes potencias- no son aplicables, sin matices, a las realidades que afrontan el resto de las naciones.
Bajo este plano de argumentación debemos recordar que nuestro país ha sido un tradicional importador de toda clase de teorías (no sólo las vinculadas con el análisis de lo internacional): Teorías políticas, económicas, sociales y aún militares surgidas todas en latitudes "centrales" fueron acogidas y aplicadas a lo largo de todo nuestra vida como Nación.
Y en verdad muchas de ellas resultaron realmente provechosas para nuestro desarrollo. Fue un ejemplo concreto la adhesión al modelo económico vigente en el mundo de fines del siglo pasado y primeras décadas del presente. Esta particular adhesión, así como otras a paradigmas teóricos relacionados con la dimensión política nos hizo tener la posición predominante al sur del Río Bravo. Pero esas conductas miméticas "positivas" no tuvieron continuidad.
Tanto la Argentina como otros países cuyas pretensiones no tuvieron correspondencia con lo que lograron, experimentaron frustaciones y desengaños.
Por lo tanto desde el punto de vista de los estados menores o pequeños (asumo el extremo reduccionismo de solo considerar actores a la unidad estatal) intentaré compartir con Uds. mis opiniones respecto a esta temática.
La estructura de mi exposición será:
1. Poder internacional, definiciones y contenidos desde allí (vuestro país) o un país como el vuestro.
2. Poder internacional desde aquí (mi país o un país como el mío)
2.1. Poder y prudencia
2.2. Poder y proporción
2.3. Poder y perseverancia
3. Conclusiones
Esta es mi propuesta.
1. Poder internacional. Definiciones y contenidos desde allí (vuestro país) o un país como el vuestro
Existen diversas definiciones de poder. Pero así como conocemos muchas de ellas, entendemos que al definirlo restringimos la verdadera esencia de lo que el concepto presupone.
Pero obligados a adoptar una de ellas con un fin didáctico adoptamos una versión libre de la que diseñó Max Weber. El dice que el poder es la capacidad que tiene un actor social de modificar la conducta de otro actor social, aún contra la resistencia que el segundo oponga y sean cual fueren las razones del primero.
- Por otro lado, es de destacar que toda entidad humana (individual o colectiva) dotada con voluntad y racionalidad suficiente para ligar metas con recursos, puede ser considerado un actor
El hecho es que la teoría realista basa todos sus postulados sobre una premisa de base: la política consiste en la innegable y permanente lucha entre poderes.
Los teóricos y políticos que apoyan estas ideas también coinciden, en mayor o menor medida, sobre los elementos que son necesarios para alcanzar sus objetivos.
Los principales rasgos de su pensamiento son: una situación de anarquía en el campo de las relaciones internacionales; el otorgar seguridad frente a las amenazas externas a lo nacional es el principal objetivo para el cual se ejerce el poder; el interés nacional, el faro que dirige toda la política exterior; los Estados son los principales protagonistas en relaciones internacionales y, el equilibrio de poder, la situación ideal necesaria para garantizarla supervivencia de la nación.
De acuerdo a todos estos asertos, el papel del Poder es central y él ha sido el punto de vista prevaleciente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Los EE.UU. a través de Morgenthau, de Kennan, de Niebuhr y más recientemente, a través de Henry Kissinger, han querido evitar la ingenua óptica de los idealistas, responsable para ellos de las amargas desilusiones del período entre guerras (en los hechos, el realismo fue la idea dominante desde Westfalia hasta la Administración Reagan).
Dos guerras mundiales y la Guerra fría enfatizaron esta forma - la realista - de ver el mundo pero no sólo para las potencias sino para todas las naciones grandes, medianas o pequeñas.
- Algunos analistas coinciden en que la adopción de este tipo de perspectivas beneficia, principalmente, a los gobiernos de la última categoría de países; aún aceptando esto y al no ser el problema intelectual de este trabajo, dejamos su análisis para futuros trabajos -
Sea cual fuere el agente de interés o su postura perceptiva, debo señalar que toda decisión debe descubrir el mensaje normativo que tal postura conlleva para guardar congruencia entre sus intenciones, sus actos y sus dichos. Por otro lado, muchos políticos del Tercer Mundo no realizan un balance racional entre los costos y beneficios que se esperan, a pesar de afirmar que siguen a un pragmatismo "realista".
