Por Diego Cabot - LA NACION
Los grandes grupos y los vendedores de ómnibus se disputan líneas más pequeñas, afectadas por la baja de subsidios y la poca profesionalización
DOTA es uno de los grandes jugadores del mercado; el otro es Colcar. Foto: Archivo
Hay una pelea de fondo que ha pasado bastante desapercibida, al menos hasta ahora. Las principales empresas de colectivos de la Argentina protagonizan una sórdida disputa para quedarse con más y más líneas de servicios de pasajeros.
La gran cantidad de subsidios que se reparten en el sector, que suman alrededor de $ 3500 millones por mes en todo el país, es, sin duda, la principal razón que motiva los enfrentamientos. En ese universo, todo vale para hacerse de algunos colectivos. Hay pocas reglas y, como en muchos otros sectores, juegan los poderosos.
Hasta diciembre, cuando Alejandro Ramos era secretario de Transporte, las formas eran distintas. El funcionario santafesino jamás tuvo poder en el mundo de trenes y aviones, pero sí manejo con cierta arbitrariedad la cuestión de los colectivos. El entonces ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, se ocupó del planeta ferroviario y La Cámpora hacía lo propio en el mercado aerocomercial.
Ramos se entretenía con trapisondas regulatorias mediante las que ahogaba a unos para servir en bandeja esas empresas a sus cercanos. Así, desde la Secretaría de Transporte se frenaban los subsidios con alguna excusa burocrática, y entonces gran parte de esas compañías se veían obligadas a vender o entregar las líneas, mediante contratos de gerenciamiento, al club de los mejores lobbistas en los despachos de Ramos. Crecieron grupos como Autotransportes Santa Fe, propiedad de Alejandro Rossi, hermano de Agustín, ex ministro de defensa del kirchnerismo y cercano a Ramos, o el grupo Romero, de Corrientes.
Pero Ramos se fue y ahora ya no existe más aquel ahogo discrecional. Pero siempre existen formas de apurar a compañías en problemas.
En Lomas de Zamora, por ejemplo, se libra una batalla que ilustra la disputa. Expreso Lomas, una compañía que recibió 8,33 millones de pesos el último mes en subsidios, está en concurso preventivo desde hace tiempo. Tiene alrededor de 130 colectivos, recorre 605.000 kilómetros por mes y explota dos recorridos vitales para el movimiento de pasajeros en el Sur del conurbano bonaerense, las líneas 165 y 112.
Un grupo que encabeza el poderoso concesionario Colcar, representante de Mercedes Benz y uno de los principales vendedores de chasis para colectivos de la marca, inició un proceso de compra de acciones. Fue uno por uno en busca de accionistas minoritarios y compró su porción. Así se hizo de la mayoría de la empresa. Mientras tanto, el concurso preventivo tenía un administrador judicial que tomaba las decisiones en la empresa. Aquel contrato de compra de acciones no se perfeccionó ya, que la funcionaria nunca llamó a una asamblea.
Entonces, al tiempo que la compra de la porción societaria sucedía, entregó el gerenciamiento a las huestes contrarias: el grupo DOTA. La empresa de transportes de la familia Faijá entró a la concursada a través de Megacar, concesionaria de la fabricante de colectivos brasileña Agrale, y de la empresa de colectivos El Puente, que, según se sospecha en el mercado, estaría asociada a DOTA.
En el fondo, lo que se esconde no es sólo una pelea entre colectiveros, sino también entre las proveedoras de colectivos. Colcar, que vende Mercedes Benz y es propiedad de la familia Prieto, compro las acciones de la compañía en concurso para que los 130 colectivos de la línea, la mayoría con muchos años de antigüedad, se repongan por ómnibus con la estrella en el frente. "Las grandes marcas compran mercado", dijo una fuente que conoce de cerca el proceso judicial. Colcar ya hizo esta operación varias veces. Ingresó como accionista, renovó las unidades y entregó la compañía a un grupo de empresarios de colectivos.
En el otro lado esta DOTA, el grupo más grande de colectivos urbanos e interurbanos de la Argentina. Está controlado por la familia Faijá y sus principales operadores del negocio son José y Ángel Faijá, que tienen como socios en las distintas líneas a Luis Rodríguez y José Santoli. También tiene un pie en el negocio de las terminales de colectivos. Controla Megacar, representante oficial de Agrale, y para completar su proceso de integración vertical, DOTA también controla a la carrocera Todobus.
Megacar persigue un fin similar al de su colega, sólo que aquél compra, sanea y vende. En cambio, la empresa de DOTA entrega a sus verdaderos dueños la compañía.
Hoy Expreso Lomas no tiene futuro cierto. Colcar, dueño de las acciones, no puede manejar la compañía porque lo hace la administradora judicial. En el grupo dicen que hay connivencia del juez y la administradora en la entrega de los bienes de su propiedad. Por ejemplo, le recriminan que la administradora decidió la compra de 20 unidades usadas Agrale (modelo 2010) y las pagó 850.000 pesos cada una, cuando unas similares en el mercado, marca Mercedes Benz, costaban 605.000 pesos.
Ese fue el motivo de una denuncia penal que se presentó en la que se relatan estos hechos. El caso explica, en parte, lo que sucede en el mundo de los colectivos, que desde que asumió el ministro Guillermo Dietrich volvió a reconfigurarse. El asunto es que el funcionario bajó en términos nominales los subsidios. Y en este esquema, los grupos grandes, con más recursos no sólo para administrar una línea de colectivos sino también para encontrarle la vuelta regulatoria al complejo sistema de liquidación de subsidios, salen beneficiados.
De a poco, la concentración es mayor y los principales grupos de colectivos como DOTA, Automotores Santa Fe, ERSA, Rosario Bus o el grupo misionero Zbikoski toman más preponderancia. A eso se suma el repliegue de los hermanos Claudio y Mario Cirigliano, que ya vendieron una sus empresas, Ecotrans, y que aún buscan compradores para su poderoso grupo Plaza.
Del editor: ¿cómo sigue? Igual que en las tarifas de servicios públicos, la reducción de los subsidios al transporte está produciendo una reconversión del mercado
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miércoles, 17 de agosto de 2016
Se concentra el mercado de los colectivos en medio de fuertes peleas
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