En Carmen de Patagones, Man Agro apostó al riego suplementario hace diez años. La agricultura fue la actividad pionera para la firma. Ahora, piensa en la ganadería.
Javier Fornieles (izq.), socio de Man Agro, y Rafael Aliaga, presidente de la empresa, en un lote bajo riego en la Patagonia.
Es la época. Mientras se van cosechando los últimos cultivos estivales ya se empieza a diseñar y delinear la próxima campaña. Como estrategas, frente a un mapa buscan la mejor ecuación para la producción de granos. “Producir bien, vender mejor”, un equilibrio que desde su génesis la firma Man Agro supo cultivar.
En diálogo con Clarín Rural, el presidente y mentor de Man Agro, Rafael Aliaga, y el gerente general, Diego Sánchez Granel, analizaron el contexto actual para los agronegocios, el rol de las nuevas tecnologías y sus objetivos y desafíos en la transformación del agua en granos con el objetivo de abastecer el consumo de la Patagonia.
Diego Sánchez Granel (izq.), gerente general de Man Agro, junto con el presidente de la firma Rafael Aliaga, observando lotes con riego en el sur.
El sello de esta empresa es un esquema de negocio en campos alquilados. Arrancaron con 3.000 hectáreas a comienzos de los años 80 y actualmente ocupan cada campaña unas 50.000 (distribuidas en alrededor de 40 campos y 7 provincias).
Para 2021 esperan alcanzar las 75.000 hectáreas. No obstante, consideran que además de expandirse, el secreto está en ser más eficientes y crecer verticalmente.
Con el espíritu emprendedor y la gestión como bandera, la empresa pergaminense ha sabido consolidarse en la producción de materias primas en los últimos 40 años. Hace diez años buscando una renovación, junto a socios estratégicos: compraron un campo en Carmen de Patagones, en las puertas de la Patagonia, y apostaron fuerte las fichas a la producción de materias primas (en un futuro podrían ser productos con valor agregado y tal vez carne) en una zona “con potencial ambiental y mucho por hacer”. Agropecuaria “El Carbón” es el único esquema de campo propio de la firma.
En una zona con una media de precipitaciones que no supera los 300 milímetros, el riego es crucial.
Sánchez Granel sigue de cerca un lote de trigo en Duggan, al norte de la provincia de Buenos Aires.
Por eso, se desarrolló una obra de infraestructura hidráulica para un planteo agrícola de envergadura, la tercera más importante del país. El corazón del sistema es una extensa tubería a través de la que se transporta el agua extraída con cuatro bombas desde el Río Negro que suben el agua 35 metros con un sistema eléctrico.
“Sin la pasión, que es lo que me motiva desde hace cuarenta años que estoy en esto, es muy probable que te vayas desalentando frente a los problemas de todo lo que hay que hacer, la parte agronómica es lo más simple”, confesó Aliaga.
El Río Negro nace de la confluencia de los ríos Neuquén y Limay. “Se generan dos tipos de agriculturas, la de los valles, con suelos heterogéneos de tipo aluvionales que dio lugar a la producción frutícola en la parte más continental y más hortícola cuando vas hacia la costa; la otra agricultura es la de meseta, con suelos no aluvionales y más homogéneos”, relató Aliaga.
Los recursos humanos son un pilar clave de esta empresa que trabajo solo en campos alquilados.
El objetivo es aprovechar parte de los 800 a 1.000 metros cúbicos por segundo que, de lo contrario, se terminan salinizando en su desembocadura al Océano Atlántico. Lo primero que hubo que hacer fue desarrollar suelo. Naturalmente, con 300 milímetros por año, montes de chañar y suelos desérticos, hay que trabajar mucho ese sustrato para darle vida agronómica. Para eso, usan como principal herramienta el maíz, pero también la cebada y el girasol para semilla.
“Esto es la cabecera de la Patagonia, una zona que se abastece de Bahía Blanca y zonas aledañas, por lo que nosotros, que estamos 300 kilómetros al sur, tenemos un mercado con enorme potencial”, relató Aliaga.
Lo que queda por hacer invita a soñar porque con agua se pueden buscar muchas alternativas de agregar valor a los granos con ganadería, pero también la producción de frutas secas, semillas de alfalfa o hasta pasto en megafardos que se exportan a buen precio.
Una imagen satelital de los pivotes en Carmen de Patagones.
Para Man Agro, la superficie en Carmen de Patagones representa el 5% del total sembrado en las otras áreas como el oeste de Buenos Aires (27%), el NEA (26%), en zona núcleo y en Entre Ríos (12% cada una), en el sudeste (8%) y un 5% en el centro de Buenos Aires. La soja representa la mitad de la superficie (39% de primera y 12% de segunda), maíz 32%, trigo 12%, girasol 4% y 1% de cebada.
Como panorama general, Aliaga y Sánchez Granel coinciden en que “el ambiente de negocios mejoró muchísimo” dado que “antes tomabas un riesgo y no sabías con qué te ibas a encontrar en el camino, ahora están los riesgos propios de la actividad”, opinó Sánchez Granel.
No obstante, el gerente general de la firma advirtió que, si bien las expectativas empujan, “la realidad no muestra tan buenos números para esta campaña, mayormente por la baja del precio de la soja y un tipo de cambio atrasado que pega en el aumento de 20 por ciento de los fletes en dólares”.
“Man”: son las primeras letras de management, que más “Agro” hacen la “gestión agropecuaria”.
“Somos productores sin tierra y lo que hacemos es juntar los distintos factores que hacen a la producción y ordenarlos de manera eficiente en una propuesta de escala y diversificada, hoy es difícil sobrevivir con sistemas de gestión desordenados o antiguos, somos empresarios con sistemas modernos, ágiles y dinámicos que nos permiten administrar mejor los riesgos”, resumió Aliaga.
Apuntalando esta afirmación, Sánchez Granel opinó que con las tecnologías de producción actuales “la diferencia en la producción de materias primas está en cómo se gestiona”.
Para Sánchez Granel, “la Revolución Verde estuvo liderada por las tecnologías de insumos y procesos junto con la profesionalización del ‘management’, ahora viene una ola tecnológica fuerte, todo lo que tiene que ver con el desarrollo de software, big data, nanosatelites, recolección de datos e inteligencia artificial para la traducción de esos datos en información de utilidad”.
Al analizar la coyuntura, el gerente general consideró que los números para la negociación por campos para la siembra 2017/18 debería estar 2 quintales menos que el año pasado.
“Hoy todavía está disociada nuestra realidad con las expectativas de los dueños porque ellos creen que es una campaña muy buena, pero para nosotros es solo muy buena en rindes pero no es tan buena en números, porque todavía hay que meter en la bolsa la superficie perdida por agua, los sobrecostos por acondicionamientos y la reconstrucción de caminos rurales afectados por el agua”.
Aliaga en un campo de maíz con riego en la Patagonia.
Para Sánchez Granel “lo primero que hay que entender es que se termina un ciclo de cómo se participaba de este negocio”. En la nueva etapa, “la tecnología va a tener un rol importantísimo porque va a irrumpir bajando costos y acelerando ritmos”, sobre todo, en planteos de escala como los de Man Agro. Sin embargo, sólo con la tecnología no basta, y preocupan las deficiencias en infraestructura.
En esta era de gestión de la información, el gerente general sostuvo que es tiempo de buscar socios estratégicos, aliados para afrontar de la manera más eficiente la actividad y ser pioneros en las innovaciones”. Y Aliaga, agregó, el gran desafío es crecer “más en eficiencia que en tamaño”.
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