Sabemos que dicho balance es una pieza clave de todo pretendiente a ceñirse al realismo en política.
-Fukuyama y otros autores, cuando observan las políticas de aquellos sedicentes realistas, las llaman "políticas de poder sin poder"-
Debo destacar que no estoy completamente de acuerdo con aquellos quienes acogen sin matices ese lugar común que afirma que hoy, la más importante dimensión del poder es la económica (o el conocimiento, según Toffler, de acuerdo a los aires "New Age"). Pienso que para cada situación existe una variedad preferencial o una naturaleza más idónea del Poder.
Debemos considerar que aquellas situaciones en que existen amenazas a la seguridad o a la integridad del Estado Nación, son relativamente escasas.
Y aunque ello pueda ocurrir, las bases para alcanzar un poder militar adecuado para garantizar nuestra supervivencia, suelen ser económicas antes que buscar en primera instancia los recursos de fuerza.
-Recordando una vez más a Fukuyama, éste nos afirma que un "mundo poshistórico" (donde no hay guerra entre los Estados) coexiste con un mundo histórico donde la "última ratio": la guerra puede surgir entre las naciones-
Pero aplicar los principios realistas a la política exterior de un país débil no es, per se, suficiente para orientar en debida forma esas conductas políticas.
Tanto los grandes como los pequeños países no deben olvidar que las tres dimensiones del poder: la política, la economía y la militar interactúan (y actúan sobre el otro), buscando lograr las metas nacionales aunque en muchos países "la mezcla" debe ser cuidadosamente balanceada y siguiendo una particular secuencia.
Pero si bajo esta visión el poder es el concepto principal en la arena internacional ¿cómo lograr medirlo?. Esta es una pregunta central tanto para grandes, para medianos como para países pequeños.
La respuesta está vinculada, especialmente con el circuito de poder que Ud. ha seleccionado para su observación y con aquellos recursos disponibles para ejercer ese poder. La teoría realista con su concepto "estrella", el Poder, agrega otros postulados a su pensamiento: la arena internacional es el estado de naturaleza hobbesiano donde la falta de un mando central es un rasgo sobresaliente y donde potencialmente cada país tiene como adversario los otros países.
Hasta aquí y para abreviar podemos señalar algunas fisuras con el pensamiento realista. Aquellas que vuelven más vulnerable a los medianos y a los pequeños países pueden ser:
1. Ignorar las relaciones que existen entre las distintas áreas del poder.
2. Postular que el campo de lo internacional es un área donde reina la anaquía y que ella niega toda posibilidad de cooperación.
3. Considerar que los Estados son los principales actores (y a veces se los ve como exclusivos) ignorando la influencia de las fuerzas transnacionales.
4. Afirmar que el principal interés de cada país es su supervivencia.
Y si bien estos conceptos son inapropiados para describir la realidad internacional, tanto para los grandes como para pequeños países, su adopción tiene efectos mucho más perjudiciales para los últimos.
He mencionado ya que dos principales teorías en EE.UU. han orientado el estudio de lo internacional y la consecuente acción política.
Primero hemos trabajado sobre la teoría realista, de ella hemos extractado sus carácterísticas más identificatorias pero para ampliar nuestra visión del campo teorético que tiene influencia, en mayor o menor medida, sobre todos los países, debemos tener en cuenta la teoría de la interdependencia.
Este particular modelo sostiene que:
1. Los estados no son los únicos protagonistas en las relaciones internacionales.
2. La fuerza no tiene el papel principal y dominante en el campo de lo internacional.
3. La agenda internacional no gira en torno a la seguridad de las naciones.
Como principal corolario de este pensamiento, los teóricos interdependentistas creen que la guerra, como "última ratio" en la vida internacional, puede ser evitable frente a la irresistible tendencia hacia un mundo cada vez más intervinculado.
Así, para reducir el poder militar en un mundo tan interdependiente se podría citar:"... es cada vez más difícil para los estados militarmente poderosos utilizar ese poder en temas en los que son relativamente débiles. La distribución del poder depende del área que se trate: el área del petróleo o de la comercialización de cereales pueden tener jerarquías de poder diferentes /.../ de ello resulta que cuando la dimensión militar encuentra bloqueada su utilización, los estados fuertes hallarán que los vínculos temáticos son menos efectivos". Esta frase de Kehoane y de Nye extractada de "Poder e Interdependencia" es, a menudo, mal interpretada, ya que se cree que bajo la falacia de "todos en el mismo barco", los débiles aumentan su capacidad de influir sobre los fuertes.
