lunes, 28 de octubre de 2013

La historia vuelve a rodar: restauran los viejos vagones de la línea A de subtes

Por Mauricio Giambartolomei  | LA NACION

Restauradores y orfebres trabajan para que los viejos coches 
recuperen su centenario
esplendor. Foto: Soledad Aznarez
El 1° de diciembre, cuando se cumpla el centenario de su inauguración, dos viejos coches Le Brugeoise harán un recorrido turístico entre las estaciones Plaza de Mayo y Plaza Miserere; otros 16 vagones se repararán durante 2014



Cuando cumpla 100 años, el próximo 1° de diciembre, el subterráneo porteño revivirá el primer viaje que realizó uno de sus trenes en la ciudad de Buenos Aires en el trayecto que va desde Plaza de Mayo hasta Plaza Miserere. El recorrido se hará en dos de los centenarios vagones Le Brugeoise de madera de origen belga que circulaban en la línea A y fueron sacados de servicio en enero pasado.

Ambos están siendo restaurados en uno de los talleres de Metrovías por un equipo de expertos, que encabezan el orfebre Juan Carlos Pallarols y la arquitecta María Elena Mazzantini. Los dos forman parte del lote inicial de 18 vagones que estaban protegidos por ley. Aunque la semana pasada la Justicia rechazó una apelación del gobierno porteño y amplió la protección a otros 78 coches.

Desde diciembre, y con los dos vagones, se implementará un paseo turístico que recorrerá la historia del subte. Aún no están definidos los días y horarios en que circulará la formación, pero el anuncio se realizará en los festejos del centenario. Los otros 16 coches comenzarán a ser restaurados durante 2014. En la primera etapa, Subterráneos de Buenos Aires (Sbase) destinó 2.000.000 de pesos para los dos primeros vagones que volverán a circular. Los trabajos están a cargo de la empresa Listo Soluciones.

"Decidimos tomar el proyecto, en el cual trabajó un equipo interdisciplinario para solucionar el desgaste que presentaban los vagones, pero respetando el patrimonio histórico. A eso le sumamos los elementos de seguridad para el pasajero", dijo Mazzantini a LA NACION en el taller.

Entre vagones de diferentes épocas, tranvías, coches del Premetro y repuestos, los dos vagones Le Brugeoise descansan sobre pilotes. Están desmantelados, sin butacas, tampoco puertas ni barandas ni accesorios. Todo está siendo tratado por un equipo de once operarios que lijan las maderas, cambian los cables de electricidad de tela por termosellados y pintan el techo. Los paneles más grandes se encuentran en un obrador de Adrogué y los elementos pequeños y ferrosos en el taller que Pallarols tiene en San Telmo.

"Lo más importante es el espíritu que le damos al trabajo. Todos son materiales nobles y estamos preservando el bañado original de los bronces y el resto de los materiales", contó el orfebre mientras sostenía un accesorio. "Mirá -dijo y comparó señalando dos piezas iguales-: en éste llegamos al bronce original, y éste tiene varias capas de pintura encima. A todos los vamos a llevar al original."
Pallarols y Mazzantini trabajaron juntos en la restauración del Teatro Colón. El equipo está integrado, además, por Tomás Palastanga, coordinador general por parte de Sbase; Pablo Piserchia, de Amigos del Tranvía y encargado de la parte electromecánica, y el arquitecto Guillermo Pinelli, de la empresa contratista.

La conservación de la historia de los vagones es uno de los ejes fundamentales del proyecto. Salvo la incorporación de elementos más seguros, el resto permanecerá tal cual estaba cuando los vagones dejaron de funcionar. "Decidimos tomar los coches como lo encontramos, a pesar de las intervenciones que tuvieron en sus 100 años. Pero debíamos solucionar pintadas, grafitis, vandalismo, desgaste y la falta de mantenimiento", explicó la arquitecta.

La estructura de roble está en buen estado y no se encontraron maderas podridas. Para sustituir aquellas partes irrecuperables, un ingeniero del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) tomó muestras que fueron analizadas para reponerlas con el mismo tipo. A los vagones se le cambiaron los vidrios por otros laminados que no se astillan; la madera tuvo un tratamiento ignífugo, y para prevenir hongos e insectos y se reemplazó el piso. Estarán pintados de los colores originales: azul, una franja amarilla y gris. "Devolver los vagones a las vías es darles vida conservando el patrimonio histórico de la ciudad y de todos los usuarios", dijo a LA NACION Juan Pablo Piccardo, titular de Sbase. "La idea es hacer un paseo por las líneas o viajes turísticos, pero aún no está definido. Lo vamos a anunciar el 1° de diciembre."

Los trabajos en el taller Polvorines, en Caballito, comenzaron a principios de este mes. Allí hay puertas y ventanas lijadas, barandas de metal y farolas que son restauradas. "En las puertas habrá sensores que enviarán una señal al motorman; si alguna de las puertas queda abierta, no arrancará la formación. Al llegar a la estación, el motorman las destrabará desde la cabina y los pasajeros podrán abrirlas desde el interior del vagón. Así se conservará esa mística", detalló Piserchia.
El trabajo no llevará el sello de Pallarols ni de Mazzantini. Como dijeron los artistas, será una de las pocas obras "despojadas de egolatría", sin marcas personales. "Las huellas de los años son las únicas que quedarán porque son la marca de los viajes y de la historia", coincidieron.

Un siglo bajo tierra - La línea A se inauguró en diciembre de 1913
  • 435.000 pasajeros: Transporta diariamente la línea A entre las estaciones Plaza de Mayo y San Pedrito
  • 18 estaciones: Es la línea más antigua de América del Sur y la que tiene mayor cantidad de paradas de toda la red de subtes de la Ciudad

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