Productores de Salta, Santiago, Tucumán y Catamarca piensan en mejores rotaciones y seguir agregando valor.
Cuna tradicional de la producción tabacalera, cítrica y forestal, el noroeste argentino adquiere cada vez más protagonismo en el cultivo de granos y la ganadería. Con el correr de las campañas, y de la mano de los avances en genética vegetal, el norte de nuestro país eleva cada vez más su piso de rendimientos.
Si bien el horizonte para la producción es prometedor, los agricultores y ganaderos de esa región enfrentan múltiples desafíos. En el manejo de sus cultivos, buscan preservar la humedad de los perfiles y crecer en el nivel de rotación, para proteger al suelo del desgaste ocasionado por la erosión hídrica, uno de los factores limitantes de mayor peso.
La distancia con los principales puertos argentinos es otro factor que los productores de esta región ponen en la balanza. Y aquí entran en juego dos estrategias claves para el futuro de la región: la diversificación productiva y el agregado de valor en origen.
Por su parte, la ganadería también adquiere más peso, con esquemas intensificados que buscan transformar el maíz en carne y evitar los altos costos en fletes.
Ahora bien, desde la visión de los protagonistas, ¿por dónde pasan los desafíos productivos más relevantes del NOA? Clarín Rural dialogó con productores de esa región argentina, que buscan mejorar sus esquemas y ser más rentables en base a un uso eficiente de la tecnología.
El productor catamarqueño Félix Jérez tiene muy claro cuál constituye su principal desafío: “Como base, y por el planteo de la economía argentina en los últimos años, mi principal preocupación pasa por consolidar una unidad económica diversificada”, afirmó.
Este productor mixto trabaja una superficie de 700 hectáreas (500 ha de soja y 200 ha de maíz), y 120 hectáreas de citrus, divididas entre mandarina destinada a exportación y frutas para el mercado interno. En ganadería, cuenta con un rodeo de cría Brangus, y además compra terneros que luego engorda a corral con el maíz de su propia cosecha. La visión del catamarqueño consiste en un “paso a paso” productivo, que radica en buscar una unidad económica y desarrollarla al máximo posible. “La diversificación permite obtener una mayor estabilidad financiera y asegura ingresos económicos en distintas épocas del año”, remarcó. En esta diversificación, Jérez explicó que aunque la citricultura presenta un menor margen frente a la soja, genera estabilidad financiera en su sistema.
En su esquema agrícola, uno de los principales objetivos es la incorporación del maíz, para generar una mejor cobertura del suelo y también como sostén ganadero. “Con lluvias escasas y elevadas temperaturas, hay que preservar las coberturas”, analizó.
Eduardo Verbeck trabaja, desde el año 97, y junto a su hermano, 7.000 hectáreas en Santiago del Estero, de las cuales 4.500 son agrícolas y 2.000 están volcadas a un sistema ganadero silvopastoril, con 2.000 novillos en recría y 1.000 vientres en producción.
A la hora de obtener una renta eficiente, Verbeck apuesta por la tecnología y la maquinaria agrícola. “Es indispensable la siembra directa con semillas de última generación, sembradoras y pulverizadoras de alta precisión y cosechadoras axiales. La tecnología y la genética en la producción agrícola y ganadera son imprescindibles para ser competitivos”, sostiene.
Otro aspecto en donde Verbeck hace hincapié es en la producción sustentable, tanto en el cuidado de la fauna y flora nativas, como en el manejo del bosque nativo destinado a la ganadería.
En otra zona, la siembra directa cambió por completo el paisaje para Pablo Dumas, un productor del este de Catamarca que hasta el año 1998 jugaba para el equipo de los ganaderos, y al que el advenimiento de nuevas posibilidades permitió ampliar su esquema. En la actualidad, su rodeo Brangus y Braford convive con cultivos de garbanzo, poroto negro, sorgo, trigo y maíz. “El desafío pasa por la nueva genética vegetal, con la siembra directa y las rotaciones, existen variantes en grupos cortos indeterminados de soja que son eficientes”, destacó.
Con la directa, y aprovechando la proximidad de la montaña, pueden trabajar el agua útil en suelo, que les permite un buen desempeño en trigo. “En maíz, y con una disponibilidad aceptable de fósforo, tenemos rindes promedio de 72 qq/ha sin hacer fertilización”, señaló.
Para el salteño Jaime Balut, que trabaja una superficie mixta de 500 hectáreas, el objetivo radica en maximizar las ventajas que ofrecen las tecnologías actuales, sin perder de vista la diversificación productiva. Su esquema se articula sobre cultivos de soja y maíz y cría de terneros Brangus, con una base de 150 madres. “En ganadería, apuntamos a incorporar genética, para obtener un rodeo más homogéneo”, sostuvo.
Desde Salta a Tucumán, con diferentes escalas de trabajo y estrategias de manejo, las inquietudes son similares: diversificación productiva, rotación de cultivos y acceso a la tecnología son los principales factores en común, a la hora de pensar los desafíos que plantea el NOA
Fuente: Clarín Rural
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lunes, 21 de noviembre de 2011
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