Ese es el número del coche de pasajeros que llegó en 1913 y ahora está siendo restaurado.
Foto: LA NACION / Hernán Zenteno
En septiembre próximo, el coche N° 10 cumplirá 97 años y los recibirá con la misma imagen con la que llegó a Buenos Aires, procedente de la pintoresca ciudad belga de Brujas, cuando nuestro país inauguraba la primera línea de trenes subterráneos de América Latina. Con los planos originales, se realizarán todas las cirugías para que recobre su esplendor: grandes ventanas de madera lustrada, manijas de bronce, espejos biselados y las dos cabinas para los conductores.
El abandono quedó atrás, cuando en agosto pasado Metrovías decidió restaurar el N° 10 y devolverlo al estado que tenía cuando llegó al país desde la fábrica belga de Bruegeoise, en la segunda década del siglo pasado. Este coche había rodado por más de 80 años en la línea A de subterráneos, pero en 1994 fue retirado del servicio, sin saberse los motivos.
El destino final del N° 10 fue uno de los galpones del taller Lynch, del ferrocarril Urquiza, hasta que hace diez meses regresó al taller Polvorín, en el barrio de Caballito. Justamente allí, hace muchos años, se lo había modificado para que prestara mejor servicio. LA NACION recorrió el centenario taller Polvorín, en Emilio Mitre y Pedro Goyena, donde varios operarios trabajan con esmero para que el coche N° 10 vuelva a ser el mismo de antes y regrese a los rieles para recorrer, en ocasiones especiales, la traza de la línea A. "Es muy costoso llevar adelante un proyecto así. Uno sabe cuándo arranca, pero no sabe cuándo termina. Hasta que no ponés el último tornillo en su lugar no sabés con qué desafío nuevo te vas a encontrar", aseguró Pablo Piserchia, el encargado del equipo que debe restaurar el N° 10. "Todas las modificaciones que se hicieron a los coches -agregó- fueron en este taller, y ahora en este mismo taller vamos a restaurar el coche."
El operario explicó que se eligió ese coche porque estaba parado y porque era el más completo de los que estaban fuera de servicio. "El mayor problema es que hoy casi no hay artesanos que trabajen el bronce y otros metales como antes. Nos costó buscar modelos de tulipas que estuvieran en buen estado y que nos sirvieran como guía para hacer las nuevas que necesita este coche", se lamentó Piserchia. Igual situación se presentó con los herrajes de las puertas que originariamente eran de chapón de bronce cromado. Las réplicas, que ya fueron colocadas, lucen el mismo brillo que aquellas que llegaron desde Brujas hace 97 años.
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