2. Poder desde “aquí” o sentado en la periferia.
Hemos repasado definiciones, contenidos y teorías acerca de el poder "desde allí" o desde el punto de vista que los países mayores tienen del mundo, para comprender su particular e importante visión.
Pero hemos dicho ya que no se puede aplicar cualquier recurso en todas las situaciones y sobre cualquier actor. La mente humana es un verdadero acertijo y como el poder es una relación subjetiva entre seres humanos, los efectos de ejercer el poder se vuelven inciertos aún en los casos que haya una enorme disparidad entre el poderoso y el dominado.
Ahora trataré de aplicar las, para mi, tres inseparables calidades que debe siempre acompañar el poder de un país periférico: prudencia, proporción y perseverancia.
2.a. Prudencia
John Q. Adams, vuestro sexto presidente decía: "Siempre odia a tu enemigo como si mañana fuera tu amigo y siempre ama a tu amigo como si mañana fuera tu enemigo".
La idea claramente expresa la importancia de decidir teniendo en cuenta el futuro, pero también con un previo análisis de las posiciones relativas que separan la mía de las demás.
Tucides, hace más de dos mil años, señalaba en el diálogo entre Melios y Atenienses la importancia que tiene para los débiles el ser prudentes y cautelosos en sus contactos con los poderosos.
"Si me tiendo al lado de un elefante dormido corro siempre el riesgo que impremeditadamente me aplaste", reflexionaba P. Trudeau un ex-premier canadiense al referirse a la actitud, por sobre todas las cosas prudente, que debe guardar una nación que interactúa con otra mucho mayor.
Maquiavelo (como buen realista) le prestaba mucha atención a que en la lógica del pensamiento de un político privaran elementos de prudencia, habida cuenta de las cambiantes circunstancias, muchas veces dominadas por el azar más que por intenciones, que forman el contexto en que se decide. Es por tanto innegable que aquél, en sus actos públicos, debe hacer un bien ponderado balance entre beneficios frente a los costos que imponga cualquiera de sus decisiones.
En el caso de países no poderosos (o al menos sin suficiente poder para cambiar conductas o para conseguir resultados favorables para sus objetivos) ,esta cualidad asume el peso de una regla de oro.
Los líderes de los países menores deben seleccionar los objetivos de su política exterior y los medios a que recurren, con un ojo en (sin significar subordinación a) los intereses e intenciones de los grandes.
Prudencia es también considerar los rasgos y dinámicas más carácterísticas del sistema internacional vigente. Ignorar las restricciones que limitan o los requerimientos que él hace, es elegir un camino seguro hacia el fracaso.
-La Argentina de 1979 ignoró los deseos del presidente Carter de boycotear la exportación de granos a Rusia debido a la invasión que esta llevó sobre Afganistán. Esto se debió a que para la Argentina, los principios de racionalidad le indicaban que las pérdidas económicas que significaban para el país adscribirse al embargo, hubiera representado serios perjuicios sobre la legitimidad del régimen militar-
Tener en cuenta los criterios de prudencia implica, asimismo, tener una perspectiva correcta de la distribución del poder en el mundo y en la región y la posible evolución de tal estructura.
Debo tomar nuevamente a mi país como ilustración ya que para los '40 Argentina no se apercibió del cambio en dicha distribución, creyendo contar con la tradicional sociedad con Gran Bretaña, muy fecunda para el mundo multipolar de la preguerra pero no en el bipolarizado sistema que surgió después del conflicto.
2.b. Proporción
Cuando hablamos de prudencia hemos hecho algunas consideraciones referentes a esta cualidad. Sin embargo es necesario remarcar el guardar proporción en el curso del poder internacionanal para países "no centrales". Estableceremos ahora las principales características de esta propiedad.
Pero antes de establecer esas características, primero debemos concentrarnos sobre su significado. Pienso que él se refiere a la capacidad que debe tener un actor internacional para establecer el adecuado rango de las metas que se propone en función de la dimensión del actor involucrado. De allí es lógico considerar cómo dicho actor ve el mundo, cómo lo ven los demás y por último, pero no lo último, cómo el actor se ve a sí mismo.
