Editorial del diario La Nación
El sangriento hecho registrado en el país vecino no sólo resulta condenable, sino que enciende una luz de alerta en el demorado combate del terrorismo
Paraguay es uno de los países que más crecen en nuestra región. Lo hace hoy a un ritmo anual del 2,8 por ciento de su PBI, superado sólo por la economía de Perú. Con una inflación anual del orden del 4,5% y una política monetaria ortodoxa, el país proyecta estabilidad.
Por tales motivos, Paraguay atrae la inversión externa y multiplica la doméstica, avanzando con buen ritmo, muy especialmente en sus sectores rurales y de la construcción. Con un costo de la energía particularmente bajo y con una población joven, Paraguay ha alcanzado también una interesante competitividad en algunos otros sectores. Sus autoridades están además empeñadas en promover la modernización de la infraestructura del país, lo que generará empleo y oportunidades adicionales de inversión.
No obstante, enfrenta una amenaza que podría ensombrecer su panorama futuro: la de la guerrilla. El atentado que tuvo lugar días atrás dejó un saldo de muertos de ocho jóvenes militares, de entre 20 y 22 años de edad. En una operación que lleva el sello de las FARC, encontraron la muerte en una emboscada perpetrada con explosivos en un camino vecinal.
Se trata del llamado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), inspirado en las FARC, que hasta no hace mucho entrenaban a sus milicianos. Se considera que es un desprendimiento del movimiento Patria Libre, que en 2005 asesinó en cautiverio a la hija del ex presidente Raúl Cubas, a la que habían previamente secuestrado.
El movimiento marxista opera desde 2008 en una escasamente poblada zona rural campesina, en el norte del país, en el departamento de Concepción, emplazado a unos 500 kilómetros de la ciudad capital, Asunción.
Como consecuencia del mencionado atentado, los terroristas se llevaron armas, incluyendo una antiaérea, y los chalecos antibalas de sus víctimas.
Hasta ahora, la organización insurgente se ha financiado fundamentalmente con el producido de secuestros extorsivos contra empresarios rurales; esto es, de ganaderos y productores de soja. Desde 2008 se la señala como responsable de unos 60 asesinatos y actualmente mantiene secuestrados a un policía y a dos campesinos menonitas.
Paraguay necesita resolver con toda urgencia este peligroso frente interno. Cuenta con una fuerza de tareas conjunta para enfrentar, desde la ley, a la guerrilla. Las víctimas del reciente atentado pertenecían, precisamente, a esa fuerza. Es hora de dedicar más recursos a enfrentar el terrorismo y su violencia. Pese a que, en el caso paraguayo, se trata aún de una fuerza relativamente pequeña, es una cuestión de seguridad que debe atenderse y resolverse con decisión, en tanto condiciona severamente el presente y el futuro de la nación.
Es evidente que el proceder asesino de la guerrilla paraguaya va absolutamente de contramano con lo que sucede en nuestra región, que, en cambio, asiste esperanzada al avance del proceso de paz colombiano, que felizmente ya transita por sus últimas etapas.
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miércoles, 31 de agosto de 2016
Preocupante atentado en Paraguay
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