Por Jorge Castro, analista - Diario Clarín
Claves. Las elecciones en la isla y el surgimiento de una clase media china conectada y crítica promueven márgenes mayores de entendimiento.
Las elecciones presidenciales de Taiwán (14/01/12) tienen un significado histórico de alcance global. Significan que la isla y su sistema democrático de decisiones, encabezado por el Kuomitang (KMT), se ha convertido en parte integrante del sistema político chino , liderado por el Partido Comunista (PCCH), al haber atravesado, con el triunfo del presidente Ma Ying-Juou, la barrera de la confianza y de la credibilidad, sustento de la legitimidad de la República Popular.
Taiwán ha dejado de ser una amenaza para la unidad nacional china.
En términos históricos, la victoria del Kuomitang posee un significado similar a la decisión británica de ceder la soberanía de Hong Kong en 1997. En ambos casos, y como expresión del principio establecido por Deng Xiao Ping (“Un país, dos sistemas”), la estructura de decisiones china se ha ampliado hasta abarcar dos de los centros mundiales de la pujanza económica y la innovación capitalista, como son Taiwán y Hong Kong.
Taiwán, con 23 millones de habitantes, no sólo es la 18° economía del mundo y la 13° en términos del comercio internacional, con U$S 398.683 millones de reservas, sino que es uno de los tres ejes globales de la industria de alta tecnología , junto con Silicon Valley (EE.UU.) e Israel.
Taiwán es el principal inversor “extranjero” (eufemismo técnico) en China, con un stock de IED que supera U$S 180.000 millones, y sus empresas, en especial las de High Tech, son las principales exportadoras de (desde) la República Popular, encabezadas por Foxconn, la mayor firma manufacturera de alta tecnología del sistema mundial.
Taiwán no es sólo dínamo de la economía mundial y de la innovación tecnológica, sino también un vigoroso sistema político democrático, caracterizado por un alto nivel de participación y una puja intensa entre diversos partidos. La incorporación del Kuomitang / Taiwán al sistema político chino ocurre en el momento en que la República Popular ha iniciado una nueva etapa de su historia tras la crisis global 2008-2009, que se asimila a una fase cualitativamente diferente de su mecanismo de acumulación.
China crece ahora, a diferencia de lo que sucedió en los 30 años previos a 2008, sobre la base de la demanda interna y del consumo popular; y el eje de la expansión no está más en las provincias costeras, sino en las del interior.
El crecimiento ocurre en un país crecientemente urbano. En 2011, por primera vez en su historia, la mayoría de la población (51,6% / 666 millones de personas) vive en ciudades (era 18% en 1978 y sería 61% en 2030). China tiene más de 100 ciudades con al menos 1 millón de habitantes, que serían 221 en 20 años.
El Banco Mundial calcula que la clase media china (con ingresos entre U$S 8.400 y U$S 38.500 anuales) alcanzaría a 600 millones en 2014 (fueron 400 millones en 2008), con estándares de consumo semejantes a los del capitalismo avanzado. Estos cambios económicos y sociales coinciden con una modificación cualitativa del sistema político.
El total de usuarios de Internet pasó los 500 millones en 2011, con 54 millones de bloggers activos. China es uno de los países más intercomunicados del mundo, con acceso directo de su población a la información económica y política.
La pujanza de la red (crece 15% / 20% por año) es tal que ha surgido una poderosa opinión pública , activa y crítica en cuestiones de injusticia y corrupción. Tanto la nueva clase media como los 500 millones de usuarios de Internet – que son lo mismo – brindan un fuerte respaldo al sistema político, ante todo porque son su creación.
Lo que ha emergido no es un cuestionamiento al sistema político liderado por el PCCH, sino una vigorosa opinión pública dentro del régimen, considerado sinónimo de unidad nacional y crecimiento económico. Por todo esto es que la elección en Taiwán es un acontecimiento de envergadura mundial.
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