De esta forma estamos entrando en el reino de lo perceptivo, un concepto sumamente importante para medir el poder relativo entre los Estados. La percepción siempre es influenciada, o producida por una variedad de factores, pero dentro de los cuales es esencial reconocer el peso que tiene la cultura política del actor en cuestión o el que le otorga su experiencia histórica.
Una particular cultura de las llamadas "parroquiales" lleva a una profunda miopía respecto al mundo, a sus cambios y a sus principales actores. Defecto que a su vez provoca un sinfin de conductas internacionales erróneas.
Ignorar la historia o distorsionarla nos confunde, y altera nuestra exacta medida al mundo que nos rodea.
-Tomar en cuenta nuestra particular historia tampoco es subordinarnos al pasado pues si ella tiene un rasgo esencial es su irrepetitividad-
Es también importante tener en cuenta las "limitaciones sistémicas" (también presentes en la primera cualidad: prudencia) y las dinámicas de cambio que someten tales condicionamientos a un cambio constante.
Un estado que guarda proporción en su acción externa -esto vale tanto para grandes como para pequeños poderes- debe mantener una atenta mirada sobre:
- el cambio del sistema de valores en los poderosos
- la historia ideológica correspondiente de su sociedad
- los valores explicitados por sus elites dirigente.
Una certera visión del mundo debería ser guiada por:
1. Conócete a tí mismo.
2. Conoce al otro.
3. Conoce el mundo.
2.c. Perseverancia.
Medios y objetivos prudentes y proporcionales no son suficientes para aquellos Estados deseosos de mejorar su posición de poder, si ellos olvidan una dimensión: el tiempo y con ella la exigible persistencia en el accionar.
Debemos coincidir que para incrementar el poder es necesario hacer jugar tres dimensiones aplicables al Tiempo: Oportunidad, Duración y Secuencia.
Tiempo-Oportunidad, tal vez la más importante de tales dimensiones, nos muestra y nos indica cuándo se debe blandir el vector del poder. Seleccionar el correcto punto sobre las coordenadas temporales es una importante, e insoslayable, obligación para todo decisor de un país menor.
El criterio de selección refleja varios supuestos: el reconocimiento de la situación del mundo y en particular la de aquellos países que pueden influir, en mayor medida, sobre nuestras conductas. Es necesario, asimismo, considerar la situación doméstica para garantizar, de antemano, una aceptación mayoritaria de las decisiones y de la necesidad de proveer los medios pertinentes para alcanzar su éxito.
-Las Malvinas fue un mal ejemplo. El gobierno argentino no tomó en cuenta todas las circunstancias, pues en caso de haberlas considerado en magnitud y en calidadm, le hubiera indicado el no adoptar decisiones apresuradas, en función del balance de poder asaz existente.
Tiempo-Duración tiene directa relación con la cualidad que estamos analizando, la perseverancia, desde que esta dimensión conoce sus recursos y por cuánto tiempo los tendrá disponibles.
-Nuestro autor preferido para hablar de poder, Maquiavelo, nos advierte sobre la importancia de considerar el Tiempo, por ejemplo cuando le aconseja al Príncipe que si se debe hacer el mal lo debe hacer todo de golpe-
Si aplicamos al Poder la noción que él puede ser encapsulado en "Quantums", es decir precisas cantidades para utilizar en un particular e imprevisible futuro, la correcta selección del tiempo en que se lo aplica es una regla de oro para países medianos o pequeños con recursos escasos de Poder o con la completa falta de ellos cuando es urgente contar con los medios que se necesitan.
Tiempo-Secuencia significa establecer un cierto ritmo y armonía en las acciones en que se ejerce Poder. Esto indica que todo actor debe avizorar los elementos de Poder del otro frente a los propios, a lo largo de la coordenada temporal.
Es por último necesario tener en cuenta para el Poder de un país mediano/pequeño, que sus líderes hagan un esfuerzo para conocer cual es la dimensión del tiempo que le asignan los dirigentes del otro (esta es una virtud esencial para todo diseñador de cualquier Política Exterior).
Perseverancia es, entonces, una apuesta a futuro. Es considerar que aquellos pequeños actos de hoy nos pueden llevar a tomar las riendas del futuro.
Conclusiones o aprendiendo a crecer.
