El Presidente gestó el consenso frente al gobierno de Maduro.
Se trató de la primera batalla diplomática con consecuencias tangibles para la política exterior argentina, pero sobre todo para el posicionamiento del presidente Mauricio Macri en el plano regional. La suspensión permanente de Venezuela del Mercosur, que en rigor se trata de una expulsión, ratificó la ascendencia del jefe del Estado entre los líderes de América latina.
La Argentina impulsó la salida del país caribeño del bloque regional desde que Macri se hizo cargo del Poder Ejecutivo. En cada foro internacional, el Presidente denunció la violación de los derechos humanos y reclamó la libertad de los presos políticos. Tal vez pasó inadvertido, pero la única persona que no pertenecía a Cambiemos en el escenario triunfal del 25 de octubre de 2015 fue Lilian Tintori, esposa del líder opositor Leopoldo López, el preso político más emblemático del chavismo.
Pero la posición de la Argentina siempre chocó con la falta de voluntad del gobierno de Uruguay. Eso fue hasta hace unos días. La decisión del régimen de Nicolás Maduro de sacar de sus casas a Leopoldo López y Antonio Ledezma el lunes pasado para llevarlos nuevamente a la prisión militar de Ramo Verde fue el disparador final para terminar de convencer al presidente uruguayo, Tabaré Vázquez.
Ni siquiera hizo falta un llamado entre los mandatarios. La elección de la cuestionada Asamblea Constituyente y las arbitrarias detenciones de los dos líderes más reconocidos de la oposición pusieron en estado de alerta a los cancilleres de los países miembros del Mercosur.
Fue el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Faurie, el que se puso al frente de las negociaciones con sus pares Aloysio Nunes (Brasil), Rodolfo Nin Novoa (Uruguay) y Eladio Loizaga (Paraguay).
Si bien desde el Gobierno aclararon que "la inserción inteligente en el mundo" es el principal éxito de la gestión diplomática de Macri, lo cierto es que la situación en Venezuela siempre fue un objetivo del macrismo, que ve en el régimen que domina los destinos de Venezuela desde 1999 una línea directa con el kirchnerismo.
En la última cumbre del Mercosur, hace dos semanas en Mendoza, ante un grupo reducido de testigos, Macri se mostró fastidiado por el resultado final del documento, pero al mismo tiempo rescató que ya nadie ponía en duda que en el país caribeño la democracia estaba en riesgo. "Pensar que hace dos años sólo nosotros hablamos de presos políticos y ahora nadie lo discute", resaltó el Presidente con satisfacción.
Hoy, con la suspensión de Venezuela consumada, Macri celebró una victoria personal. Es que pasó de la soledad más absoluta al respaldo total, única forma de que el Mercosur sancione a un integrante. "Mauricio fue quien tomó la iniciativa durante todo el proceso", destacó uno de los principales asesores del Presidente.
La vuelta de la Argentina al mundo -desde que asumió Macri se reunió con más de 50 jefes de Estado-, con las incipientes inversiones, aunque la gran mayoría aún espera un resultado positivo en octubre, sirvió de disparador para que los principales líderes del mundo pongan sus ojos en Macri. Pero el jefe del Estado necesitaba un triunfo de estas características para que no hubiera dudas sobre su lugar y representatividad en la región.
Otra clave de la gestión del caso venezolano fue la unificación del discurso de la Casa Rosada con el de la Cancillería. Es que durante la gestión de Susana Malcorra había diferencias. Mientras Macri era explícito en la denuncia, la ex canciller siempre promovía el diálogo y dilataba el pedido de sanciones.
Hoy, con la llegada de Faurie, las palabras de denuncia contra la represión y el autoritarismo confluyeron en un mismo sendero.
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