Combates aeronavales. Entre la tecnología, el profesionalismo y el coraje
Mientras el Ejército y la Armada de Argentina, salvo ciertos hombres y unidades excepcionales que combatieron bien, tuvieron una actuación global decepcionante en Malvinas, la Fuerza Aérea se ganó el respeto de sus adversarios.
La Armada ni por asomo podía competir con la Royal Navy, como demostró el hundimiento del crucero Belgrano. Pronto se retiró de la batalla. Pero los aviones de la Armada, 15 A-4 Skyhawk portando bombas y, en especial, los cinco modernos Super Étendard con sus escasos cinco misiles Exocet, provocaron serias pérdidas a los británicos.
El equipamiento básico de la infantería, empezando por el fusil FAL, era muy similar en ambos bandos, aunque el Ejército argentino en las islas, formado por reclutas jóvenes, salvo algunas unidades profesionales, en general fue muy inferior a los duros soldados británicos, todos voluntarios bien entrenados. Pero el déficit mayor de las tropas terrestres argentinas fueron sus mandos, que no estuvieron a la altura de las circunstancias y reflejaron las divisiones e intrigas de los altos mandos, empezando por la junta de gobierno.
La disciplina y organización de la Fuerza Aérea argentina (FAA) debe mucho a los alemanes. Incluso, tras la Segunda Guerra Mundial, los argentinos desarrollaron sus propios aviones a reacción y mejoraron su fuerza con ayuda de experimentados técnicos y pilotos alemanes, como el ingeniero Kurt Tank, quien había dirigido los diseños de la empresa Focke Wulf, o ases como Hans-Ulrich Rudel y Adolf Galland.
La FAA inició el conflicto muy bien equipada para los estándares sudamericanos, aunque sus aparatos estaban una generación por detrás de los Harrier, el único cazabombardero que los británicos pudieron poner sobre Malvinas (los mucho más potentes Phantom F-4, de diseño norteamericano y motorización Rolls Royce, no podían operar desde los portaviones Hermes e Invincible).
MISILES Y ELECTRÓNICA. La dupla Harrier-misil Sidewinder versión L suministrado por los estadounidenses resultó imbatible, pese al escaso número de unidades que pudieron poner los británicos en el teatro de operaciones en los momentos decisivos: hasta 20 en el Hermes y ocho en el Invincible. Los misiles de los aviones de caza argentinos eran mucho más anticuados y solo podían detectar su blanco en rumbo de persecución y debían ser disparados desde atrás. Los aparatos de las FAA carecían de contramedidas electrónicas apropiadas para detectar y confundir radares y misiles. Un par de veces los argentinos enfrentaron directamente a los aviones ingleses y perdieron dos Mirage IIIEA, sus mejores cazas (uno de ellos por "fuego amigo"). Luego los retiraron para la defensa de las bases aéreas en el continente y nunca más desafiaron a los británicos en combate singular.
El Harrier no podía desarrollar velocidades supersónicas, como los Mirage y Dagger, pero eso no tenía importancia a baja altura, donde se realizó la mayor parte de los enfrentamientos. En general los aviones argentinos, volando desde el continente, al límite de su autonomía y sin escolta de cazas, atacaban con bombas a baja altura a los buques británicos y se retiraban de inmediato, bajo fuego de misiles desde tierra y mar y perseguidos por los Harrier, que eran guiados hacia el blanco por los radares de la Royal Navy o los suyos propios. Para colmo de males, muchas veces las envejecidas bombas de las FAA no explotaban, probablemente porque las espoletas no estaban correctamente armadas. En varias ocasiones atravesaron barcos británicos de lado a lado sin estallar, o quedaron incrustadas amenazantes en su interior.
En los ataques a baja altura contra la flota, en particular en el estrecho de San Carlos, "el corredor de las bombas", los argentinos cumplieron sus más grandes hazañas y pagaron un alto precio. Los Harrier derribaron más de 20 aviones con sus misiles y cañones, en tanto los misiles de todo tipo disparados desde tierra o desde los barcos de la Royal Navy derribaron más de 30 aparatos argentinos. No fue un juego.