Hemos repasado, primeramente, una serie de teorías sobre lo que representa la tenencia y el uso del Poder internacional para los países "centrales". Teorías en sí mismas provenientes de un mundo de experiencias distintas de las que vive la periferia. En ese plano teorético hay coincidencia de los intelectuales que nuevos factores de poder -nuevos "cómo" y "con qué"- son necesarios a tener en cuenta para alcanzar superiores niveles en el universo de lo internacional.
Hemos marcado, como contraparte, la adopción de esas teorías, diseñadas desde el centro, por parte de los países menores. Y si es cierto que la esencia de las relaciones de poder valen tanto para países grandes, medianos y pequeños, el transplante de esas teorías a países periféricos los arrastra a fracasos reiterados o a aventuras autodestructivas.
Por ello ha formado parte de todo nuestro segundo item los calificativos conque debería bautizarse y utilizarse al Poder desde la periferia: prudente, proporcional y perseverante.
Debo mencionar a dos profesores argentinos -ambos PhD en universidades de este país- que se han referido a ese tema.
El primero de ellos Carlos Escudé, ha denominado a este traslado "inteligente" de los postulados del realismo clásico -de un Morgenthau de un Kennan- a otro contexto como "realismo periférico".
Este nuevo tipo de realismo trata de señalar una normativa para países medianos o pequeños diferente a las pautas de acción que siguen las grandes potencias en función, justamente, de las diferentes capacidades de influir a otras naciones que unos y otros tienen.
El otro autor Roberto Russell, nos habla de un "idealismo periférico". Coincidiendo con Escudé en otorgar como interés prioritario, para los países menores, el desarrollo económico, le adiciona una dimensión principista abogando por ende por la importancia que tiene para estos países, el sostener aquellos principios que gozan de una legitimidad universal.
Es destacable, entonces, para ambos autores la prioridad que asume la dimensión económica en el mejoramiento del rango internacional de un estado cualquiera; en relativo desmedro de las otras áreas del poder como la política o la militar.
Respecto a este punto de vista debo, con el respeto que me merecen las opiniones de estos antiguos profesores míos, cuestionar ese criterio.
El fin de la Guerra Fría, el llamado "fin de la historia", ha dado lugar a un debate amplio y profundo sobre el cambio de las esencias de las relaciones internacionales.
Algunos teóricos persisten en reinvidicar la continuidad suprahistórica de la naturaleza del hombre, consecuentemente la persistencia de la lucha por el poder entre esos grandes agregados humanos llamados Estados-nación. Para ellos la paz es siempre precaria, la posibilidad del choque violento con el otro es una eterna posibilidad.
Como contraparte están los que afirman la discontinuidad de las esencias; ya el mundo no es ese estado hobbesiano de todos contra todos. La cooperación debe privar sobre el conflicto. Los intereses nacionales se deben someter a interese globales para los cuales se requiere actitudes solidarias. Aún manteniéndose en esa atmósfera de relaciones de poder, son sus dimensiones menos "dañinas" las que se ponen en juego. Hoy Mercurio desplaza a Marte.
Sin tomar partido abierto por esas dos grandes líneas conceptuales nos reiteramos en la necesidad de utilizar, por parte de un país de menor rango al de las potencias, tres calificaciones para su PODER: él debe ser prudente, proporcional y perseverante.
Pero no bastaría conque en forma voluntarista los gobernantes de esos países decidan dotar de esos recursos a la relativa cuota de Poder conque cuentan, sino que deben buscar la legitimación de sus actos por su respectiva ciudadanía, directa beneficiaria (o víctima) del uso y proyección del poder internacional con que cuentan.
En este plano es necesario -aquí nos adherimos a las doctrinas del mencionado Escudé- trabajar sobre la cultura política de la sociedad de que se trate, la que en su complejo entramado de ideas, valores y creencias, otorga aceptación o por el contrario rechaza las iniciativas de sus dirigentes.
También es necesario tener en cuenta el diseño de nuevos cuerpos teóricos capaces, no de sustituir, pero sí de complementar las teorías del poder provenientes del llamado NORTE.
Por de pronto se debería poner bases intelectuales a una Teoría de los Límites que sostuviera la necesidad para un país de cualquier talla (pero particularmente importante para países menores), de tener conciencia de las consecuencias a corto, mediano o largo plazo de hacer uso del poder.
