Por Ana Orfano - LA NACION
Es la línea con peor mantenimiento de la red; prometen mejorar las formaciones y combatir las goteras
Los coches de la línea E tienen una antigüedad de 70 años. Foto: Ricardo Pristupluk
No hay shows musicales que amenicen la espera ni máquinas para descargar e-books. Tampoco aire acondicionado en los vagones ni una grabación que avise el próximo destino. En la línea E de subte, las manchas de humedad se cuelan entre los azulejos, las formaciones tienen más de medio siglo de antigüedad, las goteras forman cascadas los días de lluvia y el tiempo parece eterno entre un tren y el siguiente.
El ramal recorre 9,78 kilómetros desde Plaza de Mayo (Bolívar) hasta el bajo Flores (Plaza de los Virreyes); conecta directamente con el resto de las líneas, excepto con la B. Se adentra más que otras en el sur porteño y permite hacer transbordo con el Premetro. Con sólo hacer una recorrida y comparar con el servicio de las demás trazas, las diferencias saltan a la vista. Lo notan también los 287.000.000 de personas que trasladó la E en 2015.
"El servicio es malo en general", sostuvo Jesica mientras esperaba en José María Moreno el subte que la llevará hasta su trabajo en el microcentro. "La frecuencia es cada siete minutos, las escaleras mecánicas se rompen día por medio", enumeró. En la estación Belgrano, Constanza coincidió con que el servicio es deficiente. "La línea es súper vieja, está poco mantenida; hay mala distribución de los asientos en el vagón, por lo que entra menos gente parada", dijo.
Según Subterráneos de Buenos Aires (Sbase), la empresa que administra la red, en los últimos meses se realizaron trabajos de pintura y limpieza, mejoras en la iluminación, reparación de filtraciones e incorporación de mobiliario urbano, como cestos de basura y bancos. También renovaron los locales en los andenes y se agregaron cámaras de seguridad con monitoreo las 24 horas.
Sin embargo, al visitar las instalaciones, resulta evidente que los trabajos varían entre las estaciones más céntricas y las últimas de la traza. En Bolívar, la cabecera junto a la Plaza de Mayo, las reparaciones y puesta en valor son notorias, aunque persisten las filtraciones de agua cuando llueve. En Independencia sucede algo similar: la pintura nueva en azul oscuro no logra tapar las manchas de humedad ni las huellas de las goteras. En Jujuy, el agua se comió el color de los azulejos y, en Urquiza, los murales de Emilio Fatuzzo se mezclan con las perforaciones que el constante paso de agua ha causado en las paredes.
En las estaciones y los túneles, la humedad es moneda corriente. Foto: Ricardo Pristupluk
Las filtraciones son el gran desafío, aseguró a LA NACION el presidente de Sbase, Juan Pablo Piccardo. "Son túneles de entre 100 y 80 años de antigüedad que, en los últimos 40, tuvieron muy poco mantenimiento. Muchos de los caños de AySA y la red fluvial que se rompen terminan filtrando en el subte. Es un problema de todos los metros del mundo", explicó. En los últimos dos años, agregó, se trabajó en las 20 estaciones de la red con más problemas y se hicieron sellados herméticos con resina para impedir el paso del agua. De las mencionadas, ninguna pertenece a la línea E. "Hay que hacer un trabajo importante en muchas de las estaciones", admitió.
La antigüedad de los trenes es una de las quejas que más reiteran los pasajeros. Los comparan con los que circulan por la línea A que poseen aire acondicionado, cámaras para control a bordo y carteles electrónicos. Constanza recordó: "En enero hubo que evacuar el subte; las ventanas no son aptas para salir porque tienen barrotes. Hasta que no abrieron las puertas la gente estuvo adentro con el humo proveniente de la fricción de un cable, según nos dijeron".
Los trenes de la E son los más viejos del sistema de subtes, con una antigüedad de casi 70 años. En total, circulan 14 formaciones de la marca General Electric con cuatro coches cada una. Piccardo prometió que, entre abril y mayo, comenzará el recambio, aunque no entrarán coches nuevos. Llegarán vehículos de la marca Siemens y Fiat que actualmente circulan en la H y la D, respectivamente. "Va a tener una flota de 20 trenes. Va a mejorar mucho la frecuencia. A fin de año vamos a llegar con una frecuencia de 3,15 minutos. Hoy es de seis minutos, básicamente porque la flota está muy desgastada", sostuvo.
También los trabajadores cuestionan las condiciones del ramal. "Está muy abandonada", expresó Osvaldo Mouche, conductor y delegado de la línea E. "Siempre priorizan las demás líneas porque llevan más pasajeros o porque te acercan a shoppings, cosas más visibles", opinó. E hizo hincapié en las filtraciones en las estaciones Boedo y Urquiza. "Pusieron chapas que impiden que el agua caiga sobre el tren, pero sigue goteando a un costado", concluyó.
En 2018 llegará hasta Retiro
Avanzan las obras para sumar tres estaciones a la línea E: Correo Central, Catalinas y Retiro. "El gran hito es la extensión y la conexión con el corredor de Leandro N. Alem, que le va a dar el volumen que nunca tuvo", afirmó Juan Pablo Piccardo, presidente de Sbase. Hoy, la línea E sólo supera en cantidad de pasajeros a la línea H, la más nueva.
Se incorporarán 2 km más al trazado y se espera que beneficiará a más de 100.000 personas. "El desafío es ampliar la red con las estaciones y mejorar la flota con más cantidad de coches", dijo Piccardo. Habrá que esperar hasta fines de 2018 para poder viajar por la obra terminada.
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