La decisión de los argentinos de no ampliar la pista de 1.200 metros del aeropuerto de Port Stanley resultó decisiva, pues obligó a sus aviones a operar desde las bases del continente, al límite de su autonomía. Argentina solo disponía de dos KC-130, el venerable carguero Hércules adaptado para suministrar combustible en vuelo. Solo un puñado de A-4 disponía de sonda para reabastecerse, en tanto los cinco Super Étendard de la Armada podían reabastecerse entre sí. Operar desde bases tan lejanas implicó renunciar a la superioridad aérea o, al menos, a mayores opciones operativas. Los aparatos de la FAA no podían permanecer sobre el objetivo más de dos o tres minutos y ni por asomo intentar un combate aéreo o largas maniobras evasivas. Los Dagger además se privaban de utilizar su postcombustión, que les daría grandes ventajas de aceleración y velocidad, debido al excesivo consumo de combustible que ello implicaba.
JÓVENES VALIENTES. Pese a que no tuvieron la menor chance de evitar los desembarcos y el avance británico posterior, los pilotos argentinos salvaron el honor de sus fuerzas armadas, que a lo largo de la campaña dejaron una imagen más bien desoladora. Las pérdidas de pilotos y aviones argentinos sobre Malvinas, en particular en San Carlos, fueron enormes. "Los aviones de hoy eran verdaderos kamikazes -escribió el contralmirante Woodward en su diario el 24 de mayo-; es probable que sean jóvenes valientes que no saben hacer otra cosa".
Y sin embargo continuaron atacando, cada vez más debilitados. Unos de sus últimos éxitos lo obtuvieron el 25 de mayo, fecha nacional, cuando Super Étendard de la Armada alcanzaron con dos Exocet al gran buque carguero Atlantic Conveyor, que se hundió al día siguiente lleno de helicópteros de transporte, repuestos y equipos. La infantería británica debería caminar hasta Port Stanley en vez de ir de salto en salto transportados por helicópteros. El último misil Exocet capaz de ser lanzado desde aviones Super Étendard fue utilizado el 30 de mayo pero no alcanzó blanco alguno. En los últimos días de la guerra los argentinos lanzaron desde tierra, en las inmediaciones de Port Stanley, un Exocet que habían desmontado de un buque de la Armada; el misil, que no explotó, sin embargo dañó seriamente al destructor Glamorgan y mató a 13 tripulantes.
"Los aviones que atacaron hoy eran verdaderos kamikases"
Pero la acción más eficaz de la aviación argentina fue una de las últimas: el ataque de dos A-4 y dos Dagger de la FAA sobre dos buques de desembarco repletos de soldados el 8 de junio en Fitzroy. Los Guardias Galeses sufrieron una catástrofe: 50 muertos y más de cien heridos.
"La guerra fue más bien un enfrentamiento entre la fuerza aérea argentina con base en tierra y la Royal Navy, que una batalla entre dos ejércitos, pues la marina de guerra de Buenos Aires nunca supuso una amenaza para la fuerza aeronaval del Reino Unido ni tampoco el ejército de tierra argentina dio muestras de poseer la agresividad y la determinación necesaria para negar a los británicos la recuperación del archipiélago", resumió el general de aviación español José Sánchez Méndez en La Revista Aeronáutica (Airpower Journal) de octubre de 1992.
Fuente: El País Digital (http://www.elpais.com.uy/120401/pinter-633866/mercosur/los-pilotos-argentinos-salvaron-el-honor-militar/)
Hace 30 años sentia un enorme orgullo por lo que hicieron nuestros pilotos y por todos los que dejaron sus vidas en Malvinas, tenía en aquel entonces 17 años.Hoy el orgullo y el dolor siguen intactos, tal vez potenciados por ver como un grupo de "intelectuales" respondiendo valla uno a saber a que intereses,quieren "desmalvinizar" el pensamiento nacional,por el estado lamentable de nuestras FFAA, y por el desinterés del argentino por el estado de indefensión de nuestro pais.No añoro ni justifico la locura de una guerra que nunca debió ocurrir, pero veo que el sueño de un gran pais choca una y otra vez con el mismo enemigo, nosotros mismos.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Marcelo.
recuerdo que hace unos años history hizo un documental, donde a mi modo de ver, dejo en muy alto la capacidad de los pilotos Argentinos durante esa guerra. saludos desde Colombia
ResponderEliminarLos pilotos argentinos hicieron un buen trabajo. Lastima que ahora se queden de brazos cruzados.
ResponderEliminarSaludos.
Regalales un avión. Un comentario desafortunado. Pone el nombre o nick.
EliminarNeurus