Esta teoría no sólo se debe ceñir a observar las condiciones limitantes que el sistema de poder internacional presenta, a un país sino que se interna en las consecuencias que trae sobre la legitimidad del gobierno o del sistema político frente a su ciudadanía, cualquier decisión de Política Exterior.
Por otro lado consideramos, con rigor, un cambio en la preocupación esencial de toda política: qué fines debo buscar y qué hago con mi poder para alcanzarlos. Ahora mi criterio guía debe ser hasta donde puedo (en el "aquí y ahora"). Llamo a esta teoría un “Realismo condicionado" o un "Realidad eficaz".
Desde el desarrollo de estas teorías se pondría en marcha un proceso de "culturación", que justificaría conductas para acrecentar el poder, no limitándolo sólo a sus dimensiones económicas, sino que buscaría avanzar en todos los planos con el privilegio temporal de aquella dimensión más exigida por las circunstancias.
También debe ser considerado que, establecer como meta suprema de toda Política Exterior la autonomía de una nación, puede crear ciertos perjuicios de hecho que, en definitiva, arrojen como resultado lo opuesto a lo buscado.
Por de pronto en un mundo tan intervinculado -nos apartamos adrede del adjetivo de interdependiente por lo que ya expresáramos- los criterios de Bodin o de Grotius respecto a "soberanía" están cuestionados.
Pero más allá de ello proclamar autonomía, libertad de acción o independencia, sin haberse dedicado previamente, el país que la pretende, a acumular poder para poder alcanzarlo es retórica hueca, "consumo de autonomía" como llama el citado Escudé.
En lo que diferimos con este PhD de Yale, como lo expresáramos, es en que no es exclusivamente el desarrollo económico, en que se debe basar el incremento del poder relativo.
Las ideas, los valores y aún las imágenes proyectadas son elementos tan válidos del poder como el PBI o la balanza comercial (o los cañones como diría un realista)
-Un gesto político, y una contribución aunque sea pequeña a un operativo de Paz, lo es, puede tener efectos más beneficiosos que la concesión de un crédito "blando"-
Toda Política Exterior es una actividad más del ejercicio del poder de un Estado-Nación, en este caso proyectado ese poder hacia el contexto externo. Los objetivos que esta política proponga no pueden ser independientes de las restantes metas perseguidas. Todas, externas e internas, componen una estructura articulada y jerarquizada de valores-medios para los valores-fines últimos perseguidos por las respectivas sociedades.
Pero los principios a tener en cuenta en la fijación de los Fines y Medios por parte un país grande difieren, en parte, de aquellos buscados y puestos en juego por países menores. Lo que no varía son los criterior de racionalidad que vinculan a unos y otros.
Para considerar esas diferencias que concluyen en pautas de selección particulares para un país mediano o pequeño mencionemos los criterios a seguir para la fijación de los fines de la política exterior:
1) Reducir el nivel de confrontación abierta con los fines de países poderosos. Sólo mantenerse firme en aquellos fines cuya consecución tenga que ver con un concreto y medible incremento de su Poder relativo.
2) No sólo la relación COSTOS/BENEFICIOS "inmediata" se tendrá en cuenta (que no se reduce exclusivamente a las consecuencias económicas o materializables) sino que evaluará esa relación proyectada al largo plazo.
3) No enfrentarse o ignorar los principios que privan en la vida internacional. Este criterio no sólo debe considerar el contexto externo sino el marco interno de cada país.
4) No adolecer de desmesura que condene al país que peque por ello a una eterna frustración.
Criterios a seguir para la selección de medios a utilizar:
1) Los medios deben ser adecuados, en "cantidad" y "calidad", a los fines pretendidos.
2) No deben comprometer el futuro de la Nación.
3) Deben conservarse dentro de los cánones de la moralidad internacional consensuada, recordando que la eticidad de medios tiñe la calidad moral de los fines.
Todos estos criterios de selección deben ser precedidos por una actividad básica: el reconocer la real distribución del poder en el mundo y particularmente importante autoreconocer la propia posición en el aquí y ahora.
Adoptar esta actitud por parte de los gobiernos de esos países, en un mundo que el proceso de democratización avanza, o lo que es lo mismo la mayor participación de las ciudadanías, requiere un esfuerzo de sinceramiento considerable.
Muchos años de encierro sobre sí mismos, de visiones parroquiales, de posturas grandilocuentes y fanfarronas, funcionales sólo para una mayor legitimidad de sus gobernantes, han creado en muchos países una autopercepción errónea de su poder.
