Trabaja en el recorte de estructuras heredadas del kirchnerismo y en un plan a 90 días que definirá un manejo de los recursos del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada
Oscar Aguad asumió el Ministerio de Defensa a mediados de julio con dos órdenes precisas: reajustar la estructura de una cartera que gasta más del 90% de su presupuesto en personal y tiene erogaciones que levantan sospechas de corrupción, y reformular el rol de las fuerzas armadas en el escenario actual, atendiendo especialmente a la distribución de los recursos y la revisión de las tareas de las fuerzas armadas.
A casi dos meses de su arribo, y tras una auditoría comandada por la Dirección de Diseño Organizacional de la Jefatura de Gabinete, el cordobés comenzó a instrumentar un paulatino achicamiento de áreas, que no implica necesariamente un recorte de personal.
Al día de hoy, Defensa cuenta con tres secretarías, once subsecretarías, 13 direcciones nacionales, 42 direcciones generales y una docena de organismos menores. Entre los grandes cambios del elefantiásico organigrama heredado del kirchnerismo, que no sufrió alteraciones sustanciales bajo el mando de Julio César Martínez, la cartera perderá la Secretaría de Ciencia, Tecnología y Producción para la Defensa, otrora en manos de Héctor Lostri.
Desde la salida de Lostri, Aguad solo nombró dos cuadros superiores para este ala del ministerio: Jorge Norverto, en la Subsecretaría de Ciberdefensa, y Mario Frigerio, tío del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, en la Subsecretaría de Investigación, Desarrollo y Producción. En el Edificio Libertador se asegura que la repartición será reducida a una gran subsecretaría en la que confluirán varias direcciones generales, con lo que bajará el abultado número de miembros de la "alta administración pública" y los consecuentes nombramientos discrecionales.
Los cambios forman parte de las directrices del vicejefe de gabinete, Gustavo Lopetegui, y del coordinador de Gestión Estratégica, Ricardo Martín, para cumplir con la "dotación óptima", un eufemismo acuñado al llevar a la la balanza cada ministerio y conocer su peso específico en el gasto público.
Hacia una nueva fuerza
El bosquejo de la nueva estructura ministerial es apenas un folio de la carpeta de reformas que el Gobierno tiene en mente. El ministro Aguad trabaja con su círculo de asesores en un plan estratégico para redefinir la misión de las fuerzas armadas en el contexto actual y, sobre todo, establecer la vinculación con otras áreas sensibles del Estado, como el ministerio de Seguridad y la Agencia Federal Inteligencia (AFI).
Según las consultas de este diario, el plan al que se hace referencia se realizará sin intervención del Congreso, dado que no está previsto modificar las leyes de Defensa ni de Seguridad Interior. Algo que también destierra las versiones sobre un posible involucramiento de las fuerzas armadas en el combate del narcotráfico, más allá de las actuales tareas de asistencia.
De igual modo, en el entorno del ministro gana terreno la idea de unificar las necesidades de equipamiento de las fuerzas armadas y generar un modelo transversal en la utilización de los recursos. La intención es contar con un cuerpo cuantitativamente reducido, pero bien entrenado y con medios técnicos de calidad. De progresar esta idea, el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea compartirían, por ejemplo, las aeronaves que hoy en día están repartidas en el patrimonio de cada rama.
Las ideas que traen desde el Gobierno chocan con los sectores más tradicionales de las fuerzas. Por eso, desde la llegada de Aguad al ministerio, toma fuerza la hipótesis de un recambio de los jefes de estados mayores generales, con excepción de Bari del Valle Sosa, quien cuenta con la simpatía personal del Presidente.
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