Es por ello que hablamos de un considerable cambio en lo cultural, tanto de gobernantes como de gobernados, sobre lo que hay que trabajar.
Este cambio -es claro que su magnitud depende del país en cuestión- incidirá directamente sobre el abanico de alternativas a considerar.
-Tal vez en este punto sea necesario subrayar algo que se desprende de mis reflexiones anteriores: la dimensión cultural es una más de las fuentes de donde surge la respectiva Política Exterior pero que es necesaria tenerla muy en cuenta para imprimirle efectividad, pues su muy frecuente ignorancia ha hecho incurrir, a países menores, en errores muy gruesos-
Insistiendo en que toda Política Exterior debe considerar la real tenencia de poder con que cuenta un país: no debe escapar de nuestra consideración, ni de los decisores de los países menores, que aquél brota de una relación subjetiva: lo que yo pienso que tiene el otro frente lo que el otro piensa que yo tengo.
Por lo tanto es necesario tener un acabado conocimiento, hacer las rectificaciones si es necesario, de los mecanismos perceptivos propios y ajenos.
Pero ello por sí solo no nos da el cuadro completo de situación necesario para adoptar decisiones. Se debe tener en cuenta el marco de referencia o el contexto dentro del cual se produce la interacción de los actores de interés. Por ende hay que trazar un "mapa de ruta" que nos advierta cuáles son los principales obstáculos para el logro de los fines del país menor o cuáles son los tramos donde se pueda avanzar sin mayores tropiezos.
También merece considerarse, como ya se expuso, que el poder de un Estado-Nación se compone de la sumatoria de recursos tangibles, como su posición geopolítica, más recursos intangibles, como la cohesión de su población -dejamos de lado en esta afirmación por razones expositivas el cómo se lo emplea-; tanto unos como los otros pesan en la dimensión total del poderío nacional.
En las dirigencias de países medianos o pequeños suele confundirse la proporción relativa de cada uno de ellos. Por ejemplo el "prestigio", calidad intrínsecamente no tangible, a veces insume todos los esfuerzos de la Nación, cuando se pone mucho menos atención a la acumulación de los instrumentos "sólidos" del poder, plataforma imprescindible para hacer gala de tal prestigio.
En definitiva el poder de un país débil es como una semilla que encierra en sí misma toda la potencialidad del árbol que llegará a ser, siempre y cuando no se intente adelantar su crecimiento con un excesivo riego o se la seque por el olvido de darle una atención esmerada.
Tengamos para los países, camino a un mayor poder, teorías adecuadas y específicas a su posición relativa; de esa forma nos alejaremos de los mundos ficticios que se crean cuando se adoptan líneas de pensamiento ajenas.
Pero junto a ello se debe asumir criterios de racionalidad para la creación, proyección y utilización del poder relativo de esas naciones en un mundo de tan incierto futuro, que la conveniencia es siempre avanzar, a pasos cortos pero con la mirada en las estrellas. Tal vez así se atenúen la dureza de los dichos de Tucides 2500 años atrás: "Los fuertes hacen lo que pueden, los débiles sufren lo que deben".
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El Doctor Luis A. Pons posee los siguientes títulos universitarios: Licenciado en Historia por la Universidad Nacional del Sur, Licenciado en Relaciones Internacionales otorgado por la Universidad de Belgrano; Doctor en Ciencias Políticas por la misma Universidad.
Fue Profesor en la Universidad de Belgrano, en Teoría e Historia de las Relaciones Internacionales, Etica y Filosofía Política, Política Exterior Argentina y Latinoamericana, Política Internacional Contemporánea.
Fue Profesor en la Universidad Católica Argentina en Historia de las Ideas Políticas. Es Profesor en la Escuela de Guerra Naval en Geopolítica, Evolución del Pensamiento Estratégico, Inteligencia Estratégica y Teoría de las Relaciones Internacionales.
Es Profesor en la Escuela de Defensa Nacional y en el Instituto Universitario de la Policía Federal, Licenciatura en Relaciones Internacionales.
Es autor de diversos trabajos sobre temas afines a su especialidad, destacándose las siguientes obras: “Conflictos internacionales” y “Génesis del Populismo”.
Fuente: http://www.mindef.gov.ar/edna/biblioteca/coleccion/27_2001.htm
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